Partida Rol por web

El tiránido, grande, comienza a correr a gran velocidad hacia los Marines sin apenas darles tiempo a levantar sus armas.

Se abalanza sobre el Capellán, quien lo ha descubierto por la cercanía. Su mole se abalanza sobre él, lanzando hacia adelante los enormes garfios que lleva por sobre la espalda. En un rápido movimiento el capellán levanta el Croxius para bloquear el golpe, que resuena con chispas y olor a chamuscado al tomar contacto la sagrada arma con los espolones óseos del Tiránido.

El Lictor es rápido como silencioso, sin embargo, y del torso saltan espolones afiladísimos que atrapan su brazo levantado, por la zona interna de la armadura.

Litilus lucha por liberarse...

- Mantengan la vista alerta, pueden estar en todos lados!

El Sargento intenta mantener a su escuadra unida ante el sorpresivo ataque, pero la contínua amenaza de un ataque desde las sombras hace que cada uno esté atento a su sector, sin observar lo que hacen los demás. Cleptus es incapaz de mantener la coordinación de la escuadra.

Tras recoger todo el equipo que pudo ser rescatado partimos hacia la torre de comunicaciones. Se encontraba a unos catorce kilómetros, una distancia que en tiempos de paz podríamos haber recorrido en apenas una hora, a pesar del denso bosque por el que avanzábamos. Ahora, con los tiranidos campando a sus anchas por toda la zona de combate, y sin datos fiables que nos indicaran las posibles posiciones del enemigo, el camino se haría mucho más largo, pues debíamos mantener la mayor de las concentraciones si no queríamos caer en una emboscada,  especialmente desde que éramos los portadores de una de las mayores reliquias del capítulo. Perderla, aun siendo a costa de nuestra muerte, sería una terrible afrenta a nuestra hermandad, una vergüenza que jamás sería olvidada y una inconmensurable falta ante los ojos del Emperador.

Como ordenó nuestro sargento atravesábamos la antigua floresta en una formación similar a una punta de flecha, cubriendo nuestro campo visual una mayor zona de bosque y reduciendo de esta forma los posibles ataques por sorpresa del enemigo. Los sistemas tácticos de la armadura me avisaban constantemente sobre posibles posiciones ideales desde las cuales lanzar ataques sobre nuestra posición, ayudándome mejorar la vigilancia de la zona que me había sido encomendada.

 Todo parecía tranquilo, aunque no podía bajar la guardia, especialmente por la presencia de las grandes gimnospermas, diría que algunas llegaban a superar el centenar de metros, que componían el estrato dominante del bosque. Sus grandes troncos de varios metros de diámetro, formaban espacios muertos en la señal de rebote de mi scanner de corto alcance implementado en el casco, pero aun con las ángulos muertos que registraba me parecía muy extraño que todavía no hubiéramos observado ni a la menor de las criaturas que componían la fauna de este planeta. También era un tanto desconcertante que tanto la temperatura como el índice de humedad atmosférico hubieran comenzado a aumentar desde nuestro primer encuentro con los tiranidos, a pesar de encontrarnos bajo un pesado dosel vegetal. Por un momento pensé que el planeta reaccionaba como un hombre que acabará de ser infectado por una terrible enfermedad.

Cada cinco minutos informábamos al sargento, para comprobar nuestros sistemas y para cerciorarnos que el marine que formaba la retaguardia, en este caso era yo, continuaba en su puesto. Por el canal general Rennard y Praetus comenzaban a hablar sobre la caza de Xar cuando el hermano capellán debió detectar algo.

Todos nos detuvimos como un solo hombre mientras tomábamos posiciones defensivas ante una inminente amenaza. Me llevé el bolter a la cara para apuntar mejor mientras barría mi ángulo de visión constantemente. Comencé a pensar que habría sido una falsa alarma cuando, sin previo aviso, la selva pareció cobrar vida propia. Un borrón pardo verduzco salió disparado hacia el capellán, el cual estoicamente se dispuso a luchar cuerpo a cuerpo contra la abominación. El espectro lanzo sus garras para afianzar y traer hacia si al hermano Litilus, esperando darle fácilmente el golpe de gracia.

¡Mantengan la vista alerta, pueden estar en todos lados!

¡Recibido hermano sargento!-contesté por el intercomunicador.

Permanecí en mi posición y aguardé la posible llegada de más tiranidos.

Lo vi claro, de repente el asqueroso Tiranido se avalanzo sobre mi sin darme apenas tiempo a reaccionar, solo consegi soltar la caja de seguridad con la reliquia y situarme delante de ella para defenderla mientras agarraba con ambas manos el Crociux, pues ya no me daba tiempo a sacar la pistola bolter y dispararle.

Cuando llego sobre mi, todo fue tan rapido que me encontre con el brazo medio inmovilizado, por lo que lo unico que podia hacer era sacudirle bien mientras me protegia de sus ataques, y una vez alejado le daria lo que se merecia.

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pero cuando me muevo para conseguir destrabar el brazo el tiranido se mueve conmigo dejandolo en la misma posicion y clavandome sus hafilados garfios sin compasion que acribillan la armadura por la parte interna, produciendome un intenso dolor que se refleja en datos de color rojo en la pantaña mostrando los daños producidos.

Vamos Dientes!!!! acabar con el!!!!!, que lo tengo enganchado!!!, este no se me escapa!!!!!! y después mirando a los ojos del Lictor le dice:  Bicho nauseabundo, hoy morirás por la gracia del emperador, no se si por mis manos o por las de mis hermanos,  so cabronazo!!!!!!!!!

Rennard activa la runa de su espada sierra y al grito de Larks esta va por ti! se lanza hacia el tiránido.

Rennard se lanza a por el Lictor, aprovechando que este se encuentra enganchado al Capellán. Sin embargo, con una agilidad y fluidez casi líquida, se contorsiona dejando pasar de largo al Marine.

La espada-sierra golpea con violencia el suelo, arrancando pedazos de tierra y hundiéndose en ella. Sus cuchillas chirrian contra las piedras allí debajo, haciendo escapar un par de chispas. Con un rugido visceral, el Hermano Rennard arranca la espada sierra y se prepara para el próximo movimiento.

Buen intento amigo mio, y mirando al Tyranido como si leyera su pensamiento ... Ya caerás ya....