Partida Rol por web

Con el cuarzo en la mano tras haber derrotado al falso Banner, Kara se teletransportó a la siguiente parte de ese sorprendente juego.

La sorpresa fue al descubrir que el lugar en el que se hallaba estaba muy oscuro, apenas había luz pues había una infinidad de brumas que dificultaban la visión. La sensación térmica era de calor y humedad, era algo agobiante. Y cuando la niebla se despejó ligeramente pudo ver que ante ella había una vasta laguna. Segundos después, una barca llegó hasta donde se encontraba y se paró a sus pies, pues estaba en la orilla del lugar. Un hombre encapuchado parecía manejarla.

Kara pasó a otra dimensión. Se sintió invadida por dos sensaciones al únisono: alegría al haber cogido la gema, y pena al verse sola.

"No..."

Su voz interna le dijo que había fallado. Este sitio nuevo estaba sumamente oscuro, y la idea de haber dejado a los otros atrás le oprimía fuertemente el pecho. Entonces vio la barca que se aproximó, en la misma parecía haber un hombre encapuchado.

-¿Eres el enviado del Zodíaco? ¿Qué buscas? -preguntó mientras aprovechaba a dar una visión con sus ojos de rayos X, intentando divisar alguna cosa.

"Mis amigos, he perdido a mis amigos de nuevo. ¿Qué clase de superheroína soy?"

Se dio cuenta de que sí poseía la piedra en la mano, pero en este momento esto no le dio tanto ánimo. No cuando no sabía el destino de los demás.

Colaborando entre todos, lograron acceder al portal que estaba en lo alto del edificio y todos juntos lograron acceder al siguiente nivel. Al menos volvían a estar junto a Kara y todos juntos.

La sorpresa fue al descubrir que el lugar en el que se hallaban estaba muy oscuro, apenas había luz pues había una infinidad de brumas que dificultaban la visión. La sensación térmica era de calor y humedad, era algo agobiante. Y cuando la niebla se despejó ligeramente pudo ver que ante ellos había una vasta laguna. Segundos después, una barca llegó hasta donde se encontraba y se paró a sus pies, pues estaba en la orilla del lugar. Un hombre encapuchado parecía manejarla.

Bienvenidos. Dijo el hombre encapuchado. Kara pudo mirar hacia atrás y pudo ver que todos sus compañeros habían regresado. Ya estaban de nuevo todos juntos. Y una vez más, su mirada de rayos X había fracasado, así que no había podido ver nada de lo que le interesaba.

Mi misión en esta escena es conducirlos hasta allí. Dijo señalando algún punto entre las brumas muy complicado de ver. Hasta La Puerta. 

Pero para meteros en mi barca y que os lleve a través de las brumas, tendréis que darme un pago. Tendréis que entregarme tres objetos de sumo valor por cada dos personas que quieran montar. Dijo tendiendo la mano con la esperanza de recibir el pago.

Su visión de rayos X no le dijo nada. El barquero los haría cruzar pero debían entregarle tres objetos valiosos por cada dos personas que subieran y Kara se preguntó qué podría dar ella.

-Tengo una de las gemas –le dijo a sus compañeros –y un brazalete de Kriptón que es un recuerdo de mi hogar –de hecho ese objeto también le servía para desviar rayos de energía y no era algo de lo que quisiera desprenderse.

-¿Debemos dar las gemas? –preguntó al resto.

“¿Esta es la prueba final y, al cruzar, nos hallaremos con Zodíaco en persona? Pero si estoy equivocada y las perdemos, habremos perdido también la chance de salir de aquí. Debemos pensarlo, de todos modos me falta el tercer objeto. Pero alguien más puede proveerlo. El punto es que todos podamos pasar.”

Una vez pasaron al nuevo escenario que Zodiaco tenía preparados para ellos, Lobezno desconfió. No se fiaba de nada de lo que lo rodeaba, y mucho menos de aquella agua tenebrosa.

Tragó saliva con dificultad cuando aquel barquero se les acercó, y escuchó sus palabras casi con una sonrisa en los labios. Pese a que la situación era seria, él tenía unas ganas atroces de reír a carcajadas.

-¿Dar algo?- preguntó, sarcástico-. No. Claro que no.

Miró a los demás.

-¿Es que no lo veis?- dijo, como si fuera obvio-. Nos quiere despojar de nuestras armas, de lo que único que tenemos para ser más vulnerables. No. No daremos nada.

Miró de manera desafiante a aquel barquero, y movió las aletas de la nariz, comenzándose a enfadar.

-Llévanos a la otra orilla o apártate- advirtió el mutante, y sacó sus garras relucientes a modo de aviso-. No tenemos todo el día.

Él mismo iba a ofrecer una de las joyas, la única que tenía- _{eso, eso, recuerda que no vales para nada}- pero él estaba loco. Cunado Supergirl ofreció una joya la sensación de que la supertipa hacía intrusismo laboral imbuyó al bocazas.

-Oye, aquí el loco de los chistes que amenazan con fastidiarnos los hago yo. ¿Qué es eso de dar nuestras preciosas joyas? Tú eres la cuerda, no des las cosas que nos sacan de este mundo loco.

Pero Masacre, que iba a ofrecer la joya como chiste, sentía que ya no tendría gracia. Así que siguió pensando.

-Vamos a ver qué tenemos por aquí- dijo, y se fue por unos segundos lejos del grupo. Cuando volvió tenía un tanga de leopardo en la mano- Esta es mi posesión más preciada. Mi tanga de la suerte. Con él casi me ligué a Tigra una vez, palabra de boy Scout.

Espera, espera, espera. ¿Como se ha sacado el tanga? ¿El traje tiene cremalleras extrañas, se ha quitado el traje o años de perversión han hecho posibles que se quite los calzones sin quitarse los pantalones?- _{chst, céntrate.}

Después de eso, Masacre siguió pensando- a ver si le va a salir humo- y volvió a hablar- por algo le llaman bocazas.

-Tengo un explosivo Sentex, C4 de la mejor calidad mercenaria. le tengo mucho cariño. Desde que estoy aquí he querido volar algo. ¿Valdría como cosas con valor sentimental? Me gusta hacer boom a las cosas, por si sirve de algo. Y también tengo marionetas de personajes Marvel y alguna de DC que cogí cuando Stan Lee no miraba mientras estaba ocupado en uno de sus cameos. La de Masacre, por supuesto, es mi favortia. Me daría palo eso de deshacerme de mí mismo, además del miedo que conlleva el pensar que con eso se puede hacer budú contra mí. Pero si ayuda a irnos, mejor que mejor.

Pero Lobezno quería seguir siendo el prota.

-Lobito, sé que tienes tus fans sedientos de sangre, eres malote y todo eso. Pero esta escena- sacó un guión- es sin acción. Solo de chistes. Espera a la siguiente escena, que seguro hay palos.

¡Sí, lo habían conseguido! Otro escenario quedaba atrás y otro reto se abría frente ellos.

  Había sido una carrera sin freno desde que encontraron el pequeño cabroncito hasta llegar al lago muerto, y lejos estaba de terminarse, o eso se temía Peter con su habitual suerte Parker. Así que, el buen y poco apreciado Redes, tan pronto llegaron allí aprovechó unos segundos para quedarse tumbado al suelo, recuperar fuerzas y renovar aliento para la crisis que, sin duda, estaba al caer. Los brazos le ardían del esfuerzo, Logan no es que fuese un peso pluma con todos sus huesos cubiertos de Adamantium, y el bocazas, tampoco… ¿qué es lo que llevaba encima? ¿Un tanga, una colección de muñecos y un piano de cola?

  Y, mientras se recomponía, escuchaba a unos y otros, planteándose sino había un camino más fácil, o sino sería el mismo barquero su enemigo.

  —O sea… a ver si lo entiendo bien. ¿Tenemos que pagarte para que nos lleves a la otra orilla donde van a darnos de nuevo sopapos? ¿Es eso? -  dijo el no tan amistoso y sí desconfiado Spiderman ante aquella propuesta.  —Sí, “sopapos”, no quiero que en la otra orilla me espere un despacho de abogados dispuestos a demandarme por decir tacos en horario infantil. – Intentó recordar si en el horóscopo había alguna figura que insinuase remotamente a un abogado o a un barquero mientras lo decía.

  Se incorporó con un quejido, hizo crujir su espalda y levantó las manos reconciliadoramente. —Logan. Lobo malo, lobo malo, -voy a lamentar mucho lo que voy a decir-, pero el “bocazascopiamáscarasychistes” tiene razón. No vamos a filetear a nadie. Sé bueno y esconde esas zarpas.

  Entonces, miró a la Kriptoniana, esforzándose por ignorar y sacar de su mente la imagen del tanga de Masacre que tantas pesadillas generaría durante los próximos días, si es que los vivía…

  —¿Y no es más fácil que las que podéis volar… - añadió una mirada significativa a Pícara —…nos llevaseis hasta allí? Sin pagaros -sino es mucho pedir-. Es que no sé si os habéis fijado, pero este uniforme mío no tiene bolsillos, y por llevar, no llevo siquiera ropa interior debajo, pues se me marca en el culete. – Luego de decirlo, cayó en la cuenta que desvelar esta clase de detalles no invitaba a que una señorita quisiese llevarlo a ninguna orilla, o ninguna parte, así que, se preguntó, si él mismo podría llegar hasta allí lanzando una red.

Sería esa su primera opción si de repente las cosas se complicaban.

Pícara atravesó el portal y se quedó volando unos instantes, hasta que vio a Kara y descendió junto a ella, a las orillas de un lago.

Miraba el agua detenidamente, pensando si algún tipo de calamar gigante emergería para atacarlas. Quizá sería un buen momento para que Logan les hiciera un poquito de sushi, aunque no creo que lo probase. Ese agua no parecía estar en muy buen estado.

El barquero llegó a los pocos segundos, haciendo que la joven se preparara para cualquier tipo de ataque. Pero sus palabras hicieron que perdiera la concentración y ladeó la cabeza, mirando incrédula. Aunque era muy difícil concentrarse mientras los demás hablaban de tangas y de descuartizamiento como futuro más inmediato. La mujer puso los ojos en blanco y suspiró.

Chicos, chicos, la violencia y el sexo no nos llevará a ninguna parte... Bueno, si Masacre quiere probar lo no muerto adelante, pero que no cuente conmigo.

Sin darse cuenta, se apretó con fuerza las manos mientras miraba a sus guantes. ¿No podemos nadar? ¿Ese agua es tóxica o algo? Lo que no quiero es sobrevolar la zona y que algo o alguien nos ataque. Si ese agua nos mata con tocarlo, nos podemos dar por muertos. Seguro que nos derriban, que parece el último entretenimiento de Zodiaco.

Una sonrisa se pudo atisbar a través de la capucha del hombre, justo cuando Kara mostró la gema que poseía. Tendió la mano para aceptarla como tributo de entrada. Después Lobezno lanzó una negativa y trató de amenazarla con sus garras. - Puedo despojarte de ellas, si es lo que quieras. Dijo con una voz neutra. Pero si lo que pretendes en amenazarme, no te preocupes, no tengo nada que temer, ya estoy muerto.

Después Masacre sacó un tanga imaginario, si pensaba que eso iba a estar contado como parte de sus juguetes variados de su equipo, estaba realmente equivocado. Así que aquel truco tan malo no sirvió para distraer al barquero. No quiero nada de eso. Respondió al ver los cachivaches que sacaba. Busco algo más brillante y de mayor valor. Seguro que has logrado obtener alguna gema, durante todo este viaje. Si habéis llegado hasta aquí, es porque al menos tenéis 8 gemas en vuestro poder. ¿No es así?

Luego escuchó la propuesta de volar del caraderred. ¿Volar dices? ¿Volar? ¿Crees que alguien se atrevería a volar entre estas oscuras y permanentes brumas? El único que sabe moverse a través de ellas soy yo. Soy el único que conoce el camino. Si vais volando es posible que os ataquen, y si caéis en la Laguna Estigia, perderéis toda vuestra memoria y recuerdos y convertiréis en un siervo de mi señor. Pero como queráis. Dijo alzando la mano para dejarles marchar sin montarse en su barca. 

A Masacre el huesitos se le empezaba a atragantar. Se extrañaba que su tanga fuera un objeto que él eligiera en su inventario, cuando creyó que eso formaba parte de su uniforme y no de sus objetos personales. Pero lo que más le fastidió del esquelético barquero- _{me huelo que este va a ser un turno insustancial donde solo vas a decir tontás}- fue que sonrió al ver las joyas.

-No es que me guste desvelar fallos de guión- _{no te gusta, lo adoras-} pero, ¿Como puede sonreír una calavera? ¿Acaso no parece siempre que está riendo, por deprimida que esté? No me vengas con cuentos, ninguno de los presentes podemos notar tus expresiones. Por mucho que te esfuerces, sin rostro no hay nada que hacer.

Bueno, había excepciones, él podía entornar sus ojos y poner también expresión de sorpresa con su máscara puesta. Pero era un personaje cómico- _{Spiderman también lo hacía en la peli de Civil War, pero eso es porque los guionistas toman cosas que no deben}- y eso anulaba la lógica. Que supiera, huesitos no estaba sindicado como humorista.

-Y si quieres las joyas, ¿por qué no lo has dicho antes? El tanga para mí vale más que todo eso. Así que nada, toma mi única joya si te vale. Total, no nos ha costado como meses, con sus parones correspondientes, conseguirlas todas.

Dicho lo cual se metió el tanga en uno de sus bolsillos- _{suponiendo que el traje los tenga, que el dire está susceptible}- sin ponérselo. Se sentía perturbadoramente cómodo sin él puesto. 

Lobezno frunció el ceño ante las palabras de Masacre. ¿Cómo que era sin acción? Aquel tipo los quería engañar en sus narices, y Masacre parecía casi encantado, y ¡Spiderman le daba la razón! No tenía ningún sentido todo aquello. Claro que Lobezno pensó que, en este caso, era aquel barquero el que salía perdiendo, porque no tenía claro si los calzones de Masacre eran valiosos.

Decidió, pues, estar en un segundo plano y no decir nada. Esperó a qué decían los demás, y vio que estaban de acuerdo con entregar cosas. Él no tenía nada para dar.

La idea de Spiderman le pareció buena. Podían volar. No había que contar con la ayuda de aquel tipo, pero frunció el entrecejo cuando vio que aquel barquero no opinaba lo mismo.

Molesto, escuchó lo siguiente que dijo aquel barquero, gruñó de manera gutural ante las respuestas de su amenaza. Se cruzó de brazos, y se lo quedó mirando, odiándolo.

Lobezno lo sabía. Sabía que no le interesaría cualquier cosa. Quería gemas.

—Si lo que quieres son gemas, conmigo no cuentes— dijo Lobezno, asqueado.

No, cariño, las gemas son para tu jefe. Si Zodiaco las quiere, ¿por qué te las tenemos que dar a ti? El juego pierde su gracia. ¿No podías hacer una llamadita al super, cariño? preguntó Pícara mientras se cruzaba de brazos y cargaba todo el peso de su cuerpo apoyándose en la pierna izquierda. ¿Y no te interesa otra cosa? ¿Un besito de una chica guapa y sexy como yo?

Atento a las palabras de ese ser muerto, le resultó curioso una frase al mago.

Si vais volando es posible que os ataquen, y si caéis en la Laguna Estigia, perderéis toda vuestra memoria y recuerdos y os convertiréis en un siervo de mi señor.

...y os convertiréis en un siervo de mi señor - pensó para sí.

La solución que se nos plantea, no es solución sino obligación. Aunque desde el punto de vista de un ser que lo que desea es lo mismo que su señor, tus palabras son agua que cae en el olvido - le dijo tranquilamente.

Por mi parte no te daría ninguna de las piedras brillantes o gemas, pero somos un equipo y se hará y decidirá como tal - concluyó.

Para sorpresa de todos ^{especialmente del Narrador} Masacre fue el primero en intervenir y no el último como de costumbre. Parecía que había encontrado el chiste perfecto y el fallo del guión perfecto para ser criticado. Pero una vez más ^{¿cuál era ya, la enésima?} Masacre se equivocaba. El barquero estaba muerto, sí, pero no era un esqueleto, eso se lo había inventado el tipo del uniforme de látex rojo. Por lo que sí quería sonreír, sonreía. ^{Y no hay más que hablar, o morirás.} Así que, obviamente, se limitó a obviar sus absurdos ^{aunque divertidos} comentarios.

El barquero tomó la primera de las gemas que le entregó Masacre, gracias, dijo viendo que guardaba su tanga imaginario en su bolsillo también imaginario. Luego miró a Pícara, parecía que quisiera darle un beso, y entones se quitó la capucha mostrando su verdadero y oscuro rostro. Efectivamente no era una calavera, pero tampoco tenía demasiada carne, la justa para sonreír. ¿Un beso tuyo? Preguntó pues no comprendía la pregunta. Eso me encantaría. Le dijo volviendo a sonreír. Toma, le dijo a Masacre, ya no la quiero. Con un solo beso suyo, será más que suficiente. Dijo emocionado. Pero tendrá que ser en la boca. Concluyó.

La gema. Al final aquella apestosa calavera, o lo que fuera, había conseguido lo que quería.

Mostró su enfado contenido gruñendo de manera gutural, y siguió con los brazos cruzados, y mirando hacia la lejanía, sin querer participar en aquella transacción.

Hasta que fue demasiado lejos.

—¿Qué?— gruñó Lobezno, dando un par de zancadas, y poniéndose a la altura de aquel barquero.

No daba crédito a lo que pedía. ¿Un beso de Pícara? No, eso sí que no.

—Estás soñando, calaverita, si te crees que podrás conseguir lo que quieras—dijo Lobezno, haciendo brillar sus cuchillas—. Se acabó. Pícara— llamó, mirándola—. No tienes que hacerlo. No lo hagas. No lo escuches, y dale un buen puñetazo en esa nariz que no tiene.

Con el ceño fruncido, Lobezno miraba al barquero y a Pícara. Aquello se estaba yendo de las manos.

—Me estoy empezando a enfadar— informó, notando las pulsaciones en el cuello.

El barquero había caído en la trampa. Una caricia de la muchacha y extraería toda la información de cómo moverse con la barca, incluso si tenía algún poder, también lo tendría. Era muy desagradable, demasiado, y lo sabía. Pero había que hacer sacrificios cuando tocaba.

Logan dijo Pícara, poniendo los ojos en blanco y esperando que no echara al traste con su idea ya está bien. Es mejor un beso que no darle las gemas que nos han costado compañeros y casi nuestra propia muerte. Si te resulta muy complicado le giró con habilidad no mires.

Pícara miró el rostro muerto del Barquero, y tragó saliva. Era demasiado asqueroso, pero en la vida a veces se comía un buen bistec, y otras veces tenías que comer sobras para no morir de hambre. Y se convenció de que había otras peores.

Más feas.

Con menos carne.

¡O con demasiada carne!

Que oliesen peor.

Y menos agradables al tacto.

Y Pícara lo besó.

La sensacion de odio y asco hizo torcer el gesto al anciano.

¿Es verdad lo que está ocurriendo? - se dijo. No es normal que una mujer acceda a tal barbarie. Todo sea por llegar a nuestro próximo destino. Esta muchacha merece todo nuestro respeto.

Comprobó como el hombre de las garras estaba enfadado. Cálmate, por el bien de todos - le susurró.

  —No sé si me atrevería a volar por encima de estas aguas… - había dicho Peter en réplica a su comentario. - …pero te aseguro que me parece más seguro volar, incluso con Ryanair o con el Duende verde -y eso es mucho decir-, que ir en una barca que puede volcarse con facilidad, o de la que -y no voy mirar o señalar a nadie- te puedan tirar a medio camino. No me gustaría que tu mayor justificación tras un pequeño empujoncito sea: “está en mi naturaleza”. Supongo que ya me entiendes, risitas.

  Luego, su mente fue un torbellino de ideas, no obstante, Spiderman no ejecutó ninguna acción. Los hechos se desplegaban asombrosa e inesperadamente delante de él. Masacre había extendido su mano y ofrecido su gema, y el encapuchado la había aceptado antes de que el Redes pudiese hilar una red que impidiese que la joya cambiase de mano. Pensó en otro plan tras otro ¿podían pagar el barquero y luego recuperar de él el pago? No, no, aquello no parecía nada digno de héroes. ¿Qué pensaría el capi de estar ahí? Claro que, ése, era un esbirro de Zodíaco, y no iban a cruzar el lago por gusto sino por obligación de su juego sádico… bueno, podían lanzar al barquero al agua, dejar que su enemigo olvidase sus obligaciones y, después, tomar su barca y entre todos cruzar el lago… y luego, con su suerte perderse.

Spiderman abatido por todas esas ideas, suspiró. ¡Con lo fácil que sería sobrevolarlo!

  Finalmente levantó la cabeza, dispuesto a protestar, o incluso permitirle a Logan hacerse un sonajero con cachitos de huesos de aquél extraño enemigo. Pero, en cuanto se dio cuenta, Pícara tenía estampados los labios contra los fríos y mugrientos dientes de aquella extraña versión de Little John flacucho que les franqueaba el camino.

    —¡¡Puag!! ¿Es que no te dijo tu madre que no hay que meter la legua en cualquier sitio? No olvides lavártela después de esto. No sé, yo probaría ¿con ácido sulfúrico? ¡¡Re-puaaagh!! Suerte que no llevo ya la máscara, no me hubiese gustado vomitar dentro de ella…

Mort no esperaba lo que sucedió en ese instante. Muy probablemente el esbirro de Zodiaco no había sido informado de contra quien se estaba enfrentando y fue tan ingenuo por pensar que con un beso de una mujer guapa volvería a sentirse vivo. Nada más lejos de la realidad.

Tras juntar los labios entre el cadavérico ser y la mujer marveliana un estallido resonó por la Laguna Estigia. Mort se convirtió en polvo y Pícara absorbió los poderes y habilidades de aquel repugnante ser, y por desgracia también, su aspecto. Ahora la mujer se había convertido en la encapuchada y sabía cómo podía usar la barca para ayudarles a cruzar aquel lugar. Sin dudarlo, se subió en la barca y con su cadavérica mano ayudó a sus compañeros a subirse en ella. Lo malo es que todos sabían lo que ocurriría si tocaban la mano de su nueva compañera, así que prefirieron subir de uno en uno y con todo el cuidado posible.

Habían logrado pasar ese encuentro, y cuando todos estuvieron en la barca, pudieron ver un reflejo en el fondo de la oscura laguna. Algo brillaba como si fuera un haz de luz en un inmenso lugar de sombras. En el fondo una perla blanca y brillante llamaba la atención de los invitados de Zodiaco. Probablemente Mort habría sido una de las pruebas que había que pasar, y esa perla era la gema correspondiente a la parte del juego. Solo habría que bucear y recogerla. Pero ¿sería tan sencillo?