Partida Rol por web

Jean-Baptiste sabe que debe acabar con el español rápido, antes de que dé la alarma, así que lanza toda cautela al aire y le tira un "a fondo" con el sable, poco ortodoxo pero con muchas garantías de ensartarlo como una comida típica española llamada "pinchito moruno", mientras le dice en voz baja: ¡Ne me quittes pas si vite, espèce de con*!

CHAMBERLAC: Es un español chiquito y esmirriado, conque lo liquidas enseguida. Ras.

Una vez derrumbado el español, Jean-Baptiste coge el cuerpo y lo tiende en la cama, tapándolo con las sábanas, de forma que no se vea claramente quién es. Después, recoge las cosas del teniente y va en su busca.

Marcel sintió ganas de arrancarse la lengua de un bocado. Putain. Bastante malo ya era perder un tiempo que no tenía con Margarita, pero esto era... decidió que si alguna vez contrataba a un escriba para escribir sus memorias, llegados a este capítulo le golpearía hasta que lo pasase por alto.

Pero el caso es que, Margarita o no, el problema base seguía siendo el mismo... unos caballos que ensillar y una mujer que quitarse de enmedio lo más rápido posible. Que la mujer fuera... quien era, simplificaba un poco las cosas... solo tendría que darle bien a a lengua,  y no para... cumplir. Pero el problema de raíz venía a ser el mismo.

Por un breve instante pensó en quitársela a las bravas, como se quitaría a uno de sus hombres. La idea no le duró más de dos segundos. Armand Marcel podía ser un canalla, embaucador, mentiroso, ladrón de virgos, y haber matado a más hombres de los que cabían en un salón de bailes, pero, maldita sea, a mujeres no. ¿Qué somos, cosacos?.

¿Vale, y entonces que, ma garçon?

Joder, piensapiensapiensapiensa... como si fuera la primera vez que das largas, viejo bribón...

¿Con un destacamento de soldados enemigos pegados al culo? Mira, pues si que lo es...

Pero no somos animales, ma belle, no yo, y desde luego, no dama de tan alta cuna como usted... nuestros cuerpos si, nos llaman al deseo y el abandono -golpearalcronista golpearalcronista golpearalcronista golpearalcronista- , pero, ¡ah!. Los verdaderos amantes conocen, mi señora... saben los ritos, saben lo propio y lo correcto... ¿revolcarnos entre la paja como los puercos?. No... quizá eso esté bien para bastas muchachas de pueblo, pero no se dirá de nosotros que emponzoñamos tan exquisita seducción con tal vil final. Ahora que nadie nos ve, señora, seamos silenciosos... dejadme ensillar dos caballos y encaminémonos al claro de luna más cercano, para acabar esto como se merece... id, deprisa. Aguardad por mí a la entrada del pueblo... y sobre todo, discrección.

creo que me equivoque al poner igual o menos quiere que vuleva a lanzar?????

voy donde estaba antes y veo si siguen los soldados y si estan distraidos para poder pasar inavertido.. y que no me identifiquen

La emocionada condesa bate palmas ante la sugerencia de "su" gallardo húsar. Tiene lamejillas coloradas como manzanas y da saltitos.

- Oh, qué buena idea! Mandaré a mi criado para que ensilla mi yegua y nos iremos juntos a... cabalgar. ¡Ji, ji, ji! Pero antes dame un beso, morenazo...

Chamberlac: en otro cuarto encuentras al joven oficial tendido en una cama,con la cabeza vendada. Al verte casi te dispara con la pistola que ha escondido bajo las sábans, hast que te reconoce.

Mon lieutenant, dice Jean-Baptiste. Esto está lleno de enemigos, hay que salir de aquí.

Y le da sus cosas, que ha cogido de arriba.

Ahora entiendo por qué nunca progresé en mi vocación de sacrdote... en momentos como éste, uno se convence de que Dios le odia.

En fin. Todo sea por los compañeros. Si ha destripado austriacos, descabezado españoles y ensartado italianos como pinchos, ahora debería poder...

Mejor no entrar en los detalles.

Marcel se inclina hacia la condesa y le estampa un beso que ha dejado a más de una doncella lozana y de cuerpo fuerte resoplando por aire. Tras lo cual, pone suavemente la mano entre los hombros de la condesa y la conduce todo lo delicadamente que puede sin perder la firmeza haca la puerta.

Daos prisa. Los soldados no tardarán demasiado en estar piripis y ponerse a dar vueltas por el pueblo. Eso sería poco... conveniente. Nadie debe vernos ir.

voy saliendo a la calle intentando que no me vean,ahora que hago nesecito ir a buscar a los demas, voy caminando hasta llegar a la calle principal y busco si hay algun soldado que podria reconocerme, voy caminando hasta encontrar alguna cantina para pensar a donde ire o para hacer tiempo para volver al banquete

Moret tarda unos segundos en reaccionar.

- Oui... Sí, vamos...- se incorpora con cierta dificultad y se viste lentamente.

Bajais las escaleras cuando ois que se abre la puerta de entrada en el piso de abajo.

La condesa, con las mejillas arreboladas, te lanza un besito y se va dando saltitos...

LESNIAK: tira buscar.

Cita:

Al oir la puerta, Jean-Baptiste otea para ver si es Armand; si no, y dependiendo de cuántos sean, opta por la puerta de atrás (por la que entró).

Armand, con el semblante adusto, se arregla la casaca, comprueba con movimientos algo crispados sus pistolas y su sable, y rápidamente empieza a reunir y ensillar caballos suficientes para todos los hombres de su compañía. Ahora SÍ que le apetece matar a alguien... no tanto por lo estúpido de la escena pasada como por el hecho de que no haya sido la joven hija de la marquesa la que viniese al establo. Se siente herido en su orgullo, y el orgullo es algo que no se toca, rediez.

Más os vale estar vivos, cabrones... porque como después de todo esto haya sido en balde, os remato yo mismo como que me llamo Armand Marcel.

Dicho lo cual sale del establo a toda leche, llevando a los caballos de las riendas como buenamente puede.

Lesniak, no te parce ver ninguna cara conocida. Hay que actuar ya...

Chamberlac te detienes con el teniente en la escalera, agzas tu oido de zorro y captas claramente el rudo acento de esos desaliñados soldados españoles. ¡Ah, cruzar el sable con esos canallas! Pero tienes que pensar en el oficial herido

Marcel, llevando a las monturas, sales a la calle. A ver si llegan pronto esos...

Putain!, rezonga Jean-Baptiste al oir a los españoles. Hay que salir por atrás, mi teniente, le dice al oficial, y se encaminan a la puerta de atrás, por la que él entró.