Partida Rol por web

—Podría ser una buena idea, Martín, si no fuese porque no tenemos certeza de que el joven noble no está ahí dentro. Pero... —diciendo esto, miro a Rodrigo— Supongo que nadie habrá entrado ni salido mientras estabais aquí vigilante, ¿no? ¿Habéis visto a alguien con un caballo y un bulto del tamaño de un muchacho por aquí, Rodrigo? —pregunto a mi guardaespaldas.

Lo cierto es que la idea de Martín era buena, pero no quería emperar más las cosas. Aunque pareciese que eso no fuese posible, seguro que acabar con el muchacho en un incendio no nos beneficiaba en nada...

Rodrigo está sano y salvo, así que me aparto cuando me confirma que se encuentra bien. Entonces se presenta una diferencia de opiniones sobre entrar en la casa o directamente quemarla si es que el susodicho se halla adentro.

-Creo que de verdad sería mejor confirmarlo. Porque si quemamos la casa y no resulta estar dentro será todo para nada. Esa es mi opinión si os interesa saberla. Pero haré lo que me digáis.

Espero a que tomemos una decisión y me dispongo a acatarla. Al menos el compañero nuestro no ha muerto y Dios le ha salvado de ser acuchillado a traición. Eso alegra mi corazón más allá de todas las tinieblas que cubren este maldito sitio.

Siempre al lado de Pietro, Rodrigo os dice serio:- Nínguna,al menos desde que he salido de la habitación, aunque no se bien donde se ha metido el ayudante del médico, ese flaco nunca me ha caido en gracia. Puede que haya sido con él con quien haya contactado para entregar al joven conde.  El médico como ya he dicho lo he dejado en su despacho, bien atado en su silla, por lo que no va a dar muchos problemas.- En tanto siguen los gritos en el lugar, casi parece extraño el silencio que hay en la consulta provoca un halo que pone ciertamente nervioso a Pietro que es el más sensible de todos, como si fuese peor lo que hay en el interior que lo que hay afuera.

Estaba poniéndome nerviosa. Sentía que algo había cambiado en Rodrigo. No sabía si eso era por todo lo que estaba pasando aquí me que volvía demasiado sensible y me creaba ideas que no tendrían sentido en otra situación o si realmente estaba percibiendo algo que no encajaba.

Como si Rodrigo mintiese, o como si él no fuese él. Pero podían ser todas locuras de mi mente, agotada con todo lo que ha vivido desde que entramos a este maldito pueblo.

Sea lo que sea, en este momento, algo me olía muy raro y no era precisamente el hedor de la peste cercana.

—Muy bien, entremos, no hay tiempo que perder —digo al resto del grupo. Después miro a Martín, para decir— Si no queréis pasar, Martín, quedaos fuera vigilando.

—Vamos Rodrigo, después de vos —comento a mi guardaespaldas mientras abro la puerta. Va siendo hora de que se gane el sueldo. No le pago por no hacer nada.

—Entrad rápido y sacadle fuera —digo asintiendo al noble y agarrando mi arma—. Esta casa está podrida de mal.

En cuanto se metan dentro iré a agarrar con la mayor presteza posible alguna tabla en llamas —con la que poder quemar la casa luego— de alguno de los incendios cercanos.

Todos notais algo raro en Rodrigo, no pronuncia vuestros nombres, las chanzas que hace no son las aconstumbradas y no parece guardarle el respecto de siempre al noble. Con las situaciones que habeis vivido no os extrañaria que haya pasado cualquier cosa con el cuerpo de Rodrigo, y que este en realidad no fuese el mismo mercenario parlanchin pero leal que conocisteis.

Pero no parece haberse dado cuenta de vuestras sospechas y sonriendo acepta la orden del noble:- Claro, señor, aunque el camino no es complicado, seguidme.- Elena se situa al lado de Iñigo, al fin al cabo Martín ha preferido mantener la guardia a las afueras de esta casa infecta de males.

Como recordais el despacho esta justamente en frente vuestro, no hay nadie en la casa, ni siquiera el sirviente afeminado, con un silencio solo roto por una respiración acelerada detrás de la puerta del despacho, al abrirla Rodrigo veis al médico arrastrandose por el suelo hacía la puerta, al ver a Rodrigo grita:- Hideputa, devuelveme mi ...- Ante eso Rodrigo que llevaba el arma desenvainada se acerca al médico diciendo:- Al final vas a darnos problemas de más ¿ehhh matasanos?-

Rodrigo no es el que era. No sé exactamente qué es lo que le pasa pero algo pasa. Cuando entramos junto a él vemos en el suelo, al doctor. Está mal herido y nuestro compañero quiere darle una rápida muerte. O eso me parece: - ¡Esperad!, - mi propia voz me sorprende, en el sentido de usar autoridad en el tono, cosa que nunca he hecho.

-Tenemos que hablar con él. No debemos dejar cabos sueltos y toda información es importante. Quiero saber que tiene que decir.

Miro al noble, él es el jefe en todo este asunto. No he olvidado mi lugar pero la percepción de que Rodrigo no es quien era está arraigada ahora en mi persona, ya un error en este punto sería imperdonable.

-¿No sería mejor eso? ¿Dejarlo hablar?

Sonreí a Rodrigo con su saludo, pues como no, me caía bastante en gracia y para ser verdad, era con el que mejores migas había hecho de aquel grupo, pero... ¿ me habían llamado alguna vez así delante de ellos? Ya lo había oído pero... ¿ ellos? No estaba demasiado segura de que fuera así, pero de todas formas había algo que no me gustaba en todo aquello.

- Tú...

Por mis propias vivencias sabía que en aquel lugar podían hasta poseerte, pero... ¿ qué le había pasado?

Lo que tenía claro era que no iba a arriesgarme a tonterías y aunque luego tuviera que pedir perdón, son que se lo esperara, me di la vuelta hacia Rodigo y le puse el hacha en el cuello.

- Suelta el arma o no volverás a coger aire!

Como siempre mis amenazas no sonaban a que no iban a ser cumplidas.

—Haya paz. No hace falta derramar sangre por nada, bastante se ha derramado ya —digo intentando calmar a Elena y a Rodrigo. Después miro al médico, y le digo— Vos, todos los dedos os apuntan. Explicaos o sufrid las consecuencias. Ya basta de engaños. Es hora de saber que pasa aquí...

Dicho esto, espero a que el médico se explique, mientras saco mi estoque. Si no, me temo que yo mismo tendré que darle muerte.

Por las miradas, creo que todos se han dado cuenta de que Rodrigo no es exactamente el que era y me alegro de que no haya hecho falta decirlo. Escupo al suelo cuando los cuatro se adentran en la casa. Una locura, eso es lo que me parece.

Rápidamente y con zancadas largas llego hasta uno de los cercanos incendios y agarro un par de maderas en llamas. No quiero ni saber lo que está ocurriendo por las casas y callejones. Vuelvo entonces con cuidado de no quemarme a mi puesto, frente a la puerta de la casa del médico y tiro las tablas al suelo, para esperar a que salgan de nuevo y proceder a la quema. Vigilo los alrededores nervioso, hasta que finalmente grito a los del grupo para que se den prisa y enterarme de lo que ocurre.

—¿Qué ocurre adentro? ¡No perdáis el tiempo ahí y salid cuanto antes!

El médico se arrastra hacía Rodrigo con su rostro airado sin temor a la espada de acero musulman que porta, cuando escucha al noble preguntarle y este le responde en unos pocos golpes de voz:- ¿Pero que decis? ...Que dedos acusadores ni que cojones..., tu eres el que me has traicionado.... mi señor, aliandote con este mal nacido ... que ahora tiene mi espada... entre sus manos-

Rodrigo, viendose imposibilitado de cercenar la cabeza del médico, comprendiendo que al parecer lo han descubierto,gira un poco su rostro para encarar a Elena y le dice con sorna:- No ves que ha dicho el noble que nada de sangre... tschhh tschh. No recuerdas tu ... ¡Lugar!-  Y  con la mano desvia el mango lo justo para que el golpe no le acierte y dejar espacio entre él y la parda a la cual sonrie mientrás que dice malevolamente:- Hay que joderse con esto de la brujeria, 3 veces nos hemos visto las caras en este poblacho y ninguna me has reconocido. Al principio no me creia esas majaderias de vieja, pero en verdad que funcionan. Ni recuerdas el rostro que dejo tullido a tu hermanito...- La figura de Rodrigo cambia como si fuese niebla con forma de hombre, para dar la de un bandido mal encarado, aunque agil y fuerte, con ropas de buen corte, con unos ojos penetrantes como un halcón, en tanto el médico se convierte en Rodrigo que esta más alla que aqui, y que esta practicamente expirando y el esfuerzo que ha hecho por recuperar su arma le ha dejado sin fuerzas. Afuera se escuchan los gritos de Martín imperando que salgais:-¿Qué ocurre adentro? ¡No perdáis el tiempo ahí y salid cuanto antes!-

Reunes los suficientes leños para en cuanto salga el noble y den buena cuenta del médico hacer lo que todo buen cristiano haría con esta impia morada que cuyos habitantes han convertido en tu añorado hogar, en una fuente de insanas locuras y malignas criaturas. Intentas andar atento a todo, pero los nervios te pueden y estás más atento a tus camaradas en el interior de la casa que de lo de afuera. Cuando te das la vuelta para una inspección rapida ves a un gentio, antiguos vecinos tuyos, quizás amigos y familiares ya olvidados, que muestrán extraños eccemas por todo su cuerpo de un palido color gris que te miran con no poca ira, y que avanzan con malas intenciones. Apenas dandote tiempo a pensar tu posible reacción a ellos...

Bueno no son los mejores atletas del mundo perooo no van muy mal, piensa en los zombies de 28 dias xD.

Y si por esa hermosa pifia tienes un turno :3

—Entonces es cierto, y vos sois el culpable de todo esto —digo al ser cambiante—. ¿Por qué lo habéis hecho? ¿Por qué todo esto? ¿Que sacáis? ¿Dónde está el muchacho?

Debo contenerme para hacerle las preguntas y no lanzarme a por él con mi estoque, ya que los vivos hablan y los muertos no. Si queremos encontrar al muchacho, es necesario saber donde está...

—¡Joder, son demasiados! —me grito a mí mismo en un intento de alertar a los de dentro pero sin dar muestras evidentes de ello. Quizás no sepan que mis compañeros están dentro y solo me persigan a mí.

Mierda, mierda, mierda, seré imbécil. ¿Cómo iba a ser esto tan fácil? Trago saliva y echo a correr hacia el lado contrario del que vienen, fijándome en si se detienen en la casa o no.

—¡Joder, vienen a por nosotros y son demasiados! —grito en un intento de alertar a los de dentro— ¡Salid ya por el otro lado!

Mierda, mierda, mierda, seré imbécil. ¿Cómo iba a ser esto tan fácil? Trago saliva y echo a correr hacia el interior de la casa para encontrarme con mis compañeros.

Cuando veo que Rodrigo cambia de forma y entonces el médico local en realidad era él, corro a su lado a auxiliarlo. Dejo que el Hidalgo le haga las preguntas al maldito tramposo que nos quería engañar. Mi prioridad es auxiliar a mi compañero.

-Déjame ayudarte, amigo. Intentare sanarte algo, eres un hombre muy valiente. La primera vez no fui de gran ayuda, espero poder enmendar eso.

Me pongo a examinar sus heridas y su condición en general, tratando de aliviarlo. Es increíble que en esta maldita aldea nada es lo que parece.  A punto estuvimos de quitarle la vida a uno duelos nuestros, por culpa de la magia negra. Mi alma ora en silencio esperando poder tener éxito en esta ocasión.