Freya asiente mientras se interna en el bosque en busca de algo de leña.
Tú quédate aquí y descansa. Se despide de la dragona con una palmadita en su cuello antes de alejarse. Camina con cuidado, alerta.
En poco tiempo recoges varias ramas y troncos secos y los llevas hasta donde están Roran y tu dragona.
Cuando llegas, ves que Roran ya ha montado la tienda contra el viento y está preparando un círculo de rocas para la fogata.
El chico levanta la cabeza cuando te ve llegar y te sonrie, después, se pone a sacar algunas raciones de comida de su mochila...
Freya amontona la leña en el círculo de piedras y se acomoda junto a Roran... Mira divertida la futura fogata y luego a él.
¿Puedo intentarlo yo? Pregunta, entre divertida y confiada, refiriéndose a encender el fuego.
Me encantaría que lo intentes. ¿Recuerdas cual era la palabra que tenías que utilizar? Te dice mientras se aleja un poco del lugar de la fogata.
Freya asiente. Cierra los ojos y se concentra en las ramas que hay en el centro del círculo.
Brisingr... Susurra con las manos extendidas hacia el círculo.
Con una pequeña explosión, las ramas secas y el tronco comienzan a arder como por arte de magia cuando dices en voz alta esa palabra.
Miras a Roran, y parece feliz de lo que acabas de hacer. Claro, él ha sido tu maestro y ahora, seguro que se siente realizado.
Freya mira a Roran de reojo, sonriendo con prepotencia.
Una pregunta... Dice mientras se sienta junto al fuego con las piernas cruzadas y las manos en sus tobillos... su falda, de nuevo, sube peligrosamente unos centímetros en sus muslos. ¿Yo también podría hacer una bola de fuego como tú antes?
Claro que podrás hacer eso... eso y mucho más. Sin embargo, creo que ahora no tienes la capacidad para realizarlo. No te preocupes, ya aprenderás. Te dice mientras observas como sus ojos bajan por un segundo a tus piernas y después, vuelven a mirarte a los ojos.
Freya esboza una nueva sonrisa, enarcando una ceja, divertida, mientras se muerde el labio de forma sensual dando un repaso con la mirada a Roran. Luego tiende una mano hacia él para tomar una de las raciones. Ella también tenía entre el equipaje de Brom, pero... ya las usarían más adelante, ¿no?
Come un poco de las raciones y después, túmbate un rato. Yo me quedaré haciendo la primera guardia. Necesitamos viajar más rápido hacia el norte si queremos llegar a Ellesmera en un par de días. Te dice mientras te ofrece un poco de hidromiel de su cantimplora. Espero que los gusanos nos dejen en paz.
Freya asiente, aunque enarca una ceja. ¿Para eso quería que estuvieran juntos? ¿Para hacer guardia? Para eso que no la hubiera provocado de aquel modo.
Frunce el ceño mientras toma la cantimplora y da un par de tragos con movimientos tan bruscos, que un par de gotas acaban resbalando desde sus labios hasta su cuello... y posteriormente a su escote, donde se pierden de vista. Tiende la cantimplora de nuevo a Roran mientras empieza a comer su ración sin mirar siquiera al rubio.
Roran coge la cantimplora que le tiende Freya y se pone de pie, para mirar el horizonte. Todo parece tranquilo y normal y no hay signos de enemigos cerca.
El chico vuelve a mirar a Freya, como queriéndole decir algo, pero simplemente, se queda callado mirándola durante un minuto, para después, volver a mirar el horizonte.
¿Y a éste qué le pasa ahora? Piensa, extrañada, mientras su mal humor va creciendo por momentos. Se termina su ración y se pone en pie, sacudiéndose la ropa. Luego se acerca a Kirah y acaricia su cuello con ternura mientras susurra cerca de su oído, a la vez que mentalmente.
Buenas noches, preciosa. Avisame si necesitas cualquier cosa.
Luego da unos pasos hacia la tienda, pero antes de agacharse para entrar, sin girarse, dedica unas palabras a Roran.
Despiertame a media noche. Te relevaré.
No te preocupes, duerme tranquila. Yo te avisaré si hay problemas. Te dice mientras continúa comiendo un poco más de la ración.
Sí, claro... dormiré tranquila. Responde entre dientes y escupiendo ironía por todos lados. Entra a la tienda y se acurruca, decidida a no pensar en nada y descansar...
Poco pensaba ella que iba a ser tan difícil. Todavía recuerda el movimiento de vaivén de la dragona entre sus piernas, y la cercanía de Roran a su espalda. Ahora, que no tenía nada en que pensar, era cuando peor lo pasaba...
Desde donde estas tumbada, puedes ver a Roran...
Lo ves como se arrodilla y como levanta su martillo al cielo, dejando que la luz de la luna y de las estrellas lo bañen por completo.
En ese momento, ves como la piel del muchacho comienza a convertirse en una especie de metal extraño... brillante... lustroso... después de uno o dos segundos así, su piel vuelve a la normalidad.
Sólo por un instante, Roran gira su cabeza, y allí puedes ver sus ojos... rojos... rojo sangre...
No aparta la mirada. No iba a disimular, él sabía que lo había visto. Pero... tampoco sabía si debía haberlo visto. ¿Qué narices? No habia hecho nada malo. En cierto modo, ese ritual le había recordado lo que había hecho ella misma aquel mismo amanecer con su espada.
Sigue mirándolo, tumbada como estaba, con la cabeza encima del brazo doblado y toda su melena pelirroja alrededor. Sus piernas también flexionadas, de lado. En esa posición, sus curvas se hacían incluso más evidentes.
Roran se queda allí, resoplando y tratando de calmarse.
Después, coloca sus manos sobre sus piernas flexionadas y agacha la cabeza...
Freya enarca una ceja. Eso ya era preocupante. Un momento... ¿Estaba preocupada por él? No, no... no podía estarlo. Era solo que... bueno... necesitaba su dosis. Nada más.
Se acerca a gatas a la entrada de la tienda, con movimientos felinos... y desde allí, habla entre susurros... casi ronroneando...
Roran...
Roran levanta un poco la cabeza para después girarla hacia ti...
¿Díme? Te dice mirándote fijamente.