Partida Rol por web

El soldado que queda junto a la entrada del fuerte recarga rápidamente su ballesta y aunque duda, acaba disparando al gigante Malark. Duda pues tiene a tiro también a la peligrosa pantera, pero un dardo no acabaría con ella. Sin embargo, la enfadaría...y el clérigo ya está combatiendo, ocupado. Le dispara y se ve recompensado por el caer de la sangre de Malark, herido en el antebrazo pese a su armadura.

Envalentonado al descubrir que el gigantón puede sangrar, uno de los soldados que tiene delante le ataca con ganas. Y poco éxito.

Los ruidos del combate prosiguen, pero no puedes prestarles atención. Tienes problemas mucho más cercanos. Demasiado cercanos.

Mis disparos habían sido certeros, pero pronto aquel tipo se quitó de mi vista, del mismo modo que lo hizo aquel chaman envuelto en aquella esfera de luz. Casi al mismo tiempo escuché la voz de Lothlouin, pero más lejana de lo que me esperaba.

Mis ojos viajaron raudos al hombre que corría hacia mí, mas sus labios no se movieron para dar forma a aquellas amenazas en medio de lo que parecía una terrible lucha; a la cual Malark y Tarkas parecían haberse incorporado también.

Me despisté un segundo, viendo que Silver se encontraba en el tejado de aquel edificio, aparentemente atacando a alguien, cuando yo también fui atacada.

¿P-pero…? ¿QUÉ?

Había pensado que quien se acercaba era Lothlouin, hasta oír aquellos gritos, pero ahora aquel elfo me hablaba como si fuera yo la impostora y no él. Antes de poder responder, me atacó, dañando mis costillas con un duro golpe.

¿Era aquel mi prometido? ¿Acaso haría algo así? No, no podía ser. Ya no se trataba sólo de los gritos que ya había escuchado, Lothlouin, mi Lothy, nunca haría algo así. Nunca atacaría sin asegurarse de que yo no era su prometida.

Pasé la valla, alejándome lo justo mientras volvía a sacar otra flecha y la ponía en el arco. Nuevamente esta se imbuía de energía eléctrica, mientras apuntaba a las piernas del que fingía ser mi amado.

- Enséñamela, enséñame la marca. – le exigí, dándole apenas tiempo de reacción antes de soltar el primer proyectil hacia su pierna. - ¡Que me la enseñes! – grité llena de rabia, tensando otra vez la cuerda con una nueva flecha en mi mano, dejando que esta se escapara de entre mis dedos mientras crepitaba con aquel color amarillo, directa a la otra pierna del falso Lothlouin.

Ambas flechas golpean su objetivo. Y cada vez que grita en un espasmo eléctrico ves una boca que no es la de Lothlouin. Una piel grisácea. Unos ojos enormes. Es el doppleganger. No hay necesidad de que te muestre, o no, marca alguna. Te mira con odio, una expresión que nunca creíste que verías en Lothlouin. No dirigida hacia ti. Pero ahora sabes que no es él.

Escuchas un rugido de Loth II, indicativo de que a vuelto a entrar en acción. ¿Cómo iran las cosas a los demás?

La pantera de Caelny da un gran salto atravesando toda la distancia de la entrada al fuerte, que corta la muralla, y aterriza justo al lado de otro de los soldados. No se lo piensa y le suelta un potente garrazo. No puede acabar con él pues el impulso del salto la hace tambalearse un poco. Pero sin duda logra asustarlo.

Quizá tanto como lo está uno de los que se enfrenta al crecido Malark. Sin embargo sabe que huir no le servirá de nada, por lo que opta por atacar aunque hasta ahora no haya tenido mucho éxito. Incluso el virote que golpeó al clérigo e hizo caer su sangre ha quedado en nada. La carne del hombre se recompone, eliminando la herida, merced de la bendición de su dios. El golpe rebota en la dura armadura, sin efecto aparente.

La batalla se desarrolla de un modo brutal, dejando claras dos cosas. La primera, que no hemos actuado como un verdadero ejército, una unidad compenetrada. La segunda, que mi arrojada carga a la contienda ha sido un grave error.

El dolor que se extiende por mi cuerpo así lo deja claro, golpes y cortes que me van debilitando. Pero no es, lo sé por experiencia, una situación irreversible. La voz de Tarkas a mi espalda, acudiendo contra la trampa envolvente en la que me he dejado atrapar, me ofrece una salida. Uno para él, quedan dos, pero tengo recursos para cambiar eso.

¡Se agradece la ayuda, maese Tarkas! -Grito mientras ejecuto arcanis gestos con los dedos en la empuñadura de Brisa de Tormenta, haciendo que la hoja brille con un tono carmesí- ¡Empezaba a sentirme incómodo tan rodeado de malnacidos y sin un solo hombre honorable cerca! -Añado haciendo girar la hoja alrededor mío en un giro vertiginoso hasta lanzarle un tajo diagonal ascendente al guardaespaldas del comandante.

En lo alto del edificio principal, veo en medio de mi baile la imponente figura del dragón plateado. Calculo la distancia, sonrío, y mientras mi espadón desciende libero una de mis manos de su empuñadura y hago un gesto en dirección al comandante.

¡¡SILVER!! -Grito mientras se ejecuta el hechizo- ¡¡TUYO!!

La ayuda de Tarkas es lo único que el noble elfo necesita para recuperar terreno. Demuestra su habilidad con el espadón lanzando una serie de fintas y terminando con un tajo ascendente que atraviesa la defensa del guardaespaldas. El hombre habría seguido en pie pese a todo, si no fuese por la extraña energía que crepita en la hoja del arma. Parece absorberle, literalmente, la vida. Y a la vez el elfo parece menos vapuleado.

Sin detenerse para recrearse en su victoria, alarga una mano muy rápidamente, acción que pilla desprevenido al comandante. El hombre de pronto se ve a varios metros del combate, al pie del edificio.

El doppleganger te observa, dudando quizá si lanzarse con todo a por ti o no. Probablemente no pensase atacarte antes, solo huía, pero te vio en medio. Entre los caballos y él. Quizá su especialidad no es el combate cercano, sino el espionaje. Ves la duda en los ojos de tu amado. De tu prometido, aunque sabes que no es él.

-Yo no veo en la oscuridad e intentaba no pisaros. le replico a Airel en susurros. Tras acomodar a la pequeña en sus brazos mientras se la daba Airel escuchó sus palabras y la susurro. - No me dejaré coger tan fácil. Voy a cubrirme tras Malark con la niña. susurro las palabra que desencadenaba el poder del anillo y tanteando la pared salió de la oscuridad. Y se dirigió hacia la salida más cercana.

Vió como del suelo emergían unas garras de fuego Esto no es bueno. pensó con pesar. Su ruta más optimista en estos momentos era la de salir del fuerte y llegar a la espalda de Malark si este no avanzaba. Los caballos estaban comprometidos con el doppelganger y con ellos Caelny, tenía que avisar a Loth, esparaba no ponerse demasiado en peligro.

- ¡Lothlouin Caelny está en peligro! El cambiante. le dijo esperando que le oyeran.

Todos podéis escuchar la voz de Endozal Fik, algunos más cercana que otros, aunque sería muy difícil decir de donde viene la voz. Quizá de la oscuridad. Quizá no.

-¡Lothlouin Caelny está en peligro!

El virote me impacta pero mi cuerpo pronto se recompone gracias a la voluntad de Pelor, Señor del Sol. Los malvados jamás podrán vencer. Mi sangre tiñe la tierra bajo mis pies, sin embargo. La visión de las gotas rojas caer de mi brazo son suficientes para ponerme en máxima alerta. La canción del acero resuena en mi cabeza fuerte. El combate me rodea y no pienso echarme atrás. Puedo ver a mis compañeros luchar, hombro con hombro o en solitario, contra el grupo de malnacidos que han secuestrado a una pobre niña para sacrificarla antes sus dioses blasfemos.

Frente a mi, dos soldados con sus ballestas listas para dispararme. En mi rostro, una sonrisa. Una sonrisa feroz. Una sonrisa nacidad de lo más profundo de mi alma guerrera. Una sonrisa que infunde miedo.

Balanceo mi arma mientras me preparo para golpear a aquellos que se interponen en mi camino. Lanzo mi maza contra uno y después contra el otro.

Los soldados que se enfrentan a la torre humana que es Malark reciben dos potentes golpes, pero aguantan. Muy tocados, eso sí, sin embargo impiden que entre del todo en el fuerte para apoyar a sus compañeros. No parece que vayan a poder hacerlo mucho más tiempo.

En el centro del patio, el único guardaespaldas que queda lo da todo contra Tarkas, quien le atacó antes, tras desplazarse lo suficiente como para no tener al peligroso elfo a la espalda. Falla el golpe con su mangual, pero el retorno pilla desprevenido al luchador impactando en su antebrazo. No es un golpe especialmente serio, pero las heridas se acumulan en el cuerpo de Tarkas.

Sin mucho que añadir, nada especial que veas u oigas. 

Tarkas, decidido a eliminar todo peligro antes de que lo que sea que sale del suelo termine de salir, lanza una lluvia de ataques contra el guardaespaldas. Lo supera por completo, demostrando por que es quien es, un maestro de armas. Lo más aterrador es que las heridas son tan precisas que desde unos pasos de distancia ni siquiera se aprecian. Avanza un paso para estar más cerca de las llamas y poder atacar lo antes posible, si se llega a ello.

Mientras eso ocurre un virote, junto a una voz que se caga en todos los dragones mascota, sale en dirección a Silver. Más o menos, está claro que la puntería no es el fuerte de esta tropa.

Escuchas una voz, cagándose en todos los dragones mascota del mundo, justo antes de la vibración de una ballesta. Parece fallar.

El falso Lothlouin sigue observándote, decidiendo algo.

Silver planeaba en soltar una bola de fuego, maldiciendo entre dientes que Lothluin no se lo haya enviado arriba, donde lo podria haber atacado con toda su fuerza, pero no ve muy claro donde soltarla sin dañar a sus compañeros asi que extiende sus alas, sovbrevuela el campo de batalla y de repente, las cierra, dejandose caer, al hacerlo concentra una parte de su poder para caer lentamente, como una pluma, al tiempo que descarga su aliento dracónico sobre el comandante y el edificio que antes pisaba.

Silver lanza una impresionante vaharada de aire extremadamente frío, tanto se percibe azulado y congela todo lo que toca, hasta el mismo aire, con solo rozarlo. Algo que el comandante aprende a las malas. Y demasiado tarde, para cuando su cerebro procesa lo que ocurre, ya es tarde. Queda convertido en una estatua de hielo.

Otro virote es lanzado contra Silver, con más puntería, pero incapaz de atravesar su piel. sin duda a los soldados no les gusta tener un a dragón en el patio.

Las garras parecen afianzarse y comienzan a tirar del resto de su cuerpo, ya pueden verse los brazos completos y parte de la cabeza de otra criatura como la que arrasó la posada de los halflings. Pronto aparecerá del todo.