Partida Rol por web

Pufff, y además pifia xD.

La criatura te ha transmitido sus ansias asesinas, y en tu mente solo queda el instinto animal, por lo que hasta que no diga lo contrario actuaras como un animal sediento de sangre, o de otras cosas :P si es que asi lo quieres, pero vamos, que el raciocinio se te ha ido a saber donde XD.

A ver como me lo describes :P

Los aldeanos escuchan las historias, tanto la épica historia de Rodrigo, como la divertida historia de Pietro, mientrás que de vez en cuando piden algún vino para aderezarlas, por lo que el tabernero os sonríe magnánimo, en tanto desglosaís vuestras vivencias más divertidas. Por supuesto, habeis comentado lo de escuchar una historia y un pueblerino cuenta:- Pues ahora contare como me encontré a la bestia de la laguna. He aquí que me encontraba vieniendo de las tareas del campo, pues tengo una viña pequeña que me dejo mi abuelo que en la gloria este, que me permite algunos dinerillos para los malos tiempos, pues da buena cosecha y es cuestión de familia...-

Los otros le gritan:- Juan centrate, que ya te vas por las ramas¡¡¡-

Al locutor de la historia dice:- Ya va, ya va, que no sabeis lo que es dar ambiente leches...- Y trás un carrapeo prosigue:- Pués me había quedado para quitar unas malas hierbas que el maldito arado no había quitado, cuando me encontre que se me estaba haciendo de noche, y la choza que hay para nocturnar, no es buen sitio que hay muchos bandidos y nada hay más fácil que ir a por los dormidos en el lugar, por lo que me dije de coger un atajo atravesando la laguna, como no había mucha agua, pues se podía pasar por todos los hierbajos secos que se habían quedado, aunque había que tener cuidado para no hundirse, ya había pasado antes otras veces, por lo que no me daba apuro...

El tabernero le dice:- Coñes, Juan que te nos vuelves a ir-

El locutar pone los ojos en blanco, pero no comenta nada, que no es lo mismo imprecar a sus amigos, que al que le reparte las bebidas espirituosas:- A lo que iba, que entonces, en la oscuridad, me parecio oir un aullido, ya sabeis que echamos a los lobos hace mucho tiempo, por lo que me dije que sería un perro salvaje, por lo que aprete el paso, que un grupo de perros son igual de malos que los lobos cuando tienen hambre. Pero por el movimiento entre las cañas, no era nada tan pequeño, lo que empezó siendo un paso rapido, se convirtio en una carrera, y cuando salí de la laguna lo ví con mis propios ojos...- Calla un momento, para dar más tensión a la historia, y para rellenar el gaznate con un vino que le ha puesto de gratis el tabernero.- Lo vi, señores, la criatura, un perro tan grande como un caballo, de un color rojo como las mismás llamas del infierno, que con una boca llena de espumeante saliva me miro como si estuviera sonriendo de mi horror, y sus ojos verdes... dios como olvidarlos. Como sobreviví , no lo se, imagino que simplemente le aburrí, y que mi horror le basto, pero os aseguro que en esos ojos hay maldad, y que la laguna está maldita por algo que no es de este mundo...-

 "Un perro rojo, que hecha babas y parece de los infiernos, una laguna maldita y una peste de la que no se sabe su origen pero está matando lentamente al pueblo. ¡Con razón hay poca gente en la taberna, pocos pero con tantas ganas de beber!."

Luego de oír el relato de Juan, atentamente porque en toda historia se puede ocultar cierto dato interesante, o mejor aún, útil. Me paro, pongo unas monedas en la mesa por mi vino y para que Rodrigo no tenga que pagar todo y me excuso.

-Debo entonces ir a ver al médico ahora. Creo que con las indicaciones recibidas estoy bien orientado. Una muy buena historia Juan, muy buena.

Mirando a mi compañero, agrego:

-Me voy a seguir con mi deber. Os dejé algo de dinero porque no me parece justo que paguéis todo. Que tengan buenas noches, yo te veré luego en la casa en donde nos hospedamos, Rodrigo.

Me comienzo a dirigir a la salida de la taberna, saludando a los parroquianos y pensando en todo ésto.

"Vamos Constanza, a buscar la verdad... a buscar el por qué de esta maldita peste."

En mi cabeza, resuenan las indicaciones de cómo encontrar al médico local. No parecen muy difíciles de seguir:

Cita:

Nuño se te queda mirando un momento con gesto renuente, como si lo de contar como había acabado así el pueblo al cargo de su señor no le hiciese la menor gracía, el chico sigue con la mascara de madera escrutandoos a traves de las rendijas, lo que hace que te pongas un poco nervioso, tampoco ser los únicos de la sala te hace gracía, es como si la plaga hubiera sorbido la energía del pueblo, pero tambien de los mandamases de él, eso cambiaría cuando tú estuvieses al mando. Nuño comienza grave a contarte las desventuras de la villa:- Empezó la anterior primavera, con la llegada de la niebla estival proveniente de la laguna, todos los años aparece... vamos que es normal que aparezca, lo que no fue normal era el color, rojizo, los pueblerinos hablarón de demonios moviendose entre los cañaverales, por supuesto gracías al parroco les metí en vereda, pero algo de verdad tenía que haber en sus palabras, pues entonces se empezó a propagar, primero fue un aldeano, después un soldado, después una familia entera, después un anciano, un niño, una mujer... no había razón, nínguno cuadraba, Justamente en ese tiempo se nos había ido el médico, pues había sido llamado por nuestro señor, y cuando volvio, la maldita plaga ya se había cebado. Aunque sus cuidados hicieron que no se propagara, y la rapida actuación del jefe de guardias puso en cuarentena a los afectados, ahora estamos como estamos. Encerrados en nuestro propio castillo con un minimo de servidumbre que mengua cada vez más...- Finalmente comenta:- Como ves a excepción de encerrar a los enfermos, ayudar lo más posible a nuestro médico y calmar al parroco, porque ultimamente solo habla de demonios y hechizos, pues poco podemos hacer, pero quizás ústed, don Iñigo que viene de afuera, pueda junto con su gente ver esto desde otro perspectiva y ayudar al que sera su villa al fin al cabo-

 -Rodrigo se rie interiormente, pues viendo la espectación que causó, no es tan tonto como para reirse de ellos y perder todo el poco favor que había ganado.

- Me decís entonces, que es por ese perro infernal que no podéis salir del pueblo? O hay alguna otra razón?

Rodrigo insistía, quería saber el por que de aquella norma de "nadie sale del pueblo"

La camarera te dice:- No hablamos de ello, pero desde lo de la plaga, se ha dado ordén de no salir del pueblo, para que no se despueble... Pero supongo, que es más fácil decir que hay un perro demonia...-

Juan la interrumpe:- Por que lo hay, y no es nínguna invención mia, y bien harías muchacha en no ir por aquellos andurriales sino quieres acabar mal.-

El posadero termina la discusión con:- Hija, se más sosegada, que esta primavera pasada hubo la niebla aquella extraña, y no es bueno burlarse de lo que no se conoce...-

Ante la despedida del médico, el posadero se despide :- Un placer conocer a alguien como usted, que es capaz de hablar con la gente del pueblo, que su homonimo, lleva un tiempo un poco endiosado, siempre sera bienvenido en esta humilde posada- Mientrás se aleja se despide con la cabeza de todos los parroquianos, que más o menos le dedican un saludo con la cabeza o con un "le guarde dios" para finalmente abrir las puertas para volver a entrar en el insano pueblo...

Asiento de vez en cuando mientras me cuenta la historia. Permanezco atento a todos los detalles, no quiero que se me escape nada. En verdad todo esto es muy extraño, pero se torna aún más extraño cuando habla de demonios. De ser así, entonces la plaga no sería obra del Señor, sino del diablo.

Una vez terminan de contarme la historia, digo— Muy bien. Parece entonces, que antes de empezar a hacer nada como dirigente, tendré que empezar por conocer a las gentes del lugar. Tened mi palabra de que averiguaré qué ocurre en este lugar, y cual es la solución a nuestros males —Concluyo con tono solemne.

Esto era lo que esperaba cuando dejé la corte. Bueno, realmente no es lo que esperaba, pero lo cierto es que algo de investigación, aunque sea dentro de las murallas de la villa, será ese toque que mi vida necesitaba. Es horrible, pero en parte me alegro de los males de la villa, ya que darán sentido a mi vida.

— Ahora, si me disculpáis, me retiro. Ante tal situación, tengo que reunir a mi gente, y ver por donde empezar. Espero que nos veamos en la comida. Señor, gentes de la corte, consejero. Con vuestro permiso... —Mientras digo esto, hago una reverencia a modo de despedida. Después, hago un gesto con la mano a la Nuño, para que se acerque.

Una vez tenga al consejero a mi lado, le digo, ya en un tono más bajo— Intentad, si está en vuestra mano, que las gentes que me acompañaban estén en la comida. Todas sus habilidades nos serán de utilidad para esta taera, y tendré que hablar con ellos...

Sales de la posada, del ambiente agradable con tanta gente arropandoos e interesados en lo que decís Rodrigo y tú para terminar en el frio exterior donde las rachas de viento te hielan los huesos y haciendo animo empiezas a hacer el camino hacía la casa  del compañero de tu padre con el camino embarrado, del que apenas puedes desviar los ojos pues  con tantas rodadas creadas por los carromatos que llevan a los muertos a su última morada junto con sus ajados compañeros, podrías tropezar y caer al barro, que por las  miradas de  los aldeanos que suspicazmente  te miran, desde sus trabajos duros y mal pagados, solo ven  a un extranjero que aunque sea insconcientemente  para ellos es la causa de sus males, y que de seguro no te ayudarian aunque te vieran cubierto de barro de pies a cabeza.

Cuando doblas la calle convenida, puedes ver a un grupo de guardias, que están cerrando una de las casas, mientrás que los habitantes de la misma golpean desesperados para poder abrir. Los agrestes hombres te saludan con un "buenos dias, señor", pero puedes sentir en la nuca como los soldados te siguen con la mirada y sus risas quedas mientrás avanzas hacía la casona, que ves al final de la calle. En uno de sus francos inscrito con un cincel en la pared y pintado con mimo,  se puede ver la serpiente medicinal, simbolo de que un médico vive en esa casa y te alegras de llegar a tu destino. La puerta está cerrada, seguramente ha salido a atender a pacientes...

Si por mi fuera —y si la ventana hubiese sido un poco más ancha—, Elena se habría quedado ahí tirada a solas con la bestia, pero dada la situación, solo quedaba la opción más valiente y estúpida: luchar. 

Hacha en mano, y sin protección ninguna, me planto entre la puerta y la mujer aguardando a la defensiva.

—¡Arriba! —grito nervioso—. Si tengo oportunidad de escapar, lo haré, y espero que tú hagas lo propio.

 Roderigo sopesa toda la información recibida.

- Y en todo este tiempo, no ha salido ninguna patrulla para batir la zona y matar a la bestia?, por que...si la salida del pueblo vuelve a ser segura, os tendrán que dejar salir no?- y intentando que nadie se percate, giña un ojo a la camarera en signo de complicidad.

Luego bebe un largo trago de vino, terminándose el vaso, y espera una respuesta.

Salir de la taberna es como salir de un mundo para entrar en otro. Uno de soledad, pena y desesperación. Camino por las calles enlodadas, escondida en mi capucha y no porque al sacármela se darían cuenta de que soy una mujer. No, eso no es lo que me preocupa ya que puedo descubrir mi rostro, como hice cuando bebí el vino con Rodrigo; lo que me asusta es esta sensación de opresión que me rodea a medida que me acerco a la casa del doctor.

Me alejo mientras de unos soldados que estaban tapiando unas puertas. Las gentes clamaban desde el interior. Eran personas con signos de la enfermedad.

Hago la señal de la cruz mientras sigo acercándome a mi objetivo. Entonces veo la serpiente medicinal, signo de que este sitio es el doctor. Empujo la puerta pero está cerrada.

"Debe haber salido a atender pacientes, ¡qué hombre valiente! Seguir con su misión aunque haya tanto mal a su alrededor... es loable, cuanto menos."

Espero unos momentos. Mientras pienso qué hacer, me cruzo de brazos y me apoyo contra una pared.

"Lo esperaré un poco más y sino veré qué hago..."

El tremendo golpe contra la puerta me hizo caer al suelo y aunque intenté rodar para aminorar los posibles golpes que me pudiera hacer, noté como el brazo me ardía, aunque sólo fuera durante unos instantes, pues para cuando me levanté del suelo, mi mirada se hallaba perdida en un gesto de rabia y odio infinito y la vena de mi cuello quedaba tremendamente marcada, como si estuviera apunto de rebentar con cada latido de mi corazón.

Mi mandíbula se apretó hasta que incluso pude escuchar el sonido de mis dientes, forzándolos y tras ello, levanté la cabeza sin mirar a ningún punto en concreto, aunque con la única cara que puede poner alguien cuando ha perdido todo norte.

- AAAaaaaaHhhh! - Grité a la vez que levantaba mi hacha y directamente cargaba, sólo que en este caso en vez de hacerlo contra la bestia, lo hice con lo que me encontré en medio, que era mi compañero. - Morid! Morid!!! Ahhhhhh!

No en mi cabeza no había ningún pensamiento ni nada que me atase ahora a este mundo, tan sólo sed de sangre que pensaba empezar a cobrarme.

Tus comentarios son bien recibidos, aunque lo de la gente de la corte en esta sala vacia es cuanto menos un poco sarcastico, pero no hace mella en la cara de Nuño, que es bastante profesional y sabe como aguantar las puyas. El señor de la villa te hace un signo de despedida, pero sin quitarse la mascara, en su trono, que dentro de poco te pertenecera aunque sea al menos unos años.  Nuño trás hacerle una ligera genuflexióna su señor, se aleja a tu lado, hasta la puerta doble que abre, en el asiento puedes ver a Blanca que se mira los pies esperando su turno, antes de dejarte a tus anchas te responde a tu petición:- No se preocupe señor, les hare llamar, al fín al cabo tres ya están en la casa y los otros dos serán buscados por la villa, supongo que en la taberna tendrán noticias de ellos. Hasta que volvamos a vernos, un placer Don Iñigo, sus palabras son inteligentes y creo que la villa ganara durante su regencia.- Trás una pequeña conversación con Blanca la lleva a al interior, y te encuentras a tus anchas en la mansión. Al fondo del pasillo escuchas ruidos como de un golpe, el astillar de la madera y voces discutiendo a gritos.

La criatura que está detrás de la puerta, parece estar esperando ansiosa a que algo ocurra en la habitación. Para desgracia y sorpresa de Martín, Elena con una mirada torva en sus ojos y con cierto rastros de babeo desquiciado, los potentes musculos de la mujer le pone en un momento en posición de atacar y con su hacha en la mano, es cuanto menos peligrosa sin duda, y con la habitación con la única salida bloqueada, y una ventan de tamaño tan ridiculo, solo podra esquivar o golpear en una batalla fracticida, que solo puede resultar con ventaja para lo que hay en el interior del pasillo.

El posadero te mira sombrio y te responde, mientrás que el resto está en sus bebidas:- Es mejor no hablar de ello, hay muchas orejas dispuestas a escuchar, y más a vender barato lo que oyen...- Nadie dice nada, pero sin duda la paranoia de que cualquiera puede acabar en la picota es algo a tener en cuenta. La muchacha parece que va  a decir algo, pero su padre le manda:- Seguro que tienes que hacer cosas en la cocina...- Una forma rapida de despacharla.

Esperas en el exterior de la casa, esperando a que alguien venga, pero al pasar del tiempo, lo único que consigues es que el frio entumezca tus huesos, y trás diez minutos, te empiezas a aburrir. Los soldados se han ido hace un rato, sin interesarse por tí lo que casí es un alivio. Finalmente, la puerta se abre levemente, aunque parece que no haya nadie en la casona, supones que estara mal la cerradura o algo parecido. Por un momento te puede la curiosidad, pero quien sabe cuando va a volver el médico.

Con cautela, me aproximo hacia los ruidos, intentando escuchar qué ocurre exactamente al fondo del pasillo, y si hay alguien implicado. Si encuentro algún guardia, le digo que me acompañe, por lo que pueda pasar...

 Roderigo ve que está forzando mucho la situación así que decide dejar de tirar de la cuerda.

- Bueno, no pasa nada, era simple curiosidad. Por lo que decís puedo causaros problemas, y nada mas lejos de mi intención. Bebed amigos, a esta ronda invito yo, por el dolor de cabeza que os he dado. Posadero, pon una ronda de tu vino de costumbre, no aproveches para servir el caro, que dispongo de unos cuantos dineros, pero no soy rico.

Roderigo espera a que todos estén con su vaso en la mano, y aprovecha para volver a contar alguna de sus historias.

-Si me permitís, os contaré una hazaña de un capitán que tuvimos, allá por el sur. Valiente como el solo. Resulta que los moros nos tendieron una emboscada, y el valiente del capitán se lanzó en cabeza a por ellos [...]  y paró la cimitarra del moro con el brazo, si si, tal y como os lo cuento, y con este sangrando, le clavo una buena espada cristiana en el pecho, causando pavor en el enemigo, pues había matado a su jefe. Y aunque estuvo a punto de morir desangrado, ahora luce con orgullo la cicatriz del brazo, y los moros huyen ante él. Un hombre como pocos quedan. - y levantando el vaso de vino dice- Por la salud del capitán, y por la nuestra.

Ricardo, coqueto como el solo, de vez en cuando lanza una mirada a la camarera, o algún giño cuando conviene. A parte de ser una moza de buen ver, era la única de la taberna que no tenía reparo en hablar...si no fuera por lo que los demás la cortan. Quizá intentar salir a dar un paseo con ella fuese bastante productivo. 

Espero pero nadie aparece. El frío me cala ya los huesos y no tengo intención de enfermarme. Lo mejor será volver al sitio en donde estaba el Hidalgo. 

Siento como si la puerta se abriera, pero no hay nadie. Podría ver si realmente está abierta. La curiosidad me pica por un momento, pero tampoco quiero hacer nada mal. Creo que no me corresponde meterme en un lugar que no es mío, aunque sea por motivos loables.

Sin embargo puedo preguntar.

Golpeo suavemente la puerta y digo:

-¿Hola? ¿Doctor?¿Hay alguien...?