Partida Rol por web

Y así fue como las náuseas indicaron que un nuevo viaje iba a comenzar ¿qué depararía esta vez? Vuestro cuerpo y vuestra mente estaban preparados. Ahora no existía el concepto de éxito o fracaso, tan solo era una nueva etapa del entrenamiento donde darlo todo.

De repente, tras terminar la fatiga, un fuerte olor a humedad inundó vuestros sentidos. ¿Dónde estabais? Aún era pronto saberlo puesto que la visión no estaba del todo acostumbrada a este nuevo entorno.

El sonido de unas goteras sobre la cabeza os hizo espabilar más rápido, fue entonces cuando mistasteis a vuestro alrededor para descubrir con claridad que... ¡estabais en una celda!

No entendíais que había pasado o qué provocó vuestro encarcelamiento pero allí estabais los dos, junto a los restos de otro preso que parecía llevar allí más de una década.

Los barrotes estaban oxidados, pero eran demasiado duros como para intentar romperlos. Era desesperante saber que vuestro nuevo viaje comenzaba en un cautiverio desalentador.

Lo único que os hizo desconectar de la situación actual fue el comprobar vuestras nuevas apariencias: ahora erais piratas de la época del siglo XVII. En algunos casos eran ropajes cómodos y en otros muy elegantes ¿qué os había deparado el programa?

La ya familiar sensación que esa máquina provocaba en nuestros cuerpos llegó como aviso de nuestro nuevo “viaje”. No puedo evitar sonreír. Esto me parece lo más emocionante que eh vivido pues, todo hay que decirlo, ya me aburre hacer las mismas cosas, engañar de la misma forma, seducir con una sonrisa… necesitaba una nueva fuente de emociones y me la habían arrojado en la cara. No me gustó eso de las amenazas, pero al final resultaba gratificante.

O eso pensaba hasta que me vi encerrado en una celda asquerosa, con mi compañera en mi misma situación y un sonriente esqueleto mirándonos a través de sus cuencas vacías. Mi aspecto había cambiado, lo notaba, sobre todo al ver horrorizado como mis hermosas prendas se ensuciaban con el suelo de esa pocilga. Elegante. Siempre. No importa donde estuviera.

-Tengo experiencia en estas cosas- dije mirando mis esposas con atención-. A una de mis amantes le encantaba encadenarme, siempre buscando las combinaciones más raras o las poses más difíciles- con la mirada busqué algo que me permitiera abrirlas-. Todo iba bien: me escapaba y luego jugábamos- mi sonrisa se hizo más amplia-. Pero cuando decidió pasarse al masoquismo fue que decidí darle un alto a la relación- miré a la nueva Daphne encogiéndome de hombros-. Lo entiendes ¿no? Uno tiene sus límites.

La cabeza de Daphne le daba vueltas, era la clara señal de que regresaban a viajar, esta vez a algún lugar donde los piratas eran los protagonistas. Esperó estar subida sobre un navío, capitaneando por supuesto, pero sus esperanzas se vinieron abajo en el momento que abrió los ojos y se vio encerrada en una vieja y húmeda celda con un acompañante que llevaba muerto unos buenos años. Buscó con la mirada a su compañero Brian y cuando lo hizo, alucinó. Se olvidó del problema en el que se encontraban por unos segundos.

— ¿Cómo diablos lo haces? — Porque sí, señores y señoras, Brian volvía a poseer su misma apariencia pero en sus mejores años. Ella en cambio, por lo que pudo ver en sus manos, era una mujer de color, por lo que su apariencia había sido transformada por completo. ¿Era aquello una broma de la organización?

Comenzó a jalar con fuerza de una muñeca y otra pero los grilletes eran demasiado fuertes, no parecían oxidados así que abandonó la idea de utilizar la fuerza bruta. Miró a Brian con gesto de hastío cuando empezó a oírle. Decía muchas estupideces pero admitía interiormente que sabía lo que hacía. — ¿Puedes ahorrarte esos detalles, por favor? — Cerró los ojos un instante, molesta porque se le vino a la cabeza la imagen de su compañero en una pose demasiado sugerente que le causó escalofríos — Sí, sí… Perfectamente — respondió entre dientes para que dejara el tema. También se dispuso a barrer la escancia con la mirada por si veía algo que usar, así como usó sus piernas para apartar de su alrededor algún objeto que ocultara… quién sabe, alguna ganzúa o similar. Era una prueba, podían darles todas las facilidades del mundo o todo lo contrario, por eso había que probar todo.

La pregunta de Daphne me hace sonreír, dilatando mi respuesta unos segundos de mas, sabedor que tengo ahora mismo la sartén por el mango. Con la mano derecha, extendiendo la palma, señalé mi rostro.

-¿Por qué cambiar un rostro como este?- o podría tener algo que ver con el ego del que viaje, usando algún tipo de imagen mental que pudiera tener el sujeto de pruebas en base a lo que cree que puede llegar a ser un pirata en esa época. Me quedo con la opción de que mi bello rostro es demasiado perfecto para ser cambiado por uno random-. A tu favor, diré que el color te favorece.

Era incomodo moverse con los grilletes, sobre todo si debía encontrar algo pequeño que usar para forzar las cerraduras. A mi compañera no parecía gustarle las historias picantes, algo normal, pues las historias picantes no son divertidas si nunca te ocurrió algo siquiera parecido.

-Está bien- dije dejando el tema de mi ex compañera masoquista-. ¿No tienes un prendedor o algo puntiagudo? La paja con algo sospechosamente amarronado no me sirve.

De repente, mientras estabais investigando tanto vuestros alrededores como la prisión en sí, escuchasteis un ruido que alertaba con claridad que alguien estaba acercándose.

El sonido era claro, unas botas resbalosas bajando unas escaleras de madera. La teoría de que estuvieseis en un barco cobraba fuerza pero... ¿qué os habría hecho estar prisioneros en esa jaula maloliente?

En cuestión de segundos se reveló al artífice de vuestro cautiverio.

- Ah... por fin tengo tiempo para hablar con mis ratas de mar favoritas - comentó el viejo pirata a la vez que escupía en el suelo.

- ¿Qué tal? ¿Habéis reflexionado bien sobre vuestro intento de motín? Parece que al viejo Bob no le sentó tan bien su último castigo - rió a carcajadas mientras señalaba al esqueleto que estaba a vuestro lado.

- Veréis... hay algo muy importante en esta vida... ¿y sabéis qué es? ¡La lealtad! Puede que seamos ladrones, violadores... o simples rufianes... pero tenemos que ser leales a los nuestros... leales al mar... ¡y al pillaje! - después acercó su cara a los barrotes.

- ¿Habéis entendido la lección verdad? Imagino que estos cinco días encerrados os habrá despejado las ideas... - de repente observasteis como empezó a rebuscar una especie de llave dentro de su bota.

- Os iba a liberar sin más... pero se me ha ocurrido una idea mucho mejor... Estoy buscando un tesoro que está escondido en el archipiélago tortuga... si me dais vuestra palabra de que seréis fieles a mí hasta el final de esta búsqueda... os soltaré - después se apoyó en la celda.

- Lo sé, quizás me hago viejo y vulnerable... pero noto en vuestros ojos que tras vuestro paso por la jaula puedo confiar -

Daphne interpretó aquella respuesta suya como que sabía controlar el aspecto que tenía y ella quería saberlo. Si se podía controlar, podría usar ese “poder” en su propio beneficio para obtener una apariencia que la ayudase en las pruebas. No era lo mismo tener la imagen de una “damisela” que la de un pirata fortachón con cara de pocos amigos. — Exijo que me cuentes cómo lo haces. — No le importaba lo bien o lo mal que le cayera su aspecto, solo le interesaba aprovecharse de él lo máximo posible.

Buscó entre el suelo sin poder ver nada que ayudara a retirarse los grilletes, tampoco sentía que en sus cabellos tuviese horquillas pues los tenía sueltos y bien enredados. — No, no tengo nada. — De pronto, el sonido de alguien bajar unas escaleras la hizo callar y alzar el rostro hacia donde provenían las pisadas. Sus oscuros ojos se clavaron en los del hombre que les empezó a hablar con burla. Le asqueaban los piratas, pero por culpa de los libros, las películas y las series de televisión los idealizaban como si fuesen un ejemplo a seguir o algo así, pero Daphne sabía que era un juego así que tenía claro qué iba a responder. Aceptaría el trato porque pensaba que era lo que debía escoger, así era el programa. Ella sería leal a La Barca, pero no a aquel Capitán asqueroso. — Acepto. Ahora suéltame.

-¿Me exiges?- palabras duras para una boca tan bonita-. Para exigir se necesita poder y estas en el mismo barco que yo- nunca una referencia fue tan acertada, o eso pareciera-. Elegiste mal tus palabras, lo que debiste decir fue: “Por favor Brian, préstame un poco de tu amplio conocimiento y experiencia… Te necesito”- puse mi cara de costado, haciendo un pequeño puchero con la boca, sabedor que ella me lo haría pagar caro en cuanto nos liberáramos.

En ese ínterin, apareció un gordo pirata, el capitán por lo que parecía y ofreciéndonos un trato. Un pequeño deja vu me mantuvo callado mientras mi compañera aceptaba sin rechistar. ¿Acaba de jurar lealtad a un pirata? ¿Quizás sus mentiras eran más difícil de debelar que las mías? Debo esforzarme.

-Por supuesto Capitán- la sinceridad debía ser expresada con cada gesto, como si el arrepentimiento por algo que nunca hicimos fuera verdadero-. Nos dejamos engañar por las dulces palabras de otros, quienes le difamaron y nos pintaron un mundo totalmente distinto- negué con la cabeza-. Cumpliremos con sus expectativas y mucho más.

Lo mejor era echarle la culpa a otro y fingir que éramos solo unos pobres subordinados… porque si yo hubiera planeado el motín, ahora mismo estaría en el timón, una sonrisa en mis labios y el viento peinando mi cabello.

El capitán parecía mostrarse muy contento.

- ¡Já! - exclamó.

- Sabía que podía contar con ustedes - dicho aquello se apresuró en usar la llave para liberaros.

El ansiado sonido de la libertad llegó a vuestros oídos a medida que el pirata abría la puerta. En cuestión de segundos erais libres de nuevo, quizás a vosotros os parecería una tontería (puesto que solo llevabais unos minutos allí) pero a ojos de los demás... ¡era como ver el cielo abierto!

El capitán os pidió que le acompañaseis a cubierta. Allí descubristeis junto a un potente olor a sal, que más de una veintena de piratas estaban gritando cosas ininteligibles. No parecían muy contentos ¿era con el capitán? ¿con ustedes? Era pronto para saberlo.

En cuestión de momentos os encontrasteis ya al aire libre, en mitad del ancho mar y bajo la atenta mirada de demasiados hombres.

- ¡Escuchad todos, perros de mar! - parecía que poco apoco iban calmándose.

- Habéis dejado mucho atrás por venir aquí, pero os prometo que os llevaré allá donde os he prometido - al decir aquellas palabras se notó como había un sector dentro del "público" que de forma agresiva refunfuñaba.

- Encontraremos la isla, encontraremos el tesoro... ¡y tanto sacrificio habrá merecido la pena! - parecía que esas últimas palabras generaron mucho descontento.

                                     ¡Nos llevarás a la ruina!

¡Confiad en él!

 ¡Dejé a mi familia a atrás!

¡Eres un mentiroso!

                    ¡Vamo' a calmarno!

Los gritos eran cada vez más ruidosos y la situación cada vez más tensa. Estabais viviendo un claro enfrentamiento entre dos posturas: aquellos que estaban a favor del capitán y su búsqueda del tesoro y los que se sentían traicionados.

Claro que le exigía. Estaba convencida de que él le habían informado de algo y a ella no, hasta se llegó a plantear que Brian era un actor que la acompañaba haciendose pasar por su compañero solo para ponerla más a prueba pues era de paciencia frágil. Además, le costaba tanto trabajo creerse a una persona tan… como él…

— ¿No te cansas de ser tan fantasma? — preguntó después de dedicarle un fruncido de nariz y labios, un gesto de total aversión. Hubiera dado lo que fuera por tener una de sus manos libres para propinarle un puñetazo, pero ese momento llegó tarde y había cosas más importantes que hacer. El piquito de oro de Brian también le había permitido liberarse del castigo de pasar la eternidad junto a Bob. Ella ya lo empezaba a conocer e sabía que mentía más que hablaba pero ningún desconocido se daría cuenta, como pasaba con el Capitan.

Daphne se masajeó las muñecas una vez fueron liberados mientras arrastraba sus pies hacia las escaleras que los llevaría hasta la cubierta del barco. Allí descubrió una buena cantidad de piratas que los miraban con cara de pocos amigos, como los traidores que eran. Al menos no solo parecian estar disgustados con ellos, sino también con el capitán. Tenía pinta de que en cualquier momento ambos bandos se tirarían el uno sobre el otro pero Daphne se quedó esperando impacientemente lo que ocurriría.

Al parecer Daphne no quería dar el brazo a torcer y pude adivinar deseos de muerte sobre mi persona con solo ver sus ojos. Por suerte no pudo hacerme daño, aunque podría haberme pateado hasta la muerte si se hubiera dado cuenta que sus piernas estaban libres. Más suerte para mí.

El sonido de las llaves me hicieron sonreír y el caminar detrás del capital hasta la cubierta me supieron a gloria. El mar se abría ante nosotros inmenso, revelándonos que estábamos en un barco, tal como imaginaba, y en medio de la nada para más inri. Pero no pude maravillarme mucho de ese paisaje, pues ante nosotros había muchos piratas, uno más sucio y macabro que el anterior, dándome una generosa muestra de lo que era vivir en esa época. ¿Por qué nadie se veía elegante como yo? Puedo pasar por el capitán con más facilidad que el gordo que nos liberó.

-No parecen contentos- le murmuré a mi compañera a modo de broma, pues hasta alguien con sus escasos encantos sociales podría leer el ambiente. Mis ojos recorrieron cada rostro, memorizándolos. Tenía que saber exactamente quien estaba a favor y quien en contra. Eso nos permitiría saber en qué lado ponernos cuando los sables salgan de sus fundas-. Capitán, ¿quiere que intente convencerlos?

Una muchedumbre maleable, llena de gente desesperada y sin educación, propensos a hacer el mal, ambiciosos, crueles y desalmados… la sola idea de poder manejarlos entre mis manos me hacen salivar. Siento como el corazón comienza a latir con fuerza, de pura emoción.

De repente, un ahogado grito se escuchó entre la multitud.

Sin que os lo pudieseis esperar, uno de los piratas con presteza y bastante maestría ensartó el cuerpo del capitán con su sable. Aquello había sido un acto traicionero, espontaneo ¡imprevisible!

Pudisteis notar en los ojos del capitán la desilusión por comprobar como su propia tripulación lo había dejado de lado, o por lo menos una parte de él.

Lo que ocurrió en los instantes siguiente fue un detonante que se veía venir: una trifulca donde dos bandos se peleaban a muerte por tomar el control del barco.

Ahora estabais en una situación comprometida, con el cuerpo del capitán muerto sobre la cubierta y más de una docena de marineros furiosos tendríais que elegir qué hacer.

¿Compensaría enfrentarse a los piratas?¿o era mejor escabullirse y esperar a que pasase la tormenta?

Aquel fue un giro inesperado de la situación que conllevaba una rápida acción por vuestra parte.

Daphne soltó un suspiro de exasperación cuando Brian le susurró algo obvio. No le dedicó una palabra, ni si quiera una fea mirada pues todos sus sentidos estaban atentos a lo que pudiera ocurrir. No se fiaba un pelo de cómo estaban reaccionando los piratas, no todos, puesto que algunos de ellos parecían seguir confiando en su líder pero eran pocos. No intercedió en el momento que su compañero, con toda la gran confianza que tenía en sus capacidades, le propuso su ayuda para calmar a las fieras. Daphne ya se estaba cruzando de brazos y observando con una leve sonrisa para ver cómo se le echaban encima cuando el Capitán fue atravesado por un sable que rápidamente se tiñó de sangre.

Y la lucha comenzó. La mujer se movió rápidamente entre el gentío para sacar el arma del capitán y hacerla suya. Con ese movimiento ya había tomado la decisión de enfrentarse a aquellos piratas. En esa clase de situación no se le ocurriría la idea de huir a esconderse, la lucha siempre la había atraído sobremanera y aquella con sables de por medio y contra piratas era obvio que nunca la había experimentado. La adrenalina comenzó a hacerse dueña de su cuerpo, el problema recaía en que nunca había luchado con ese tipo de armas sino cuerpo a cuerpo o con armas de fuego. Y tal vez con armas blancas pero cortas, y eso añadía una dificultad añadida, por lo que tuvo que hacer un gran esfuerzo para adaptarse y salir airosa.

El capitán ni siquiera pudo pensar en mi propuesta, pues uno de sus piratas se adelantó con el sable de frente, ensartando al rollizo hombre. Si tan solo me hubieran dejado trabajar a mí en esto, todos podríamos estar trabajando por ese supuesto tesoro. No siempre se puede hacer algo cuando no tienes materiales con los que trabajar.

-Mierda- mi compañera no perdió el tiempo, robando el arma del capitán, quien ya no la necesitaría, para enfrentarse contra los sádicos piratas-. No sería divertido sin una lucha a espadas- esquivé un ataque, golpeando al sujeto con el codo para a continuación apoderarme de su arma. El golpe no fue muy fuerte, pero logró el objetivo de desestabilizarle para quitarle su espada. Ya armado, me posicioné, exudando elegancia por los cuatro costados, como un pantera lista para atacar. Una mano detrás de mi espalda y el arma por delante, siempre con una sonrisa en los labios y haciendo cantar mi arma con cada movimiento. Pronto me coloque espalda contra espalda con Daphne. ¿Por qué? Porque resultaba heroico, sabía que nadie me atacaría de su lado y que agradecería mi ayuda. O evitaría que me golpeara más tarde.

Usando vuestra pericia en combate y dejándoos llevar por el frenesí de la situación, empezasteis a usar la espada y el mosquete para abatir a los piratas que se interponían en vuestro camino.

En cuestión de segundos se generó un ambiente de camaradería entre los otros tripulantes que parecían tener afecto también con el capitán puesto que en más de una ocasión os ayudaron en el combate cuando se veía que la situación se tornaba complicada.

En menos de dos minutos se pudo observar como la situación se iba controlando. Los leales al capitán empezabais a tomar ventaja frente al resto, donde más de la mitad habían sido ya diezmados. Estuvo en vuestro poder el decidir si perdonarles la vida a aquellos que se rendían o ejecutarlas en pos de evitar nuevas revueltas, pero una cosa estaba clara: la victoria era vuestra.

Aquellos que habían sobrevivido tenían que decidir sobre qué es lo que pasaría ahora. Teníais un mapa en vuestro poder, aquel que enseñó el capitán antes de morir, un barco y tripulación leal... sin embargo por otro lado también estaba la decisión de volver a casa, con las familias, con la seguridad de vivir otro día...

¿Qué era lo mejor para unos piratas como ustedes?¿Qué querría el programa de esta situación?

A vuestro alrededor había opiniones dispersas. Algunos decían que querían continuar, honrar la memoria del capitán... otros en cambio preferían volver a casa y dejar de lado esta vida tan peligrosa.

A veces la espada levantaba una lluvia de chipas cuando se encontraba en su trayectoria con otra, debía corregir el golpe desviando la peligrosa hoja de mi enemigo para volver a intentar que esta mordiera la carne. Mis oponentes eran duchos asesinos, así que de vez en cuando una espada lograba marcar ligeramente mi carísimo traje y, aunque siempre sabía apreciar una buena prenda, agradecía que no fuera mi piel. De vez en cuando tenía que hacer uso de alguna pistola que lograba encontrar o arrebatar de mis enemigos, segando la vida de algún incauto para tener que dedicarme al siguiente. Pronto tuvimos a varios aliados a nuestro lado, logrando acabar con ello en pocos minutos. Para mí fue toda una eternidad, aunque lo disfrute como un niño.

-Uff… Esplendido- ahora teníamos en nuestro poder un barco, una tripulación y el supuesto mapa del tesoro. Apoyé mi espada en la cubierta, tomando aire y viendo a mí alrededor. Quedaban algunos traidores que se rindieron… Mmm habría que probar sus lealtades, la gente no era de confianza en estos días-. Iremos por el tesoro ¿verdad?- se susurré a mi compañera con los ojos brillantes de la emoción. ¿Qué tiene de bueno volver sobre tus pasos a un hogar lleno de críos y una esposa gorda? Pues con seguridad todos ellos tenían eso o alguna enfermedad mortal a juzgar por su aspecto. Debemos buscar ese tesoro y gastárnoslo en cosas. No importa que, solo gastarlo.

Debía reconocer que la lucha fue épica, nunca se había sentido tan eufórica en el campo de batalla, tal vez porque aquello a lo que se enfrentaba no era real y siendo consciente de ello el programa no tenía forma de engañarla, y por tanto no le generaba ninguna sensación de miedo, tan solo sensaciones positivas. Golpeó con gran destreza en la rodilla de uno de los piratas que alzaba su sable sobre ella, provocando que callera al suelo facilitándole el trabajo de atravesarle el torso desde la espalda. Tuvo tiempo de zafarse del agarre de otro contrincante que por unos segundos la inmovilizó, pero dándole un fuerte golpe con la cabeza logró liberarse y girarse sobre sí misma. Utilizó el movimiento del giro para dar mayor fuerza a su siguiente ataque que abrió una herida mortal en su garganta. La sangre salpicaba su cara, dándole una imagen fiera, casi salvaje.

No supo si su compañero fue igual de violento que él en la batalla, pero cuando terminaron no vio por su parte que castigaran a aquellos que habían osado a atacarlos a traición. Daphne pidió a uno de los tripulantes que encerraran a los traidores justo donde Brian y ella habían estado presos. Desconocía si más adelante tendría la oportunidad de castigarlos con la muerte pero mientras le valía que sufrieran en aquella jaula.

Mientras recuperaba la respiración apoyándose en el mástil del barco se fijó en el mapa pensándose en serio ir hacia el tesoro. Sería un desperdicio decidir volver a “casa” si acababan de empezar con aquel programa, por lo que asintió con la cabeza al susurro que le dedicó Brian. — Además, te cedo el honor de ser el Capitán del barco — porque seguramente le ilusionara ese puesto, además, ante la posibilidad de otro motín, él sería el primero en caer. Todo era ventajas; mantenerlo contento y además salvar el pellejo. Lo único negativo sería estar bajo su mando, ¿pero qué podría hacerla hacer aparte de obligarla a fregar la cubierta? — ¡El Capitán Cooper nos llenará de riquezas! ¡El tesoro será nuestro! — Gritó alzando al aire su sable.

Daphne asintió, dejando que unas hebras de cabello ensangrentado cayera por su rostro, toda su ropa estaba empapada en sangre… aunque curiosamente la mía no, solo tenía algunos cortes aquí y allá en mi ropa, pero nada había ensuciado mis pulcras prendas. Interesante. Justo cuando iba a gritar: “Pido ser Capitán”, mi compañera me cedió el puesto, hasta avivó a los demás a corearme. Vamos que en el fondo es buena chica… seguramente me está poniendo en medio del blanco de todas las responsabilidades, pues es lo que hubiera hecho yo en su lugar.

-¡Escúchenme!- alcé la voz, mirando a cada hombre en pie que permaneciera en la cubierta-. Nuestro capitán ha caído. Murió siguiendo sus sueños. Quería que todos nosotros tuviéramos algo más que unas simples monedas oxidadas. Quería que pudiéramos saciar cada deseo desenfrenado que nos asaltara, que pudiéramos tener todo aquello que viéramos y desearamos- mantener contacto visual con todos mientras exaltaba las palabras con gestos no era difícil, esos tipos querían oro, eran codiciosos y buscaban cada exceso que existiera. Se parecían un poquito a mí-. Pues yo digo que le honremos. Busquemos ese tesoro. Luego brindaremos por su alma, allá donde Davy Jones la haya llevado- levanté mi espada, sin dejar de sonreír con confianza-. ¡Rumbo al archipielago Tortuga!

En cuanto salió a la luz la decisión de seguir adelante, todos se quedaron conformes, es más, gritaron eufóricos que había llegado la hora de terminar lo que se había empezado.

Era cierto que había una minoría que prefería volver a casa, pero el sentimiento de unidad también ayudó a que se adaptasen a las circunstancias ¡Si realmente había un tesoro merecería la pena todo lo dejado atrás!

Con todo reorganizado de nuevo, llegó la hora de ponerse en acción.

Las velas se desplegaron y el timón necesitaba un nuevo dueño ¿quiénes iban a ser los que se encargarían de liderar? ¡Ustedes por supuesto! Era la voluntad del programa, todo era propicio para ello ¡y no ibais a desperdiciar la oportunidad! el resto de integrantes, es decir, vuestra tripulación, aceptaba el liderazgo y acatarían las ordenes y más aún siendo Brian la cabeza visible de la capitanía.

En cuestión de minutos el barco se puso en marcha teniendo a favor tanto el viento como el oleaje. La sensación era realmente excitante, estar ahí disfrutando de como surcabais los mares como verdaderos piratas en busca de un tesoro.

Vuestro destino era una isla cuyo paradero era aún desconocido, las indicaciones eran vagas y solo las mentes más avispadas podrían interpretar aquel lioso esquema que el capitán os había dejado como herencia... ¿estaríais a la altura de continuar el legado de ese viejo perro de agua salada?

Los gritos de euforia se pierden en el mar, llenándome de esa energía tan especial que viene luego de lograr “un trabajo” con éxito. La cubierta está llena de sangre y lo que parecen ser las tripas de uno de los desafortunados traidores. Lo ordeno limpiar, pues eso de andar pisando tripas siempre me sienta mal. Luego de ocuparnos de los muertos y sus tripas, me posicioné frente a timón, notando que su estilo me agradaba, aunque siempre prefiero lo elegante ante de lo rudo. Soy adaptable, así que no le presté más atención

-Veamos ese mapa- le dije con una sonrisa de expectación a Daphne, desenrollándolo sobre una mesa. El mapa era extraño, no parecía ser muy exacto y el que lo dibujó pareció no haber terminado el preescolar. También estaba el asunto de esa sustancia viscosa que parecía tener pegada, quizás algún fluido del capitán luego de ser atravesado. Lo cierto es que me costó mucho concentrarme y siquiera saber leerlo-. Creo…- ¿La cosa viscosa se mueve? No. Es mi imaginación. Dios, que asco-… Creo que debemos guiarnos por nuestros instintos…