Partida Rol por web

AKI y el misterio de los cerezos

I. LA CIUDAD DE LOS ÁRBOLES

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11/04/2014, 22:22
Miyamoto Tsunetomo

Sendai, cinco años después de la batalla de Sekigahara.
Periodo Edo.

 

El mensajero llegó temprano. Los primeros rayos de sol comenzaban a asomar por detrás de las montañas generando sombras alargadas y fantasmagóricas a medida que avanzaban despacio por el jardín, con su cerezo ya prendido en flor, el dojo y la casa. El maestro desplegó la escueta nota y la leyó. El daimio en persona requería su presencia inmediata en el castillo.

Miyamoto se vistió a toda prisa. Le oías trajinar de un lado para otro buscando alguna prenda de ropa que no parecía encontrarse donde él esperaba. El maestro nunca dejaba entrar a nadie en su habitación, lo que había generado cierto caos en su pequeño mundo. Ni siquiera tu podías acceder a ella. Al cabo de un rato, escuchaste sus firmes pasos avanzando por el pasillo hasta detenerse frente a tu puerta. La deslizó y entró. Llevaba las armas sujetas en la mano izquierda y vestía su atuendo formal, rematado por un sombrero laqueado negro.

Tengo que ir a ver al daimio -te informó mientras se encajaba el sable largo y el corto en el cinturón-. No olvides tus ejercicios de caligrafía, los veré cuando regrese.

Un palanquín con la insignia del clan le esperaba frente al portón trasero. Siempre era así cuando nuestro señor le mandaba llamar. Miyamoto se acomodó dentro y el pequeño grupo salió a toda prisa en dirección al monte Aoba. En su cima se encontraban el castillo y la residencia del daimio.

La llegada de la primavera había templado las mañanas, desterrando definitivamente los rigores del invierno y su eterno manto blanco.

 


 

El maestro regresó a casa justo en el momento en el que terminabas tus deberes de caligrafía. Te había encargado copiar un haiku:

Sobre las olas
Surca la primavera
Flor de espuma

Dejaste el pincel de bambú junto al tintero y observaste complacido el resultado de tu esfuerzo. Miyamoto se acercó, cogió la hoja de papel de arroz y la examinó largo rato. Sus ojos recorrían y escudriñaban la firmeza líquida de cada trazo. Lo dejó sobre el escritorio sin decir nada y se encaminó hacia su alcoba. La decepción te invadió completamente. Estabas orgulloso del trabajo realizado; tu maestro, sin embargo, no te había dicho nada. Ni siquiera había asentido levemente.

Al cabo de un rato, reapareció vestido con el kimono con el que solía ejercitarse en el dojo. Te miró y vio la decepción en tus ojos.

-Algunos hombres usan palabras bellas para adular a otros, pero no existe mayor signo de admiración y de respeto que el silencio.

Sin darte siquiera tiempo a asentir, salió de la estancia y cruzó el jardín en dirección al pequeño edificio que se levantaba en su extremo más lejano. Mientras te cambiabas, le viste detenerse frente al cerezo en flor durante un instante a través de tu ventana. La alegría había regresado a tu interior.

El maestro te esperaba dentro de la sala de prácticas. En ese preciso instante terminaba de colocar un gran papel de arroz que cubría prácticamente media pared. En el suelo, a su lado, había un pequeño cubo de madera y varias esponjas de mar.

-Coge un bokken -te ordenó.

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18/04/2014, 16:23
Aki Munemoto

Aquella mañana no sería distinta a otra cualquiera si no fuese por la temprana llegada del mensajero. Por lo normal, éste solía llegar poco después del despuntar del alba, sin embargo hoy había venido algo antes. ¿Quizás algún asunto especial que requiriese con urgencia al sensei? Era lo más probable dada la reacción que la misiva provocó en él. En cualquier caso, Aki decidió no preguntar nada cuando Miyamoto llegó hasta su habitación, simplemente se limitó a asentir con la cabeza en el momento en el que le recordó el deber que el muchacho tenía pendiente aquella mañana. Cuando finalmente salió por la puerta, Aki contó mentalmente diez segundos. Al finalizar la cuenta, el chico sacó la cabeza por la ventana y miró hacia el portón trasero. Aquellos diez segundos le daban la seguridad suficiente como para ver cómo su sensei era transportado por el palanquín sin que éste se percatase de su acto.

Varios minutos pasaron tras aquello, y, aunque incesantes preguntas afloraban en la mente del chico, éste decidió despejarse de ellas realizando el ejercicio de caligrafía que tenía pendiente. En él puso todo su empeño y concentración, pues, para Aki, una sola muestra de reconocimiento por parte de su maestro era suficiente como para llenarle de orgullo durante toda una semana. Es quizás por ello que cuando su maestro regresó y leyó el haiku copiado por Aki sin modificar en ningún momento su semblante, el chico no pudo evitar desilusionarse momentáneamente. ¿Se habría equivocado en algo? ¿Quizás su caligrafía no era al esperada por el maestro? Aki creía haberlo realizado correctamente, y casi pondría su mano en el fuego por ello.. Seguramente el sensei se dio cuenta de su desilusión, pues tras vestirse con el kimono que solía usar durante sus entrenamientos en el dojo le dedicó unas palabras que consiguieron levantar el ánimo del chico.

Además, a Aki no se le había pasado por alto el hecho de que su maestro vistiese el kimono de entrenamiento. ¿Aquello significaba que le instruiría con el bokken? De toda su instrucción, aquélla era la preferida por el chico.. por lo que no tardó en esbozar una amplia sonrisa en el momento en el que su maestro le ordenó coger el bokken.

-Sí, sensei - Respondió segundos antes de recogerlo del expositor en el que estaba sujeto.

El rígido tacto de la espada de madera al ser agarrada por su mano era suficiente como para provocar una ligera emoción en el chico. Debía admitir que adoraba aquello.. sentir las vibraciones de la espada al chocar contra la de su sensei, el sordo sonido que aquello provocaba, sus músculos en tensión cuando atacaba o paraba un ataque.. Aquellos minutos que duraba esa parte de la instrucción eran los mejores del día para el chico, incluso aunque a menudo acabase el entrenamiento lleno de moratones.

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18/04/2014, 17:38
Miyamoto Tsunetomo

Al llegar junto a él descubriste que el cubo estaba lleno de tinta. Te indicó que pinchara una esponja con la punta del bokken y que la empapara en el líquido negro. A continuación, te indicó que escribieras la palabra shoshin en el gran papel de la pared, llenándolo por completo.

Era uno de los diez principios fundamentales del budo y estaba formado por dos kanjis: sho, que significaba principiante, y shin, que representaba el corazón. Juntos constituían un recordatorio del espíritu que debe regir el interior de todo buen samurái: mantén siempre la mente, el corazón y la actitud del aprendiz.

Comenzaste a bosquejar el primer símbolo...

Notas de juego

Haz una tirada de estilo Enérgico, Cauto o Rápido (según como sujetes el bokken) a dificultad Grande (+4).

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20/04/2014, 09:28
Aki Munemoto

¿Un ejercicio de caligrafía?

Cierta desilusión volvió a invadir al chico tras aquel pensamiento. Aún así, y procurando que no se notara lo más mínimo su estado de ánimo, pinchó con la punta del bokken una de las múltiples esponjas y la empapó en el cubo de tinta tal como le indicaba su maestro. Justo después se acercó al papel y comenzó a escribir en él.

Aquélla no era una tarea fácil.. por supuesto con un pincel podría escribirlo sin ningún tipo de dificultad, pero con un bokken era distinto. La punta rígida impedía que sus trazos fuesen precisos y seguros.. pero Aki no pensaba desistir en el primero intento. Buscando una manera adecuada de realizar el ejercicio, el chico cambió su forma de sujetar el bokken, pasando a agarrarlo de forma ligera y delicada, sin imprimir demasiada fuerza en sus trazos y realizando movimientos ágiles de su brazo y muñeca..

Varios minutos pasaron hasta que Aki dibujó el último trazo del último kanji. Fue entonces cuando se separó un par de metros del enorme papel colgado en la pared y contempló el resultado. Quizás no había sido el mejor, pero tampoco estaba del todo mal..

- Tiradas (1)
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20/04/2014, 13:06
Miyamoto Tsunetomo

La habilidad de la caligrafía depende del espíritu y de la energía con la que se ejecuta. Un buen samurái debe obrar siempre sin dudar, sin mostrar ni cansancio ni desánimo hasta concluir su tarea. Si dudas al enfrentarte a un papel, aún dudarás más al enfrentarte a un hombre —expresó serenamente mientras daba la vuelta a la gran sábana blanca.

El maestro recogió entonces el bokken que había dejado sobre la banqueta, lo impregnó nuevamente de tinta y trazó con una caligrafía decidida y elegante los dos kanjis sobre el reverso de la lámina.

Ichi go Ichi e, Aki —añadió citando una de las esencias de la Ceremonia del Té—: Cada momento es único y no volverá. En un combate no hay nunca una segunda oportunidad. Dudar es morir.

Miyamoto tenía el rostro serio y su tono de voz era firme. Sus ojos estaban clavados en tí. Había dureza en ellos, pero también un fondo de ternura y de preocupación. Nunca te contaba nada de sus reuniones secretas con el daimio; para tí simplemente significaban que se iba a ausentar durante un tiempo. Sin embargo, en aquella ocasión presentiste que había algo más.

Coge otro bokken —te ordenó de nuevo.

Te dirigiste al armero y seleccionaste un nuevo sable. El maestro había quitado la esponja de la punta del suyo y te esperaba en el centro del tatami con su arma sujeta a su cadera izquierda. Te situaste a unos cinco pasos de él, imitando su postura, y os saludasteis como exigía la etiqueta antes de cada práctica. Después, empuñasteis el sable con la derecha y lo deslizamos suave y ceremoniosamente a lo largo de la palma izquierda, como si desenvainárais una katana de hoja viva, hasta que las puntas quedaron prácticamente emparejadas frente a vosotros en posición de guardia media.

Os observastéis durante unos segundos, los ojos entrecerrados, la mirada perdida en un lugar indeterminado del contrincante. En un combate jamás debe mirarse al oponente directamente a los ojos, sino buscar un punto que te permita observar la tensión de todo su cuerpo, hasta sus más mínimos movimientos: un ligero temblor en la mano, los dedos cerrándose y aferrándose a la empuñadura, un gesto apenas imperceptible de un pie preparándose para avanzar, el ritmo y sonido de su respiración… Todos son signos que nos indican cuándo y cómo va a atacar. Si únicamente vigilas sus ojos cometes el error de perder de vista lo más importante y puedes quedar atrapado en ellos. Lo importante es percibir, no ver.

El corazón te latía con fuerza mientras buscabas el momento adecuado de iniciar el ataque...

Notas de juego

Ataca a Miyamoto con el estilo que creas más conveniente. La dificultad de la tirada viene definida por el estilo que usará él al defender, osea: Rápido (+6) Fantástico.

Suerte ;)

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22/04/2014, 19:44
Aki Munemoto

Aki sentía como si el bokken fuese una prolongación de su brazo, como si aquel rígido arma pudiese moverse por sí solo con una simple orden de su cerebro. Notaba también el fuerte palpitar de su corazón, motivado a verter una mayor cantidad de sangre en sus venas gracias a la adrenalina que suponía el inminente combate. Estas sensaciones que afloraban en su cuerpo no eran nuevas, pues siempre que disputaba un combate contra su maestro le ocurría lo mismo.. aún así, algo que en aquel momento no podía comprender diferenciaba ese combate del resto que había disputado hasta el momento.

Escasas milésimas de segundo tardó el chico en alzar el bokken y soltar un rápido tajo vertical cuya intención era tomar la iniciativa y sorprender a su maestro. Sin embargo, ya incluso en el momento en el que el rígido bokken comenzaba a descender en dirección al maestro, Aki sabía que aquello no iba a surtir efecto y que su maestro probablemente aprovecharía la oportunidad para contraatacarle.

- Tiradas (1)
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22/04/2014, 20:26
Miyamoto Tsunetomo

Cargaste el bokken sobre tu cabeza para armar un golpe recto descendente y te abalanzaste sobre él. Durante todo el proceso, el maestro ni se movió. Esperó a que tu ataque sobrepasara su punto de no retorno y se desplazó ligeramente a la derecha avanzando su pie y cubriéndose en tejadillo con su sable. Tu ataque encontró el vacío. Entonces notaste la madera de su bokken en la parte izquierda de tu cuello. Un único movimiento y habías perdido tu cabeza.

Miyamoto lo retiró despacio y retrocedió dos pasos sin perder en ningún momento su guardia. Cargaste un nuevo golpe, esta vez un corte circular de izquierda a derecha buscando su sien. El maestro imitó exactamente tu movimiento, como si te encontraras frente a un espejo, y envolvió tu corte proyectándolo hacia el exterior con un firme y fluido gesto de su muñeca. A continuación, como si formara parte de una única coreografía sin pausas, descargó su contraataque sobre tu cabeza. Ni siquiera tuviste tiempo de retroceder y esquivarlo.

En ese instante os distéis cuenta de que os observaban. Sentados en posición de rodillas a la entrada del dojo estaban los dos hijos del daimio, Hidemune y Tadamune. Hidemune tenía tu edad y era el hijo mayor de nuestro señor. Sin embargo, sabía que jamás heredaría la dirección del clan. Era hijo de la dama Iisaka, una concubina, y eso le eliminaba de la sucesión. El pequeño Tadamune iba a ser el elegido. Su madre, la dama Megohime, era hija de Kiyoaki Tamura, señor del castillo de Miharu, de la provincia vecina de Mutsu, un amplio territorio costero que se extendía hasta los límites de la isla de Honshu por el norte. Aunque solo tenía seis años, su padre quería que empezara ya oficialmente su instrucción. Y, junto a ellos, estaba Kumico, la hija de Tsunenaga Hasekura, otro de los samuráis de mayor confianza del señor Masamune.

Tu corazón dio un vuelco. Kumico tenía un año más que tu y era la chica más hermosa que había visto en mi vida. Su nombre era perfecto: la eternamente bella. Sus ojos eran de color gris claro, y su mirada suave, como un kimono de la mejor seda. Su piel era nívea, pero irradiaba un calor intenso, puntuado por sus mejillas siempre rosadas y el color encarnado de sus labios, y su cabello, largo y negro, revelaba destellos rojizos cada vez que lo acariciaba el sol. A ti me parecía más bella que la mismísima diosa Amateratsu. E igual de inalcanzable.

Aunque Miyamoto era uno de los samuráis de mayor rango del clan, tu no eras su hijo natural, sino el de un samurái menor y pobre. Tu madre seguía viviendo en la misma casa humilde y desvencijada a la que se había ido a vivir con tu padre cuando se casaron y en la que nacíste tu, en una pequeña aldea a los pies del monte Daito, cerca del paso natural de Sasaya.

Al ver tu rostro comido por el rubor, el pequeño Tadamune se echó a reír. El maestro le reprendió:

-En el dojo debe guardarse el respeto correspondiente.

El pequeño daimio se sonrojó ante la reprimenda. Sabía que, dentro de aquel tatami, la palabra de su sensei era sagrada. Su hermano mayor también se había dado cuenta, hacía ya algún tiempo, de cómo temblabas como una hoja justo antes de caer golpeada por el primer viento del invierno cada vez que miraba a Kumico. Ella e Hidemune pasaban mucho tiempo juntos y tu te morías de celos por dentro. Sin embargo, la aceptación del lugar exacto que uno ocupa en el mundo es una de las primeras lecciones que todo samurái aprende. Y una de las más importantes.

Miyamoto les dio permiso para entrar en la sala de prácticas. Era la hora de la lección. Mientras los tres se dirigían al armero, apareció Shigenaga a todo correr. Llegaba tarde. Era el hijo de Kagetsuna Katakura, con quien el maestro había departido en el castillo hacía apenas un rato. Él y los señores Tsunamoto Oniniwa y Shigezane Date, primo del daimio, eran conocidos como Los Tres Grandes Hombres del clan, y, junto al padre de Kumico, formaban el gobierno a sus órdenes.

Shigenaga se disculpó con una profunda reverencia y permaneció en silencio. Era una descortesía llegar tarde, tanto como tratar de excusarse. El maestro le dio finalmente permiso. Mientras los chicos practicabais una serie de movimientos con el bokken, Kumico se ejercitaba en el arte de la naginata y la lanza. Su padre no había tenido hijos varones y quería que recibiera la instrucción propia de un samurái, como correspondía a su rango. Su habilidad y su tenacidad la habían convertido en un adversario temible.

No dejaste de tener la sensación de que algo pasaba durante todo el entrenamiento. El maestro te hubiera reprendido enseguida de saber que otro pensamiento te distraía durante la práctica, pero él mismo parecía ocupado en esa misma reflexión. Sin embargo, no ibas a conocer la noticia hasta más tarde.

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22/04/2014, 20:36
Miyamoto Tsunetomo

La llegada de la primavera no solo había templado el frío y coloreado los campos, también había alargado los días, lo que suponía una bendición. Miyamoto estuvo encerrado en su habitación casi toda la tarde, preparándose para su marcha. Le oíaS afanarse arriba y abajo, buscando de nuevo algo que parecía no encontrar. El olor de la cena flotaba ya por toda la casa. También la señora Kichi, la vieja ama del maestro, se había pasado buena parte del tiempo trabajando en la cocina. Era una mujer menuda, pero tenía la fortaleza y la energía de un búfalo; también su carácter. Solo la había visto sonreír en contadas ocasiones. Su semblante era casi siempre áspero y los millones de arrugas cinceladas en su rostro contribuían aún más a darle un aspecto fantasmal, como si se tratara de algún terrible demonio.

El maestro y tu soliais cenar siempre solos; sin embargo, parecía que Kichi preparaba comida para una tropa. Quizás el misterio tenía simplemente que ver con que ibais a tener invitados aquella noche. La mesa, no obstante, estaba preparada tan solo para dos comensales.

Miyamoto te miró durante un buen rato. Ninguno de los dos habiais tocado la comida aún. Finalmente rompió su silencio.

-La hora es ahora -pronunció con ceremonia.

Permanecí callado, tus ojos clavados en él, esperando a que siguiera.

-Un verdadero samurái debe estar constantemente preparado y dispuesto. La hora es ahora y ahora es la hora siempre -siguió-. Esta mañana le he pedido permiso al daimio para que me acompañes en esta misión y ha accedido. Partiremos mañana al alba.

A continuación, cogió un nigiri de atún y se lo metió entero en la boca. Tucara se iluminó: ¡ibas a acompañar a tu maestro en una misión secreta! No podías creerlo.

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23/04/2014, 20:39
Aki Munemoto

El corazón de Aki dio un vuelco al escuchar al maestro. ¡Iba a realizar una misión junto a él! Aquello le llenaba de orgullo, pues no había nada que más quisiese que ser reconocido por su maestro, y poder compartir una misión junto a él demostraba que su sensei confiaba en sus capacidades. ¡Daría todo lo posible se sí por demostrarle que no se equivocaba en confiar en él!

-Sí, sensei - Dijo tratando de aparentar seriedad, aunque claramente estaba emocionado por aquello - Estaré preparado para partir al alba.

En aquel momento tenía ganas de saltar, correr y gritar de alegría. También de ir a ver a Kumico y contarle aquello.. contarle que pronto tendría su primera misión y encima junto a su maestro. ¡Seguro que ella se alegraría por él! Sin embargo, frente a su maestro solo podía mostrar seriedad y control sobre su cuerpo y espíritu, tal derroche de energía probablemente no sería bien visto además de considerado un acto infantil.

-Gracias, sensei - Dijo finalmente tras unos segundos en silencio y a la par que inclinaba su cabeza en reverencia a su maestro - Gracias por confiar en mí.

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23/04/2014, 21:34
Sensei

El resto de la cena transcurrió en silencio. Kichi iba y venía trayendo nuevos platos y retirando los viejos. Por un instante, pudiste ver en sus ojos un vestigio de ternura y de preocupación al mirarte. Estabas seguro de que Miyamoto ya le había comunicado la noticia. Probablemente se había pasado la tarde preparando no únicamente la cena, sino diversas viandas para vuestro periplo. Al parecer, la vieja Kichi tenía un corazón escondido en alguna parte de su enjuto cuerpo. No pudiste más que sonreír y sentir una oleada de afecto por ella.

Te retiraste a tu habitación a preparar la talega para el viaje y disponerte a dormir, pero la emoción que sentías lo hizo totalmente imposible. Partiríamos al salir el sol y presentías que te iba a pasar toda la noche en vela. Las preguntas se te agolpaban una detrás de otra: ¿cuál era vuestro destino? ¿En qué consistía la misión que el daimio le había encargado a Miyamoto? ¿Sería peligroso?...

Mis pensamientos seguían impidiéndome conciliar el sueño, así que decidí salir a escondidas por la ventana para ir a ver a Ichiro. Vivía en la casa de al lado y era mi mejor amigo. Su nombre completo era Ichiro Omura, y era el res ponsable de que todo el mundo me conociera no por mi verdadero apellido, Munetomo, que era el de mi padre, sino como Aki Monogatari como burla por mi afición a contar historias.

Cruzaste sigilosamente el jardín y saliste por la puerta trasera, la misma por la que aquella mañana había partido el maestro para ir al castillo. No había ninguna luz encendida dentro de la casa de los Omura. Rodeaste la verja hasta la parte de atrás, donde estaba la habitación de Ichiro.

Los Omura eran una familia de comerciantes que había prosperado con el paulatino crecimiento de la ciudad. Yoshiro Omura, el padre de Ichiro, surtía de telas a algunas de las familias de samuráis más importantes del clan, entre ellas la del mismísimo daimio. Aunque pertenecía a una clase social inferior, la cuarta en importancia tras los samuráis, los campesinos y los artesanos, era querido y respetado por la calidad de su trabajo. El hecho de que algunos de sus clientes fueran poderosos señores había multiplicado el interés de muchas gentes de otras clases por adquirir telas para sus kimonos en su tienda como signo de distinción.

A pesar de que sabías que Miyamoto se mostraría contrariado si se enteraba que contabas a Ichiro lo de tu viaje, no pudiste evitar querer contárselo...

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23/04/2014, 21:41
Sensei

Aki lanzó, en mitad de la noche, un pequeño guijarro que había cogido del estanque del patio contra la ventana de Ichiro...

...El impactó despertó al joven Omura, quién se apresuró a la ventana. Sabía que alguien había lanzado algo contra su ventana, y ese no podía ser otro sino Aki.

Notas de juego

Vamos Ichiro :).

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24/04/2014, 03:52
Ichiro Omura

La ventana se abrió torpemente, con ligero cuidado al menos de provocar poco ruido, mostrando en la penumbra la figura de un somnoliento muchacho que aún se frotaba el ojo izquierdo. ¡¿Qué pasa?! Susurró con fuerza en una mezcla de rabia y sorpresa, aún sabiendo de quién se trataba, sin duda hubiera preferido que su plácido sueño no se hubiese interrumpido.

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24/04/2014, 11:57
Aki Munemoto

Al ver asomar por la ventana a Ichiro, Aki salió de detrás del arbusto en el que se encontraba escondido y miró al chico con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba visiblemente contento, y no podía evitar demostrarlo.

-Ven, Ichiro-san - Le dijo en casi un susurro y gesticulando exageradamente con sus brazos con la intención de comunicarse con el chico sin tener que despertar al resto de habitantes de la casa - Tengo algo que contarte.. vístete y baja, te estaré esperando junto al estanque de tu casa.

Dicho aquello, y sin darle siquiera tiempo a que el chico contestara, Aki volvió corriendo sobre sus pasos en dirección al pequeño estanque que se encontraba a unos metros de la ventana de Ichiro. Aunque sabía que no debía, tenía unas ganas inmensas de compartir la noticia y las dudas con alguien, e Ichiro era el más indicado..

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24/04/2014, 16:52
Ichiro Omura

En cuanto su amigo empezó a hablar, no pudo contener el enorme bostezo que sólo le permitió asentir un par de veces. Su mano golpeó el aire algunas veces más para evitar que alguien llegara a despertarse. Inmediatamente fue a colocarse su kimono con la torpeza de un cuerpo adormedio y seguidamente el hermoso haori que su padre le regaló por su cumpleaños algunos años atrás, para abrigarse del frío de la noche. Su prisa se detuvo en cuando deslizó la puerta de su cuarto, dirigièndose a la puerta con todo el cuidado para no hacer ruido.

Finalmente acudió al estanque con algo más de entusiasmo hasta encontrar a Aki, para inclinarse una vez se encontraba a su altura. No se incorporó hasta que su amigo le respondiera, como bien le habían enseñado. Repentinamente su dedo se alargó hasta señalar al joven samurái con reproche. ¡¿Es que no podías esperar hasta mañana?! Pero entonces una gran sonrisa rompió esa actitud burlesca y con gran curiosidad y simpatía continuó Cuentamé, Aki-san, ¿qué ha pasado? Por fin podía observarse el alegre brillo de sus sonmnolientos ojos. 

Notas de juego

Me vendría bien algo de contexto... en qué época estamos? y esas cosas.
 

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24/04/2014, 17:32
Sensei

Notas de juego

Lo tienes en la introducción de la partida:

"Japón, 1605. Tras un largo periodo de guerras, la victoria del primer shogún Tokugawa en la batalla de Sekigahara ha traído por fin la paz a todo el país..."

Y más cosas en la Ambientación. Si quieres saber algo más concreto que no encuentres te lo digo por el Off.

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25/04/2014, 13:20
Aki Munemoto

Allí afuera no se escuchaba nada, nada salvo el canto de los grillos y el agua del estanque. Aki disfrutaba con aquel silencio mientras esperaba a su compañero. Su corazón seguía agitado por las nuevas noticias, pero pese a todo, en aquel momento sentía una leve calma. Aún así, no tardó mucho en olvidarse de ella en cuanto vio aparecer a su compañero.

-Claro que no podía esperar - Dijo tratando de que su voz no sonara demasiado fuerte, mientras miraba y sonreía a su compañero - Mañana partiré al alba en una misión junto a Miyamoto-sensei - En ese momento su sonrisa se ensanchó aún más mientras dejaba un segundo de silencio para comprobar la expresión que adoptaba su compañero ante la noticia - Aún no sé mucho de ella.. pero es una misión que nos ha encargado el Daimyo. ¿Te lo puedes creer? Mi primera misión es una misión encargada por el propio señor Masamune-dono, y encima iré acompañado de mi sensei.. ¡Hoy no podré dormir de la emoción!

En ese momento sintió  unas ganas enormes de saltar de alegría, aún así guardó la compostura delante de su compañero. Y es que, aunque era cierto que aquello le producía gran satisfacción y orgullo, también le provocaba algunas dudas.

-Ichiro-san, debes prometerme que esto no saldrá de entre nosotros dos - Añadió finalmente tras unos segundos de espera - Y.. también me gustaría que cuidaras de Kumico-san si me llegara a pasar algo..

Sus mejillas se ruborizaron momentáneamente. No sabía en qué consistía la misión, y probablemente no fuese nada que atentara contra su vida, pero la expresión seria de su maestro y aquella extraña sensación que le había invadido al chico durante todo el día le decían que quizás algo podría pasar.

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25/04/2014, 13:39
Sensei

Kumico tenía un año más que Aki y era una preciosidad. Su nombre era perfecto: la eternamente bella. Sus ojos eran de color gris claro, y su mirada suave, como un kimono de la mejor seda. Su piel era nívea, pero irradiaba un calor intenso, puntuado por sus mejillas siempre rosadas y el color encarnado de sus labios, y su cabello, largo y negro, revelaba destellos rojizos cada vez que lo acariciaba el sol. A Aki le parecía más bella que la mismísima diosa Amateratsu. E igual de inalcanzable. Su amor por ella era tal, que se sonrojaba hasta cuando pensaba en ella.

No pudiste evitar cierta sensación de desasosiego al escuchar que Aki iba a marcharse. Sabías que lo que rondaba tu cabeza estaba mal pero debías encontrar la manera de acompañar a Aki en su viaje. Miyamoto jamás accedería, así que tendrías que pensar en algo...

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27/04/2014, 12:05
Ichiro Omura

Lo que en un principio parecía ser sorpresa compartida por la gran noticia, poco a poco fue desdibujándose de su rostro con la preocupación de qué sería de él sin su mejor amigo cerca. Motivo más que suficiente para arrancar en su cabeza el engranaje de sus sueños. No obstante se esforzó porque sus susurros ocultaran sus sentimientos. Vaya, ¡qué gran noticia! ¿Y del mismísimo daimio has dicho? Durante unos segundos fue contagiándose del entusiasmo de su amigo pese al completo desconocimiento de los detalles. Tranquilo, no te preocupes por nada… le respondió con sinceridad apoyando su mano sobre el hombro del joven samurái, para seguidamente sentenciar con gran firmeza, porque iré contigo, en ese momento extendió su brazo para abrazar el cuello de Aki. ¡Es nuestra gran oportunidad! Le demostraremos al daimio que podemos llegar a ser grandes samuráis.

Para entonces ya andaba jugueteando a combatir con una espada imaginaria imitando las precisas y letales técnicas que utilizaban. Fue entonces cuando fue consciente lo complicado que sería infiltrarse en esa expedición. ¿Y no sabes nada más? Debemos averiguar algo... Se quedó pensativo, expectante a conocer la reacción de su amigo y descubrir si le apoyaría una vez más en su delirante intento por ser un poderoso guerrero al servicio del emperador.

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28/04/2014, 14:05
Aki Munemoto

Aki volvió a sonreír en cuanto escuchó a su compañero. No había nada que más quisiese que que su compañero le acompañase en aquella misión, al fin y al cabo era su único amigo, o al menos el único al que realmente podía considerar un verdadero amigo. Sin embargo aquello planteaba nuevos problemas..

-Pero.. - Su sonrisa fue dejando paso a un rostro serio y pensativo - ¿Cómo lograremos convencer a Miyamoto-sensei? Apenas me mencionó datos de la misión, simplemente que partiríamos al alba, por lo que no sé hasta qué punto estará dispuesto a que alguien más se sume a esto..

¿Sería posible realmente que su compañero les acompañase? Aki esperaba y confiaba en que sí..

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28/04/2014, 18:45
Sensei

Sólo mencionar la idea de que Ichiro acompañara al distinguido Miyamoto y a un joven Aki en su primera misión oficial, sería suficiente para desatar la ira del sensei. Esa era la realidad; cruda y entristecedora.

Ambos muchachos debían encontrar un modo de compartir ese viaje, pero las ideas que surgían brillaban en destellos fugaces, como las luciérnagas que danzaban cerca del estanque, para luego apagarse bajo la sombra de la realidad.

...Y la noche avanzaba. Ya era tarde, demasiado tarde.

Notas de juego

Quizá sea mejor consultar el plan con la almohada. Ya me decís ;)