Partida Rol por web

El pasillo sale del laboratorio y va hacia la escalera.

La escalera ahora mismo es un tobogan, los peldaños se han convertido en una pendiente lisa como el cristal, y cualquier cosa que baje por ahi deslizandose ira a parar a un pozo que hay en el suelo justo al final de las escaleras.

El pozo irradia una fantasmagorica luz verde hacia arriba, reflejos como de agua en las paredes y el techo del pasillo.

Por la Luz de Aman! - Casi gritó - Esos patanes casi te matan! - Miró a su hermano con otros ojos. Por un momento pareció que Riwen estaba preocupada por su hermano. - No debiste haberte arriesgado por mí, hermanito... Vales mucho más que cualquiera de ellos. - Lo que pretendía ser un alago, en realidad no decía mucho. Valer más que un puñado de humanos y enanos inútiles o que unos elfos sin el brillo de Aman en sus almas? Pero quizá el tono era más cariñoso que de costumbre. 

Está bien, Emeldir, prepararé un hechizo de volar. - Dijo mientras examinaba la zona en busca de algo sin decir el qué. 

- ¿Volar?- Dijo reticente. Quizá Emeldir no fuera de "La Cofradía del Puño Cerrado" en cuanto a gastar dinero, pero cuando se trataba de administrar sus fuerzas mágicas era todo un tacaño. En cambio su hermana era una derrochadora. Derrochaba carisma, belleza por los cuatro costados, y poder. Era parte de su encanto, eso estaba claro, pero Emeldir era menos poderoso, tenía menos aguante que ella y, por lo tanto, era más precavido.- Vuela tú y yo levitaré agarrado de tu mano.- Sería maravilloso ir de la mano de su hermana otra vez, como cuando eran pequeños.- Pero cuéntame, Riwen, ¿quién era ese monstruo? Y todas esas cosas. Viales, cofres...todo lo que había allí, ¿no deberíamos echar un vistazo?- Tenía muy claro que su objetivo era recuperar artefacto élficos.

Cierto, hermano, quizá aquí encontremos equipo para poder seguir adelante. Y, con suerte, algo de magia... Ya hablaremos de eso. - Se refería a el monstruo que les había hablado. - No aún. 

Los mellizos magicos saquean el laboratorio bajo la atenta mirada del ser encadenado, que se relame pensando lo ricos y jugosos que parecen esos elfos y el tiempo que hace que no come...
 

Era muy incómodo rebuscar en aquel polvoriento laboratorio sintiéndose observado por esa bestia. Le parecía oírla rumiar palabras ininteligibles y, cuando lo miraba de reojo, veía cómo salivaba por alguna extraña razón.

Qué asco...

Con sus manos enguantadas analizaba lo que por allí había. Para su sorpresa eran objetos muy interesantes.

- Fabuloso, hermana.- Se metió las runas y los pergaminos en uno de los múltiples bolsillos de su túnica y tendió el bastón y la túnica a su hermana pues ella siempre había sido la más fuerte de los dos y podría cargar con más peso.- Habrá que analizarlo todo bien.- Se moría de ganas por estudiar todo aquello con detenimiento. Pero había algo más, un pesado cofre que la imaginación sin barreras de Emeldir imaginaba lleno de cosas interesantes. Puso los brazos en jarras en una pose adorable, copiada de años y años de observar a Riwen y habló.- ¿Cómo nos llevamos esto?- Los dos sabían que no eran mulas de carga enanas. No entendía por qué los demás tardaban tanto. Po rsi acaso tanteó si era capaz de cargarlo.

Si, hemos tenido suerte, parece, pero habrá que ir con cuidado. Recuerda que estos objetos pertenecían a un servidor de la oscuridad. Pueden estar malditos. 

Su hermano estaba entusiasmado, como un niño. Eso le recordó cuando eran pequeños los dos y jugaban juntos. La responsabilidad de crecer aún no había hecho mella en sus almas y eran los perfectos compañeros. 

El cofre lo tendrán que cargar ellos. Supongo que algo han hecho para merecer una parte. Al fin y al cabo, así que damos con el grupo. Debemos ser justos. Ten cuidado, puede haber una trampa. Subamos. 

Dudo que encontremos más combates por hoy, hermanito. Quizá deberíamos salir volando para evitar contratiempos. 

- Volemos pues, Riwen Anathien.

Riwen empezó a concentrarse. Se tomó su tiempo, pues no había prisa alguna y se lanzó el volar. Luego otro a su hermano. 

Ya podían intentar levantar el cofre. 

Intentó concentrar su poder, pero se dio cuenta de que había calculado mal. No tenía suficiente energía mágica acumulada. Y su lanzamiento, además, había fallado estrepitosamente. 

Oh, qué desastre, Emeldir! No podré lanzar más conjuros. Estoy agotada. 

Para Emeldir fue un shock muy grande ver cómo su hermana fallaba estrepitosamente el conjuro. Parecía un pajarillo tratando de volar por primera vez. Hasta se sonrojó y tuvo que apartar el rostro, como si fuera un espectáculo demasiado desagradable y crudo para poder presenciarlo. Para disimular su vergüenza sacó una cuerda de su petate y comenzó a anudar las asas del cofre.

- No te preocupes, hermana. Yo he ahorrado fuerzas para los dos. ¿Tienes algo de cuerda por ahí?- Desvió el tema.Se acercó a Riwen y colocó sus manos enguantadas en los perfectos hombros de su hermana. El tacto del cuero sobre la piel era agradable. Poco a poco la energía mágica del elfo Noldor fue haciendo Riwen más y más ligera. Sus pies comenzaron a elevarse de suelo, como si tan sólo fuera una delicada pluma mecida por la corriente de aire.- Sube hasta arriba y camina ayudándote de las paredes y el techo. Sé que no es lo mismo que volar pero es lo que hay...- ¿Había cierto tono de reproche en el tono del brujo? Jamás Riwen había tenido que soportar semejante indulgencia por parte de su hermano. Siempre era ella la que cuidaba de los dos.- No te preocupes Riwen, nadie sabrá lo que ha pasado...seré una tumba.- Después, tratando de contener la respiración que comenzaba a acelerarse por el esfuerzo, Emeldir hizo lo propio consigo mismo. El fallo de su hermana les había dejado sin la oportunidad de llevar el cofre con sus compañeros. tendrían que encargarse ellos. Comenzó a levitar, y a usar las manos para desplazarse por las paredes, sobrepasando el foso y la escalera-tobogán.

Gracias hermano. - Dijo sonriente mientras su hermano le lanzaba el conjuro. Era extraño, pero le gustaba saber que podía contar con él. Había sido más precavido que ella y había sido acertado. 

No te preocupes, Emeldir, nadie es perfecto. Todos nos equivocamos. He fallado un conjuro. Pero estabas tú para ayudarnos. - Miró al cofre...

No tengo cuerda aquí. La dejé con el caballo, así como los sacos. Pero, casi que prefiero que carguen ellos con él. No han hecho gran cosa hoy. No te parece? - Y sonrió. Su sonrisa era como una luz en la oscuridad.