Partida Rol por web

El vapor que salía de sus bocas se perdía junto al cielo gris. Las nubes no les habían dejado ver ni el sol ni las estrellas. Frente a ellos un denso bosque se extendía. Hojas cubiertas de escarcha que crujían ante su paso les recordaban constantemente el frío que atenazaba sus músculos. Pero pese a no haber descansado nada más que unas horas  los seis integrantes del grupo tenían la determinación suficiente como para seguir su camino pese a los peligros a los que de seguro se enfrentarían.

Ya habían divisado desde la playa las hogueras y el humo que vieran el día anterior y también, hacia el promontorio rocoso que quedaba a su derecha, la entrada a una cueva en la ladera del acantilado, a una gran distancia por encima de ellos. Gracias a las runas de la völva sabían que aquel era el lugar que estaban buscando. 

Yngwe avanzaba en retaguardia, la cabeza algo distraída pues sus sueños habían sido inquietos, y había podido escuchar a las sagas nombrando sus nombres, señalando sus errores y alejándoles por completo de poder conseguir protección para los Kjari. No había más que ver lo que últimamente acontecía para darse cuenta.

A través de los bosques de coníferas de tronco oscuro y rugoso los daneses ascendían la ladera, echando a un lado helechos y bordeando zarzales, todo cubierto por el rocío de la mañana que dejaba el resbaladizo y musgoso lecho de piedras convertido en algo peligroso para echar a correr. Aún suerte que no se había levantado la niebla.

Jorunn estiró los músculos y, nada más levantarse, incluso antes de pensar siquiera en el frugal desayuno que tomarían, comprobó que su destral y su espada saliesen perfectamente de la vaina, pues era sabido que el frío extremo podía causar problemas por contracción de la piel o dilatación del metal.¹ Una vez vio que no había problemas con aquello había desaparecido entre los arbustos para hacer una tarea que nadie podría hacer jamás por ella, teniendo buen cuidado de ser discreta. La joven se sentía contenta de tener puestas de nuevo las ropas que se habían empapado al saltar al agua, ya secas, pues tenía la impresión de que las otras, al ser demasiado grandes para ella, resultarían incómodas para el largo camino. Además, era un terrible augurio utilizar aquellas ropas que llevaba puestas cuando estuvo tan cerca de la muerte. 

Para su sorpresa, había dormido como un bebé, con un sueño profundo y bastante reparador: su cansancio y el buen hacer de thurl habían sido en gran parte la razón de aquello. La chica miró con recelo la cueva. Era el primer lugar donde irían, pues en un lugar con temperaturas como aquellas era seguro que alguien o algo lo utilizase como refugio.

—Deberíamos explorar la cueva. Cuando estemos a unos cien o doscientos pies Yngwe se acercará. Es el más sigiloso de nosotros.

Thorgrím había dormido como un tronco. Posiblemente sus ronquidos se hubiesen oído en bastantes metros a la redonda.

Lo primero que hizo fue comprobar cómo estaban sus heridas. Estaban cicatrizando bastante bien, pero aún faltaban varios días para que quedarán completamente curadas.- Esta la noche, al calor de la hoguera será mejor que vuelvas a revisar las heridas de Thorgrím.- Le pidió a Klemet.

Thorgrím caminaba en la parte delantera. Abriendo camino entre las heladas hojas con su enorme cuerpo. El berserk esperaba que los nativos hubieran tenido bastante el día anterior, y no volvieran a acercarse.

El hombre se despertó aletargado y cansado, con un cosquilleo recorriéndole todo el cuerpo que no auguraba nada bueno. Se acercaba el momento de encontrarse junto a la Dama de la escarcha y las sombras se cernían sobre ellos sin ningún tipo de piedad.

- Así lo haré, Thorgrím. - dijo a modo de respuesta

Comenzando la travesía, el thurl no podía dejar de mirar a sus maltrechos compañeros. Sentía que no estaba dando todo lo que podía de si y que si fallecían, quizás fuese porque los dioses no les consideraban suficientemente dignos. Ahogando un suspiro apesumbrado alzó la voz para observar la cueva que tenían cerca.

- Estoy de acuerdo con el plan. Ya no tenemos una comitiva de nuestro lado, debemos ser discretos y andar con mucho cuidado. -

Su sueño había sido inquieto, no podía dejar de pensar en el vano intento de hablar con los dioses de la noche anterior. Sí, estaban en el camino correcto, eso era lo único que tenía claro, pero no había sido capaz de ver algo más, cualquier indicación o cualquier señal de lo que podían hacer o encontrarse en su camino. Lo que más le preocupaba era pensar que la culpa era suya, que la experiencia y la sabiduría venían con los años... y ella aún era demasiado joven, su madre había muerto muy pronto sin acabar sus enseñanzas, y eso seguramente influía en la interpretación de las "voces" de los dioses.

Caminaba con cuidado de no resbalar en el hielo, arrebujada en las pieles y contemplando el vaho que su respiración formaba como si en él fuera a encontrar las respuestas que no había visto en los huesos. El gesto serio y la vista puesta en la cueva que ya se veía en la distancia. ¿Sería aquel su punto de destino?

¡ Entendido ! - El scalda avanzó serio adelantando desde el final al resto de la comitiva, dejando que la suela de sus botas sonara al refregar de la piedra lisa, adelantándose al grupo desenvainando su espada como si fuera a enfrentar un invisible enemigo que tratara de detener al grupo.
 

Con paso algo más ligero que el resto se fué adelantando para llegar con cierto adelanto a la cueva de la bruja, pretendiendo llegar sin ser visto y averiguar si guardianes o algun encantamiento protegía aquel lugar.

Tras adentrarse unos metros en el denso bosque el thurl encontró un pequeño camino. Quizás se´ria muy atrevido llamarlo camino pero era la mejor manera de avanzar por aquel bosque sombrio, sin tener que estar parando cada dos pasos para retirar alguna rama o esquivar alguna afilada roca. A su alrededor solo veían las ramas cubiertas de escarcha y podían escuchar extraños ruidos animales que los rodeaban. No veían ya el promontorio rocoso pero sabían que si seguían caminando en aquella dirección llegarían hasta la base. Pero aquellas tierras eran desconocidas y, si bien los bosques de Dinamarca eran peligrosos, avanzar hacia lo desconocido resultaba aún más temible.

Jorunn avanzaba en el medio del grupo. No quería perderse y ella no tenía mucha idea de explorar. había tantas cosas que tenía que aprender...solo esperaba que tuviese tiempo de ello. Hasta el momento los dioses no parecían haber sido muy clementes con ella.

Encontrar un camino significaba que aquel paso era transitado pero, con los cinco sentidos alerta, era lo más seguro que tenían pues no era cuestión de perderse entre la oscuridad de un bosque desconocido. Con paso lento pero constante fueron avanzando mientras Hild seguía pensando en todo lo sucedido hasta el momento y lo que aún les esperaba por delante.

Te dejo solo la tirada
 

Avanzar por el frío o por el bosque no sería un problema para la determinación de Sigurd, él había decidido mantenerse en la retaguardia junto con Yngwe, más para cumplir la tarea que el jarl le mandó que por alguna otra razón en especial. Con Thorgrím en la parte delantera dudaba que tuviese que preocuparse porque a Jorunn le asaltase el peligro de cara.

Por fin, encontraron un sendero, el cual sería más fácil de seguir. Agradeciendo la primera facilidad en toda la travesía Sigurd no dudó que debían seguirlo.

El bosque parece lleno de vida pero no hay ningún animal a la vista. Según avanzaban sentían una extraña sensación como si estuvieran siendo observados, pero no lograban saber por que o por quién. El suelo helado cruje bajo sus pasos y el follaje filtra la poca luz que llega hasta ellos. Hacía mucho frío...

No tardaron en encontrar una bifurcación en el camino. Uno de los caminos conducía al este, al lugar que parecía proceder el humo que vieron antes y en el suelo se veían claramente las huellas de los salvajes que consiguieron huir. El otro camino continuaba a través del bosque en dirección hacia donde habían visto aquella cueva.

Jorunn miró alternativamente los dos caminos que se abrían ante ellos; había avanzado sin mucha seguridad, procurando no tropezar con las ramas y piedras que había en el camino. Vayamos a la cueva. Esté o no la Dama allí, nos vendrá bien explorarla. Una cueva vacía siempre era útil en el caso de que el tiempo hiciese imposible el avance o para mantener una defensa. Además, convenía saber si estaba ocupada o no para evitar que alguien los siguiese.

La caminata por el bosque estaba haciendo que el gigantón disfrutara. Aunque el frío a su alrededor era penetrante las pieles de oso que le cubrían estaban cumpliendo bien su función. El aire congelado se filtraba por su nariz, dejándole su característico sabor en la garganta mientras sus pies quebraban las ramas heladas.

Se podía decir que aquella era una buena mañana, lo único que le importunaba era la sensación de estar siendo vigilados. Le molestaba que los enemigos no diesen la cara, que prefiriesen el subterfugio al honor, pero sabía que tarde o temprano tendrían que mostrarse, y ese sería el momento en el que su fiel hacha volviera a llenarse de sangre.

- Como ordenes.- Contestó a Jorunn, que ya había decidido el camino a seguir, tomando el camino hacia la cueva.

El camino a través de aquel silencioso bosque había durado horas. Habían comido algo de pescado en un pequeño claro  y habían continuado la marcha durante la tarde. En ningún momento vieron animal o persona pero aquella sensación los seguía mientras caminaban entre las heladas ramas. Finalmente, tras varias horas de camino llegaron a un claro estrecho al lado de una abrupta ladera de la montaña. A primera vista no parecía haber camino alguno pero cuando observaron la pared con detenimiento se dieron cuenta de que en ella había una serie de salientes y fisuras en la roca lo que llevaba directamente hasta el saliente donde se encontraba la caverna. Sin embargo aquella sería una escalada difícil y agotadora.

El thurl se mantuvo en silencio después de advertir del camino, alerta y sin apartar la vista de todo lo que tenía alrededor. A cada paso que daba notaba los músculos más agarrotados, el frío más punzante y el camino más estrecho. Si además tenían que escalar... no tenía muy claro si llegaría vivo arriba.

- ¿Tenemos alguna cuerda con nosotros? - preguntó al resto, pues él iba ligero de equipaje y no sabía muy bien qué llevaban encima - Uno de los más capaces debería escalar y asegurar algún tipo de cuerda que nos haga más fácil al resto la subida. -

Joruun sacó la cuerda; la misma cuerda de hecho, que habían utilizado para sacar a Hild del agua y se la tendió a Thorgrimm. La idea del thurl era buena y estaba segura de que el bersheker sería un hábil escalador y no llevaba una armadura que incomodase sus movimientos. No te falta razón, y lo ideal es que subamos de uno en uno. Si uno cae, que no arrastre al resto. Thorgrimm, tu subirás con la cuerda. Sigurd, tu subirás el último para defender la retaguardia.

Joruun no confiaba mucho en ser capaz de subir sin ayuda. Aunque de niña había trepado por muchos árboles aquello no tenía nada que ver con los juegos infantiles y un movimiento en falso tendría un desenlace bastante peor que un chichón en la frente.

El guerrero miró la abrupta pendiente.-No hay problema. Thorgrím podría subir esa pared con los ojos vendados y una mano a la espalda. Y una vez arriba podrá tirar de la cuerda para ayudar a subir al resto.- Le dijo a Jorunn antes de lanzarse a subir por la pared.

Aunque la realidad se empeño en demostrar que sus palabras no eran más que otra bravuconada sin sentido, pues la dificultad de la subida era enorme. Y pese a estar usando las dos manos hubo en algún momento que el berserk pensó que no lo conseguiría.

Cuando por fin alcanzó el saliente sudaba igual que después de un intenso combate.