Partida Rol por web

"Vale ya de esta estupidez", piensa Sigurd mientras se dirige caminando con firmeza hacia las chicas. Parece nervioso y, con la sangre caliente* de cualquier buen Hirdman, muestra su evidente cara de enfado mientras bufa y sacude la cabeza de un lado a otro.

"Sigurd", dice al llegar delante de la chica que está más cerca mentras se da un fuerte puñetazo en el pecho. "Yngwe", dice seguidamente, golpeando aún más fuerte al scalda. A continuación, levanta de nuevo el puño hacia una de las chicas mientras la señala con el índice. Deja claro con sus gestos que, si no recibe un nombre, va a soltar un golpe.

Las muchachas dieron un paso atrás asustadas por el guerrero. Se quedaron unos segundos calladas sin saber que decir pero como si tratasen de descifrar un puzzle una dijo, con evidente temor:

-Vessa...-dijo acercando una mano a su pecho-Taimi...-dijo señalando a su hermana.

De un fuerte tirón del brazo que le ofrecían el berserker atrajo hacia si a la joven esclava y en el mismo movimiento la levantó en volandas comprobando la firmeza de su piel y sus abultadas curvas, mientras reía el último comentario. - El miembro de Thor es dificil de cansar.- bromea- Te la devolveré mañana de una pieza, y con autentica alegría en su rostro.- comenta mientras con la otra mano acaricia su cara llena de pecas y la deja en el suelo.

Luego de ordenar que acompañen a la joven esclava a su cabaña vuelve a escucharse al berserker brindar con otro de los asistentes a la fiesta.

Por fin todo había terminado y la joven esclava sólo había perdido parte de su cabello y, aunque aquello podía ser una vergüenza para ella, el pelo siempre podía volver a crecer. Hild sonrió al ver cómo el berserker ordenaba llevar a la joven a su cabaña, sino acababa completamente inconsciente por el alcohol seguro que aquella noche tendría un epílogo mucho más agradable.

Hild volvió de nuevo la vista hacia el objeto de su atención inicial y, para su sorpresa, pudo comprobar que él la miraba sonriendo. No pudo evitar que su cara se cubriera de rubor al sentirse observada y... deseada. Caminó de nuevo hacia una de las mesas para que le llenaran una de las copas con hidromiel y, haciéndose la desentendida, bebió un largo trago esperando que el hombre se acercara a ella. Quizás Thorgrím no sea el único que duerma caliente esta noche... Pensó con una sonrisa de satisfacción, podía ser una mujer tímida y el resto considerarla sensata, pero desde luego lo que no se consideraba era una mojigata.

Herjolf se había levantado de la mesa y estaba brindado con sus hombres, que se sentaban en otra zona mas alejada de la mesa del jarl,  que le correspondían de manera entusiasmada mientras el resto festeja a su vez y el griterío y la música resuenan en la fiesta. 

Strigandi se acercó a la mujer de cabellos rojos y la sonrió haciendo caso omiso del brindis de su hermano y el griterío del resto.

-Vos, si he entendido bien, sois la Völva de la aldea. El clan Kjari tiene mucha suerte de tener a una muchacha tan guapa como voz de los dioses, estoy seguro de que serás del agrado de ambas partes-dijo refiriéndose a los dioses y a los miembros del clan.

La música sonaba y Thorgrim se lo estaba pasando como en tiempos, charlaba animadamente con unos y soltaba bravuconadas con otros sin casi percatarse de lo que ocurría a su alrededor. Mañana por la mañana, si los tambores que seguro resonarían en su cabeza se lo permitían se preocuparía por traiciones y amenazas, ahora tocaba disfrutar de la fiesta.

Sonrió ante los halagos del hombre, con un destello pícaro bailándole en los ojos. Le dio un pequeño sorbo al hidromiel de su copa antes de hacer un pequeño gesto con la mano, restándole importancia a sus palabras.

- Sí, desde hace muy poco soy la nueva völva del clan. Pero aún tengo mucho que aprender y los años son los únicos encargados de aportarme experiencia... y con los años llega la vejez, y con ella la belleza se marchita. -Paseó la mirada entre los rostros alegres que la rodeaban antes de volver a clavar los ojos en los del hombre que tenía delante.- Pero hoy estamos de festejo y celebración y habrá que aprovecharlo. Somos jóvenes y la noche está hecha para nosotros ¿no crees?

Parecía que la bebida estaba haciendo su efecto en Hild cuya lengua parecía más suelta de lo que en ella era habitual.

- Pero decidme... El viaje ha sido largo, espero que no hayan tenido ningún percante importante en el camino.

Jorunn se puso a picotear algo de comida. No quería beber demasiado, puesto que no deseaba que sus sentidos se viesen empañados por el alcohol y, siendo mujer, no llamaría tanto la atención que no se emborrachase hasta perder el sentido. Lo malo de ello es que... bueno, que no podía divertirse tanto como deseaba. Había escogido por influencia de su padre (y tambien por su incansable necesitdad de actividad) el camino de las armas y aquello para una mujer significaba permanecer pura. Aquello molestaba a la joven. Los hombres podían ser guerreros y disfrutar de los placeres carnales ¿por qué entonces estaba vetado para ella aquellas supuestamente placenteras actividades? Las mujeres cantaban maravillas sobre el sexo y los hombres, antes de ir a por una mujer tenían un fuego salvaje y erótico en sus ojos que, tras salir de las casas donde habían dado rienda suelta a sus pasiones se había convertido en unos ojos mansos y un alegre cansancio en la entrepierna. Estaba claro. Las mujeres disponían del poder de amansar al más fiero guerrero. Pero a ella la estaba vetado.

Tratando de alejar aquellos pensamientos de su cabeza, Jorunn siguió observando a los comensales. Al fin y al cabo tenía que estar atenta. Quizás algún día conociese varón. 

-Mi viaje no ha sido tan largo como el de mi hermano. Yo me he quedado en nuestra aldea mientras el se ocupaba de los asuntos del rey Halfdan. Aunque de haber sabido que había alguien tan bella como vos os hubiera visitado antes-dijo él, meloso al oído de la Völva.

Sentía calor en las mejillas, aunque no sabía muy bien si era por efecto del alcohol o de las zalameras palabras de su acompañante, y un estremecimiento de placer recorrió su columna al sentir el cálido aliento rozando su piel. Hacía mucho tiempo que no se encontraba tan cómoda en compañía de otros, exceptuando a Jorunn.

Se había acostumbrado a que todos la trataran con respeto e incluso con cierto temor, sobre todo a raíz de la muerte de su madre, y echaba mucho de menos sentirse una jovencita con los problemas e ilusiones propios de cualquier mujer. Y ahora, comprobar cómo Strigandi la trataba como a una mujer, sin importarle ni temerla como völva, estaba consiguiendo que sus barreras cayeran.

Sabía que tenía que estar atenta a lo que sucedía a su alrededor, ella misma había dado la voz de alerta, pero las lisonjas del joven estaban consiguiendo que, por esa noche, Hild dejara de ser la völva que todos esperaban que fuera para ser la mujer que ella deseaba ser.

- Parece que llevais sangre de scalda en las venas, las palabras brotan con facilidad de vuestra boca y la adulación es todo un arte en vos.

La sonrisa bailaba en los labios de Hild mientras sus ojos no se apartaban de los de Strigandi.

El thulr, que había disfrutado del ejercicio de puntería brindando con el resto, permanecía atento a cada movimiento puesto que tenía por sabido que en este tipo de fiestas, vuelan tanto las hachas como las puñaladas por la espalda. Mientras se carcajeaba con los comentarios de Thorgrim y brindaba, sus ojos seguían atentos a cada paso de los invitados, aunque en algunos momentos no era capaz de disimular su desidia por la fiesta y mostraba su cara huraña, observando fijamente a alguno de los presentes, hasta que notaba que lo incomodaba.

"Vessa. Taimi", dice Sigurd, afirmando que ha entendido sus nombres. Acto seguido, comienza a mover los brazos de manera confusa, intentando imitar los gestos que alguna vez ha visto realizar a los practicantes de Sejdr de la aldea. Recita palabras confusas, mezclando el danés con idiomas inventados, intentando parecerse lo más posible al lanzamiento de un conjuro. Lo cierto es que, aunque se lo toma muy en serio, un hombre de gran tamaño embutido en una armadura de hirdman y diciendo palabras extrañas y alternando tonos de voz gravísimos y agudos, resulta bastante ridículo. Después de acabar su actuación, señala a Vessa y Taimi, levantando después los hombros, como preguntándose si ellas son capaces de hacer eso.

Mientras Herjolf brinda con sus hombres os dais cuenta que algunos no parecen compartir su entusiasmo. Su hermano ni siquiera se gira al escucharle y sigue hablando con Hild. Cuatro de sus hombres que que están en un lado bebiendo tampoco hacen el menor gesto de compartir dicha celebración.

-No es difícil de conseguir cuando se tiene ante los ojos a alguien como vos. Me he fijado en que los hombres os miran con respeto, incluso diría con temor. ¿Harás que los dioses ne aplasten si intento besarte?-bromeo el hombre del clan vecino mientras la miraba con aquellos ojos astutos, estudiando sus reacciones.

Las dos niñas lo miraron cómo si estuviera loco. No entendían nada de lo que les decía y para colmo se comportaba de manera extraña. No se atrevieron a moverse de su sitio pero en la cara tenían escrito que aquella situación les resultaba icómoda y que estaban asustadas.

Los ojos de Jorunn recorrieron la habitación y de pronto parecieron encontrar sospechosos.

Traición

Los pensamientos de la joven se volvieron entonces confusos, una ira inmensa la invadió pero trató de sosegarse. No brindar no significaba necesariamente ser un traidor... pero había algo que la escamaba.Y ¿Por qué Strigandi  no hacía caso de las palabras de su hermano? Vale que Hild le hubiese encandilado y que él tratase de hacer lo propio con la völva pero aquello era extraño. Un hombre fiel hubiese coreado a su hermano y hubiese seguido cortejando a la mujer. Y mucho más importante. Hild jamás se comportaría así mientras una maldición amenazaba con caer. ¿Acaso se había embriagado? Tratando de no mostrar sus sentimientos preguntó a su hermana.

Strigandi parece estar encandilando a Hild—comentó y tratando de sacar algo a su hermana (como quizás que el regalo hubiese sido idea suya) preguntó con una no fingida preocupación de amiga —Espero que sea un buen hombre y no alguien que intente aprovecharse de Hild. Ahora está algo vulnerable

-Jajaja-rió Gudrid- Herjolf y Strigandi nunca han sido muy próximos, son como el día y la noche, pero no creo que trate de aprovecharse de Hild, al menos no más de lo que ella se aprovechará de él-le respondió a su hermana. 

Jorunn sonrió intentando parecer animada pero los restos del hechizo no desaparecían de su cabeza ¿Podía confiar en su hermana? La völva había hablado de la traición de la sangre...En aquel momento necesitaba hablar con cualquiera que supiese lo que estaba pasando, pero el fiel Ivarsson y el scalda estaban fuera, Hild encandilada, el thurl en el otro lado de la mesa y Thorgrim lo suficientemente bebido como para arrancar una cabeza ante una sospecha.

—Habría que estar fuera de sus cabales para hacer enfadar a una völva— bromeó Jorunn. La chica comió unos trozos de fruta para pasar la comida mientras comentaba las diferencias. Bueno, tu y yo también somos muy diferentes. Yo me parezco más a nuestro hermano y, según padre, tu eres la viva imagen de madre. 

La fiesta le estaba gustando a Thorgrim, desde que enviara a la joven esclava a su alcoba, había echado un par de pulsos con otros de los hombres de Herjolf y bebido otros dos o tres cuernos llenos de hidromiel mientras escuchaba las historias que tenían que contarle. En ese momento decidió comprobar como iban las cosas por el salón, por encima del hombro echó un rápido vistazo a la sala.

A ojos del berserker todo marchaba estupendamente, Sigurd y Yngwe estarían disfrutando de las deliciosas gemelas finesas justo en ese momento, mientras tanto, en la sala, Klemet estaba perdido, como siempre, en sus pensamientos, Jorunn charlaba animosamente con su hermana y Hild lo hacía con el cuñado de esta última, aunque por los ojos y los gestos de la pelirroja parecía que ambos acabarían la noche con sus cuerpos entrelazados bajo una piel de oso.

Sí, la fiesta no podía ir mejor.