Partida Rol por web

2.1 Pulsos

2.2. Arquería

La mujer, con el arco, se dispone a apuntar con cierta lentitud. Se toma su tiempo y tras eso realiza su lanzamiento. Las felchas parecen obedecer pacientemente a su largo tensar, pero: - Siempre hay una descarriada. Las flechas habían ido al sitio, pero solo 4 de ellas habían sido efectivas como se esperaba. No había sido un mal lanzamiento, pero aún así, no estaba totalmente contenta con sigo misma. Miró al instructor a la espera de su aprobación y de más ordenes.

2.3. Sumo orco

El instructor parecía estar más contento que ella misma, pero sin indicar nada, le señaló el camino a seguir. Tras eso había otro veterano que parecía esperarla, pero sin saber cuando llegaría. - Adelante.

Esta vez parecía que se le daba mejor la cosa y con gran esfuerzo consigue vencer por lo pelos. No estaba segura de que tenía que sentir, pero siempre era mejor ganar que perder. En la anterior prueba del mismo estilo había sido derrotada, por muy bien que había empezado. En esta ocasión no era ella quien "mordía el polvo".

Hasta que no había terminando no se dio cuenta que era un luchador orco al que había derrotado. Se extrañó por el contacto de su piel. Era la primera vez que veía a uno, y más que lo tocara. Era algo vergonzoso. Algo que no se esperaba y la abrumó de tal manera que ... jamás esperaría que al tocarle de esa manera. Era como si se hubiera revolcado con el, y era fuera su primera vez. La vez en la que había perdido la virginidad.

- No será un orco la que me "haga mujer".

2.4 Tirar latas

Zaorla había tenido éxito en el anterior lanzamiento con las flechas, pero en esta ocasión, había unas latas, a las que tirarles, como si fueran los adiestramientos que hacía con mi tio de jovencita. Solía colgar latas para aprender a tirarle a las aves y traer algo sabroso para la cena. Era una maravilla, en aquellos años, los juegos y prácticas. Ya de más mayor, la cosa no era tan divertida, pero cuando cobraba una presa, era un alivio. Todo una emoción el saber que podría tener algo que tirarse a la boca.

La guerrera apuntó con tino y paciencia. Esperó el momento oportuno tras aprender del bamboleo de las ramas, y sin pensarlo la flecha salió disparada. No las tenía todas consigo, pero parecía buen tiro. Algunas hojas quedaron marcadas por la punta del proyectil pero el sonido de la satisfacción se igualó al que hace una flecha cuando le sacude con saña a un objetivo de prácticas.

Aliviada bajó el arma y miró al instructor, esperando el permiso para retirarse o más instrucciones que cumplir. Sonreía por dentro, pero se mordía la lengua para no demostrar sus emociones.

- Menos mal.

2.1.3: Sumo orco.

Ishram se preguntó si no habría alguna prueba de esgrima, pues tal vez allí destacaría algo más. Pues no: debía enfrentarse a mano desnuda contra un corpulento orco. El luchador chasqueó la lengua en señal de desagrado. Aquel tipo de combate tampoco era su fuerte y si a eso se sumaba al enfervorizado público, animando e insultando por igual, lograban que el mercenario se sintiera aun más apático.

Bueno, al menos es una lucha marcial y no una bufonada, se dijo tratando de convencerse, aunque no lo logró del todo al recordar los espectáculos circenses dados por algunos de los reclutas anteriores.

Cuando se acercó a su contrincante, este le guiñó un ojo. Aquello descolocó a Ishram que no entendía que significaba. El orco se le acercó a escasa distancia con pose tranquila dando a entender que el combate aun no iba a empezar. Entonces le susurró algo solo audible para el recluta.

- ¿Cuanto pagarás tú a Brutazmus para dejarse ganar? - preguntó para su sorpresa. El hombre enarcó una ceja de incredulidad y compuso un rostro de confundido, hasta que a los segundos sus facciones cambiaron a otras de comprensión total, dirigiendo una sonrisa aviesa al piel verde.

- Ahora comprendo cómo algunos, pese a su tamaño enorme, no tuvieron problemas en arrojarte fuera del cuadrilátero. Bueno, pues de mi no esperes gran cosa, Brutazmus, excepto una patada en el trasero - le dejó bien claro.

El orco rugió de rabia y se precipitó a por él. Ahora el combate había comenzado.

Ambos contendientes forcejearon, tensando sus músculos y mandíbulas por el esfuerzo realizado. A pesar del gran tamaño del orco, este no era capaz de imponerse al humano. Se embistieron mutuamente en varias ocasiones, tratando de desestabilizarse, y no parecía que ninguno tuviera ventaja sobre el otro.

Finalmente el orco se abalanzó sobre el mercenario y este prefirió driblar a un lado en vez de recibirle. Situándose a un lateral empleó la fuerza de su contrincante para proyectarlo fuera de la zona de lucha. En el último instante antes de salirse fuera, el orco logró detenerse, girando los brazos hacia atrás para forzar a su cuerpo que oscilaba hacia adelante el retornar otra vez hacia dentro. Pero no tuvo tiempo. Ishram se situó tras él y le dio un buen puntapié en las posaderas, haciendo que el piel verde cayera de bruces fuera del ring.

- Ahí lo tienes, patada en el trasero - dijo el sonriente luchador, abandonando el lugar entre vítores y especialmente quejidos. Muchos habían perdido apuestas en esta contienda. Aquello hizo sonreír aun más la mercenario.

Todos los voluntarios para apuntarse a la milicia fueron avisados que para el reclutamiento oficial debían presenciarse en la entrada al castillo, y allí encontrarían al escriba del castillo.

Todos fueron dirigiendose como corderos al matadero, con la pequeña diferencia que aquí lo hacian por voluntad propia y la gran mayoría movidos por el dinero o la sed de sangre, eso sí, sin peligro de ser condenados por asesinato.

Se hizo una fila, pero unos cuantos de los que inicialmente tenían intención de unirse, al parecer habían desistido, quizas por miedo o por no tener la fuerza de voluntad para soportar del duro proceso de aprendizaje que les esperaba. Aunque también cabía la posiblidad que el hecho de pasar las pruebas de bufón no les agradasen.

El hecho era que dichas personas no se encontraban en la fila de la recolectas de firmas y sin darse cuenta, mientras su mente estaba pensando en la gente que quedaba escuchó un carraspeo intencionado.

[color=#2E2EFE]- Disculpe, si está interesado en alistarse necesitaré su nombre, profesion ,y sus habilidades más representativas. -[/color]

Kami salió de sus pensamientos enseguida, disculpandose por lo ocurrido. - Si, si, deseo alistarme. Mi nombre es Kami, seguidor de Pelor, soy un clérigo especializado en curación y apoyo al grupo en caso de necesitarlo. -

El escriba empezó a mover la pluma apuntando la información, aunque se dió cuenta que tan solo apuntó un par de cosas de todas las que había dicho.

[color=#2E2EFE]- Revise la información. Si es correcto realice una pequeña firma por la que se compromete a servir en la milicia. Después deberá dirijirse a la zona de entrenamiento con el sargento-[/color]

Kami revisó la información, le dolió que diesen tan poca importancia a la deidad que beneraba, aun así firmó sin decir nada. Le entregó la pluma junto con el papel y se dirigió en busca del sargento como el escriba le había dicho.

    Al entrar al puesto de entrenamiento vio a varios de sus compañeros en aquel lugar, por fin las pruebas marciales tendrían lugar, algo menos estúpido que todo aquel circo montado para satisfacer a un populacho demasiado ocioso. La primera de las pruebas no la hizo especial gracia, no destacaba especialmente por su fuerza física, al menos no sin recurrir a ciertos "truquitos", pero pensar en lo que había pasado escasas horas antes con el espectáculo ofrecido por Aurick, provocó que un escalofrío la recorriera la espalda. Aurick estaba bien enterrado en su subconsciente de donde no debería salir en una buena y larga temporada.

2.1 Pruebas Marciales

  2.1.1 Pulsos

    Se presentó ante el instructor pero este hizo poco menos que soltar un gruñido y señalar con la barbilla uno de los taburetes "Parece que no ande de muy buen humor, en fin, que le vamos hacer, acabaremos con esto pronto y pasemos a cosas más interesantes.". Lo cierto era que aquel desagrado era producido porque su "instructor", que no era más que un parroquiano semiorco en busca de un contendiente, esperaba haber tenido un rival más digno para animar las apuestas y así poder saldar sus deudas con una buena victoria.

    Ambos pusieron el brazo sobre la mesa y el otro tras su espalda, viendo la diferencia del grosor entre ambos parecía que aquello se resolvería rápidamente, si los brazos del mestizo eran un par de troncos bien musculados y definidos los de la cambiante era pequeñas ramitas de aspecto frágil. Con gran desgana el orco llamó a un tercero para que hiciera de juez y su pulso dio comienzo. Egres no daba importancia a aquella prueba en sí, pero no deseaba perder, quería ganarse el respeto de los presentes por sus medios y puso toda la carne en el asador desde el primer instante, aquello cogió por sorpresa a su contendiente llevándolo a estar a punto de perder en un primer instante. Realmente el pielverde estaba viendo como la situación se escapaba de su control, ver como aquella canija ponía su hombría en entredicho le hizo tratar de recomponer su guardia a marchas forzadas, pero al parecer la pequeña replicante no iba a ponérselo tan fácil. El resto de parroquianos empezaron a volverse sorprendidos ante semejante contienda, el gigantón estaba teniendo que sudar la gota gorda para recuperar todo lo que había perdido al punto de que algunos empezaran a plantearse que fuera posible su derrota, por ello los gritos desmedidos para hacer correr las apuestas antes de que la batalla finalizara irrumpieron de manera apresurada apenas dando tiempo al tabernero a anotarlos en su tablón de pizarra.

    Los minutos transcurrieron hasta que finalmente las fuerzas de Egres flaquearon, su rival no dudó en aprovechar la ventaja y con un fuerte envite pudo alzarse de una vez por todas con la victoria. La exploradora contuvo su grito de dolor, en verdad sus articulaciones se encontraban entumecidas por el esfuerzo y apenas sintió el golpe. Derrotada se dio la vuelta con el amargo sabor de la derrota en su paladar. Fue entonces cuando pudo sentir como alguien la tomaba por el hombro para hacer que se girase en redondo.

    -Eh, canija ¿A dónde crees que vas? Después de semejante demostración no pretenderás privarme de invitarte a una ronda.- Y entonces, por primera vez desde que se sentaron el semiorco sonrió mostrando una dura empalizada de colmillos y piños desordenados. -Te has ganado el respeto de Urgat, así que ahora Urgat tiene que invitarte, ya tendrás más tarde tiempo de seguir con el resto de las pruebas junto a los demás novatos ¿Cómo dijiste que te llamabas pequeña?-

    Egres se quedó sorprendida ante aquella respuesta, no esperaba sentir aquella hermandad tan pronto y menos de un semiorco, pero de inmediato recobró la confianza en si misma y respondo con el pecho henchido de orgullo. -Egres, exploradora de las tierras de Breyt.-

    -Muy bien entonces, Egres de Breyt, toma asiento y recupera las fuerzas, tu día no ha hecho más que empezar y necesitarás fuerzas.-

  2.1.2 Arquería

    Poder reconciliarse con su rival la permitió relajarse para encarar la siguiente prueba, el tiro con arco. Quizás la prueba en la que mejor resultado esperaba obtener, pues era su principal arma cuando no recurría al cambio de forma, las cosas eran sencillas, una diana y cinco flechas. No pensaba volvérsela a jugar, allí no estaban para lucirse, ahora se trataba de demostrar de lo que eran capaces y no quería fallar, menos después de haber visto como la había dejado eso de cara al resto. Así que sin más dilación tomó las flechas una por una, apuntó y disparó.

    Las cinco flechas salieron disparadas y fueron justo a donde Egres deseó, cinco aciertos innegables, llegando a dar a la diana con uno de ellos. Al fin había logrado redimirse por el torneo. Recogió su arco y regresó a realizar la siguiente prueba.

  2.1.3 Sumo orco:

    Al parecer la siguiente prueba era una nueva demostración de fuerza bruta, solo que ahora un tanto distinta. Había oído hablar de aquel tipo de lucha anteriormente, era un entrenamiento muy repetido entre los soldados con pequeñas variantes, un recinto, dos contendientes y ganaba el primero que lograse sacar al otro, todo estaba permitido. Algunos de sus compañeros habían participado ya, entre ellos el gigantón y uno de los soldados, ambos habían sabido lidiar con los salvajes. Pero cuando llegó el turno de la que llamaban Frida observo como aquel abusón la sacaba del ring sin miramientos entre las burlas y risas del resto.

    Fue entonces cuando Egres tuvo bien claro contra quien deseaba batirse. De entre aquel grupo de orcos fue directa al grandullón que había lanzado como a una muñeca de trapo a la nigromante, aún conservaba la sonrisa estúpida por su logro.

    -Oye tú, grandullón, si tan fuerte te crees porque no tratas de repetir lo mismo conmigo.- El orco parecía incrédulo de que aquella mocosa se estuviera refiriendo a él y con un gesto despectivo trato de ignorar su provocación haciendo referencia a que había visto heces de mayor tamaño y con más color que ella en las letrinas provocando una nueva ronda de carcajadas entre sus congéneres. -Vaya, pues quién me iba a decir que hoy vería al primer orco con pelotas más pequeñas que un gnomo.- Responder aquella frase en la lengua orca cortó de golpe las risas haciendo que el orco se parase de golpe y se girase con un brillo homicida reflejado en sus ojos. -¿Qué pasa, te da miedo que les muestre al resto que tengo razón? Si tanto te molesta que eso pueda ser cierto porque no vienes al ring a cerrarme la boca.- Sentenció en común para seguidamente dar la espalda a aquella bestia hasta situarse en la zona preparada para la prueba.

    Todos parecían expectantes ante el inminente combate incrédulos de que la replicante tuviera oportunidad alguna ante la bestia sedienta de sangre que la había seguido hasta allí. Se cruzaron las miradas y sin perder el tiempo el orco cargó con el salvajismo propio de su raza. Egres sonrió, tenía a su rival justo donde quería, pronunció una palabra y en un momento había doblado su tamaño llegando a superar el de su contrincante, cuando este quiso detener su carga era demasiado tarde. La exploradora lo tomó por las caderas y aprovechando la inercia proyectó por los aires a su rival sin demostrar compasión alguna. No soportaba a los abusones y menos cuando estos eran brutos cortos de sesera, la prueba había concluido y siguió al resto en busca de la siguiente parte de su preparación.

  2.1.4 Tirar latas:

    De nuevo una prueba para medir sus capacidades de ataque a distancia, solo que ahora se trataba de algo un poco menos directo que el arco ya que debían de derribar latas a pedradas. Egres no entendía muy bien la utilidad de aquello y esa prueba le resultó un tanto ridícula, pero viendo el escenario comenzó a sospechar que podría haber gato encerrado. Un segundo vistazo revelaba que el objetivo no podía ser alcanzado con un simple lanzamiento, la lata estaba puesta de tal manera que solo un lanzamiento con efecto desde un punto determinado podría asegurar el éxito. Sonrió en silencio, los instructores habían sabido jugar con ellos para que se confiasen, pero al menos ella había logrado superar su pequeña trampa. Tomó la piedra y busco la posición propicia, un solo lanzamiento fue suficiente para alzarse con el éxito y poder seguir con la siguiente ronda de pruebas

2.1.4 Latas

Esto sí que es dar la lata, pensó con renovado fastidio el luchador al saber en qué consistía la siguiente prueba. Miró con hastío al árbol y buscó con la mirada donde podría asomar alguna porción de lata para poder ser apedreada con garantías. No obstante Ishram no halló evidencia alguna de existencia de lata alguna.

- Así que es un acto de fe. Debo creer que hay latas en algunas partes de ese frondoso árbol y derribarlas, aunque no las vea - se dijo realizando un leve asentimiento de cabeza, entendiendo su situación aunque no le agradaba en absoluto. Y toda esa gente de alrededor, mirones innecesarios, montando bulla y desconcentrando.

Pensemos que son parte de la prueba, dificultándola, tuvo que mentalizarse. Tras arrugar el entrecejo, el luchador escupió con desgana, evidenciando lo que pensaba de la prueba. Advirtió que su saliva había caído junto a una piedra del suelo que recogió. Sea, pues con esta.

Miró con detenimiento un rato más y se imaginó tras qué concentraciones de hojas podrían estar ocultas latas. Lo mismo da, se dijo mientras fijó su mirada en un cúmulo de hojas y con rabiosa fuerza lanzó la piedra a aquel lugar. El resonante y claro sonido metálico fue lo primero en oírse, el brillo de la lata al salir despedido por un lado de los arbustos le siguió y el ruido sonoro del rebote del latón contra el suelo lo último, junto a los aplausos y bullicio de los congregados.

El mercenario, abandonando el lugar, sonrió ante su fortuna, aunque no le dio especial importancia: solo era un juego. Esperaba que esa suerte se mantuviera en una lucha de verdad.

2.2: Pruebas de juegos de taberna.

¡La primera ronda de pruebas estaba completada y la segunda comenzaba! Y eso a Frida le ponía de buen humor, porque al menos en su caso habían sido un desastre. Pero claro, no se le podía pedir a una chica con cero experiencia en cosas marciales obtener el mismo rendimiento que un guerrero entrenado desde niño. ¡Pero eso quedaba atrás! Y la nueva ronda de pruebas era mucho más prometedora para la joven, ya que en la mayoría de pruebas no había que abusar de la fuerza física. ¡Y con eso le valía para estar muchísimo más animada!

2.2.1: Relato.

La primera prueba consistía en narrar un relato, como si fueras un bardo de aquellos que se detenían en las tabernas a cantar y contar cuentos a la gente a cambio de unas monedas. Frida se quedó pensativa un rato. Ella nunca había hecho de cuentacuentos y todos los bardos que se había encontrado dejaban de contar historias en cuanto la veían para recitarle poemas de amor o cantar canciones que alababan su aspecto, así que historias que contar sólo conocía las que le contaban sus padres a la hora de irse a dormir. Y el cuento de “Huesito, el esqueleto feliz, y sus amigos se van de excursión” no es que fuera muy apropiado para una prueba tan importante.

Y entonces, rebuscando en su memoria, fue cuando lo encontró. El recuerdo perfecto de la historia perfecta para contar al público en aquella competición. Con una encantadora sonrisa, Frida se dirigió al lugar designado para los participantes de aquella prueba y, tras carraspear ceremoniosamente, comenzó.

 -Damas y caballeros, la historia que voy a contarles me la transmitió un artista del entretenimiento hace mucho, cuando yo no era más que una niña. Todo comenzó una tarde de otoño. Yo tenía ocho años y me encontraba jugando al escondite con mi padre y varios de sus zombis más espabilados en el bosque que albergaba nuestro hogar. No era la primera vez que nos entreteníamos con aquel juego ni tampoco sería la última, pero aquel día fue diferente a los demás por un pequeño detalle. Yo estaba muy concentrada en encontrar el escondite perfecto, deseando escapar de la aguda mirada de mi padre el mayor tiempo posible para así ganar el juego y no acabar de buscadora en el turno siguiente. Tan concentrada estaba en buscar un buen lugar donde ocultarme, que para cuando fui consciente del lugar en el que me encontraba, ya me había perdido.

 El cielo comenzaba a teñirse de naranja por el atardecer mientras yo recorría el bosque frenéticamente tratando de buscar a mi familia. Sin embargo, en mi loca carrera lo único que conseguí fue perderme aún más. Cuando en una de mis vueltas conseguí encontrar un camino, tanto el propio sendero como el paisaje que lo rodeaba no me sonaban de nada. Recuerdo perfectamente que pensé que no iba a volver a mi casa jamás, que moriría de hambre, sed o frío y que para cuando mis padres me encontraran, no quedaría de mí ni el esqueleto para ser reanimado. Y como haría cualquier niño de esa edad en la misma situación, me puse a llorar a lágrima viva.

La joven hizo una pequeña pausa para ordenar sus recuerdos mientras iba a donde Tok para pedirle que fuera a buscarle algo de agua. Luego regresó al sitio del cuentacuentos y continuó:

 -Y entonces fue cuando él apareció. Si no hubiera estado tan ocupada llorando, le habría oído acercarse a mí con toda claridad, pero como no fue ese el caso, para cuando quise darme cuenta de que tenía compañía, él ya estaba delante de mí, agachado y mirándome con preocupación. Nada más verle se me cortó el llanto de golpe. ¡Y no era para menos! Aquel hombre era la cosa más rara que yo había visto en mi vida. Tenía la cara blanca como la leche, decorada con unos pequeños dibujos rojos alrededor de los ojos y con una gran y cómica sonrisa de color violeta pintada en la boca. Sus ojos eran de un profundo color aguamarina y tenía su rubio cabello atado y decorado con un tocado con grandes plumas. El traje que llevaba… No era un traje, era una mezcla de telas y colores puestos al azar sobre su cuerpo. Llevaba además un pequeño hatillo sobre el hombro y en sus botas se podía ver acumulado el polvo del camino.

 “¿Qué te pasa pequeña? ¿Por qué lloras?” Su voz sonaba preocupada y graciosa a la vez. Yo me quedé mirándole en silencio unos instantes hasta que le respondí entre hipidos que me había perdido. El hombre entonces sonrió y sacó un enorme pañuelo rosa con topos blancos con el que me limpió las lágrimas. “Vamos, vamos, no hay por qué llorar por eso pequeña. Por mucho que te hayas perdido, siempre puedes volver a encontrarte.” Casi me hizo reír con aquel comentario y al ver mi sonrisa, guardó el pañuelo y me saludó con una exagerada reverencia que hizo que las plumas de su tocado rozaran el suelo. “Deja que me presente, soy Vincenzo Biancarella, también conocido como Enzo el multicolor, Rey de Bufones y Bufón de Reyes.” A medida que aquel personaje hablaba yo me iba tranquilizando, olvidándome de lo lejos que estaba de mi hogar y de mi familia.

 Enzo se puso a mirar a nuestro alrededor, haciendo gestos exagerados que parodiaban a los que haría un explorador. “Bueno, aún queda mucho día por delante. Vamos pequeña, vamos a buscar tu casa.” Yo asentí y me fui con él a recorrer el camino en busca de mi hogar y mi familia. Mientras recorríamos el sendero, Enzo se encargó de contar chistes y chascarrillos que me hicieron reír más de una vez. Y al reírme, la preocupación de morir de hambre en el bosque se alejaba cada vez más. Al darse cuenta de lo animada que estaba, me dijo “Eso está mucho mejor. Los niños y niñas no deberían llorar nunca, sólo reír. Además, llorar mucho te arruga la cara como una pasa. Parecerías una abuelita triste.” Entonces puso cara de abuelita triste y yo volví a reír con ganas, diciéndole lo feo que estaba así. “¿De verdad? Ah, pero eso no es nada comparado con la mujer más fea del mundo. ¿Conoces su historia?”

Frida hizo otra pausa ya que Tok había regresado con un cuero lleno de agua. La joven bebió unos buenos tragos antes de continuar con la parte de su relato que contenía precísamente el relato que quería contar.

 -Yo negué con la cabeza. Nunca había oído una historia sobre una mujer fea, mucho menos la más fea del mundo. “Pues verás pequeña, en una cueva en la falda de una montaña, vivía una mujer. Una mujer como tu mamá o como la frutera del mercado, pero con una pequeña diferencia. Era fea. No fea de tener un diente salido o un lunar peludo, no. Fea de verdad. Tan espantosa que nadie quería mirarla. Tan horrorosa que incluso el sol se escondía aterrado en cuando asomaba fuera de su hogar. Por eso ella dormía de día y vivía de noche, para no dejar el mundo a oscuras. Sólo tenía la compañía de las estrellas, porque como todo el mundo sabe, las estrellas son ciegas y a ellas no les importa la fealdad. Pero aunque no pueden ver, pequeña, las estrellas tienen un oído excelente. Por eso la gente siempre les pide deseos.” Entonces me señaló al cielo, donde el ocaso permitía ver la estrella de la tarde, la primera que se despierta al llegar la noche.

 “Las más poderosas son la Estrella Vespertina y el Lucero del Alba, la primera estrella en aparecer y la última en desaparecer. Si les pides algo, siempre te escuchan y siempre te lo conceden. Y nuestra protagonista lo sabía y por eso, todas las mañanas, antes retirarse a dormir, rezaba al Lucero del Alba, pidiéndole que pintara belleza en sus mejillas.” Miré aquella estrella fijamente mientras Enzo me hablaba sobre su poder. Y recuerdo que entonces junté las manos y le pedí a la Estrella de la Tarde que por favor me llevara a casa. Mientras yo rezaba en silencio, mi compañero de viaje sacó una lámpara de aceite de su hatillo y la encendió para que pudiéramos ver el camino que recorríamos.

 “Y así vivía ella todos sus días. No se atrevía a salir de entre las sombras de día y por la noche vagaba siempre sola. Porque nadie quería acercarse a una mujer tan fea. Los animales la miraban con miedo y los hombres jamás se acercaban al lugar donde ella vivía. Porque verás pequeña, al hombre, como a cualquier raza “civilizada” le gusta rodearse de cosas hermosas. Y ella… Ella simplemente no tenía belleza.” Yo recuerdo que me puse muy triste por aquella mujer del cuento. Estar sola era algo que no me gustaba, así que no quería ni imaginarme lo malo que debía ser pasar sola toda tu vida con la excepción de la luz de las estrellas. Enzo al ver la tristeza de mi cara, me sonrió diciendo “Pero el cuento no acaba aquí, pequeña. Había alguien que sí quería mirarla. Todas las noches iba a observarla, escondido entre la maleza, temeroso de que al verle, ella se asustara y pensara que quería matarla por su fealdad. Y cuando la escuchaba rezar al Lucero del Alba, él también rezaba. Por favor, Lucero del Alba, arroja tu luz sobre el rostro de mi amada. Hazle saber que no está sola.”

 Miré al bufón con los ojos muy abiertos. Y le pregunté que qué pasó después. “¿Qué crees que pasó pequeña? La estrella les escuchó. Y quería brillar con fuerza, iluminando a la pobre mujer y calentando su pecho, donde su vida latía. Pero no hacía falta que la estrella brillara sobre ella. Porque su amado la miraba con los ojos del corazón. Y vista con el corazón, ella era hermosa.”

 Cuando terminó de relatar aquello, empecé a oír las voces de mis padres saliendo del bosque, llamándome a gritos. Automáticamente les contesté gritando también, olvidándome por unos instantes del bufón que me había acompañado y de sus cuentos y sus chistes. Sólo pensaba en volver a ver a mis padres y abrazarlos con todas mis fuerzas para no volver a separarme de ellos jamás. Y por supuesto, al oírme ellos también empezaron a correr hacia donde me encontraba y no tardamos en reunirnos. Ellos me estrecharon entre sus brazos y yo les estrujé mientras lloraba aliviada por haberlos encontrado.

Otra pausa para beber un poco más. Por suerte ya estaba llegando al final de su relato.

 -No me regañaron por haberme alejado tanto, eso ya vendría después, cuando el susto ya hubiera quedado bien olvidado. En aquel momento sólo estaban contentos y aliviados por tenerme junto a ellos. Y cuando me dijeron que ya era hora de regresar a casa, yo les dije que esperaran que quería presentarles al hombre que me había ayudado a encontrarles. Pero cuando me di la vuelta, Enzo ya se había ido. Mis padres no le dieron mayor importancia, pensaron que me había inventado un amigo imaginario para no tener miedo y no me creyeron por mucho que yo se lo expliqué. Nunca volví a encontrarme con Enzo el multicolor, Rey de Bufones y Bufón de Reyes. Pero jamás olvidé la historia que me contó. Y tal y como él me la relató, hoy la he compartido con todos ustedes.

Con la voz agotada de tanto narrar, Frida se retiró para beber más agua junto a su fiel Tok. Estaba cansada, pero feliz. Y aunque no ganara aquella prueba, le daba igual. Acordarse de aquella anécdota había servido para alegrarle el resto del día.

2.1 Pruebas Marciales

       Esperando, estaba el sargento alado de la arena que esta vacia esperando a que aparecieran los de la lista de apuntados, para una primera evaluacion en el patio para albergar las contiendas  y combates mas fieros. En un circulo de arena perfecto delimitado por unas vallas que impiden que los combatientes se salgan de ella, y a la vez proteger y ofrecer las mejores vistas a los aficionados a la sangre y la competicion mas dura. A estas pruebas no se apunta cualquiera, sino los mas valientes y bravos guerreros, desde barbaros de las montañas, a gnomos con ballestas repetidoras.

      Un encargado abre el cerco y invita a pasar -Vosotros sois los primeros , teneis el honor de estrenar la pista asi que ofrecer un buen espectaculo!! -    Entonces lady Brightblade espera a que varios de sus colegas tomen turno para reconocer sus habilidades y en cierto momento ella tambien participa en silencio, simplemente levanta la mano y sin dejarse intimidar por el fiero soldado comienza por la competencia de pulsos, haciendo tiradas opuestas de fuerza contra el soldado entrenador, a quien solamente después de la cuarta intentona vence cláramente con el apoyo de su joven escudero Pércival

      - Ha sido un honor enfrentarle en esta contienda soldado, espero no haberle lastimado porque necesitamos su brazo sano ante nuestros enemigos -     Tras un éxito en la primer prueba la joven paladín se dio tiempo para concentrarse en la segunda prueba, ya que la arquería no la consideraba su especialidad, sin embargo atinó el primer, cuarto y quinto tiro, dejando el segundo y el tercero muy cerca de la diana, lo que no le satisfació, pero tampoco le avergonzó

      - Espero poder mejorar esta habilidad con el tiempo -     Entonces de manera honorable y sin ninguna arma o hechizo mágico la bella semielfa se descubrió de su armadura para no tener dificultades para moverse, esquivar el pimer intento del sumo orco por sujetrla solo para aprovechar su impulso y poder proyectarle con movimientos parecidos al aikido contra el suelo donde le mantuvo hasta que se rindió avergonzado ante el apoyo popular de los presentes, pero sin burlarse la semielfa le tendió la mano al orco para que se levantara del suelo, antes de susurrarle en su lengua nativa:

       - Ha sido una contienda y victoria justas, pero espero siempre combatir de tu lado y no contra ti amigo! -     Así que finalmente Samara se da un tiempo y se vuelve a concentrar para prepararse para la última tarea para tirar latas de las remas de un arbol, que tras un momento se da cuenta que el truco podría estar en el angulo de tiro, de maner que sin acercarse gira alredor del blanco para tener un tiro limpio que realiza tras un momento para medir la distancia, pero falla en su segundo intento de golpear a la misma lata dos veces, pero tras un momento se incorpora levantando la mano para recibir las palmas y el clamos de los presentes

       - Bueno, creo que con una vez basta señores, supongo que ha sido todo por el momento ... continuaré con las otras pruebas tars un descanso, ma ayudas por favor Percival?  

4 Tirar latas ramas de arboles con piedras: Se lanzan piedras a 40 pies ca 18 y cobertura 40%. Si exito en una tirada de percepcion dc 15 se da vueltas alrededor del arbol y se encuentra una via clara ca 14 y cobertura 30% hasta conseguirlo. el numero de intentos determinara la calidad

2.2.2: Cartas o dados.

La segunda prueba de la ronda era algo más técnico y menos prosaico, ¡jugar a los dados! O a las cartas, lo que eligiera el aspirante. Ella prefería los dados, le gustaba mucho más la rapidez con la que se desenvolvían las tiradas de dados frente a las largas y silenciosas partidas de cartas.

A paso ligero, Frida se dirigió a la mesa donde aguardaba el jugador al que se iba a enfrentar y sacó su bolsa de dinero. Había que apostar con dinero de verdad y con el riesgo real de perderlo durante la prueba, por lo que la joven nigromante no quería arriesgarse demasiado.

 -Apuesto 50 piezas de oro.

Si ganaba, estupendo y si perdía… Bueno, no sería tan grave la cosa. Llena de confianza, Frida Drachenfels cogió los dados y los arrojó a la mesa de madera. La competición empezó más o menos igualada, con los dados dejándose llevar únicamente por el azar. Sin embargo, Frida supo emplear su habilidad distrayendo al rival para obtener algo de ventaja en la competición. Desgraciadamente para la joven, su rival se dio cuenta y contraatacó empleando un movimiento de muñeca que hacía que los dados cayeran siempre en una posición favorable para él.

Al final la pobre nigromante acabó perdiendo la prueba y el dinero que había apostado. Bueno, al menos eran sólo 50 piezas de oro. Podría vivir muy bien sin ellas.

2.2.3: Lanzamiento de objetos.

¡Tercera prueba de aquella ronda! Y era… ¿Otra demostración de fuerza? ¿Es que no había habido suficientes con toda la ronda entera de pruebas marciales? Estaba claro que aquello estaba hecho para que las señoritas delicadas como ella no pudieran ganar nada.

Con el ceño fruncido Frida se acercó al lugar del lanzamiento. Miró entre los objetos disponibles y al final escogió una especie de talla de madera en forma de bellota. Agarró el objeto con fuerza y concentró toda su rabia en el lanzamiento. ¡Y al parecer fue una buena estrategia, ya que la bellota de madera llegó bastante lejos! No era una distancia asombrosa, pero para una chica como ella, de músculos débiles, era una proeza. La joven no pudo evitar dar un saltito de alegría antes de ir hacia la siguiente prueba. Ojalá la buena racha le durase.

2.2.4: Ajedrez enano.

La cuarta prueba daba comienzo y Frida se sentía capaz de derrotar a cualquiera. Especialmente cuando era a un juego como el ajedrez. Lo primero fue elegir cara o cruz en una moneda.

 -¡Yo elijo cara!

Cuando salió cara en la moneda, Frida aplaudió alegre. Había ganado, así que le tocaban los enanos. Con el tablero ya dispuesto, la partida empezó. Su contrincante, un enano de larga barba gris, tenía toda la pinta de ser un experto en ajedrez. Pero la joven nigromante no pensaba dejarse avasallar por el docto aspecto de su rival. Este juego era para alguien que trabajaba con la mente, como ella.

Frida movió la primera, tal como estipulaban las reglas, y el duelo de estrategias comenzó. Aquel enano barbudo era sin duda un rival duro y de haberle dado la oportunidad de jugar con las piezas blancas, sin duda la habría machacado. Porque tener el primer movimiento a tu favor era la diferencia entre ganar y perder. Tras una dura batalla llena de altibajos, cuando sólo quedaban unas pocas piezas en pie en el tablero, Frida declaró triunfante:

 -Jaque mate.

El enano miró incrédulo al tablero, pero acabó por reconocer su derrota. La joven se levantó del asiento de un salto. ¡Había ganado! ¡Se sentía en la cima del mundo en ese momento! Y lo mejor era que sólo quedaba una prueba más para acabar la ronda. ¡Y a por ella que se iba de cabeza!

2.2.5: Beber.

Y por fin llegó el momento de participar en la quinta y última prueba de aquella ronda. Frida esperó expectante a que le dijeran de que trataba, pero sólo veía a gente con jarras de cerveza yendo de un lado para otro. ¿Es que no había quinta prueba y estaban celebrando ya? Entonces, cuando le dijeron que podía empezar cuando quisiera, la joven nigromante cayó en la cuenta de que la última prueba iba sobre beber cerveza.

Buf… Con lo poco que le gustaba el alcohol. Su padre siempre le había dicho que no se podía ser un nigromante decente si uno estaba borracho como una cuba, ¡y ella quería ser una nigromante decente! Pero también quería superar todas las pruebas, así que… Nada, que sobre las cobardes nada se escribía. Llena de valor, Frida se llevó la primera jarra a los labios, empezando a beber la cerveza a grandes tragos.

La primera jarra pasó bastante bien y cuando Frida terminó de beber, ¡le lanzaron un puñetazo sin previo aviso! Poco faltó para que la tiraran de la silla.

 -¡Así no se trata a una dama!

Vaya con la prueba… ¿De verdad habrían pensado en las jóvenes delicadas cuando la planificaron? Con el ceño fruncido, la joven fue a por la segunda jarra. El alcohol empezaba a hacerle efecto, ya que el segundo puñetazo la hizo bambolearse aún más en el sitio.

 -¡Ya vale! Esta prueba no me gusta nada…

¡Debería haber hecho que Tok participara! Pero claro, él era un esqueleto, a él se le caería toda la cerveza por el hueco del costillar… ¡Al cuerno, ya que había empezado la terminaría! Sin embargo, las tres siguientes jarras entraron con más esfuerzo ya que el nivel de alcohol de su cuerpo empezaba a ser muy superior a lo que ella podía aguantar. Entre eso y los tres puñetazos que le vinieron encima, los cuales consiguieron hacerla perder el equilibrio todas las veces… La pobre Frida había acabado para el arrastre.

Machacada y borracha, fue ayudada por su fiel Tok para ponerse en pie. No podía caminar bien y tenía el hombro hinchado por culpa de los puñetazos. Con la mejor cara de enfado que podía poner debido a su estado de embriaguez, Frida señaló a la gente que la rodeaba, tanto los que servían la cerveza como los que la habían sacudido como a una estera.

 -Ssshoish unosh idiotash todddosh. Menosh Tok. Él es el mássh guapo y el massh bueno de todossh.

De haber podido, el esqueleto habría suspirado. Dichoso alcohol, nunca traía nada bueno. Cogiendo a su ama en brazos, se la llevó a que descansara en un lugar tranquilo. ¡Menos mal que la prueba ya había acabado, dando por finalizada la segunda ronda para Frida Drachenfels!

Me llamo Lionel y soy un prácticante de la forma de arte más sutil, la ilusión, capaz de elevar los sentidos o hacerte caer en el mayor de las parálisis.

Pulsos

Esta prueba no es para nada de mi estilo pero rendirse sería poco profesional asi que de momento tengo que apechugar.

Arquería

Mi confianza aumenta al coger el arco entre mis dedos, apenas lo uso pero me recuerda a mi infancia tirando contra blancos hechos de paja, ese recuerdo me lleva a dar dos buenos impactos, pero enseguida el exceso de confianza me hace tensar demasiado la cuerda y pasarme de largo, otra vez será.

Sumo orco

En serio quien diseña estas pruebas? No sólo lo físico es importante, hay más cualidades, pienso mientras el otro bruto me hace rodar por el suelo, mi orgullo está más herido que mis ropas, pero al fin y al cabo reconozco cuando me han derrotado limpiamente.

Tirar ramas

Que prueba más pintoresca, mi aguda vista me permite dar con el mejor puesto de tiro y romper la rama limpiamente.

Una prueba de lo más pintoresca,

Relato pendiente de tener más tiempo

Cartas Hola compañeros, aquí van mis 50 mo, veamos esas cartas... vaya estos tipos saben jugar muy bien. Será mejor que me aleje antes de que me desplumen.

Lanzamiento.

Cojo lo primero a mano, que resulta ser una jarra, estiro el brazo y lo lanzo con todas mis fuerzas, el resultado es del todo decepcionante.

Ajedrez

Que actividad tan relajante, disfrutaré colocando piezas y preparando movimientos, creo que me he relajado demasiado, tengo que espabilar, se supone que mi mente es afilada por los dioses!

Beber

Creo que mi habilidad atlética ya ha quedado demasiado mermada, mejor me alejo de la bebida antes de caer en el ridículo.