Partida Rol por web

No pude evitar sonreir cuando vi regresar a Emily y a Diego de la cocina cargados de cosas, pero la sonrisa se me borró del rostro cuando observé la reacción de Nerea.

Se notaba que estaba completamente descolocada por la presencia de Mariano, pero yo no podía hacer nada por ella. Si me acercara a hablar de él, seguramente dirá algo que yo y él somos amigos y allí quedará toda la conversación. Además, la verdad es que yo sólo sé la versión de él, y eso no es suficiente para juzgar. Si la cagó de esa manera, tiene merecido lo que le ha pasado, pero la reacción de su ex no era para nada normal.

Me acerqué a Sam y le señalé con la mirada a Nerea mientras se retiraba.

- Podrías hablar con ella. Si eso, le digo a estos que se piren y nos quedamos nosotras solas, pero me jode verla así y más sabiendo que es por este capullo. -

Sam niega con la cabeza.

No, esto tiene que acabarse ya. Por que yo estoy perdiendo la paciencia. Los dos se quieren y no saben como decírselo. Me jode que Mariano le hicese esa putada, pero es el único que la hace feliz. Así que no tengo más remedio que hacer que lo hablen. Y que ella decida si le perdona o no. Dice decidida. Y con esa mirada decidida se acerca a Mariano.

Espérala fuera del baño y ve a hablar con ella. Dice seria. No soy yo quien debe perdonarte. Y si la quieres tanto como creo, esto es una tontería. Pero como se te ocurra hacerle daño, de nuevo -remarca estas últimas palabras con rencor-, te juro que no volveré a dejar que te acerques a ella. ¿Entendido? Sí, es como si le estuviese dando una oportunidad. Se queda así delante de él, esperando su respuesta.

Debí suponer que Sam cogería el toro por los cuernos, cuando nadie más era capaz de ello. Vale, había sido radical... pero tenia toda la razón.

Me quedé en silencio, mirando a Nerea y a Mariano, a ver cómo reaccionaban.

Me sorprendí al escuchar las palabras de Sam, pero además de ser como una bofetada para despertarme de la ensoñación que llevaba, me hizo recapitular algunas cosas. Sé que ha estado mal lo que hice, o lo que creo haber hecho, sin embargo, esto no viene de eso. Quiero decir, ella estaba rara y no sólo por eso. Esto venía de antes y yo no sabía por qué.

- Sam, ¿crees que no me gustaría hacerlo? - Pregunté. - Aunque la sigo queriendo, no todo viene por allí. No sé, ella estaba muy rara antes de que pasara lo que pasó. Que, por cierto, no me acuerdo de nada. La otra zorra tampoco quiere hablarme aunque le he preguntado por activa y por pasiva que pasó esa noche, lo único que me dijo es que la pasamos bien, nada más. Y esa duda también me corroe. ¿No podéis pensar que simplemente dijo que hizo algo sólo por joderme a mí y a ella? -

Miré a Sam a los ojos, y después a Gimena.

- Tú sabes lo que yo la quería, no he podido hacerle eso. -

Sam sigue en su pose, sacando pecho.

"¿Querías?" ¿Ya no? Pregunta, sin dudarlo. Claro que la seguía queriendo.

¿Y a qué esperas? ¿A que el tiempo pase y el polvo lo tape? Si le pasaba algo antes de tu... de eso, ¡más razón para ir y hablar con ella! ¡Descubre qué le pasaba! ¡Explícale todo desde tu punto de vista! ¡Dile todo esto que me has dicho a mí! No pretendas que encima venga ella a pedirte explicaciones... está herida y no va a ser fácil. Pero si de verdad la quieres, no la dejes escapar o la perderás para siempre... Dice poniendo el énfasis justo en cada palabra. Y una vez más, esperando respuesta.

Al entrar en el baño Nerea cierra con el pestillo y se deja caer contra la puerta. Mira hacia sus pies, por nada en concreto, tan sólo los mira mientras su cabeza vuela muy lejos de allí...

No puede olvidar lo que Mariano hizo, pero... Siente como su corazón late con fuerza cada vez que lo mira, le cuesta mucho aguantar la compostura y mantenerse fría ante él.

- Mierda... - Dice mientras se seca una lágrima que caprichosa empieza a correr por su mejilla. Todavía le quiere, y mucho, pero no puede perdonarle... No, después de lo que hizo...

Se deja caer, sentándose en el suelo y enterrando su rostro en sus manos, mientras empieza a sollozar... Tantas lágrimas vertidas, tanta amargura contenida...

- Sí. Si tienes toda la razón. 

Cerré los ojos unos segundos, respiré profundamente y después, los volví abrir con algo más de fuerza en mi cuerpo.

Era extraño como me sentía, pero realmente, la sigo queriendo como el primer día. Sé que ella no me perdonará nunca lo que supuestamente hice, pero no puedo hacer nada por remediarlo. Si pudiera volver el tiempo atrás... tan sólo unos meses atrás...

- Voy a hablar con ella.

A los pocos minutos de entrar al baño, sientes que alguien da un par de golpecitos en la puerta muy suaves.

Una voz que conoces muy bien, te habla desde el otro lado.

Cita Mariano:

Sam sonríe y deja irse a Mariano. Cuando le pierde de vista, se encoge de hombros y sonríe.

Estos chicos.. Dice hablando como si fuese una abuela.

Luego se gira a los demás.

Bueno, ¿qué? ¿Cuando echamos esa partidita a la consola? Pregunta fregándose las manos, como si nada. Solo quedaba esperar.

Sonrei a Sam.

- Chica, yo quiero esa facilidad para hablar con claridad, desde luego. Eres un hacha.

Miro hacia Gimena:

- Cuando la anfitriona diga, partida a lo que querais, desde luego. Id cogiendo las bebidas.

Miré irse a Mariano hacia el servicio y sonreí para adentro.

Espero que de una vez por todas, para bien o para mal, salga todo como es debido. Pero que se termine esta tensión no resuelta entre ellos.

Me encogí de hombros ante los comentarios de Sam y de Emily y volví a sonreir.

- Joder tías, sentios como en vuestras casas. Dije mientras señalaba la consola y la televisión. - Los juegos están allí, junto a la televisión, poned lo que queráis. El guitar hero está por allí también si queréis darle a la guitarra. ¿Equipos?

Al escuchar aquellos golpes en la puerta, y aquella voz tan conocida, Nerea levanta la cabeza. Su corazón late con fuerza, ¿qué quiere? se pregunta la joven algo nerviosa. Rápidamente se seca las lágrimas vertidas, no quiere que la vea así. No, no puede permitírselo. Respira profundamente y se levanta del suelo, sacudiendo sus tejanos.

- Un momento... - Dice para que la escuche, y abre el grifo del agua fría, dejándola correr un poco y sintiendo esa sensación helada en las manos. Eso la tranquiliza, le hace sentir que todo puede fluir. Nerea, déjate de tonterías. Se recrimina a sí misma enjugándose la cara y borrando todo rastro de lágrimas.

Se mira al espejo, comprobando que sí, que ya está más o menos presentable, y sintiendo su corazón en un puño se dirige a la puerta para enfrentarse a Mariano.

- Un momento... - Se escucha la voz de Nerea a través de la puerta del cuarto de baño. Tras eso se puede escuchar el sonido del agua corriendo con fuerza durante unos largos segundos. Finalmente se cierra el grifo y se escuchan unos pasos acercándose a la puerta.

Ésta se abre, y Nerea se asoma, mirando con la ceja enarcada a Mariano.

- ¿Qué quieres? - Le pregunta quizás con demasiada frialdad. Aunque la joven por dentro se siente como un flan, y su corazón late con fuerza, no permite que él lo vea. Haciendo un gran esfuerzo para poder aparentar esa dureza exterior.

Cuando abrió la puerta sentí como un sudor frío caía por mi espalda, como si todo lo que había pensado decirle, todo lo que había dicho una y otra vez frente al espejo se fuera de mi cabeza como de repente.

Ahora, frente a ella, sin nadie más a mi lado, mi corazón latía a doscientos latidos por minuto.

La adrenalina recorría mi cuerpo, pero no podía pasar esta oportunidad.

Sería ahora o nunca.

- Que me perdones. - Le solté sin más. - Que volvamos a ser amigos, compañeros, o lo que sea, pero quiero poder mirarte a la cara y no desarmarme por dentro. Quiero saber que, por lo menos, todo lo que vivimos juntos sirvió para algo. -

Por un momento Nerea se queda desarmada ante los cristalinos ojos de Mariano. Su rostro palidece mientras la joven titubea, sin saber qué decirle. Creía estar preparada para lo que fuera, pero acaba de darse cuenta de que no es así. Siente un nudo en su corazón, que la ahoga, presionando con fuerza.

Desde aquel día, no habían vuelto a mirarse a los ojos, con el dolor que sentía, no podía hacerlo. Pero ahora, en ese preciso instante, un pinchazo le atraviesa el corazón...

Respira profundamente, intentando aclararse... Una sonrisa tímida se dibuja en su rostro y mientras se coge del marco de la puerta, sintiendo ese punto de apoyo estable, finalmente asiente con la cabeza.

- Yo, bueno... Sí... Supongo... - Le empieza a decir con una timidez inusual en la joven. ¿Por qué no puedo decirle lo que le echo de menos? Se pregunta bajando la mirada, no puede mantenerla o sabe que terminará siendo ella la que le suplique...

No pude más que sonreir ante sus palabras. Me perdonaba, algo dubitativa, pero aún así, lo hacía. Una alegría comenzó a inundar mi corazón y mi alma cuando esas palabras salieron de su boca y sólo pude agachar un poco la cabeza y encogerme de hombros.

- Gracias. - Le dije, y le tendí la mano en señal de paz y amistad. - Entonces, ¿amigos otra vez? - Pregunté esperando que me dijera que si con toda la fuerza de mi alma.

No podría soportar no verla más, no tenerla cerca.

Si la única forma de verla asiduamente es que seamos amigos, lo aceptaré sin rechistar. Al fin y al cabo, el que metió la pata hasta el fondo he sido yo y nadie más que yo.

Al ver a Mariano tan emocionado, Nerea no puede evitar pensar en que ojalá todo volviera atrás, y no hubiera pasado nada... Pero eso no era posible, y el daño estaba hecho.

Todavía con el temor de estarse equivocando, una sonrisa asoma a sus labios, vuelve a mirar al muchacho mientras a su vez alarga la mano para estrechársela.

- Sí, seamos amigos... No podemos continuar evitándonos teniendo amigos en común y yendo a la misma clase... - Le dice buscando la parte práctica. Aunque su mirada dice lo contrario, no es sólo por eso que desea recuperar su amistad...

Sonreí nuevamente y me rasqué la cabeza con la mano sintiéndome un poco tonto por momentos, pero eso no me quitaba la alegría por haber podido, de una vez por todas, hablar con Nerea.

- Bueno, er... yo, bueno, te dejo seguir con lo tuyo que te habré interrumpido. - Le dije encogiéndome de hombros y frunciendo los labios. - Te veo en la fiesta, aunque seguro que estarán esperando que regrese para preguntarme. -

Solté una suave risa y los colores subieron a mis mejillas.

- Bueno, eso, ahora nos vemos, Nere. -

Después, me giré lentamente hacia la puerta que daba al salón y salí por ella.

- Bueno, bueno. ¿Qué hacemos? - Dije señalando la puerta que daba al baño. - ¿Estamos esperando que regrese no? Si que somos curiosos. -

Me acerqué a la consola y la encendí, pero al ver las guitarras a un lado, negué con la cabeza.

Aquí el músico es Mariano, yo tengo menos coordinación en mis manos que un mono con parkinson.

- Estem... ¿tenemos que jugar a esto? - Señalé las guitarras. - Yo no tengo ni idea. -

Inclino la cabeza divertida, al ver que Diego pasa de la música.

- Vaya, ¿no se te dá la música? ¡Es cierto, lo tuyo son las estrellas! Um.. puedo enseñarte si quieres, pero si pones esa cara de asco a la guitarra, mejor miramos otro juego.

Miro a los demás.

- ¿No queda demasiado raro que estemos todos tan callados? Nerea y Mariano se van a mosquear si piensan que estamos con la oreja puesta.