Partida Rol por web

Thorgrim volvio a abrir los ojos, pero ya era tarde, ya no era el hombre, ahora el Oso regia su mente, con movimientos rapidos, freneticos, apretando los dientes como una bestia que ha olisqueado a una presa, Thorgrim miro alrededor, otros, hermanos humanos, No oso, Bestia.

Eso llamo la atencion del animal en el corazon de Thorgrim, un ser que parecia una parodia negra del espiritu que siempre lo habia acompañado y dado fuerza extra en la batalla, la presencia de la cosa incomoda a sus hermanos y hermanas nordicos, la presencia de la cosa pretendia causar daño a sus hermanos, evitar que la Saga de los Kjar acabara con los honores que debian ser.

El Oso no dudo, el oso no sabia lo que era la duda, solo la sangre y la muerte de aquellos que se oponian en su camino.

El filo del fiel hacha de Thorgrim se elevo una vez mas y con un aullido gutural, el berserkr se encamino hacia donde debia estar.

En el corazon de la batalla.

Thorgrim y Sigurd junto a Jorunn se encaminaban decididos a la batalla contra esa enorme bestia, quizás pudieran con ella, pero por si no era menester de los Dioses acabar con ella a golpes había que buscar otra forma de verla muerta, me giro hacía el Jarl o alguno de sus hombres, necesitaremos brea, varios cubos de agua llenos de brea...venga corred, no tenemos mucho tiempo...Hrapp también necesitaremos de los mejores arqueros que tengáis y un fuego desde donde puedan disparar a la bestia...si no acaban con ella Thorgrim y Sigurd la mandaremos al mismísimo Helheim...

Sigurd estaba seguro de que esa bestia sangraría si se la hería como había quedado demostrado, y de la misma forma moriría. Aunque también estaba seguro de no querer lanzar un ataque frontal contra una bestia cuyos brazos eran tan largos como la lanza de Jorunn y que, aunque los superase, tenía sus fauces para arrancarle la cara. Como también había quedado demostrado...

Era vikingo, ulfhedínn y deseaba la gloria de morir en batalla. Pero no era imbécil, Odhín no favorecía a los imbéciles.

El ulfhedínn se preparó para llamar al espíritu del lobo y enfrentarlo al oso que tenía enfrente y que, poco a poco, comenzó a rodear buscando su espalda o su costado, sin quitarle a la bestia sus ojos de encima.

Como esperaba, Thorgrim, quizá azuzado por el tremendo ataque del hombre de Hrapp, se lanzó a la carga, en un ataque frontal contra la bestia: Oso contra Oso. Sigurd, mucho mas cerebral, empieza a abrirse hacia un lado, apartandose de las dos moles que han atacado al enorme animal, que ruge con rabia.

Escucho a los demas, preguntando a Hrapp por la brea que podiamos usar para quemar a la bestia, y sonrío satisfecha: - Somos un equipo, y cada uno sabe ya cual es su papel. El mio, hasta que desarrollaran una tactica mejor, tenía claro cual sería:

- Antaño me hubiera lanzado contra la Bestia, desafiando a la muerte, pero los Dioses, (y Sigurd, recuerdo con una punzada de dolor) me dieron una segunda oportunidad: molestaré a la Bestia, aprovechando la longitud de mi lanza, para que Thorgrim, Sigurd y el aldeano puedan maniobrar mejor...

La bestia parecía enfurecida mientras se empezaba a ver rodeada por los hombres y mujeres que se defendían. Hrapp repartía ordenes vociferando mientras el mismo entraba en combate. Haciendo caso de sus ordenes algunos hombres, ayudados por Klemet e Yngwe, trajeron barriles con brea que usaron para que los arqueros pudieran preparar rápidamente flechas de fuego para tratar así de abatir a la bestia.

La criatura cada vez más enfurecida atacó a la primera persona que se le acercó, que no era otra que la valiente Jorunn que encabezaba el ataque. La criatura golpeó con fuerza a la muchacha...

Pese a intentar mantenerme en una segunda fila, aguijoneando a la bestia, mas que intentando dañarla realmente (para eso ya estaban los tres guerreros ferales), el oso fija sus ojos en mi y, a la velocidad del rayo, se estira en un alarde de fuerza brutal, lanzando contra mí una de sus poderosas garras. Pese a la sorpresa inicial, imprimo toda la fuerza que puedo a mi brazo izquierdo, esperando estar aun a tiempo para poder, no parar, porque sería inutil igualar la fuerza del poderoso animal, si no, tratar de desviar la mayor parte del golpe. En estos momento, agradezco infinitamente las enseñanzas recibidas sobre el combate desde que tengo uso de razón, porque, de otro modo, quizá mis entrañas estarían regando el frio suelo del poblado pirata...

El golpe es brutal, y me hace castañetear los dientes, pero aun así, intento que el furor del combate me haga olvidar el dolor, y arremeto con fuerza con la lanza hacia el corpachón del oso, esperando que la Lanza de los Cuervos pruebe su sangre, al grito de: - Guia mi brazo con fuerza, Thorr!!!

Lo que Jorunn había conseguido era casi una proeza. Resistir con el escudo el golpe de aquella bestia sin que le arrancara el brazo sin duda demostraba que la mujer había sido bien entrenada como cualquier otro guerrero de su clan. Por desgracia aunque intentó clavar su lanza a ciegas por encima del escudo esta no alcanzó a la bestia.

El jefe de la aldea se lanzó junto a ella mientras sus gritos alentaban a sus hombres de lanzar se contra el enorme oso que no parecía tener ninguna intención de irse de allí sin causar más destrozos aún.

Mientras mis compañeros se ensalzan en una dura lycha con la bestia recojo un cubo y lo lleno de brea, señalo a otros tres hombres, vosotros tres coged cubos y llenarlos de brea...venid conmigo, nos acercaremos por detrás a la bestia, cuando estemos cerca le arrojaremos la brea, me giro hacia Hild, estad preparados, en cuanto lo bañemos con la brea sera cosa de vosotros el que sus cenizas suban a los Dioses...

Sigurd terminó de moverse alrdedor de la bestia mientras ésta atacaba a Jorunn quien, por suerte, consiguió cubrirse con el escudo para no sufrir daños, al menos no que el úlfhedinn pudiera ver desde su posición.

Una vez colocado en posición detrás de la bestia, Sigurd descargó el espíritu del lobo de su interior, dejándolo que se llevara sus pensamientos y que golpeara a la bestia con todas las fuerzas de las que disponía, dispuesto a hacer sangrar a esa bestia hasta que acabara muerta en el barro.

Los rugidos de la criatura resonaban por encima de los gritos de la multitud que se enfrentaba a ella. Atacaba a diestro y siniestro amenazando a cualquiera que osara acercarse. Uno de los hombres de Hrapp atacó como si estuviese poseido buscando la muerte del oso. Pero en su lugar se encontró con las garras de este, que le abrieron la barriga como si fuese un salmón y se desplomó junto a la empalizada con el resto de cuerpos a los que la criatura ya había quitado la vida. 

Fue en ese instante cuando Sigurd se escabulló rodeando a la bestia por detrás y dando un gran salto desde las maderas derribadas de la empalizada se las ingenió para clavar su espada en lo alto de la espalda del oso llenando sus propias manos y su cara de la sangre de la bestia. La bestia cayó hacia delante y Sigurd, ciego de ira y aún sujetando su espada, cayó con ella con tanta fuerza que salió rodando unos metros cuando dio contra el suelo. 

A su alrededor todos contenían el aliento, sin llegar a creerse lo que estaban presenciando.

Uno de los hombres que llevaba un pequeño cubo con brea se giró hacia Klemet.

-¿Que hacemos?-le preguntó sin creerse que la criatura hubiese caído.

Aun seguía viendo chiribitas , mientras los dientes me castañeteaban aun por el tremendo golpe de la bestia, cuando empezaba a ser consciente de que había evitado lo peor del golpe!! Dí un paso hacia atrás, para volver a conseguir la estabilidad de nuevo, pues el fallido golpe con la lanza me había dejado en una situación inestable. Por suerte, Hrapp, hacha en mano, entró en liza, mientras vociferaba a sus hombres...

... y, de pronto, ocurrió: los ojos de Sigurd mostraban que el lobo había tomado el mando: - Que Odhinn pille confesada a la Bestia..., pensé, mientras el Ulfhednar se impulsaba contras las maderas caidas de la empalizada, y dando un enorme salto, clavaba su espada hasta el puño en la espalda de la Bestia para, mientras caia con ella, volver a descargar su arma contra la bestia, con toda la crudeza que solo un guerrero feral puede desarrollar. Y, de pronto, mientras el guerrero rodaba por el suelo, separandose del enorme oso, todo acabó.

No pude evitar sentir una punzada de orgullo por poder contar con dos guerreros como Thorgrim y Sigurd, pues sabía que eran elegidos a los ojos de los Dioses. De hecho, me sorprendí observando a Sigurd, cubierto con la sangre del oso, el pelo, empapado, pegado a la frente, los ojos muy abiertos, de caza, sin duda. Volvía a atraerme. Cerré los ojos, recordando la escena en el barco de Osviff, donde él yacía con Hild, su amiga: - Olvidalé, Jorunn, ahora está fuera de tu alcance. Hild está con él..., me reprendí, obligandome a retirarme de esa liza. Entonces, abrí los ojos de nuevo, la calma parecía haberse instalado en la escena. Gente expectante, mirando, sin fiarse de la enorme bestia que tantas vidas se había cobrado...

Entonces, mi voz se oyó potente sobre el tenso silencio, por fin, una voz convencida, segura, la voz que debería tener alguien con dotes de mando:

- QUEMADLA!! UNTADLA DE BREA, Y OFRECER SU CUERPO A LOS DIOSES!!, mientras miraba a uno y otro lado, buscando gente con cubos de brea.

Despues, aunque sabía que era peligroso, me acerqué a Thorgrim y Sigurd, mientras pensaba: - Hay que sacarlos del trance. Si uno solo de los hombres de Hrapp se acerca a ellos, perderemos la posibilidad ganada tras tumbar a la Bestia!!:

- Que nadie se acerque a mis guerreros!!, advertí, antes de colocar la lanza de nuevo en su arnes, y tratar de llamar su atención, acercandome a ellos:

- Thorgrim, Sigurd, Odhinn y Thor están satisfechos con vuestras hazañas!!! Pero necesito que me escucheis, mientras trataba de captar su mirada: - Necesito que volvais conmigo. Ahora. Todo ha acabado!!!

Desde luego entre Sigurd y Thorgrim habían dado cuenta de la Bestia, me quedo parado a medio camino mientras veo como la Bestia cae desplomada u sin vida, había sido impresionante, me giro cuando escucho como un guerrero que portaba un cubo de brea se dirige hacia mi a la vez que Jorunn grita que quememos a la Bestia en honor a los Dioses, ya has oído, los Dioses conocerán de la heroicidad del clan Kjari, preparemos un gran fuego y bebamos y comamos a su alrededor, hoy es un gran día amigo...

La bestia golpeaba a la chica con el cuervo en las manos, la bestia desjarretaba a otro cacho de carne, otro humano que no era clan, indiferente, el Oso seguía manteniendo las distancias, sacando el hacha del duro y correoso pelaje de la bestia, el Oso segia concentrado en matar a esta cosa. 

El Oso observo como el Lobo hundía sus dientes en el costado del monstruo, por un momento en Oso gruño furioso, la presa era suya, esta bestia era suya, esta muerte era de la Saga del Oso.
Pero al ver como el animal caía finalmente, con el colmillo de acero del Lobo hundido en el costado, desgarrando las entrañas de esta bestia negra, caída del culo de Hellheim.

Voces, humanos, Clan, llamaban a Thorgrim, voces, sin sentido, el Oso no es Thorgrim, el Oso necesita mas violencia, el Oso mata....

Thorgrim miro con los ojos aun inyectados en sangre a Jorunn y el resto de guerreros que lo rodeaban; el Oso y el hombre aun se debatían por el control hasta que Thorgrim arranco el hacha del cuerpo de la bestia y levanto los brazos al cielo, rugiendo su desafío, gradualmente, el rugido fue cambiando de tono, del aterrador sonido de una garganta inhumana al grito de un guerrero tras una gloriosa batalla.

-¿Esta era la bestia que temían? ¡Un oso!-dijo el hombre humillando al resto de guerreros- Uno oso grande si... ¡Pero un oso que han derribado una niña y un guerrero! ¡Ja!

Los hombres fueron sustituyendo sus caras de sorpresa por furia. Furia provocada por la vergüenza de ver derrotada a la bestia que los había aterrorizado tanto tiempo por unos extranjeros. Incluso algunos rodearon al grupo apuntándoles con sus armas mientras maldecían pero el jefe los calmó.

-¡Alto! Está claro que los dioses guían sus brazos-dijo señalando a Jorunn y a Sigurd-, el dios del trueno ha hablado. Son nuestros invitados ahora. Haced lo que dice las danesas, quemad a esa bestia, ¡su cráneo adornará el gran salón!

Los hombres hicieron lo que ordenaba aunque se escuchaban quejas entre ellos pronto se disiparon mientras observaban el cadáver arder con un humo tan negro como lo era el pelaje de la propia bestia.

-Lo que he dicho es cierto, podemos ayudarnos los unos a los otros pero contén a tus hombres-le dijo en voz baja a Jorunn.

Desde que el lobo se había desatado Sigurd se convirtió en el feral guerrero de Odhín y, tras ese salto, se vio a sí mismo cubierto de sangre frente a Jorunn que pedía que volviera en sí. Sacudió la cabeza, aún no se había acostumbrado a entrar en el trance que el dios de la guerra le había concedido como don y, cuando salía, le costaba recordar las cosas. Como si se levantara con resaca tras un día de borrachera.

El cadáver del oso, su rostro y sus manos cubiertas de sangre, le sirvieron de estímulo para recordar como había acabado con la bestia.

Tras eso escuchó el breve elogio de Hrapp pero no sin antes escuchar algo que, por poco, no le hace entrar de nuevo en el berserkgang, el estado de furor que le había concedido Odhin. Se acercó a Jurenn, plantándose ante él en toda su estatura, con el rostro lleno de sangre al igual que sus manos, la espada y el escudo aún en la mano.

-Llevas todo el viaje causando problemas, comportándote como un idiota y mostrando ser alguien no apto de viajar con nosotros. Pero tus ofensas es lo último que debo escuchar. La niña es mejor guerrera de lo que tú serás jamás, y yo no soy un guerrero raso, Juren, soy un elegido de Odhin.

Sigurd hablaba con voz pausada, tranquila, pero a cada palabra gruñía el lobo que latía en su interior.

-Es la última vez que faltas a mi inteligencia, y mucho menos a mi honor. Exijo que nos compenses por tus palabras. Ahora, si no quieres más problemas.

Hild, con la flecha preparada, ni siquiera tuvo opción a dispararla. Cuando se quiso dar cuenta, la figura de Sigurd saltaba de la empalizada buscando la carne de aquel enorme oso. Asombrada ante la proeza del lobo que alimentaba al berserker, la völva bajó el arco observando el discurrir de los acontecimientos, enorgulleciéndose de poder contar con guerreros ferales como Sigurd y como Thorgrim dentro del clan Kjari y maravillándose al ver la facilidad con la que, con sólo un par de golpes, el ulfhednar había acabado con la bestia que, supuestamente, había atemorizado durante tanto tiempo la aldea.

La joven se quedó sin moverse, admirando el bien formado cuerpo de Sigurd ahora cubierto de sangre y, por unos instantes, recordó su encuentro en el barco. Suspiró mientras se obligaba a volver a la realidad, ayudando al resto a quemar el cuerpo ya sin vida de la enorme bestia.

Ahora Hrapp les debía un favor y la völva esperaba que la entrega de los príncipes fuera el pago por haber acabado con el terror que había dominado la aldea durante tanto tiempo. Pero estaba claro que las cosas se podían complicar, como así pareció suceder con el comentario de Juren. Después de tal ofensa a Jorunn y a Sigurd, era normal que el berserker pidiera una compensación, aquel hombre les había estado dando problemas desde que se había unido al grupo.

—Más que una ayuda parece que lo único que Juren desea es entorpecer nuestra misión... —Murmuró Hild sin dirigirse a alguien en concreto.