Partida Rol por web

La primera vez que Lucius DyValar llamó a Aryan Tilverton para iniciarla en la bella técnica de la Danza del agua vio que la chica tenía que ganar agilidad. A tal propósito la envió con un sólo objetivo: cazar uno de los gatos que había por los alrededores de la Fortaleza Roja. Lucius tenía todo el vino que podía querer, el tema de las mújeres tendría que solucionarlo pero pensó que esa forma de enseñanza les sería provechoso a ambos, anotó mentalmente que debería contársela a Syrio Forell algún día.

Aunque la chica no tardó tanto como cabía esperar, al tercer día se presentó delante de Lucius sosteniendo un gato que al soltarlo salió corriendo de la estancia. Lucius opinó que era el momento de bailar.

Estaban los dos a una de las salas de la Torre de la Mano, en esa no había ningún mueble y Lucius sostenía dos espadas de madera cuando llamaron a la puerta.

Tras la primera clase, Lucius no estaba muy convencido de las habilidades de Aryan. Era joven y decidida, pero tantos años de "damatización", o lo que es lo mismo, sin hacer nada de ejercicio productivo; hacían de Aryan una muchacha torpe. Le faltaban reflejos, agilidad, ... un poco de todo. Por ello, decidió mandarla a cazar un gato, pues era un ejercicio muy completo. 

Al tercer día, y viendo los progresos de Aryan, Lucius decidió que era el momento de tocar madera.

Justo cuando se disponía a empezar, llamaron a la puerta.

Adelante, gritó Lucius con impaciencia.

Al otro lado había un joven de pelo rubio, vestido elegantemente con tonos verdes y azules. En sus manos sostenía un laúd.

- ¿Me habéis hecho llamar? ¿Por cuál empiezo? ¿Os parece bien la de "El oso y la doncella"? ¿O quizás la encontréis demasiado ociosa para la ocasión? - preguntó el joven.

Aryan había pasado varios días algo indispuesta, no tanto como su prima, pero tal vez por ello más de la cuenta. Apenas se habían dirigido la palabra, a pesar de estar en la misma habitación.

Aunque el primer día de clase, Aryan estaba mucho más animada, era más la Aryan de siempre, hasta que Lucius le recriminó que no era ágil ni fuerte, y la mandó a perseguir gatos.

Entonces pasó a estar molesta, cabreada y muy muy de mal humor, lo que no propició conversaciones con su prima tampoco, no era plan de gritarle, cuando la pobre tenía suficiente con lo suyo.

Aryan se pasaba el día persiguiendo gatos y visitando a Nym, a quien no dejaban salir de las caballerizas, a pesar de que ponía muy nerviosos a los caballos.

Un día, se levantó decidida, y por fin, volvió a Lucius con un gato en su mano. Una mano que al igual que todos sus brazos, incluido también su cuello, estaban arrañados tras días de lucha con los felinos. Su madre la regañó varias veces, pues estaba perdiendo modales, pero finalmente desistió.

Cuando por fin parecía que iban a empezar las clases de verdad,  alguien pidio paso en la sala.

- ¿Un bardo? exclamó la joven sin poder evitarlo, después se tapó la boca avergonzada.

Lucius se giró hacia el bardo y le dijo: Buena elección. Pero aguardad un momento. 

Entonces, miró como Aryan se tapaba la boca y sonrió.

Durante mis clases, sois libre de decir todo lo que os pase por la cabeza. No mostréis buenos modales conmigo, pues yo carezco de ellos, jajaja.

Efectivamente, he decidido contar con los servicios de un bardo. Soy un gran admirador de la música, y he pensado que la música animaría las clases. Al mismo tiempo, vos os enriquecéis con la sabiduría popular de las canciones. Aprenderéis cosas más útiles con dos canciones barriobajeras que en un dia entero con una septa.

Lucius sospesó las dos espadas de madera por un momento y añadió:

Antes de empezar a cruzar las maderas, quisiera aclarar algo muy básico.

En todo momento os trataré de igual a igual. Jamás me veréis dudar de la valía de una mujer; he conocido terribles guerreras, y prostitutas más letales con una daga que cualquier soldado de su majestad.
 

Pero a vos, al igual que vuestra prima, os casarán con algún noble rico (espero que mejor hombre que el de vuestra prima); y de vuestro... vuestra... flor, brotarán niños rubios y rollizos. Tendréis un castillo, y posiblemente una guardia personal.

¿Así pues, realmente, para qué queréis aprender a luchar?
 

Aryan sonrió ante las palabras de su Maestro, ya que habían comenzado las clases, ya podía llamarle así.

Escuchó atentamente y asintió con la cabeza, hasta que comento a su prima y su gran desgracia, entonces bajó la cabeza y se entristeció su mirada. No podía hacer nada así que intentó quitárselo de la cabeza lo antes que pudo.

Después meditó su respuesta: Sé que me casarán contra mi voluntad, que me obligarán a vivir lejos de mi hogar, por ello, al menos no podrán quitarme la libertad de poder disponer de mi vida para mí. Y tal vez, quién sabe si algún día pueda negarme a tales obligaciones y conocer la libertad en las ciudades libres que tan lejanas están ahora.

Se quedó mirando fíjamente a Lucius, mientras esperaba ver su reacción a tales palabras.

Lucius le aguantó la mirada. Esta vez no se rió, estaba serio. 

Estuvieron así durante un tiempo, hasta que Lucius, asintiendo complacido, habló.

El agua es un caos sensible. Y danzar es construir, hacer visible el movimiento dentro del ritmo, dentro de nosotros. Danzar no es un esquema que han fijado en nuestra mente.
Es ser libre, es sentir, fluir como el cauce de un río. 

Hizo un gesto al bardo, y arrojó una espada de madera hacia Aryan.
 

Ya hemos hablado suficiente por hoy. Ahora, danzemos!

Aryan coge la espada torpemente y se prepara.

Lucius le guiña un ojo a Aryan.

Empecemos! Esta es la primera maniobra que debéis conocer.

Lucius hace una floritura y golpea dos veces.

El primer golpe derribó a la chica dejándola al suelo y cortándole por unos instantes la respiración a causa del golpe. El segundo golpe no llegó, en vez de ello Lucius apoyo la punta de su espada de madera suavemente al pecho de la chica. Aryan tendría un buen moratón algunos días.

Lucius bajó su arma y habló.
Bien, a esta técnica la llamo "el golpe de la comadreja". Causa tal dolor que el adversario no puede sostenerse en pie. Y un adversario que no se sostiene no ye persigue si decides huir, de ahí el nombre.

Ahora, repetidla varias veces.

Aryan estaba sentada en el suelo, quejándose un poco de su honorable trasero, asintió a sus palabras, pero le pareció que el hombre se había digamos, esforzado demasiado.

- Necesitaré que la repita una vez más, fue demasiado rápido, dijo avergonzada mientras se ponía en pie. Esta vez miraré desde otro ángulo, no es necesario que mis posaderas besen de nuevo el suelo, o no podré sentarme en una semana, dijo mientras se pasaba la mano por tan notable lugar.

Pasaron el resto de la mañana practicando movimientos, Lucius marcaba los pasos al son de la música mientras el bardo tocaba y cantaba con su laúd.

Darina llevaba días en la habitación, sin salir y apenas sin hablar. Lo de comer simplemente lo había automatizado, igual que las otras necesidades vitales. Pasaba la mayor parte del día estirada en la cama, perdida en sus pensamientos o simplemente absorta en un agradable vacío mental. Había dejado de llorar y había dejado de contar las horas llena de odio y rabia. Simplemente, se limitaba a existir, sin más.

A la hora de la comida, la joven estaba agotada, no físicamente, que también, sino moralmente, había estado más tiempo en el suelo que de pie... así que agradeció en muchos aspectos que terminaran las clases por hoy.

- Gracias Maestro Lucius, ¿continuamos mañana? preguntó la joven todavía jadeante, no tenía realmente nada que hacer esa tarde, pero necesitaba descansar sus humildes posaderas. Además estaba preocupada por su prima y tras la lección de hoy, su orgullo y su caracter se habían rebajado tanto, que podría finalmente hablar con ella.