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Dagorlad y la ciénaga de los muertos

Dagorlad y la ciénaga de los muertos

Al sur de las Tierras Ásperas y al norte de Mordor, yace un paisaje ampliamente variado que se extiende desde las escarpadas montañas de las occidentales Emyn Muil, a través de las ciénagas y pantanos de Nindalf, hasta la llanura pelada conocida como Dagorlad (S. "Llanura de la Batalla"). Antaño estas tierras eran agradables, similares a otros lugares salvajes, aunque nunca fueron muy favorecidas por sus colonizadores. Las tierras húmedas rebosaban de todo tipo de aves acuáticas y vibrantes que convivían con las canciones de las ranas y los negros pájaros. Las aguas de la región bullían de peces, y los alces pastaban en los prados de las ciénagas, únicamente preocupados por las expediciones de caza de las dispersas tribus de hombres de las marismas. Dichos pueblos fueron casi siempre solitarios, ignorantes de las gue rras y las batallas que rugían a su alrededor, pues sus acuo sas tierras siempre han sido demasiado difíciles para ser cruzadas por un ejército a cualquier velocidad, y ciertamente traicioneras para aquellos que no han nacido en las marismas. Al contrario, los viajeros siempre han ido por la amplia llanura que se extiende ante la negra entrada de Mordor. Esta expansión estuvo antiguamente cubierta de plantas silvestres y otras hierbas que brotan rápidamente para ocultar los restos de la gran batalla sucedida aquí a finales de la Segunda Edad. Los urogallos hacían sus nidos y picoteaban por allí. y el ganado salvaje pastaban apaciblemente. Aunque no estaban colonizadas por el hombre, eran tierras pacíficas y daban frutos hasta hace algunos cientos de años, cuando la Sombra comenzó a descender sobre ellas una vez más.

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Tôl Acharn

Tôl Acharn

El verano había llegado de nuevo a la fortaleza. Los pendones de la casa Eketya ondeaban en la barbacana y el adarve había sido decorado con pendones representando la estrella de Elendil sobre un árbol cuya base terminaba en un filo de espada brillante. Era el símbolo de los artatani de Eketya, una casa que había resistido valerosa el ejército del Rey Brujo en el odioso invierno de 1409. Aerwen, la esposa del señor Camran, detuvo al general del señor de Angmar en un combate singular junto a la fortaleza. Muchos todavía recordaban los días de terror refugiados en el patio de armas, ateridos por una antinatural helada, hasta que los siervos de la Oscuridad fueron vencidos y de nuevo entró el calor en las casas de Arthedain. Pero el precio de la paz fue muy alto. No solo se perdió la Corona de Cardolan y su emblema, la fortaleza de Amon Sûl, Rhudaur también cayó definitivamente bajo la Sombra y muchas buenas gentes del reino dejaron sus huesos secándose al sol en aquellos aciagos días. La divina Annúminas fue presa de las fuerzas del Mal y ya nadie se atrevió a regresar a una ciudad maldita. Hasta ahora, al parecer.

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