Partida Rol por web

Oscuridad.

Es lo único que Agen Ralok percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Neill Organa percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Braumak percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Rumun percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Joee percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Wickward percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Kjierag percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

Oscuridad.

Es lo único que Mark percibía a su alrededor.

Oscuridad, y nada más.

No supo definir cuánto tiempo llevaba así. ¿Horas, días, meses? Tenía la boca seca, aunque creía recordar en la penumbra de la conciencia que había sido alimentado, que su garganta había sido refrescada con el toque líquido de algo que debía de ser agua. O no, por el ardor que le había dejado entre los labios.

Sin poder ver, intentó oír. ¿Eran pasos? ¿Cerca, lejos? Frustrado, intentó situarse. Estaba sentado, con las manos cruzadas tras su espalda. Por la mordedura de la soga que sentía en sus muñecas, también estaba atado. Intentó mover los pies. El sonido metálico resonó en aquel lugar, demasiado chirriante, casi doloroso en sus tímpanos acostumbrados al silencio absoluto. También estaba encadenado, al parecer.

Recordó que tenía ojos. Los abrió…

Oscuridad, absoluta y terrible oscuridad.

También estaba vendado.

De nuevo oyó los pasos. Ahora sí, sonaban cerca suya. Alguien lo rodeó, con lentos y suaves pasos. Oyó un leve suspiro frente a él. Allí había más de una persona.

Al menos, no estaba solo en aquella absoluta oscuridad.

-Mark Veermer, fiel soldado de una República que ya no existe, procedente de una familia conocida por su rectitud y devoción, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Agen Ralok, padawan del difunto Line Kro, jedi de la extinta Orden, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Braumak de Kashyyyk, hijo de una larga estirpe de grandes guerreros entre los ahora esclavizados wookie, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Joee Wesell, experto espía y explorador, cambiaformas de humilde origen, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Kjierag Dr’uun, antiguo minero de Umnub, comerciante con serios problemas con la bebida, mercenario, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Neill Organa, de la gloriosa pero ahora caída en desgracia familia Organa, joven diplomático, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Rumun Sorol, último de tu estirpe familiar, accionistas de la Corporación K’bhecq, caída en desgracia no hace mucho, colaborador del difunto sith Darth Welkor, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-Wickward, granuja de poca monta, experto en reparaciones y puñaladas, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

"¿¿... Dónde estoy... cuanto tiempo llevo aquí... así...??" Fue lo primero que se le vino a la cabeza al recuperar la consciencia, o al menos, al ser consciente de que la había recuperado, ya que en su estado le resultaba bastante difícil diferenciar lo vivido de lo soñado.

Movió ligeramente las manos y se dio cuenta que las tenía atadas, hizo lo mismo con las piernas, obteniendo el mismo resultado. Atado, totalmente atado, trataba de recordar cómo había llegado hasta allí, qué es lo que había pasado. Lo último que atinaba a recordar era la nave de Rumun cayendo hacia donde se encontraban él y Agen.

Una punzada de alarma le recorrió el cuerpo al escuchar de repente unos pasos, no podía saber de quién se trataba, ¿amigo, enemigo?, no tenía la más remota idea. Instintivamente abrió los ojos para ver de quién se trataba, pero oscuridad era lo único que obtuvo como respuesta, "atado y vendado, no pinta muy bien". Zarandeó los brazos y las piernas una vez más, tratando de calibrar la fuerza y el tipo de atadura a la que estaba sometido, eso sí, tratando de no hacer demasiado ruido, al menos, no tanto como la primera vez que le dio por mover las piernas. También sacudió la cabeza pensando que quizás la venda se pudiera soltar.

Agudizó el oído para ver si podía diferenciar qué tipo de calzado y qué tipo de superficie pisaba el desconocido individuo.

...-Kjierag Dr’uun, antiguo minero de Umnub, comerciante con serios problemas con la bebida, mercenario, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?-...

Se lo pensó dos veces antes de responder, pensando qué contestar y qué preguntar primero -"¿Quién eres?, ¿Dónde estoy?, ¿porqué estoy atado y vendado y porqué tienes información acerca de mí?"-  Preguntó aceleradamente y sin dejar pausa alguna. Al no poder escoger entre tantas preguntas decidió hacerlas todas del tirón.

La oscuridad lo envolvía todo, lo último que podía recordar el padawan era estar junto a Kjierag...que parecía haber recibido un disparo de Neill...que estaba en la nave, su nave, se marchaba,y otra nave, en llamas, se abalanzaba contra ellos... De verdad había pasado eso, o Agen fruto de la oscuridad y la desolación se estaba volviendo loco...

Quizás tuviera algo, algún objeto... intentó ligeramente mover sus manos, era imposible estaban atadas... ahora recordó: el holocron. Fue entonces cuando la furía de Agen se desató intentando liberarse de su prisión, tenía que saber si aún contaba con el artefacto de sabiduría. El artefacto le había sido entregado finalmente por un sith... Welkor...la figura geométrica había brillado una vez este se había ido... "¿Que podía significar eso?"

-Agen Ralok, padawan del difunto Line Kro, jedi de la extinta Orden, uno de los implicados del Incidente de Bontham. ¿Puedes oírme?

-¿Co...mo...dice?- Es todo lo que salió de su boca. Que su maestro había muerto...¿Line Kro muerto?, ¿como era posible que algo así hubiera sucedido?...

Para Agen Ralok, la noticia había caído en él como una bomba. El padawan se sentía como un actor situado en el centro de un escenario justo en el clímax de la obra; dispuesto en su lugar podía oír como los espectadores se estremecían en sus asientos, incluso podía llegar a él algunos sollozos por la tragedia... Pero todo eso no era cierto, lo cierto es que el zabrak estaba solo, nadie le daría ya respuestas, ni Welkor ni el Consejo, ni su maestro. Ahora él era responsable de todos sus actos, él y solo él culpable de los mismo.
Quizás esta sensación era lo que los sabios describían como el paso de la edad infantil a la adulta, la próxima vez que Agen se viera ante si mismo ya no se vería como ese joven arrogante e inmaduro, no todo aquello ya había pasado por el padawan se había convertido en un hombre.

Sumido en la oscuridad despertó... No sabía cuanto tiempo había estado inconsciente, pero la sensación que le invadía era de haber estado sumido en un largo sueño. Intentó recordar algo, pero lo ultimo que le venía a la memoria, era ser depositado en un tanque con una especie de liquido parecido al agua. Sentía cansancio, mucho cansancio, pero la herida del pecho ya no le dolía. Su primera reacción fue llevarse la mano al pecho, y fue entonces cuando cayo en la cuenta de que estaba retenido y atado. Sentado en una silla algo incomoda, inmovilizado de pies y manos por una soga intento abrir los ojos, pero también estaba vendado. Agudizó el oído, escuchó unos pasos no muy lejos de su posición y la respiración de varios personajes. No estaba solo...

"¿Porque estoy retenido?""Habrán sido mis compañeros""¿Por que?...". La situación le era desconocida, así como las causas. Los pasos resonaban de manera molesta cada vez mas cerca, era una tortura escucharlos, quizá por el hecho de haber estado tanto tiempo en silencio. De repente los pasos se detuvieron enfrente suya y comenzaron a circundarle. una voz desconocida resonó en la sala, algo irritante para su gusto pero desprendía gran confianza, aunque pudo distinguir un ápice de ansiedad por conocer algo que él conocía.-Neill Organa, de la gloriosa pero ahora caída en desgracia familia Organa, Joven diplomático y uno de los implicados del incidente de Bonthan- "Caído en desgracia esas palabras le sumieron en un estado de incredulidad y impotencia.

Levanto la cabeza sin mucha prisa, creando algo de expectación. Mantuvo la mirada al frente, aunque no pudiera ver, haciendo caso omiso a los pasos de su alrededor. Se aclaro la garganta -Caballero ¿O debería decir caballeros? Si hay alguna dama en la sala que me perdone, por las circunstancias en las que me encuentro- Una sonrisa picara se dibujo en lo visible de su rostro.-Espero que perdone mi indiscreción, pero me gustaría saber porque me encuentro en esta situación y de que se me acusa para estar en ella- Su voz resonó con serenidad y diplomacia. Continuó sin dar oportunidad a ser respondido de inmediato.- También me gustaría saber la situación de mis compañeros de misión. Misión, la cual fue encargada por el senado de la república, me gustaría aclarar- Volvió a sonreír con gran seguridad. - Y espero si son tan amables que me despojen de las ataduras que no me permiten defenderme con plenas facultades, no creo que sea una amenaza para los aquí presentes- Mantuvo la cabeza alta esperando respuestas y a ser liberado.

"Si", se limitó a mascullar un desorientado wickward. Tras comprobar lo bien atado que estaba y al oir la voz de su interlocutor, el joven Dug supo que estaba ante alguien que lo conocía bastante bien. Aquella voz le sonaba familiar, pero no estaba seguro de nada...

"Quítame la venda, no puedo hacerte nada con los ojos..", volvió a hablar, mientras mantenia su cabeza orientada hacia la zona de donde provenía la voz...