Partida Rol por web

Con un gemido de cansancio me levanté como pude  y guardé la espada en su vaina para comprobar el mecanismo de mi fusil de caza y su munición. Estaba más acostumbrado a los trabajos rápidos. Un par de tajos o un disparo y a otro planeta... Y a no recibir tantas órdenes.

-Listo.- Dije quedamente.

El minero no parecía querer levantarse del sitio donde se había acurrucado, pero cuando conseguisteis que lo hiciera temblaba y estaba ansioso por salir de ahí.

Al salir de aquél tramo de túneles y explorar de nuevo el camino principal no detectasteis ninguna nueva amenaza, por suerte la zona cercana al montacargas estaba lo suficientemente iluminada como para ver si algo había cambiado.

Sin embargo, cuando avanzasteis hasta la intersección ocurrió algo extraño, desde el otro extremo del pasillo hubo un destello violaceo que cubrió toda la zona (y provocó que rata retrocediese y chocase contra Reshi). Durante unos instantes pudisteis ver en detalle todo lo que os rodeaba a cierta distancia, aunque tintado de un extraño color morado.
Y entonces se detuvo, al menos en parte, pero desde el fondo del pasillo aún se veía aquella luz, como un foco en la noche, o un solitario rayo de sol a través de una ventana.

La escena había sido increíblemente perturbadora, pero aún quedaba una pequeña sorpresa más, cuando pudisteis tranquilizaros y volver a caminar bajo vuestros pies sonaba un ligero crujido. En el suelo había una ligera capa de sangre que de alguna forma había quedado semicongelada.

Stig arrastraba una pierna. Desde que se había puesto en pie tras la pelea, se había sentido mareado y desorientado. La armadura habrá amortiguado lo peor de los golpes, pero debajo habrá lesiones y morados que cuando se desprenda de su coraza, verán la luz. El dolor no era para dejarle fuera de combate, pero la incomodidad estaba presente.

Tras pasar esa luz junto a ellos sintión una perturbadora sensación. Ya se sentía ni tan confiado ni tan valiente como al principio. - Gente, no sobreviviré a otra pelea como esta. Ni siquiera a una la mitad de ella. Cambió de la espada a la pistola. La comprobó con la disciplina que había aprendido tras multiples ensayos y adistramientos, pero no tenía ni la destreza ni la habilidad de siempre. No estaba en condiciones. - Alkg...  y un traspiés casi le hace caer. Respira e intenta recobrar la compostura y el equilibro. Parece que su orgullo se siente herido, ya que su cuerpo lo está y no le permite ser y actuar como siempre. Seguro que sus ancestro se estarán riendo de él en sus tumbas, pero cuando llegue a los salones de los muertos le estarán esperando por lo que estaba apunto de hacer: - Alguien tendrá que ocupar mi puesto y dejarme algo más cubierto. No estoy en plenas comdiciones. No esperó a nadie ni comentario, se puso tras el resto, desmoronando la formación de cuadrado.

Heinrich puso rodilla al suelo y se quedó en la esquina, cubierto lo máximo posible apuntando hacia el reciente destello, intentó vislumbrar que era lo que les esperaba allí adelante, pero no conseguía nada. Habiendo pasado lo que acababan de pasar, Heinrich pensó en alto para el grupo:

-Chicos, creo que sería bueno que el rata se volviera a la sala donde lo encontramos, con nosotros no va hacer mas que estorbarnos, y hacía nuestras espaldas está todo seguro. Por lo demás, considero que sería oportuno avanzar por parejas y combatir el repliegue. Me explico: una pareja dispara mientras la otra corre retrocediendo, hasta tener posición de tiro y cubre la retirada de la pareja que disparó en primer lugar, y así sucesivamente hasta que no nos quede mas opción que el combate cuerpo a cuerpo. No creo que sobrevivamos, como bien dice Stig, a otra batalla como la anterior. Que decís?

Se pone la mano en el muslo y rápidamente la retira. Como si se estubiera tocando las narices "buscando petroleo" y luego se da cuenta que está en una convencion de Líderes mundiales. No quiría que le vieran flaquear, pero realmente estaba hecho polvo.

Intenta poner energica, pero le sale algo ... "normalita". - Me gusta la idea de coodinar movimiento y fuego. Nos merece más la pena que enfrentarnos a bichos que fisicamente nos sacan ... un palmo.

Hieronymus, apretó los dientes y chasqueó la lengua cuando Stig pasó por detrás de Rata y después a su lado, hacia la retaguardia, dió un paso hacia delante y se colocó junto a Heinrich, al que puso una mano en el hombro, como éste había hecho antes al avanzar por los túneles. Se dió la vuelta y mirando a los ojos a los demás dijo - Reshi, creo que tú eres el que está peor de nosotros, quédate atrás - Stig, haz lo que quieras, quédate a cubierto, protege a Rata o vete a vigilar el ascensor - el tono del arbites se había endurecido, no parecía acostumbrado a que le llevaran la contraria

- Heinrich - y su tono pareció volver a suavizarse - es buena idea evitar el cuerpo a cuerpo, para ello, esta vez iremos más separados, nosotros dos y la retaguardia, así, tendremos más sitio para correr - el tono parecía interrogativo, esperando la opinión del soldado - aún así... - y con un gesto encajó el cuchillo en el bajocañón del rifle de asalto - esperemos que no se nos vuelvan a echar encima.

- A ninguno nos gusta esa luz rosa, así que empecemos por algo más fácil, revisemos las salas a nuestra derecha (E) e izquierda (O). Empecemos por ésta por ejemplo - y señaló hacia la el túnel que se abría hacia el este - Heinrich ¿tú y yo? ¿los demás nos cubren desde aquí?

Heinrich asintió a las palabras de Hierónymus:

-Si, esa es la idea, nosotros dos delante, y ellos dos detrás. Si la cosa se pone fea, ellos disparan y nosotros retrocedemos. Desde que pasemos unos 10 metros por detrás de ellos, nos paramos, disparamos, y ellos corren, y así hasta vernos obligados al cuerpo a cuerpo, pero para esto, es cierto que hace falta ir dejando el camino libre, para no encontrar sorpresas.

Heinrich se puso en pie, aseguró el rifle en su hombro y se colocó en primera posición:

-Vamos, yo voy en cabeza, avancemos despacio, muy despacio.

- Vamos Heinrich, por aqui - dijo Hieronymus - Reshi, detrás de nosotros, cubridnos, como ha dicho Heinrich - dicho esto, empezó a avanzar con paso lento por el túnel este, cada tres o cuatro pasos se detenía por completo y hacía un gesto a Heinrich con la mano, para intentar escuchar, al tiempo que escudriñaban el fondo del túnel. Si esta vez había algo allí, no los cogerían desprevenidos.

Al cruzar los pocos metros de túnel bañados en esa luz rosada hasta la apertura de la derecha casi podíais sentir como si esa luz se pegase a vuestras ropas y a vuestra piel, aunque esa sensación se esfumó en cuanto entrásteis en el pasillo.

Ante vosotros se abría un pasadizo curiosamente bien construido en medio de todos aquellos túneles tan toscamente trabajados. Paredes, suelo y techo estaban cubiertos por placas de plastiacero extremadamente comunes en edificios militares o industriales de importancia en cualquier mundo Imperial.

A ambos lados de ese pasillo se abrían primero sendas aperturas de ventilación, que purificaban apenas un poco el aire de aquella zona reduciendo el terrible hedor de la escombrera. Más adelante el pasillo terminaba en una pared con el omnipresente símbolo del águila imperial y dos puertas, una a cada lado. Pero había algo que no encajaba, que os daba mala espina.

• La puerta de la derecha era una puerta simple de madera accionada por un picaporte, solo que la madera de la puerta estaba astillada, rota, y con marcas de sangre seca en casi toda su extensión y el picaporte había desaparecido. Al no poder cerrarse se encontraba entreabierta, como invitándoos a entrar.
• La puerta de la izquierda era una sólida puerta de acero con varias cerraduras. Parecía en perfecto estado, mucho mejor cuidada que las que habíais visto hasta ahora, salvo por alguna ocasional mancha de sangre seca como en la puerta de madera frente a ella. Sin embargo, al acercaros podéis ver como hay colocadas a presión varias barras de metal contra ella, imposibilitando que se abra.

Tras asegurar mi arma le hice un gesto de asentimiento a Heinrich.

-Vamos. Si no podéis destrabaros dasenvainaré y os ayudaré.- Dije seriamente. Me puse al mismo nivel que el resto de la segunda linea esperando a que los de delnte avanzaran.

Máster,

Creo que ha habido un pequeño problemilla. No se si estabamos hablando del mismo pasillo, tampoco sé en cual pensaban los demás, pero yo me refería al que empieza en N10.

Podemos continuar desde tu último post, pero lo cierto es que nos hemos saltado dos pasillos, uno a derecha (N10) y otro a izquieda (N7).

Si quieres haz un resumen breve de ambos o lo arreglamos con el desarrollo de la escena, en plan:

- Chicos, revisemos los pasillos anteriores por si hubieramos pasado por alto algo interesante...
 

Stig cambión de arma por enésima vez. Pistola en mano vigilaba la retaguardia.

Empezaba a desconfiar de esa lucecita. - Chicos, ¿Qué es esa luz pegajosa? La pierna le dolía, la espalda no era menos y había tenido días mejores. Deseaba terminar pronto, antes de que pronto, algo terminase con él. Tenía intención de pelear, pero cada vez tenía menos intenciones de morir aquí.

Heinrich , al ir en cabeza, examinó las opciones. Escuchó a sus compañeros, y dijo en tono calmado pero tenso:

-Stig, esa luz ahora no nos preocupa, preocuparos de que no venga nada de allí, y estar atentos a disparar hacia aquí.

Luego, tras coger algo de su mochila y dándole un toque a Hieronymus en la mano le dijo:

- Ten esta granada, espera aquí, y si te grito "granada" la tiras dentro. Voy a asomarme un poco y ver lo que hay.

Cuando apenas estás a un metro de la puerta puedes vislumbrar por la rendija abierta parte de una pared salpicada de sangre y vuelves a notar una peste horrenda, como si hubieras abandonado la zona purificada por las rejillas de ventilación.

Conteniendo la respiración te asomas a la habitación esperando encontrarte con lo peor, pero nada te podía haber preparado para aquello. La habitación está completamente adornada con la sangre y vísceras desperdigadas de decenas de cuerpos que forman un gran montón en su centro. Mineros, guardias imperiales... yacen despedazados desordenadamente por la habitación con marcas evidentes de enormes mordiscos y cortes en sus únicas partes reconocibles.

Hieronymus agarró con fuerza la granada de fragmentación de Heinrich, temiendo que se le resbalara de las manos sudorosas y se le cayera al suelo, esperaba no tener que usarla, no sabía si el techo del túnel soportaría una explosión o si la carga del techo reposaba en otra sección de la caverna, al menos, lanzaría la granada dentro de un túnel lateral y la fuerza de la explosión no se extendería por el pasillo principal como por un embudo.

El túnel no ofrecía ninguna cobertura útil, ásí que Hieronymus se limitó a permanecer por detrás de Heinrich, avanzando lateralmente con objeto de ver que había en dicho túnel sin tener que chocar con la espalda del soldado.

Heinrich no pudo soportar aquella visión, al poco de entrar salió casi corriendo de la estancia, a pesar del miedo que movía su cuerpo, alcanzó a avisar a Hierónimus:

-No tires la granda!

Una vez que casi llegó junto a sus otros compañeros, vomitó:

-Demasiado repugnante, para cualquiera. Dadme un momento para recuperarme, ese hedor es insoportable, se mete dentro de ti.

Y volvió a vomitar.

Hieronymus se acercó al soldado que vomitaba junto a una de las paredes del pasillo - ¿Qué has visto? ¿qué hay ahí? ¿¡cadáveres!? - el arbitrador no paraba de mirar hacia la puerta a la que se había asomado Heinrich, esperando que algo se lanzara sobre ellos desde allí.

Sin decidirse a seguir el camino de Heinrich, que tosía por los restos de vómito, decidió en cambio, sin quitarle el ojo a la puerta de madera, acercarse a la puerta barrada del lado norte del pasillo. Quizás pudiera descubrir quién había colocado las barras, si estas tenían alguna marca, o intentar escuchar si había algo al otro lado.

Me puse al otro lado de la puerta a la que se dirigía Hieronnimus con un par de pasos rápidos.

-Cuando digas.- Musito mientras amartillo mi rifle. Prefería no pensar en lo que habían visto mis compañeros mientras pensaba en los horrores que habíamos matado antes. Si aparecen mas de esos tendremos que empezar a retroceder y disparar y la idea no me gustaba mucho.

A pesar de los temores de Hieronymus nada aparece para atacaros desde la sala de la puerta de madera, aunque al acercaros notáis el terrible hedor que desprende esa sala.

De las barras nada descubrís, salvo que son de acero completamente liso y que no pertenecen a esa puerta. La explicación más simple es que alguien quería bloquear la puerta, pero por qué razón, eso no lo sabéis con certeza. A primera impresión no hay ningún ruido que atraviese la puerta, pero si os concentráis os dais cuenta de que podéis escuchar un (extremadamente débil) zumbido; este ruido es continuo, sin pausas, ni tampoco cambia durante el tiempo que permanecéis escuchando. Aunque no podéis asegurarlo, parece posible que ese ruido sea producido por algún tipo de maquinaria en activo.

- Heinrich ¿ya estás mejor? ¿Qué es lo que hay ahí dentro? ¿Quieres que entremos también? - posó una mano sobre el hombro del guardia imperial - si no es así, será mejor que volvamos sobre nuestros pasos* - Entonces recordó algo importante, aunque desconocía quien había puesto las barras de acero, bien los guardias, bien los mutantes, había una forma de saber que había detrás.

- ¡Eh tú! - dijo en voz alta señalando la intersección de túneles, en realidad señalaba a Rata, el viejo minero, que sin duda conocía la escombrera a la perfección - ¡Ven aquí! - Hieronymus se forzó a sonreir, aunque obtuvo sólo una mueca, por una vez no quería parecer amenazador para el pobre hombre. Cuando este llegó junto a Reshi y Heinrich le preguntó qué había habitualmente detrás de la puerta barrada y si dicho bloqueo estaba ahí antes, cuando la mina aún funcionaba.