Partida Rol por web

El día siguiente al intento de asesinato de Bruto, la noticia se habia extendido por las calles, la casa recibía la visita de Tiberio un antiguo y buen amigo de la familia Julia. Los guardias de la casa anunciaron su llegada y Atia, acompañada de Glabro acudian a recibirle, mientras Drusilla se encontraba en el patio recogiendo algo de leña para preparar la comida.

Camina hasta el patio siguiendo a un sirviente "Tiberio es un hombre delgado de estatura media, de pelo oscuro rebelde, viste una túnica gris y blanca para la ocasión, en su cara se muestra la sorpresa y el pesar del rumor de la muerte de su amigo Bruto"

Salud Atia y Glabro, esta mañana me han llegado el rumor del intento de asesinato sobre Bruto, Quien podría quererlo muerto es una desgracia... que no quedara sin castigo... como se encuentra Bruto debe estar horrorizado por ese intento de acabar con su vida

Pregunta Atia y Glabro

Glabro es un hombre de porte tranquilo que parece cuidar mucho su aspecto. De pelo castaño y corto y ojos analíticos le gusta vestir túnicas elegantes a la par que cómodas y parece moverse bien entre la gente influyente.

Camina hacia la entrada acompañando a Atia mientras charlan sobre los últimos acontecimientos. Al encontrarse con Tiberio deja que la mujer de Bruto sea quien se dirija primero a él para luego saludarlo con cortesía.

-Tiberio, que sorpresa veros aquí esta noche, sobretodo tras lo sucedido. Por suerte no hay nada que lamentar, Continua hablando mientras os movéis, aunque es intrigante quien puede estar tras lo sucedido y sobretodo con que fin, ¿No creéis? Pregunta mientras cede el paso a ambos con un gesto de la mano para que os adentréis primero en la habitación.

Antes de entrar observa a la mujer que se encuentra en el patio, Drusilla. Tras unos instantes dudando sobre algo acaba por pasar a la habitación también.

Los rumores del atentado contra Bruto se habían extendido rápidamente y a la casa del oficial llegaban amigos y conocidos buscando información, entre ellos Tiberio.

Drusilla observó la llegada del político y el recibimiento que le ofrecieron, no le extrañaba que Tiberio fuera uno de los primeros en llegar, al fin y al cabo la amistad que le unía a la familia era de sobra conocida por todos. Mientras recogía la leña, la joven disimuladamente intentó escuchar la conversación, pero cuando se disponía a entrar detrás del grupo la indecisión y la mirada de Glabro la detuvo. Aquel hombre la ponía nerviosa y cuanto más lejos estuviera de él sería mucho mejor. Así que, ateniéndose a su condición de esclava, bajó la cabeza y espero a que se fueran para poder entrar ella también.

En silencio entró detrás de ellos guardando una prudencial distancia, intentando no perder ningún detalle de la conversación. Necesitaba saber qué estaba pasando, si quería ayudar a Bruto.

El rictus de Atia durante toda la mañana es de preocupación, no puede creer lo que ha sucedido. Su marido es un gran hombre, no se ha granjeado ninguna enemistad que ella sepa y de ser así... nadie osaría hacer una cosa así. A Atia le cuesta creer lo uqe ha sucedido, al ver a Tiberio relaja el gesto e inconscientemente , de alguna manera, se siente reconfortada, es como si Tiberio la inspirase paz.

Saludando enérgicamente tras inclinar la cabeza en señal de respeto - Buen día Tiberio.- con resignación -desgraciadamente no es un rumor. Alguien lo ha intentado de veras, no sabemos ni quién ni con qué propósito. ¿ No sabréis buen Tiberio el paradero de mi marido ?-pregunta impaciente.

Al darse cuenta de que ha sido demasiado directa intentan rectificar de alguna manera -¡ Qué modales los míos ! por favor pasad, pasad.- dice haciendo un gesto al interior de la vivienda.

La entrada al interior de la casa esta custodiada por cortinajes de terciopelo rojo, haciendo honor a la Diosa. Se accede a un pasillo amplio bien adornado con marmoles, jarrones y algunas plantas.

Al fondo se encuentra una sala amplia habitualmente utilizada para recibir visitas, en el centro de la sala y con vistas a un pequeño jardín interior se encuentra tres ticliniums dispuestos alrededor de una mesa baja en la que luce una bandeja de fruta bastante generosa en la que abundan las uvas.

Hace un gesto a Tiberio para que se siente a su lado en el Ticlinium más cercano, después indica a Glabro que tome también asiento mientras que lanza una mirada de complicidad  a Drusilla para que atienda la mesa. Señala la cesta de la fruta a sus invitados - Tomen cuanto gusten.- Mientras espera contestación da ejemplo cogiendo una apetitosa manzana y desechando las uvas.

Siguiendo las indicaciones de su señora, Drusilla coge una de las jarras y se dispone a servir el vino, primero a Atia y seguidamente a Tiberio que se encuentra a su lado. En el rostro de ambos se refleja la preocupación por lo sucedido.

Como siempre que se encuentra en presencia de Glabro, sus manos tiemblan ligeramente  al servirle y a punto está de derramar el vino encima de su elegante túnica. Con un murmullo casi ininteligible de disculpa, la joven se retira rápidamente al fondo de la sala, atenta a cualquier petición que se le pueda hacer.

Toma asiento en el ticliniun mirando hacia Atia y Glabro, tomando la copa de vino - Mucho me temo que no se donde puede estar Bruto, es posible que desapareciera unos días ocultándose para no dar  mas pie a otros intentos... al menos es lo que yo mismo hubiera hecho de estar en su situación... Observa la rápida  retirada de Drusilla sin darle mayor importancia y mientras toma un trago de la copa de vino mirando a sus interlocutores   

Pasando tras los demás toma asiento cómodamente en el ticlinium, mientras tiende su copa para que Drusilla la llene. Al percatarse de que la esclava esta apunto de mancharle su túnica se retira un poco por acto reflejo. Mientras esta se aleja la observa con recelo, ¿Acaso ha sido una provocación? Esto no podía seguir así.

-Así es Tiberio, Bruto consideró oportuno retirarse lejos de la villa mientras los hechos sean tan recientes. Con su diestra alcanza un racimo de uvas para acompañar el vino. Estamos todos muy nerviosos con el hecho de que un hombre haya podido entrar de esa forma en la casa, en especial Atia, estoy seguro que apreciara que hayas venido a verla. 

Come algunas uvas y saborea un poco de vino mientras discurre la conversación, sin dejar de mirar a Tiberio. 

-Lo que me intriga es el por que alguien quisiera matar a nuestro querido Bruto. Quizás sea una venganza por algún trato mal cerrado o quizás algún tipo de conspiración... 

¿Así que condireó oportuno retirarse lejos de la villa? habría que dar con él por supuesto - Me gustaría averiguar donde está mi marido, estoy muy preocupada por él. Cuando menos debería hacerle llegar un mensaje...- dice dando un mordisco a la manzana. Como dama educada y refinada que es espera a terminar la manzana para proseguir - tal ver Tiberio, puedas ayudar a localizar su paradero. Eres una persona con contactos, qué duda cabe.- dirigiéndose a Glabro -tampoco yo sé que motivos pudieron tener para matarle. Pero lo que es más llamativo, está villa está bien vigilada y habitada, siempre hay gente de aquí para allá... no me atrevo a especular pero... ¿ Cómo es posible que entrasen ? ¿ saltaron la tapia quizás ?-dice mostrando su desconocimiento .

Escondido... debo sopesar donde puede haber huido y enviar a algunos correos para tratar de encontrarlo
Saborea el vino mientras Glabro y Atia informan Querida Atia... Deja en mis manos la búsqueda de tu marido y mi amigo... lo encontrare cueste lo que puede y lo esconderé yo mismo hasta encontrar a la vil alimaña que lo quiere muerto.... Sonríe a Atia tratando de tranquilizarte mientras mira a Glabro  Necesitare todo lo que podáis decir... de los demás amigos de Bruto... discutió con alguno? o salio algún negocio mal?. Por el tema del asesino... no temas mandare guardias a tu puerta y estará  la casa vigilada día y noche los días que hagan falta para vuestra seguridad...

Viejo zorro, sabes bien jugar tus cartas pero ya veremos quien tiene mejor mano al final.

-Me temo Tiberio que si ni la propia Atia sabe donde está su marido menos aun yo, que solo soy un humilde consejero. Toma un poco de vino más. La verdad es que no se de ninguno de sus amigos que tuvieran una razón para querer matarle, aunque quizás alguno intente apoderarse de lo que es suyo usando el anonimato, una treta sucia desde luego, aunque desgraciadamente  no tan inusual en nuestra cultura.

Observa durante unos momentos la sala antes de contestar a las demás preguntas de forma pausada y paciente.

-Es algo que me quita el sueño Atia, ¿Como es posible algo así? ¿No pensareis que alguien del servicio pudo dejar entrar al asesino verdad?

Mirando a Drusilla contesta en voz baja - Ella es la única del servicio en quién confío al cien por cien, del resto... bueno no podría afirmar una cosa ni la contraria. - dice pensativa - durante las noches, está casa está cerrada a cal y canto y ya habéis visto la altura de los muros. No es nada sencillo treparlos, por lo que o alguien les ayudó desde dentro o son muy ágiles, otra posibilidad es que forzasen la cerradura...de la verja de entrada.- vuelve a meditar unos segundos -¿ envidias Glabro? puede ser un móvil para atentar contra su vida, desde luego. Hay gente muy perversa por ahí... pero no creo que sea alguien de alta alcurnia, tales vilezas sólo son propias de la plebe.

Drusilla estaba convencida que el comentario de Glabro iba dirigido directamente a ella y no pudo evitar lanzarle una mirada llena de odio. Como no ha conseguido lo que quería seguro que pretende desacreditarme  ante mi señora. No me fío de él, no me fío absolutamente nada de él.

La joven sabía que la entrada no había sido forzada, por lo tanto alguien de dentro tenía que haber dejado pasar al asesino. Desconfiaba de todos, especialmente de Glabro, pero tampoco se fiaba de Tiberio ya que la deferencia con la que trataba a su señora era visible para cualquiera que se fijara un poco, además tenía el dinero y el poder suficiente como para poder comprar a cualquiera. Pero no tengo ninguna prueba… hasta mi señora podría estar detrás de todo esto. Si por lo menos supiéramos el motivo de este atentado…

Se acercó al grupo con la cabeza agachada para rellenar de nuevo las copas.

Uno de los guardias llega hasta el salón.

- El Consejero Atrius ha llegado... - anuncia

Para luego retirarse.

Entra a la sala tras ser anunciado, con paso firme.

- Buen día Atia - realiza una ligera reverencia a la dueña de la casa

Se acerca

- Glabro, Tiberio... - os mira respectivamente

Uno de los esclavos se te acerca, quizá estando al tanto de la discusión por los gritos

- Domina, no podéis salir sola... seríais pasto de bandidos y maleantes, permitidme que os acompañe.