Partida Rol por web

El enano mantuvo la mirada fija ante aquel que semejaba el líder de los uruk, mientras comenzaba a dar paso hacia donde se suponía estaba el mecanismo de elevación de la verja. Sus ojos se apartaron de los orcos, para atender a las sombras del lugar, ya que tenia la esperanza de que aquel escuridizo elfo aún estuviese oculto entre ellas.

Susurró algo, casi inaudible antes de  soltar su arma apoyándola en un muro cercano. Cuando su mano alcanzó el mecanismo miró de nuevo al grupo de uruk y escupió:

- ¿Abriros la verja?..¡Acaso no sois temibles guerreros que asaltáis con fuerza los castillos de los hombres?..Demostrad vuestra valía, follacabras!-  el enano sonrió manteniendo su mirada llena de sorna e ira contra los ojos del líder de los uruk.- Siempre podéis huir como elfos e iros a esconder bajo la falda de algún mago ponzoñoso, mientras le mamáis la verga!.-

Susurró algo, casi inaudible antes de  soltar su arma apoyándola en un muro cercano:

- si estáis ahí elfo ,avisad a los magos de que se empleen a fondo...-

Qué valiente parecía Bram! Les había logrado provocar y arreglar el estropicio. No podía más que hacerle un gesto de reconocimiento con la cabeza. Vería si seguiría siendo valiente cuando subieran la reja. 

Riwen descendió a la altura de la rueda para elevar la verja. Se colocó a un lado, dejando espacio a Nym por si quería ayudar y probó suerte de nuevo. Eso sí, en el más absoluto silencio.

Repaso mental... sí, hoy llevo el tanga limpio... bien. 

¿Qué hacía el loco del enano? Emeldir se ruborizó tan solo de escuchar los improperios vertidos por esa boca de cloaca. Desde luego los miembros de esa raza le eran desconcertantes. Sus insultos estaban cabreando de veras a los orcos, sus huargos babeaban ante el dulce olor de su hermana y de él mismo. No, se tranquilizó. Él estaba en lo alto de la torre, aún tardarían en llegar.¡Pero Riwen!

La energía alrededor del mago crepitaba como las llamas de una hoguera, acumulándose más y más entre sus manos. Ya casi podía ver los destellos azules del rayo que iba a dirigir a los orcos en cuanto el enano se echara atrás para dejar paso a los peligrosos y voraces enemigos.

Desde su escondite sobrenatural Nymrael guiñó un ojo a bram para delatarle su posición y dejó que el vestido de Riwen lo acaricia con su aroma al pasar a su lado, mientras con una lentitud parsimoniosa iba preparando su posición para empezar las hostilidades en cuanto que se abriera la puerta.

La reja se levanta crujiendo poco a poco y los orcos azuzan a los huargos dentro del patio en direccio a Bram.

En cuanto vio a los jinetes orcos a tiro, montados sobre sus sucios huargos, Emeldir se asomó por la ventana y recitó unas extrañas palabras mágicas que hacían restallar el aire a su alrededor. tenía el espeso, largo y rizado pelo negro erizado como un puerco espín asediado por un depredador.

Riwen esperó a que el último de los orcos pasara, detrás de sus huargos, para darle al resorte y que la verja bajara de golpe. La trampa estaba echada. Pero quienes serían los cazados? Sólo el destino y la valentía de los héroes podía decidirlo ante esta batalla igualada. 

Nada más actuar, empezó a elevarse. No quería estar al alcance de esos brutos. Una tierna elfa guapa y sexy podía ser un plato suculento para esos bárbaras, sucias y corruptas bestias. 

Cuando la verja chirrió al abrirse, el enano agarró con rapidez su hacha y se colocó ante los jinetes que cargaban ferozmente. Enarboló su fiel escudo ante el, parapetándose del inminente  impacto a la par que preparaba su fiel arma para hacer trastabillar alguno de los jinetes. 

- ¡POR THORIN!- Aulló tras el escudo aguardando la posibilidad de  ofrecerles un feroz contrincante.

Nymrael desde su escondrijo dejó pasar los cuatro jinetes con sus monturas hasta el patio. Mientras apuntaba al hueco del cuello de la armadura del lider... Aullad, aullad... que pronto se os van a atragantar mis flechas Pensaba mientras dejaba que se fijasen en Bram para no quedarse encajonado en el pasillo del rastrillo.
Esperó hasta que le dejaron espacio suficiente para salir, siguió esperando y en cuanto que vio que iban a atacar a Bram descargó la ira de su arco.

Nymrael desde su escondrijo dejó pasar los cuatro jinetes con sus monturas hasta el patio. Mientras apuntaba al hueco del cuello de la armadura del lider... Aullad, aullad... que pronto se os van a atragantar mis flechas Pensaba mientras dejaba que se fijasen en Bram para no quedarse encajonado en el pasillo del rastrillo.
Esperó hasta que le dejaron espacio suficiente para salir, siguió esperando y en cuanto que vio que iban a atacar a Bram descargó la ira de su arco.