Partida Rol por web

-Sí, eso lo pensamos, pero a ver quien es el listo que consigue acercarse a esos objetos...

Bueno pongamonos en marcha inmediatamente!- Dicen los tahedoranes al unisono.

Miro a mi alrededor buscando la manera de atar al soldado. Ya que ha hablado, no quiero matarlo, pero tampoco puedo dejarle libre para que vaya a dar la voz de alarma. No me queda más remedio que intentar dejarlo inconsciente.

Con un gesto rápido, le golpeo en la cabeza con el puño de su propia espada. Sin embargo, no controlo bien mi fuerza y le abro una brecha en la nuca, de la que empieza a manar con abundancia una sangre oscura y espesa. Sospecho que cuando el desgraciado cae al suelo ya está muerto, aunque no me detendo a comprobarlo.

Si hay una cerradura mágica, yo sola no voy a poder con ella. Lo mejor que puedo hacer es bajar y buscar refuerzos. Con mi aspecto, lo más probable es que logre que alguien me mate tomándome por un defensor de este castillo, pero parece que Calimero sí que tiene contactos.

Dijeron que iban a liberar a los presos, así que bajo de nuevo hacia las celdas, con la esperanza de encontrarlos.

Oye Calimero, antes encontre esta llave dorada, quizas sirva para abrir la puerta del fondo -le dice al siniestro compañero. Entonces, Kiwn oye algo que le hace sentir mal:

Cita:

Puedes comprobar si abre esa puerta?? Tengo que hablar con estos hombres, con ese espiritu no iremos a ninguna parte -le dice de nuevo a Calimero.

Luego , se dirige a sus compañeros tahedoranes.

El pesismismo que denotan las palabras del tahedoran encienden un fuego en el interior de Kiwn.
Acaso no sois tahedoranes... -dice en voz baja-, acaso no os debeis a la consagracion de vivir por la espada... -continua mientras eleva su tono- acaso no dariais vuestra vida por el Gran Maestre si hiciera falta!!!! Yo aun soy un novato, pero os aseguro que si tengo que derramar hasta la ultima gota de sangre para detener a estos tipos, que así sea. No me interesa vivir en un mundo dominado por alguien como ese tal Vordemort... -vuelve a decir recuperando el tono de voz normal-. [B]No se como podremos conseguirlo, pero si fallamos, todo habra acabado... [/B
Oye Calimero, antes encontre esta llave dorada, quizas sirva para abrir la puerta del fondo.

Las palabras de Kiwn hacen mella en la moral de los tahedoranes, poco a poco sus caras se van llenando de optimismo y ganas de luchar, al final del monólogo, todos gritan al unisono.

-Tienes razón! Vamos a por ellos!! Demostremos de lo que somos capaces!!

Mientras tanto Calimero coje la llave dorada de Kiwn y con ella abre la puerta del fondo, da a lo que parece un almacén. Está todo lleno de espadas y armaduras, y algunos objetos varios.

-Eh!? Esas son nuestras cosas!!- Dice uno de los tahedoranes.- Ahora sí que estamos listos!!

El batiburrillo de tahedoranes se van equipando con las cosas que fueron suyas antaño, espadas bien afiladas y armaduras de batalla de las buenas.

Bajas de nuevo a la zona de mazmorras donde están los prisioneros.

En el pasillo donde dejasteis a los tipos te comunican algo:

-Hemos encontrado una puerta oculta en la pared! Tus compañeros están allí, parece que había otro pasillo con celdas secreto!

Vas en busca de Kiwn y Calimero y entras por la puerta secreta de la pared (ahora que esta abierta no parece tan secreta)

Amorgos aparece por el pasillo, parece que os estaba buscando. Esta nuevo pasillo está lleno de hombres buscando armaduras en un almacén y equipandose con armas. Los reconoces inmediatamente, son tahedoranes de la Academia, alguno incluso te saluda.

Los hombres parecen motivados y llenos de ganas por luchar.

Una vez que todos los tahedoranes están equipados (cogieron las cosas de un almacén adyacente, en el almacén estaban las cosas que tenían cuando fueron asaltados) observais lo que han dejado. Parece ser que lo que han dejado no es de nadie.

Encontrais varias armaduras de mucha calidad (-2 al daño recibido) y algunas espadas curvas de tahedo (+2 Acertar y +2 al Daño).

Tambien encontrais en un pequeño baúl dos pociones de un líquido naranja, un brazalete dorado y un collar. El brazalete tiene grabado la figura de una llave y el collar está decorado con dientes de animal.

Rápidamente, cojo una de las armaduras y una de las espadas. Sin duda su manufactura es excelente, y me serán de gran utilidad, por lo que me guardo la espada y me pongo la armadura. Hecho esto, digo a Kwin y a Amorgos- Deberíais de hacer lo mismo. Todo esto nos será útil. Por cierto... ¿Que pensáis que harán estas cosas? -digo señalando a las pociones naranjas, el brazalete dorado y el collar.

Vaya, veo que no habéis perdido el tiempo... Con vuestro permiso, yo también voy a servirme. Donde esté una buena espada de Tahedo...

Ya se donde está prisionero el Gran Maestre, y supongo que también la Espada de Fuego. Se encuentran el los aposentos del mago Eik, en la parte más alta de la Torre Curvada inconscientemente hago un mohín al recordar que maté al soldado que me dió la información. El problema es que, al parecer, está protegido por una cerradura mágica. Por eso volví, pensé que yo solo no podía hacer frente a eso, e imaginé que tal vez Calimero podría avisar a alguien... más que nada porque con una armadura del enemigo puesta, es posible que me confundan. Ahora que miro estas cosas, especialmente el brazalete, quizá tengan algún poder para abrir esa cerradura. Aunque... sería tener demasiada suerte.

El Maestro ha vuelto y parece que sabe hacia donde tenemos que ir. Será mejor que me cambie de armadura, no vaya a ser que los nuestros me confundan y me ensarten como a un pincho.

Una vez se ha terminado de cambiar se hace con una de las espadas, -mmm parecen de gran calidad, me gustaria desmontarla y ver qué nombre tiene grabado...pero tendra que ser en otra ocasion-.

POr cierto, déjame ver ese collar, antes era cazador, quizás sepa de qué animales son estos dientes.

Mientras Kwin y Calimero y los demás examinan el recién adquirido botín, cojo una de las armaduras y me escabullo para cambiarme sin que nadie me vea. No sé cuanto tiempo más va a durar mi secreto, pero prefiero actuar como si nadie lo supiese aún.

Doy el collar a Kwin, mientras cojo el brazalete. Una vez en mi mano, lo examino a fondo, por si tuviese algo escrito. Si no encontrase nada, me lo pongo, pero eso sí, sobre la manga de la camisa. Después, espero a ver si me siento... Distinto.

Ummmm, vaya, parece un simple colgante de dientes de oso. Recuerdo que alguna vez mi padre me enseño que para cazar un oso primero habia que agotarlo; era realmente complicado, esos bichos son muy duros y si sienten el peligro se vuelven muy violentos... -recuerda Kiwn de su anterior vida como cazador con su padre.
Este colgante me ha traido buenos recuerdos, si no os importa me gustaria probarlo -dice poniendose el collar-. Queda un poco salvaje verdad?? -bromea-.

Kiwn espera bromeando con CAlimero y animando al resto de guerreros hasta que vuelva Amorgos para ponerse en marcha.

Calimero se pone el brazalete, es un brazalete muy bonito, la verdad. Kiwn tambien se pone su abalorio, el collar le hace parecer más fuerte y agresivo. Cuando acaban de charlar aparece discretamente tah Amorgos con la armadura bien encinchada, tapando todo rastro de feminidad y posible confusión.

-Está bien! Vamos a hacer esto!- Dicen los compañeros.

Con la nueva tromba de aliados, diez tahedoranes y unos veinte hombres de a pie, caminais más motivados que nunca por el castillo. Os dirigis por la escalera de caracol al piso superior y esta vez, en vez de elegir el camino de las almenas, os dirigis por la otra puerta.

Entrais todos al interior del castillo. El ruido de lucha es más audible aquí, parece que abajo se está librando una batalla tremenda.

Ante vosotros hay un pasillo de palacio, muy bien amueblado, no como las rocosas piedras de la mazmorra, en el suelo hay una gran alfombra roja y a los lados hay linternas con velas encendidas. Dos cuerpos de guardias yacen en el suelo bajo un charco sangriento.

Seguis caminando y doblais la esquina. Ante vosotros se encuentra una bifurcación: Unas escaleras descienden hacia lo que suponeis es el patio interior (donde está luchando la gente) y otras suben un piso. Hay un cartel en la escalera que sube, dice "Aposentos"