Partida Rol por web

Elo ex-arbites se queda parado, separa ligeramente los pies y adopta una postura estable y relajada mientras observa a los recién llegados. Desconoce si son hostiles o no, pero la nota ya advertía de compañía.

Tras unos instantes, Octus deja caer el petate a su lado y abre ligeramente el abrigo antifragmentación para sacar de un bolsillo interior un paquete de cigarros de Iho. El movimiento es deliveradamente descuidado y permite ver la escopeta recortada colgando de la cadera hasta la mitad del muslo.

Con el cigarro encendido, trata de analizar la situación. Nadie le ha seguido y esta cita solo la debería conocer la Inquisición. En principio y puesto que no empuñan sus armas, la actitud de los recién llegados parece no hostil por lo que el arbites no vio necesidad de ir más allá.

Tan solo limítate a esperar que pase algo...

Se dijo mientras fumaba. La paciencia era una de las mejores virtudes de los arbites, echos a esperar durante horas y horas en vigilancias o guardias interminables.

Te diriges a la estación de metro más cercana y determinas el mejor recorrido para llegar a la plataforma. Un par de trasbordos y luego unos cinco minutos andando. Los vagones van repletos, tu cognomen falso te franquea el paso y los agentes del Administratum no dicen nada a pesar de que sobresales entre la mayoría de monos de trabajo.

En media hora has llegado a la plataforma pero no hay ninguna lanzadera. Hay varios tipos esperando: uno cargado de hierro media cara metálica y la placa del Adeptus Arbites a la vista; por otro lado dos juntos, el primero lleva un chaquetón con todo el aspecto de contener placas de blindaje así como un casco y un rifle automático al hombro, el segundo viste un manto de antifragmentacion de color púrpura con varios simbolos en amarillo intenso y aunque no se le ven armas parece distinguirse una espada bajo el manto.

Hum... vaya, un arbite. Puede que sea nuestro futuro contacto. ¿Te parece que sondeemos un poco el terreno compañero? Le pregunto en voz baja aun lejos del sujeto que espera en el lugar donde nos han dicho que debemos acudir. Nada malo podía salir de una amena conversación, así que me encaminé hacia él con paso suelto y tranquilo. Al llegar hasta su altura saludé al hombre formalmente.

Buenos días agente. Verá, esperábamos una lanzadera en este punto pero nos sorprende no verla ya aquí, porque según creemos llegamos en hora. Miro con gesto preocupado el hueco vacio que hay donde debería estar la lanzadera. Vaya... si se nos ha pasado... ¿Lleva mucho aquí? ¿No habrá visto usted ningún transporte agente? Consulto mi reloj viendo que todavía no había llegado la hora, y me encojo de hombros hacia Victus como diciéndolo “Que se yo…no está”.

Mientras os examináis llega un cuarto individuo. Lleva una chaqueta antifragmentación con unos brazaletes a juego, su pelo rojo está recogido en una coleta y cubriéndole parte de la cara un pañuelo de corte tallariano.

Cuando veo llegar al cuarto sujeto al lugar ya no cabe duda alguna. Lo saludo con una inclinación de la cabeza y planteo la cuestión con franqueza: Bueno, creo que todos hemos sido reunidos aquí por una razón. ¿Verdad? Con calma saco un paquete de tabaco y ofrezco a los presentes dejando que quien lo desee tome una. Yo tomo una varilla y tras encenderla señalo el lugar en un amplio movimiento. En esta plataforma y de forma oficial para un trabajo peculiar. Espero a ver sus reacciones, pues estoy seguro que algunos lo primero que harán será negar absolutamente su relación con ningún trabajo. Sonrío ante esa idea y con la intención de poner las cosas lo más fáciles posibles comento: No voy a señalar que clase de trabajo puede ser, pero necesitamos saber si todos hemos recibido una nota citándonos aquí a la misma hora y señalando que esperásemos compañía. Tras unos segundos con una sonrisa pregunto: ¿Es correcto?

Con un meneo de cabeza rechaza el tabaco que ofrece el recién llegado, pues aun esta fumando lo propio. Ladea la cabeza ligeramente y su prótesis emite un leve zumbido al ir enfocando uno a uno al grupo reunido. Fiándose de su instinto de arbites, aparta la mano de la cadera y deja que el abrigo cubra de nuevo la escopeta.

No se nada de una lanzadera, amigo. Y si, yo también he recibido esa nota, ¿se supone que debemos esperar a una lanzadera?

Mirando al Arbite me encojo de hombros. Mi vista pasa luego por todo el lugar, era un sitio extraño para una reunión, uno de esos que no dejan muchas salidas en caso de una encerrona. No era mala la pregunta del Arbite, poco se sabía por ahora, así que tras observar un poco el sitio comento con un tono un tanto misterioso: A algo tendremos que esperar... Con estas cosas nunca se sabe. Con el pitillo en la comisura de los labios le tiendo la mano al agente y luego al otro sujeto que aun no había dicho mucho. Tarkov. Digo a modo de presentación.

Victus iba un poco más retrasado que Tarcov, y siempre atento a los alrededores, no quería sorpresas esta vez, sin duda ya estaban más curtidos en este tipo de situaciones.
Al comentario del arbite el psiquico respondió, como siempre algo fuera de lugar

-A quién llamas amigo?.....les costaría mucho habernos explicado un poco más en aquella nota encriptada?? si señor.....esto es cada vez peor...debemos ser adivinos para poder atender órdenes...

Al menos tenía cerca a Tarcov, y eso le tranquilizaba, si no estaría con los nervios a flor de piel.

Octus se queda un poco perplejo y mira extrañado al individuo del manto púrpura antifragmentación. Luego encoge los hombros con incertidumbre y dice:

¿Que a quién llamo amigo? A Él, es una forma de hablar...

Dice señalando a Tarkov y reafirmando la obviedad de la pregunta estrechando la mano que el hombre le ofrecía.

¿Qué tío tan raro? Más vale que no se esté quedando conmigo o vamos a tener un par de palabras...

Su cara se vuelve algo más seria, haciendo que las cicatrices entorno a la prótesis se estiren formando delgadas líneas rosada.

Mi nombre es Criptos.

Yuri lentamente se acerca al trío de sujetos cuanto menos tan...inusuales como el mismo,asiente con la cabeza lentamente mirándolos uno a uno con sus felinos ojos del color del ámbar,olfatea un poco cual animal y no siente ningún olor amenazante y la oferta de ¨Paz¨ de uno de ellos al ofrecerle un cigarro no le pasa desapercibida así que coge el cigarro y abre la boca,con un fuerte cierre de su mandíbula dentada arranca la parte de la cabeza de la varilla de LHO y la enciende con su propio mechero.-Gracias..-Es la única palabra que escapa de los labios de Yuri,sigue observando y al parecer el tipo del manto extraño es alguien paranoico y el cara de chapa alguien un tanto desconfiado también...claro que el mismo lo era así que lentamente viendo como  el arbites aparta la mano del arma el saca el pulgar del cinturón y con ello la mano de la funda del machete,Sigue callado estudiando como lo haría un tigre con la comida que va a cazar o un jugador de ajedrez observa los movimientos de su contrincante.

Espera a que se vayan presentando uno a uno y sacando sus propias conjeturas sobre cada uno,al parecer tan solo el del abrigo era alguien colaborador y hasta...simpático como se suele decir.-He recibido un correo que me citaba en este lugar,a esta hora...-Yuri se quita con sumo cuidado la mochila de la espalda y se sienta sobre esta,tras lo cual da una bocanada a la varilla,echa la mano hacía atrás y saca una botella de un bolsillo lateral de la mochila.-...que esperase compañía..-Yuri expulsa el humo y le da un trago al líquido transparente de la botella mientras que los señala con la mano del cigarro.-y viniese armado...-Golpea suavemente la mochila con la botella,tras lo cual se la ofrece al tipo del abrigo¨Tarkov no?¨.-Y bueno...Me llamo Yuri,un placer conocerlos...-Sonríe por pura etiqueta,una sonrisa vacía y macabra,repleta de afilados dientes, la felicidad muere en sus mejillas sin llegar a sus ojos.-tenéis la misma información que yo no?...-Es un hombre con un pasado oscuro como probablemente el resto de los allí presentes...pero el no lo recordaba lo que lo hacía mas oscuro...tanto como la disformidad.

Pues la verdad, eso espero, si no esto va a acabar siendo algo muyyy raro. Jajajaja. Comento contento ante el ofrecimiento del tal Yuri, aceptando la botella y dando un trago moderado, pues una cosa es aceptar su ofrecimiento y otra abusar de su amabilidad. Uhh... ejem -me aclaro la garganta que raspa con la bebida a primera hora de la mañana- vaya, es fuerte. ¿Qué es? Ni Sacra ni Amasec eso está claro, pero tiene un toque robusto. Miro el reloj mientras le paso de vuelta aquella botella y veo que es pronto todavía. Nunca se rechaza un buen trago, nunca se sabe cuándo puede ser el último, ¿Verdad? Le digo al hombre de la botella guiñándole un ojo cómplice.

Observo sus detalles, la ropa aparentemente bastante tecnológica y aquel pañuelo de corte tallariano. O ha viajado mucho en su vida o es nativo, esas cosas son difíciles de saber, lo averiguaré más adelante, puede ser una interesante historia... El silencio estaba presente en el grupo, todos parecían bastante inquietos por los presentes y algunos de ellos estaban claramente desembarazados de sus ropas para tener acceso a sus armas rápidamente, algo habitual en gente de colmena. No me preocupaba mucho pues sabía que era más por seguridad que otra cosa. Quien va a usar un arma no da muestras de ello hasta que ya es demasiado tarde, asi que no le di más vueltas.

Fiuu... que tensión se respira en el ambiente ¿Em? jejeje. Comento con para darle un aire más distraído a la situación. Bueno, tenemos tiempo, ¿Alguien se apunta a una partida de 21/17 para hacer tiempo? Siempre llevaba mi baraja encima y aunque no tenía intención de apostar las cartas siempre rompían la tensión del momento cuando las esperas eran largas. Barajeaba rápidamente para matar el tiempo las cartas entre mis manos, más que nada para mantenerlas ocupadas.

Veis como aparece desde la puerta de la colmena un grupo de trabajadores vestidos con monos de trabajo sucios y cascos abollados. Tras ellos una especie de camión con la caja totalmente plana llena de contenedores de varios tamaños y tres remolques enganchados uno detrás de otro.

El vehículo llega hasta el límite del círculo de luces que marca la zona de aterrizaje del transporte espacial que parece a punto de llegar. Los trabajadores os ignoran, no sabéis si por costumbre o por miedo y se intentan quitar el frío del viento que empieza a soplar dándose palmadas en los brazos y las piernas.

Al momento divisáis por sus gestos un punto de luz que va creciendo de tamaño hasta pareceros demasiado grande para ser una lanzadera. Debéis echaros hacia atrás por el calor de los motores y la corriente de aire que genera. Estos transportes de carga son los caballos de batalla de la atmósfera para llevar la carga y pasajeros, siendo muy extendida su presencia a través del Imperio. Cada módulo de descenso de carga puede variar según el lugar de fabricación, pero casi todos tienen un tamaño brutal, feas cicatrices de fuego y con grandes bahías de carga abierta ocultas en su interior.

Los operarios esperan a que la rampa trasera se abra para entrar y comenzar a sacar palets de mercancía que llevan ruedas en sus bases para permitir una transición rápida.

De alguna manera Octus siempre supo que trabajar para la Inquisición implicaría viajar a otros mundos, pero eso era una cosa y otra muy distinta ver un leviatán de acero desafiando la gravedad mediante los misterios del Dios Máquina, que parecían consistir en quemar miles de galones de promethium. 

Tal vez fuera por el aire recalentado o por los productos químicos de la combustión, Octus no pudo respirar. Aunque en realidad se debía a la ansiedad de dejar los confortables pasillos y túneles de la colmena para ir a un espacio sin techo. Nunca había salido de la colmena, nunca había estado en el espacio abierto y nunca se había sentido tan mal de pensarlo.

¿Tenemos que entrar en esa cosa? 

Dice señalando la nave mientras arrastra su petate hasta lugar a salvo del calor infernal.

Pensaba que estaríamos un tiempo trabajando en la colmena...

-Bueno ya que todos han dicho sus nombres...a mi pueden llamarme Victus Eisen....

Sin mediar palabra alguna más miró a aquellos trabajadores, y seguidamente a aquella nave...eso le gustó, se sentía cómodo dentro de las naves, tantos años dentro de una le hizo acostumbrarse a ese tipo de habitáculos más que a espacios abiertos.

-Bien, prefiero mil veces más estar en el espacio exterior a tener mis pies pisando un sucio planeta...

Sonrrei al oir a mi compañero. En una nave se sentirá mucho más comodo, como en casa. El frio golpeó de golpe el lugar y yo me subí las solapas de la gabardina hacia arriba para protegerme de él. Luego aquel gigantesco aparato penetró en la cubierta lanzando chorros de aire sobre calentado y cargado de olor a ozono gravitación por todas partes. !!Aivaaa!! Digo cuando varias cargas salen volando mientras las cogo a vuelo en un rápido juego de manos y las guardo en el interior de la gabardina. Interesante... mercancías, equipos... Observo como el gigantesco transporte que llega va por así decirlo vomitando su carga y como los afanados trabajadores, similares a hormiguitas lo recogen todo y se lo van llevando.

La pregunta de Octus me hace fijarme en aquello nuevamente. ¿En eso? Pues la verdad no lo sé, las directrices no especificaban nada. Quizás sea conveniente preguntar. Sugiero adelantándome mientras intento no ponerme en la trayectoria de la descarga de la mercancía. Supervisores, los eternos supervisores, siempre estaban cerca vigilando que todo fuera realizado como el Trono mandaba, así que directamente busqué al que se estaba encargando de aquella operación y lo abordé.

Usted, disculpe. Si usted. El sujeto estaba muy entretenido con su placa de datos contando y marcando todo lo que se descargaba, mientras las hormiguitas hacían eficazmente el trabajo. Al parecer le costaba levantar la mirada de su amada placa de datos. ¿Me permite un momento señor?

Yuri sonrío de la misma extraña forma.-Yurinka..O Matarratas como se la suele llamar entre los mundos...-Yuri alza la cabeza para mirar a los ojos al tipo de la gabardina,le había echo recordar esas palabras,por primera vez lo miró a los ojos con sus extraños ojos felinos.-Ojalá todos mis objetivos tuviesen ese optimismo hacía la muerte...-Recibe la botella y le da el mismo un trago a la botella,fuma y la guarda.-Encantado señor Eisen...-Hace una inclinación con la cabeza y observa con paciencia a que la nave comience a aterrizar,la reacción del resto no le pasa desapercibida así que cuando comienzan a hablar empieza a pensar en sus orígenes.-Muchos años en el espacio?o nació en una nave señor Eisen?...todos tenemos gustos..y el mio es que prefiero el tacto de la tierra bajo mis dedos...-Expulsa el humo entre los dientes y prosigue.-Pero he estado en naves algunas veces en mi vida...es algo cuanto menos..divertido.-Observa como Tarkov se acerca a los operarios y mira al arbites.-eres un agente del adeptus no?tu presencia puede que le ayude a conseguir mas información...-Yuri deja caer la sugerencia y sigue fumando distraído...al menos aparentemente.

- Me temo que no te va a ser de ayuda acólito, cuando Tarkov se gira se topa con una figura conocida par él y por la expresión del rostro también para Victus. Es una figura alta de rasgos finos vestida con ropajes blancos de medicae sobre los que se ha colocado (de forma algo incongruente) un abrigo de cuero rojo.

Yuri alzó la vista al tipo que había delante de Tarkov,su mano acarició su cinturón y el cuchillo que en este había oculto.-Buenos días...-Yuri saludo al hombre alzando la mano del cigarro,se lo llevó a los labios y siguió fumando mientras atendía a los ropajes del sujeto.

¿Nos conocemos buen señor? ¿Puedo ayudarlo en algo? Digo sin separar los dientes en plan: "Madre mía que nos pueden oír Jefe". Quizás usted nos podría ayudar, verá, yo y mis compañeros habíamos quedado, si me permite podríamos hablar ahí abajo en un lugar más discreto, señor. Sonrío amablemente intentando mantener el tipo, pues la palabra "ACOLITO" me había sonado como un disparo bolter en un templo. Ruidosa y desveladora, ya que estaba poco acostumbrado a que en lugares públicos se empleara mi rango de oficio para dirigirse a mí.

Claramente con mi maniobra y mis palabras discretas con nuestro jefe directo, pretendía alejarnos un poco de aquel lugar para poder hablar en un lugar más apartado lejos de los trabajadores. Todo el mundo sabe que en una colmena todo son oídos y bocas, y la discreción es primordial. Espero que haya pillado a que me refiero con eso, y podamos hablar en otro lugar. Le hago un gesto de invitación muy respetuoso, que indica una petición para que me acompañe junto al resto de los ahí reunidos.