Partida Rol por web

Eärwen ya se había despedido de Shimrod, y le había costado horrores, pero no iba a mostrarse débil ni delante de él ni de los demás... el espejo que él le había dado, lo llevaba bien guardado en su cinto, tapado con una tela para que no se rompiera. En su cabeza, los broches en forma de ninfa que sujetaban la cinta que siempre llevaba atada en la frente. 
 

Mira a los jinetes, falta Bella. 

Se mantiene con la espalda recta encima de Nessa, su unicornio acariciándole el lomo con suavidad... 

Finalmente llega el último jinete. Bella se había retrasado a causa de la dolorosa despedida con Micah. Eran ya demasiadas veces las que se separaban en poco tiempo y no sabía si esta vez podría volver.

Toca con ternura (como nunca se le ha visto con nadie más además de su hermano) el cuello de Ártax y con habilidad se sube y simplemente asiente a Eärwen con seriedad, indicándole que estaba preparada.

Volais a toda velocidad por Alagaesia, todos juntos, evitando cualquier peligro al volar a tal altura. Las cosas debajo parecen pasar como un borrón de movimiento mientras Eragon, delante de todos, os va guiando hasta que tras varias horas de vuelo, comenzáis a ver unas montañas a lo lejos.

Continuáis avanzando, ahora a menor velocidad, y podéis ver en el suelo rastros de pelea... de una pelea reciente... de una gran batalla.

Pero ya no hay cuerpos allí, ni armas, ni nada, parece que todo se ha retirado del campo de batalla.

Eragon comienza a descender junto a una ladera de las montañas y todos lo seguís hasta que todos los dragones y el unicornio de Eärwen posan sus patas en el suelo.

Ya llegamos. Dice el chico mientras señala una de las montañas.

Un escalofrío recorre su espalda al ver todos los restos de la batalla... se lleva incluso una mano delante de la boca, nerviosa. Suerte que al menos no quede nada... que todo haya sido retirado. 

Luego mira a Eragon asiente sus palabras, seria, mientras no deja de acariciar el pelo de Nessa, parece que pueda comunicarse con ella, por las miradas de complicidad que se echan. En parte, estaba preocupada, su unicornio no estaba acostumbrada a hacer viajes tan largos... aunque de momento parecía estar bien. 

Se giró para mirar que los jinetes estuviesen bien, y volvió a mirar a Eragon, esperar ver en las montañas alguna pista de los aliados. 

El viaje ha sido rapido y estoy algo cansada desde luego pero la mirada de decision de mis ojos lo dice todo cuando llegamos. Deberiamos dar un homenaje a esos extraños, a lso que han luchado en esta tierra y a nuestro difunto maestro.

Asiento a Eragon y dirigo a Skie sin perder de vista por el rabillo del ojo nuestra espalda por si acaso Skie ten cuidado, demasiado silencio y no me gusta para nada.

-El paso de la guerra es implacable...

Pàris presto atencion a la tierra que tenia por debajo. Era aterrador pensar que habia ocurrido alli.

-Debemos tener cuidado, puede que aun haya enemigos por la zona. Debemos empezar la busqueda de los dos ejercitos y tener cuidado donde este el de Galbatorix

Con una pequeña palmada en el cuello Isilro gruño internamente demostrando su odio hacia lo que veia

-Pronto llegara nuestra hora de la venganza...

Bella también se queda algo estupefacta ante tal escenario, no estaba acostumbrada a ver tanto destrozo. Chasquea la lengua aun a lomos de su dragón y observa todo el alrededor con rabia. Esto debía acabar, aunque les costase la vida. Aprieta su arma, la vara, intentando calmarse.

Por extraño que pareciera, Freya es más consciente del peso de su espada cuando sobrevuelan el terreno que en otros momentos había estado cubierto de cuerpos sin vida y heridos. Intenta mantenerse estable, pero sus manos hacen más presión sobre el cuello de Kirah... aunque para la dragona, no era necesario este gesto para saber la impoténcia y la rabia que empezaba a sentir la pelirroja.

Se mantiene callada, sin decir nada... conteniendo toda la rabia que hay en su interior.

En ese momento la ladera de la montaña parece abrirse desde dentro, como si temblara y al mismo tiempo, dos rocas enormes se movieran a un lado y a otro para dejar ante vosotros la abertura de una gran caverna con un enorme tunel iluminado con lámparas de aceite enano.

Esas lámparas producen un brillo azulado que alumbra el interior de la cueva de la cual, salen unos veinte hombres y a la cabeza de la formación, un enorme hombre negro, vestido con dorada armadura y portando una gran arma en sus manos. Además, podéis ver como en su cabeza hay una corona dorada con brillantes.

Ajiah os da la bienvenida y os dice que podéis pasar a la ciudad.

La puerta es tan grande que los dragones pueden caminar tranquilamente por ellas y recorrer los túneles sin dificultad. Tras recorrer varios cientos de metros, llegáis al interior de las montañas, donde podéis ver desde donde os encontráis, la ciudad al completo y como las montañas la rodean, protegiéndola de cualquier ataque.

Ajihad os lleva por un camino de la montaña hasta una gran plaza, en donde hay preparada una gran mesa con un enorme banquete de celebración por la batalla que ha terminado hace unos días. Allí podéis ver a Shimrod, vestido de gala, también está Roran, con la armadura prácticamente destrozada y cubierta de sangre y con una herida en su brazo.

Freya desmonta de Kirah con agilidad, sujetándose de nuevo al cuello de la dragona para dejarse resbalar por él hasta el suelo. Parecía mentira que hubiera crecido tanto en el poco tiempo que habían estado en Ellesmera. La pelirroja era consciente de que su rosada amiga era la única hembra del grupo de dragones... y quizá por ello estaba más orgullosa todavía del hecho de que fuera tan grande y fuerte como los demás.

Presenta sus respetos debidamente a Ajihad con una reverencia y una suave sonrisa. Mientras camina detrás de él, se va desabrochando el abrigo de cuero dejando ver la escasa ropa que lleva encima, y trata de entablar una amable conversación con él.

Hemos divisado el campo de batalla mientras nos dirigíamos hacia aquí... Ha debido de ser dura y cruenta...

Murmura mirando hacia todos lados hasta que sus ojos negros se cruzan con Roran en la otra punta de la sala. Su corazón da un vuelco, aunque ella no parece ser consciente de él. ¿Qué hacía Roran allí?

Bella también desciende, dándole las gracias a su dragón con unos golpecitos cariñosos.

Freya ya les había comunicado lo que habían visto, por lo que se mantiene en silencio, quizá esperando alguna información sobre la batalla. Está al lado de su dragón, fulminando a todos con su mirada.

Adam junto a su dragón sobrevuelan el campo de batalla pero.. ¿és una media sonrisa lo que se dibuja en el rostro del jinete? hasta parece que su montura haga lo mismo..

Entran en la montaña, ya están en territorio aliado y delante de un grandioso banquete que hace salivar a cualquiera. Altaïr posa su enorme cabeza al lado de la cara de su amo que estaba esperando la respuesta de los guerreros que habían asistido en aquella fiera batalla. Parece que le dice algo.

JeJe.. - sonríe. - Me preguntan si los dragones pueden comer algo.. - les dice amablemente, acariciando la mejilla de aquella enorme béstia para luego dirigirse y aposentarse en alún hueco que haya en la mesa.

Veo los estragos de la guerra, veo que. No se como pueden estar celebrandolo ha muerto un jinete. Se me estan revolviendo las tripas. Los miro a todos y luego a ERagon antes de mantenerme junto a Skie. No tengo hambre, no tengo ganas de nada.

MIro a mis compañeros y cierro los ojos sin moverme, no...debo estar preparada.

Aterrizando lentamente Pâris se quedó expectante mientras Ajihad parecía darles una bienvenida lo más apta a como estaban las cosas. Parecía que la guerra hacía estragos por todos los lados y Pàris no podía evitar hacer los preguntas correspondietes

-Bien hayado seas Ajihad, venimos de Ellesmera a ayudaros en todo lo posible, como esta el asunto?

Quizas demasiado directo, pero Pâris era asi y no podia evitarlo. Hombre practico donde los hubiera

La batalla ha sido dura, y por ahora se han retirado. Pero han diezmado nuetras fuerzas a base de bien. Eran muchos, muchos Úrgalos y además, esos dragones no nos han dejado en paz desde el principio. Dijo el Comandante de los Vardenos mientras os ofrecía asientos a cada uno.

Él se sentó en la cabecera de la mesa junto a su hija, Nasuada.

Los dragones tienen comida en el corral. Hay vacas y venados para que sacien su hambre. Supongo que estarán hambrientos después del viaje.

Los dragones atacaron con fuerza, mucha fuerza. Los hechiceros del Dur Vran Gata los han mantenido a raya, pero muchos de ellos han muerto en esa batalla y si atacan otra vez, nos destruirán en pocos segundos. Dijo Nasuada, la hija del Comandante golpeando la mesa con un puño.

No podremos hacerles frente si vuelven a atacar... y volverán a atacar, os lo aseguro.

Y también está el puñetero Sombra. No podemos contra su magia oscura. Dijo Roran mirando a Freya. Tu sabes de quién hablo, Freya. Preguntó por ti en el momento del ataque. Gritó tu nombre y retrocedió, al ver que no estabas aquí.

Adam levanta una ceja tras escuchar las últimas palabras de Roran.. - ¿Hay algo.. que debamos saber? - le pregunta con una sonrisa y a la chica protagonista.

Pâris miro expectante mientras los alli presentes ponian de manifiesto sus sensaciones

-Más dragones a la orden del imperio, es un desastre que más huevos hayan prendido con él. Y un Sombra por si no fuera poco en los alrededores. Me imagino que lo mejor sera acabar con el Sombra antes que nada para poner nuestro 100 % con los dragones, son los que veo con más peligro de acabar con este ejercito. Solo sus llamaradas pueden acacar con un regimiento entero sin casi tener que acercarse.

Pâris meditó durante un par de segundos los muchos frentes abiertos.

-Alguien deberia hacerse cargo de los pocos que queden de Dur Vang Gata, quizas con algo de cohesion podamos tener una oportunidad frente a la magia del Imperio

La pelirroja se despide de su dragona con un asentimiento de cabeza y una sonrisa... Aunque seguirían en contacto, como siempre.

Freya sonríe satisfecha al notar que tiene algo de protagonismo en la conversación. Se inclina hacia la mesa, apoyando los codos en ella y cruzando los dedos de sus manos delante de su hermoso rostro mientras habla, mirando primero a Roran, después a Adam y de nuevo a Roran.

Durza. Siguió mi pista cuando desaparecí de mi aldea... y secuestró a un compañero. Quiso hacerlo su discípulo, y mi primera misión fue sacarlo de allí. Digamos que... no le gusto demasiado.

Sonríe de oreja a oreja, entre divertida y maligna, volviendo a apoyarse en el respaldo de la silla y cruzando las piernas, que sobresalen del abrigo abierto.