+++ TRANSMISIÓN INQUISITORIAL AA#F3341-GAMMA +++
+++ REF: ANNIKA, INQ-SUP -- OP: HER_EXT_ALFA +++
+++ ESNE - JUSTA FLAGELACIÓN, WARP -- 817.M41 +++
Los motores Warp del Justa Flagelación, crucero carguero armado de la flota comercial Hillar, actualmente transitando desde Cantus hacia Solomon, producían un extraño efecto en Dhamon. No llegaría a describirlo como un dolor de cabeza, pero tampoco era una perturbación en el Warp. Es decir, claro, estaban inmersos en el mismo océano de energías que él intentaba canalizar a través de su cerebro (y no morir en el intento); y en cierta forma desde aquí, el pequeño puerto de observación del carguero, era como si un pequeño grifo observara al mar.
- Cuánto de él podría retener, encauzar... controlar? se preguntó el psíquico, y entonces SI tuvo un agudo dolor de cabeza. Eso era un pensamiento que bordeaba la herejía, y sus condicionamientos mentales y barreras levantadas en su cabeza se encargaron de recordárselo.
El mirador era una pequeña sala metálica, cuadrada, con varios bancos alargados y bajos para que los pasajeros se sentaran. Dos pequeñas mesas, destartaladas, complementaban el mobiliario. Por su nombre, Mirador, muchos acudían pensando que realmente podrían observar el Warp desde aquí; nada más lejos de la verdad. El pequeño panel "transparente" que se abría en una de sus paredes, al exterior, solo mostraba una neblina grisásea pulsante. Dhamon sonrió, porque él sabía la razón muy bien: observar al Warp directamente mataría al instante a cualquier humano. Solo tras muchos filtros y santificaciones se podía permitir este atisbo del exterior.
Por suerte, o desgracia, el psíquico tenía otros sentidos para atisbar los que había más allá. Si no fuera por el bendito bloqueo que el Coro de Astronavegantes del Justa Flagelación había impuesto, tal vez él--
El pensamiento quedó interrumpido por el siseo de la puerta al ser deslizada a la posición de abierta. El resto del grupo entró, para la reunión diaria. Nada realmente formal, pero desde que estaban juntos, tenían la regla no dicha de encontrarse todos en un lugar, en un momento del día. Ya era automático, y si alguien faltaba esto significaba que no estaba más de 24 horas sin recibir al menos la preocupación de los demás. Siendo los barracones un laberinto sucio y estrecho, y el resto de los lugares muy públicos no era raro que el supuesto mirador, quien casi todos evitaban por la extraña sensación de ser observado por la visión gris, fuera elegido como punto de encuentro.
- Mañana llegaremos a Solomon, me confirmó el primer oficial, dijo Milton a modo de saludo. Por fin podremos dejar a ese Hereje en manos de Annika. Todos entendieron las palabras no dichas: el hombre no soportaba un día más la presencia de esa sucia escoria, y en los interrogatorios "de oficio" había estado muy cerca de dejarlo no apto para la entrega.
Venher asintió con la cabeza, con energía. Los espacios confinados del carguero no le permitían entrenar a su gusto y placer. Karen compartía la sensación de opresión, y su ánimo normalmente amable comenzaba a agriarse.
- Una buena noticia, acotó Czorf. También podemos decir que con Devi por fin encontramos a alguien que nos venda, ehem-- provisiones, agregó el acólito. Un oficial ha hecho un stock de material que transportan, y tiene un poco de todo. Nada muy extraño, pero tal vez valga la pena echarle un vistazo.
Czorf sonrió mientras mostraba un pequeño atado de varilla-lho. Oro Negro de Scintilla. Subcolmena, fuerte, y muy bueno. El hombretón aspiró el aire alrededor del paquete como si ya pudiera disfrutar su humo. Era el último que tenía, lo siento, dijo a los demás, aunque todos sabían que no era cierto.
Ehanne suspiró; la nave se le hacía tan opresiva como al que más. Bueno, tenemos todo el día antes de desembarcar, entonces. Alguna idea de cómo pasar el rato?
El Justa Flagelación era un carguero de medianas dimensiones. Con una tripulación de alrededor de un centenar de personas, compuesto por el personal de limpieza y mantenimiento, una docena de oficiales, dos encargados del Ministorium y seis oficiales de seguridad, algunas veces llevaba también pasajeros en sus exiguas habitaciones. Las mismas hoy estaban abarrotadas: una habitación convertida en celda para el prisionero, una para cada uno de los Acólitos; el mercader Yial Franz de Solomon regresando de a su ciudad natal junto con su esposa, dos hijos y 3 personas de servidumbre.
Estos últimos habían permanecido fuera del camino de los agentes de la Inquisición tras observar su "aspecto poco civilizado", como lo había expresado el mayordomo jefe en voz baja una vez, y más aún al enterarse que llevaban un prisionero. El brazo de la inquisición es largo, pero no siempre agradable.
En las semanas de viaje habían explorado los lugares abiertos a ellos: una pequeña capilla, sin personal de la Eclesiastía que dictara misa. Este Mirador, lugar donde jugar a las cartas, o los dados, o simplemente conversar; el comedor: un pasillo de techos bajos donde el cocinero servía una sopa rica en proteinas y nutrientes (o eso decía él) y nada más.
Bueno, vamos a empezar.
Históricamente, llevan al lider de un culto de Herejes que Annika ordenó capturar en el Mundo-Colmena Cantus, hasta Solomon, donde deben entregarlo a un contacto de la inquisidora.
Es una especie de intro; podemos ir escribiendo algo, relacionándose, como quieran (incluso ir de compras con el contacto que descubrieron); pero el 24hs saldrán de Warp y haré un salto temporal-descriptivo hasta que entreguen al prisionero. Allí comienza la verdadera historia, en Solomon.
- No se como lo veréis vosotros, - dijo Milton - pero tengo unas ganas enormes de terminar esta misión y poner la escoria que llevamos a disposición de nuestra señora. He procurado sonsacarle algo de información pero ha aguantado casi todo. Estoy seguro que la inquisidora Annika dispondrá de más medios y podrá arrancar los secretos que desee de esa escoria.
Solo de pensar en ello, Milton revivió el momento en el que estuvo a punto de matar al hereje durante el interrogatorio. Reconocía que esa escoria llegó a sacarle de quicio pero al final supo mantener la sangre fría y no darle lo que era seguro que quería. No fue capaz de sonsacarle demasiado, y eso sabiendo que era un interrogador bastante competente, y por eso se sentía un tanto frustrado. Tratar con ese tipo de escoria siempre hacía que se le caliente la sangre, escuchar sus alegatos y sus blasfemias contra el Dios-Emperador era poco menos que una tortura para su alma, su mera existencia era una lacra para el Imperio.
Sus pensamientos estaban turbados, intranquilos, posiblemente fruto de su frustración y del viaje por la disformidad. Necesitaba un poco de paz mental.
- Compañeros - continuó finalmente después de un rato callado - si me lo permitís voy a pasar un rato por la capilla de la nave a relajar la mente orando un poco. Luego pretendo pasar por el comedor a llenar un poco es estómago. Como siempre, sois bienvenidos – agregó aunque sabía que era difícil que alguien accediese a ir a la capilla, tal vez luego viese a alguno por el comedor - Si me necesitáis para algo podéis poneros en contacto conmigo en el canal 4.
Dicho esto, Milton se marchó de la sala.
Si bien la capilla de la nave era pequeña y no tenía ningún clérigo que se encargase de ella, siempre estaba limpia y ordenada. Era un sitio acogedor para rezar y meditar y a ello se dispuso Milton.
Alguien tenía que romper el hielo XD.
Miro a Milton mientras habla. Asi que Milton no ha conseguido sacarle nada de información al prisionero. Esto si que es nuevo. Tiene que estar bastante frustrado pues hasta ahora nadie había resistido un interrogatorio suyo sin derrumbarse y confesar todo.
- No te puedes imaginar las ganas que tengo de terminar con esta misión y entregar a nuestro prisionero a Annika. - digo mientras estiro los brazos.
- Tengo los músculos entumecidos. Necesito estirarlos y poder hacer mis ejercicios tranquilamente. Aquí es imposible hacerlo.
- Creo que pasaré el resto del día descansando en mi habitación salvo que propongais algo más interesante que hacer.
Espero a ver lo que responden el resto de mis compañeros antes de retirarme a mi habitación.
- Una mente sabia aprovecha la quietud del momento para dotarse frente a tiempos venideros. Esta paz se mantiene endeble, tan frágil. Pero cuando el Encadenado se incline ante la Inquisidora me temo que las mareas de energía volverán a cruzarse con nuestras almas. Y entonces echaremos de menos este momento de silencio en la Eternidad... - Comentó con voz suave y reflexiva el viejo hombre tribal, quién se veía un poco más turbado de lo habitual luego de otra ardua misión conquistada en favor de la Inquisición.
Aquellos que lo conocían un poco luego de tres años de servicio a su lado ya estaban bastante acostumbrados a aquella particular forma de expresarse. Sus palabras solían ser turbias y casi nunca podía oírsele hablar de manera llana y concreta. Pero más allá de esa particular molestia en el habla, que muchos atribuyeron a su linaje primitivo en parte, el brujo Ehanne era un individuo que se había labrado cierto respeto entre sus pares. Sus grandes dotes para la sanación le habían valido una dolorosa captura y un funesto destierro de su patria.
Durante los últimos tres años como acólito su vida se había tornado mucho más miserable de lo que jamás hubiera soñado, pero su deber con el pueblo que le vio nacer era más grande que el deseo de retorno. Y también lo era su incompetencia tecnología, por si eso otro no fuera suficiente...
- Aunque sea una mierda, esta mierda es tranquila y me gusta. - Se recostó contra la pared y encendió una varilla de lho, aspirando lenta y profundamente, disfrutándo de la mezcla de hierbas y suaves drogas que lo componían. - Sigue callado porque no habéis querido dejarme a solas con él. No se necesitan los dedos para hablar. - Se encogió de hombros. - Habrá que empezar a celebrar el final de este puñetero viaje como niñeras, así que a ver si ese timador tiene algo de alcohol decente para dar unos tragos. - Torció el gesto y murmuró algo escupiendo al suelo un poco del lho que se había colado por el filtro. - ¡Ah! Si véis al culo-escoba del mayodormo ese, avisadme, que le voy a enseñar el típico y civilizado saludo propio de Dusk. - Dijo a los que se marchaban.
Dhamon permanecia mirando a traves del cristal de la cubierta. Escucho a sus compañeros entrar y sintio la presencia de Venher entre ellos, esa sensacion de vacio y a la vez presencia le hacia sentirse en parte violento, incluso llegando a veces a odiar a su compañero de faena. Debido a eso mantenia la distancia de el. A veces el dolor de cabeza era superior.
Escucho como Milton decia que habia sido imposible sacar informacion al prisionero, no era de sorprender, a pesar de que Milton habia hecho grandes esfuerzos y sus logros habian dado muchas sensaciones de que lo lograria una vez mas. Pero tal vez este sujeto fuera necesario una mano mas poderosa que la nuestra, la inquisidora Annika.
La sensacion que tenia Dhamon, tanto por el Warp del exterior como de la presencia de intocable de Venher le hacia sentirse agobiado. Poso su mano sobre Filo del Ocaso y sintio como la conexion entre el y el arma le despejaba algo el dolor, pero no si hacerlo desaparecer del todo. Dhamon se giro y miro a sus compañeros.
- Tranquilo Milton, creo que a pesar de los esfuerzos, el que no hayamos podido hacerle hablar no hace mas que decirnos lo poderoso que es el prisionero y lo necesario que era nuestra labor de capturarlo y entregarlo a Lady Annika. Aun asi no debes sentirte mal, tal vez posea algun bloqueo psiquico y sea necesaria alguna presion mas por parte de Lady Annika para terminar el asunto. Por mi parte estoy deseando llegar a destino y ver si podremos obtener algun dia libre, a pesar de que como todos lo sabemos, eso en nuestro oficio es imposible.
Milton agradeció las palabras de Dhamon con un gesto de cabeza y salio de la habitación. Estaba seguro que Lady Annika disponÃa de medios y recursos suficientes para hacer confesar al hereje todos sus secretos pero eso no lograba calmar su abatimiento. Para alguien educado como él, en los más altos estándares de una institución como la Schola Progenium, que se preciaba de entrenar a los mejores entre los mejores, un fallo, por pequeño que fuese, era una lacra.
Perdido en sus pensamientos no prestó demasiada atención a los pasillos que recorrÃa hasta que llegó a la capilla. Abrió la puerta y comprobó que, como casi siempre, la estancia estaba vacÃa. Mejor. Entró dentro de la sala y cerró la puerta. Aunque la educación le habÃa impelido a ofrecer a sus compañeros acompañarle, realmente deseaba estar un momento a solas para aclarar sus pensamientos.
Cogió uno de los libros de rezos y salmos que habÃa en una mesa junto al altar y lo abrió distraÃdamente por una oración al azar y comenzó a leer prestando toda su atención, la oración estaba en gótico clásico pero no supuso ningún problema para él:
Dios-Emperador,
que estás en el Trono Dorado,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Imperio;
hágase tu voluntad
en Terra como en toda la galaxia.
Danos hoy fuerzas para servirte;
castiga nuestras ofensas,
como también nosotros castigamos
a los que te ofenden;
ayúdanos a no caer en la tentación,
y lÃbranos del Caos, los herejes y los Xenos.
Esa era tal vez la primera oración que aprendÃa cualquier ciudadano del Imperio, tal vez fuese una buena señal pues de pequeños todos cometemos errores y fallos y aprendemos de ellos. Tal vez tenÃa que sufrir la amargura de la derrota para aprender mejor el método correcto...
Después de casi una hora meditando sobre esos asuntos, Milton se levantó más animado y colocó el libro de rezos en su sitio. El estomago le recordó que era mortal y tenÃa que ingerir alimento de vez en cuando. Ya era hora de pasar por el comedor.
Devi como siempre estaba sentada en la parte donde no habia ventanal, la sala la sobrecogia, esos cristales que dejaban ver el espacio la dejaban una sensacion de malestar, por eso se ponia siempre donde habia material por encima de su cabeza, eso de haber nacido y vivido en infernis, por mucho que habria vivido al lado de sus compañeros en multiples mundos diferentes al suyo, no habia cambiado esa desazon que sentia cuando estaba al aire libre o lo veia.
no presto mucha atencion a lo que decian sus compañeros, pero cuando se fue Milton a la capilla saco sus pistolas y dijo: - Si me dejais a mi con el un rato y un buen medico hubiera cantado algo mas, eso si se hubiera quedado sin dedos de las manos y de los pies, pero mientras mantuviera le lengua podria cantar, eso si, el arpa no la tocaria mas jejejejejeje, rio con una sonrisa algo histerica por la sensacion que le daba la sala.
y luego para soltarse un poco el malestar termino diciendo: - Venher, deberias hacer ejercicio, si te quejas, hazlo, no te pongas a descansar, yo deberia hacer ejercicio, aunque en este cargero, poca gente hay para hacer el ejercicio que podria hacer, menciono con una sonrisa picara.
Devi era una chica que la ironia, la picardia, el juego de palabras la mantenian viva y alejada de la sino hermetica cara, dura e inexpresiva de un servidor de la inquisicion.
Ella no solia ir mucho a las capillas, tenia la suya particular en su pecho, entre sus dos grandes pechos ocultaba la medalla del que en otro tiempo fuera su amor y que paso a ser un Diente de Sable, y ella no seria menos, mas que nada pq su otra opcion habia sido la eliminacion.
- Si tuviera el espacio suficiente te garantizo que haría ejercicio pero en estas condiciones sencillamente no se puede. - le digo a Devi.
Karen se encontraba taciturna, tanto tiempo en una nave no le sentaba bien, y más cerca del inmaterium, así que imitando a Devi se puso de espaldas a juguetear con una de sus pistolas a comprobar que el cargador de esta entraba suavemente.
-Bueno si nadie ha podido romper a ese sujeto, no me preoucpa, tal como habeís dicho la Inquisisdora se encargará de él, despues de confesar si recibe la paz del Emperador será mucha recompensa, en cuanto a lo del ejercicio aquí es dificil, puesto que no hay una cubierta lo suficientemente espaciosa para que puedas...entrenar...aún así supongo que si podrias mirar de seguir a esa familia que nos evita y acompaña, se que seran algo fácil para tí, pero con tal de que no te aburras...
- Imbécil... Zorra... - Masculló por lo bajo antes de escupir a un lado y tirar sin preocuparse la colilla de lho a un lado. - En fin, qué bonito es el amor, cuanto nos queremos todos y que tontos son los chicos malos... Blablabla. - Se separó de la pared y estiró los brazos arqueando un poco la espalda, medio gruñiendo medio bostezando. - Me largo a beber algo.
Alzó una mano a modo de despedida y sin esperar a nadie, sin importarle, comenzó a caminar. Sin duda habría problemas en un rato, el lenguaje corporal debaja bien claro la violencia y peligro que representaba ahora mismo, tenso y hostil. Eso o terminaría suficientemente borracho antes de pegarse con nadie y al día siguiente despertaría tirado en cualquier lado.
Las alarmas comenzaron a sonar, junto con los cánticos monotonos que surgían de los Vox. Todo el mundo se apresuró a buscar sus posición para la transición Warp; cuando los psíquicos debían mantener un control estricto de la emergencia de la nave... nadie quería considerar la posibilidad de que algo los acompañara del viaje fuera del espacio de la locura.
Varios temblores que parecían partir al Justa Flagelación por la mitad, finalmente retornaron al espacio normal. Victor pudo relajarse, al menos un poco; aquí la persecución del Warp era mucho, mucho más tenue y menos presente.
Tras unas cuantas horas, finalmente se anunció listo el transporte que llevaría a los acólitos a tierra. Arrastraron al prisionero, fuertemente encadenado, para acomodarse con sus pertenencias en la cuadrada caja metálica que, por simple fuerza de sus impulsores, los llevaría a Solomon.
Solomon... desde el espacio, era solo una gran bola de sucia nieve. Cubierto perpetuamente por nubes, que al atravesarlas sisearon contra la ceramita del transporte denotando su increiblemente alta corrosividad.
Tras la capa de nubes, las luces parpadeantes de Gloriana, una de las Ciudades-Colmena que, al menos a la vista, cubren toda la tierra expuesta de Solomon, los recibe.
Lentamente el transporte se incorpora al tráfico, hasta descender en una plataforma. Una mujer allí los espera.
- Bienvenidos a Solomon, dice con voz dura.
Fin de la Escena