Partida Rol por web

Miré a Stig alarmado.

-Aunque lo hagas con buena intención, tu y yo deberíamos desarmarnos tambien. te recuerdo que la luz nos impactó. Y eso dejaría al arbitres solo contra lo que venga. Además de que si tratas de quitarme mis armas tendrías un serio problema.- Dije mirándolo fijamente.- Devuélvelas, soldado.

Heinrich se llevó las manos a la cara, tirando el rifle al suelo, cuando el arbitres intentó ponerle una luz en la cara.Mientras se apoyaba contra la pared.

-Ahhhhh, quítame eso de la cara, me hace daño.

Intentaba ocultar sus ojos de los demás, el mismo los había visto en el charco. Aquello no era bueno.

Solo pudisteis verlo un instante antes de que Heinrich retrocediese, pero no teníais duda sobre lo que habíais visto. Los ojos del guardia imperial habían perdido su párpado superior y se habían vuelto de un color amarillo intenso

- Heinrich... - por un momento el arbites no supo que decir. Aún recordaba el punzante dolor que había sentido al mirar a la luz, como un clavo ardiente clavado detrás de cada ojo, la visión borrosa y el lagrimeo incesante hasta que la piedra se había apagado. Se estremeció, quizás sus propios ojos también habían tomado ese aspecto. Deseó poder ver su propio reflejo y comprobarlo.

- Te pondrás bien, tranquilo, cuando salgamos de aqui todo se arreglará, alguien sabrá como hacerlo - dicho esto, le quitó el arma a Stig de las manos y se la devolvió a Heinrich. Le puso la mano enguantada en el hombro y dijo - Vamos, veamos a donde ha escapado esta maldita luz - señaló el surco dejado en el suelo.

Le miró otra vez a los ojos, largamente sin pestañear ante los ojos ofidianos y dijo con el tono serio que empleaba cuando daba órdenes - Andando, tú y yo vamos en cabeza - como dejando la cuestión por zanjada. Miró a Stig severamente, como tentándole a quejarse o a volver a quitarle el arma a Heinrich - ¿preguntas? - y dejó la cuestión en el aire, como dando por hecho que no las habría.

- Dejate de tonerías Reshi. Si se transforma nos pode hacer mucho daño y si hiciera falta para defenderlo taibén. Sonaba duro, pero era real. - Yo tampoco quiero que muera, pero hay que ser realista. Aparta al hombre con el antebrazo, sin que parezca ofensivo, pero con una ferrea mirada. - Además si como ha pasado antes, esto empieza a subir de temperatura o explota como rata, puede ser peór aún. Y sigue quitándole las cosas que puedan hacer daño, tanto a él como a los demás.

Heinrich se relajó un poco al contar con un poco de apoyo, era consciente de la situación, tenía que librar:

-Que yo sepa aquí a todos nos ha dado la luz, y si por precaución es, mejor nos suicidamos colectivamente. Quien te dice que tu no tengas una mutación interna, soldado? -dijo refiriéndose claramente a Stig.- Seguiremos como hasta ahora. Soy un fusil más, y no creo que estemos para prescindir de nadie, el verdadero mal sigue palpable dentro de esta mina, quizá ni salgamos vivos. Y si salimos vivos, yo me someteré a lo que la inquisición me depare.

Hizo una pequeña pausa, mirando a Reshi, a Hieronymus y por último a Stig, con cara amigable a los dos primeros y con gesto serio al último.

-Seguimos y matamos engendros, o nos quedamos aquí pegándonos tiros?. Por que ten claro que no te voy a dejar mi único modo de defenderme.

- No séas tirano. ¿No vés que no están en condiciones el pobre? Un fusil más. Claro, y si le das una patada en el culo también le duele .... no te jode. Hay que cuidar de él. Aún está vivo. Será desgraciado el tipo, le recordaba a los oficiales instructores que le forzaba a uno hasta el límite para que diera más de si, pero este hombre ni era de esos ni el lesionado estaba para que lo forzasen más aún. - Si estubiera en condiciones, el mismo diría que puede y aguantaría su fusil. Hace una pausa. ¿No lo ves, no ves como está?

- Espera, vámos a ver cómo está. Coge por la pechera, al hombre, tras haberlos despojado de las cosas peligrosas. - Que alguien vigile mientras miramos al compañero ... y tras esto, sacude y zarandea energicamente, pero sin violencia, un par de veces, a ver como reacciona. ¿Cómo estás compañero? Repóndeme.

Hieronymus había estado esperando con los dientes apretados a ver la reacción del joven Reshi. Cuando Stig empezó a zarandear a Heinrich, fue demasiado para el veterano. El soldado de Aurora Borealis era un idiota o estaba loco haciendo eso con un compañero. El arbites se echó el rifle al hombro y apuntó a Stig a la cara, a la zona no protegida por la armadura.

- ¡Ya está bien! - dió un paso hacia adelante, la bayoneta junto al cuello se Stig, el cañón del arma a la altura de la boca - ¡Suéltale! ¡Ahora! - dió otro paso más, el soldado retrocedió para evitar que la hoja le atravesara - ¡A ver atontado! No paras de pavonearte de que has visto horrores y mutaciones, manos que caminan solas y toda clase de historias - el arbites se acercó aún más, su bayoneta a escasos dos dedos de la yugular de Stig, que seguía retrocediendo por la sala - no paras de adentrarte tú sólo en habitaciones que a los demás no repugna entrar. ¿Te ha llamado alguien mutante? ¿hereje? Pues quizás lo seas - siguió avanzando, la espalda de Stig alcanzó la pared de la sala y se quedó sitio donde retroceder, el cuchillo a un centímetro de su piel, no protegida ahí por la armadura ni por el casco - yo no sé lo que haces en esas habitaciones, lo que sí sé, es que el soldado Heinrich, cuando han aparecido los demonios, ha disparado contra ellos, no ha huido y no ha disparado contra nosotros, aunque tu granada casi me da, a mí - la punta de la bayoneta tembló un instante casi imperceptiblemente - Heinrich te salvó el culo en el descenso y te lo volvió a salvar cuando se te echó encima un mutante, como a mí Reshi. Quizás sí que eres un traidor, quizás sólo un idiota - las manos del arbites sujetaban con fuerza la empuñadura y el dedo, apoyado en el gatillo, la bocacha a menos de una cuarta de la cara de Stig - pero como vuelvas a amenazar, a desarmar o a zarandear a alguno de nosotros, te juro que lo lamentarás 

- ¿Entendido? - y volvió a emplear el tono que implicaba que no las habría.

- Como dije antes, Heinrich y yo iremos en cabeza, vosotros dos detrás.

- Reshi, si lo ves, aunque sea sólo dudar, rebánale el pescuezo - y aunque relajó el tono y sonrió con una de las comisuras de la boca, añadió - es una orden.

- En marcha - sin embargo, no movió el rifle, que seguió a centímetros de la cara de Stig, esperando a que éste dudara, hiciera el más mínimo gesto amenazante o cuestionara las órdenes.

Al ver el cariz que tomaba la situación, me colgué rápidamente mi fusil de caza al hombro y desenvainé mi monofilo colocándolo con un fluido movimiento en el cuello, sobre la nuez del soldado incongruente.

- Te avisé, soldado, de lo que pasaría si seguías comportándote de esa forma tan extraña. Apártate. Lentamente.- Dije mirándolo fijamente. Sabía que si se daba la necesidad de matar a un compañero, por el bien de la misión, mi hoja no dudaría. Y mi brazo tampoco.- Somos compañeros de armas. Puede que ya estemos todos condenados, o puede que con algo de descanso todo vuelva a la normalidad. Pero hasta entonces no nos queda otra que seguir como hasta ahora. Los 4 juntos. 

Mi mano se deslizó hasta el saco donde guardaba el relicario que todo asesino llevaba encima. En el pequeño saco guardaba los restos de mi primera victima. En momentos de duda, me recordaba el camino a seguir y que jamás debe uno desviarse.

-Ahora apártate.

Heinrich se relajó al mismo tiempo que se ponía tenso. Eran emociones encontradas, pero el saber que estaba mutado, y al mismo tiempo ver como la mayor parte de sus compañeros lo defendía a pesar de ello, no era para menos. Se tomó unos segundos para tomar el control de si mismo, que el soldado Stig debió de interpretar como locura, o mutación incipiente, ya que de repente se vió zarandeado, y todo se precipitó.

El balón estaba en su tejado. Poniendose delante de Stig y hacia sus compañeros, intentó apartar las armas del guardia imperial:

-Calmémonos chicos. El más perjudicado aquí soy yo. MIRAD MIS JODIDOS OJOS!!!!. Entiendo las reacciones, pero no podemos permitirnos esta pérdida de tiempo. Como dije antes, seguramente palmemos aquí dentro, nuestra única opción de hacer nuestro trabajo y salir vivos, es ser una manada "valientes en solitario, solidarios en manada". Tened un poco de sentido común todos.

Tras decir esto. Y viendo que sus compañeros bajaban las armas, se dirigió hacia Reshi e Hierónimus:

-Os lo agradezco, compañeros, pero sed conscientes de que estoy mutado, y no dudéis en matarme si por un momento me vuelvo contra vosotros.

Luego se giró hacia Stig:

-Puede que no te fíes de mi, pero ahora tampoco yo de ti. Seamos buenos guardas y servidores del imperio, dejemos eso a un lado y hagamos nuestro trabajo.

Miré fijamente a Heinrich mientras bajaba la espada lentamente.

-No tienes nada que agradecerme. No lo he echo por ti, si no por el grupo. Del mismo modo que yo espero que me voléis la tapa de los sesos si me pasa a mi, sabed que yo haré lo mismo.- Dije lacónicamente. No me gustaba esta situación, pero somos soldados del emperador, su mano oculta, que trabaja desde las sombras. Cuando me reclutaron ya sabía que no volvería a mi planeta. Sabía que moriría al servicio del inquisidor. Al servicio del imperio. Eso ya era suficiente para mí.

Volví a colocar la espada en mi cinto y agarré con firmeza mi rifle. 

-Cuando todo esto acabe nos tomaremos una ronda de amasec. Invita el jefe.- Dije esbozando una tímida sonrisa a Hieronnimus.

- Andando - dijo Hieronymus, que pareció quiñarle un ojo a Reshi, aunque quizás fuera sólo un parpadeo y se dió la vuelta. Puso la mano sobre la hombrera y Heinrich - busquemos que ha sido de esa maldita piedra y su maldita luz. Parece que ha labrado un túnel para huir como la rata herética que es.

Aparta con el dorso de la mano, el fusil del arbitres, con desdén. No va a disparar. No seas chulo, y que sepas que esta te la guardo valiente. Yo intentado proteger al grupo y al fastidiado "porque no tengo claro si llamarlo herido" y vosotro así, Muchas denadas desgraciados. Estaba resentido. Muy resentido. - Y sin que se repitan el encañonamieto o la amenaza, procura que no esté vivo, ya que tú serás el siguiente muerto. No se te ocurra jamás amenazarme ni encañonarme. Está preparado para saltar sobre el, arrancarle el casco y con la cabeza dentro.

Y yo no he presumido haber visot mutaciones ni cosas raras. Que mal me cae el tipo ese. Ya era algo personal.

Marchaba al lado de resi, pero no porque se lo dijeran, sino, porque estaba detrás del herido y así podría ver si le pasa algo, sea para ayudarle o pasara avisar a los desconsiderados de los compañeros, que en ningún momento han intentado ayudar.

- Tal como yo lo veo, sólo nos quedan dos opciones - señaló Hieronymus contrariado al ver que el túnel estaba cerrado y no había forma de encontrar quien había traído la piedra o de dónde - podemos volver a informar al inquisidor, y por ende al comisario de la guardia o podemos ver como abrir la compuerta barrada que vimos antes - ¿ideas?

Se rasca el mentón y mira en derredor. ¿No nos habemos dejado algún sitio sin mirar? o algo por alto? Comenta en voz alta, como si pensase, pero le escuchan todos. - Algo que tapa una entrada, sea una ... mierda o un muerto... O tal vez el pasillo de abajo, el que tenía los muertos en un cuarto adyacente continúe ... (K18) el pasillo continúa y hay una puerta cerrada justo a su lado. Igual hay que buscar como abrirla.

Heinrich miró dubidativo a sus compañeros, sopesando opciones.

-De ser por mí, revisaría la puerta barrada, intentamos abrirla. Si lo conseguimos bien, y si no, salimos a dar parte de lo aquí acontecido.

- Decidido entonces, volvamos a la puerta barrada - concluyó el arbitrador, no obstante, dirigió una mirada suspicaz hacia el túnel colpasado tras la piedra ahora apagada - creo que hemos acabado con el mal que aqui había, pero no podemos fiarnos de esos bastardos, permaneced atentos, misma formación.

- Reshi, si hay algo recuperable del cuerpo de Rata lo cogeremos al pasar - temiendo que encontrarían un amasijo de sangre y trozos preguntó al joven asesino - ¿lo habrá?

- Viendo que ninguno de estos mutantes parece tener unas manos en condiciones, puede ser que las barras las colocaran los mineros o los soldados para retener a alguien o a algo, andémonos con cuidado - y aunque se dirigía a todos, miró el techo del túnel y luego a Stig - Tratad de no volar la mina sobre nuestras cabezas, recordad que hay toneladas de roca sobre nosotros.