Partida Rol por web

De la puerta de los calabozos emergen al patio de la fortaleza Emeldir y Leofric, para ver que en medio del patio esta freyna hacha en mano, y en una torre lateral estan Bram, Riwen y Nymrael, buscando refugio de lo que sale de las caballerizas.

El orco muerto que esta delande de la puerta de las caballerizas es atrapado por una mano colosal y llevado dentro a la oscuridad.

se escuchan sonidos de masticacion y deleite... luego un gruñido.

la bestia sale de las caballerizas al patio, Freyna le corta el paso.

Es un podrido troll muuuuuuy grande.

GRUOOOOOORG!!!

Su hermanito y el bardo entraban en escena. No era mal momento, pues necesitaban refuerzos. Lástima que fueran poco duchos en el combate, ya que el aspecto del troll era imponente. La enana corría un serio peligro. Pero el que estuviera podrido, le llamó mucho la atención. Si era un muerto viviente, quería saber si iba a soltar gas venenoso al morir, quemarse o ser cortado. Mientras esperaba la inspiración empezó a concentrarse en un conjuro de ataque. El último que podría lanzar. 

La visión de la enorme bestia putrefacta hizo que las largas piernas del elfo temblases. Sus instinto de supervivencia le hizo buscar protección en algún escondite. Llevaba un flamante nuevo bastón al que se aferraba con fuerza. Mientras la enana se ocupaba del troll, Emeldir comenzaría a concentrarse en un conjuro.

-¡Malditos elfos!- gruño al tiempo que  desenvainaba su fiel hacha y se ajustaba una vez mas su escudo:- Esta será la última vez que Bram Hammerfall le haga caso a vuestras agudas vocecillas.-

El enorme y putrefacto troll gruñía ante su compañera, dispuesto a aporrearla sin compasión, y eso era algo que Bram no estaba dispuesto a permitirlo. Tan rápido como sus piernas el permitieron, el enano se abalanzó contra el la enorme criatura.

- ¡POR THORIN!- bramó intentando desgarrar con el filo de su hacha algo de esa putrefacta carne.- Quiero oír silbar vuestros arcos, apuntad a los ojos...y..por una vez...¡ acertad!-

Haciendo caso a Bram, Nymrael empieza a escupir flechas como si lo fueran a prohibir.

Los belicosos enanos se disponen a dar caña al engendro sin aparentar temor...  desde un lado del patio llueven las flechas del silvano Nymrael clavandose en la cabeza de la bestia, que termina con los ojos ensartados.

Los magos elfos preparan su magia mientras el monstruo ruge y avanza a ciegas pegando manotazos en el aire cuando el bardo Leofric sale al patio levantando una piedra runica en su mano derecha, la piedra se enciende con un resplandor rojo en manos del bardo y en una poderosa explosion emerge un chorro de llamas descomunal en direccion al troll.

Los enanos son derribados por la onda expansiva los elfos son deslumbrados por el resplandor y el troll es incinerado totalmente en cuestion de segundos.

...........la magia se apaga en la mano del bardo que solo sostiene una piedra descargada, paro de las cenizas del bicho salen unos hediondos vapores amarillos que se extienden a ras de suelo.

Me protejo de los vapores... 

La tremenda deflagración cortó el rollo, es decir, la concentración al bueno de Emeldir. Enarcó una ceja mientras miraba estupefacto al bardo humano.

Interesante runa.- Si todos los objetos que habían encontrado eran así se lo iban a pasar bien estudiándolos. Pero ahora no había tiempo. El cuerpo del troll zombi hedía a muerte, al igual que habían hecho los de fuera que había quemado su hermana, por lo que esta vez estaban precavidos. 

- Cuidado.- Se dirigió a Leofric. Emeldir por su parte comenzó a retroceder el camino que habían recorrido, hacia donde aún reposaba desperdigado por el suelo el tesoro que habían encontrado.

Riwen se sorprendió del resultado del hechizo rúnico leído por Leofric. 

Nota mental: no minusvalorar al bardo. 

Pero, cómo no, el muerto viviente despidió sus gases nocivos. Debían ponerse a salvo. Ella estaba en la torre y más alejada que los enanos. Su hermano y el bardo debían también refugiarse.

A la torre, cerrad la puerta al entrar!

La puerta bloquearía los gases si alcanzaban a llegar sus compañeros antes que éstos. Imitando a Nymrael, humedecería un pañuelo y respiraría por él. Con la capa en tierra, taparía las ranuras del umbral, evitando que se colaran los vapores por ellas. Luego se apartaría lo más posible, subiendo por la torre.