Partida Rol por web

Ante la impronta de tal discusión, el capitán con el rostro severo y serio, se levanta de la mesa y sale del camarote hacia el alcázar. En efecto, toda la armada francoespañola está virando en redondo. La mayoría de los buques, presentando el lado de babor al enemigo, empiezan a abrir sus troneras y, como si de cactus se tratara, a sacar sus cañones todo a lo largo de la cubierta. Allá a lo lejos, se van oyendo las arengas de los comandantes de los navíos "cargad, mis valientes, cargad!"

Voto a bríos... los ingleses están como quien dice pisando el felpudo de vuestra casa. El HMS Victory y el HMS Temerarie, en cabeza de la línea inglesa, están virando hacia el norte para presentaros sus cubertas repletas de plomo. El  capitán, sin embargo, no pierde la calma y se gira hacia vosotros hablando de esta manera:

"Marinero (dirigiéndose a Gonzalo). Habéis tenido buena vista al interpretar las señales del Bucentaure, tengo que daros las gracias. Pero la próxima vez que os dirijáis a mí con tales indiscreciones os pasaréis pelando patatas un mes. Y ahora, gentilhombres, no hay tiempo para quedarse rezagados, tenemos que mover esta tortuga con velas lo más rápido posible. Teniente, disponed de las tropas que podáis y llevadlas hacia donde creáis conveniente, a las velas o a los cañones, pero en menos de veinte minutos quiero cargada y dispuesta toda la batería de babor. Hernán, vos conmigo, veremos de qué manera podemos tomar ventaja estratégica de la situación con el viento tan desfavorable que tenemos, a menos que consideréis oportuno servir en algún otro lugar. Y vos, músico, arengad a la tropa, tocad zafarrancho de combate e id a servir dónde sea más necesario. "

Apenas dicho esto, una bala de cañón silba por encima de vosotros. Las fragatas inglesas ya os acechan. El combate ha empezado. 

Si mi capitán. Hago un saludo y salgo del camarote; y a pleno pulmón. Venga haraganes moveros que el enemigo está cerca, queréis morir hoy o preferís que mueran ellos.

Empiezo a dar órdenes a la tripulación a medida que me muevo por la cubierta y a golpear a los rezagados, para que empiecen a moverse.

Vosotros preparar las velas para girar este cascaron ya y poder mandar al fondo a esos inútiles; vosotros ir bajando a los cañones e ir preparándolos, rápido. Dar prioridad a los de babor, son órdenes del capitán.

Señalo al más inútil de la tripulación, novato. Ve abajo y despierta al resto estamos en estado de alarma, que se preparen para la batalla.

Al atravesar la bodega, descubres al final, en una esquina, un pequeño recobeco con restos de pan y vino. De repente oyes a tu izquierda algunos sonidos de pasos nerviosos que se adentran en la emmarrañada pila de botas y cajas. Decides seguirlo, pero los pasos te evitan y cada vez se alejan. En todo momento tienes visible la puerta, por lo que la figura no puede salir de allí sin ser vista por ti. Sin embargo, finalmente cazas al fugitivo. Lo encuentras de espaldas (no te ha visto ni oído)vigilando por una equina y llevando un zurrón enorme lleno de pan, pescado, vino y otros viveres con los que uno comería tres días. Lleva el pelo largo y es de composiciòn escuálida, al parecer no lleva otra arma que un pequeño cuchillo metido a la faja.

Marinero (dirigiéndose a Gonzalo). Habéis tenido buena vista al interpretar las señales del Bucentaure, tengo que daros las gracias. Pero la próxima vez que os dirijáis a mí con tales indiscreciones os pasaréis pelando patatas un mes.

- Sí mi capitán. Disculpe - digo mientras pienso que es un completo gilipollas, me debe su vida y la de su tripulación, pero no tengo ganas de discutir con aristócratas ahora mismo 

Y vos, músico, arengad a la tropa, tocad zafarrancho de combate e id a servir dónde sea más necesario.

Seguiré al teniente mientras da órdenes para arengar a las tropas, no puedo morir aquí, hasta que me diga dónde dirijirme

- Siempre habéis escuchado historias de bravos marineros combatiendo piratas, tropas enemigas e incluso monstruos, hoy podéis ser una de esas historias, hoy podéis escribir vuestro nombre en la historia y que los bardos los recitemos de memoria hasta el fin del los días de la humanidad. HOY PODÉIS PASAR A SER GENTE RECONOCIDA DE NUESTRO PAÍS Y TEMIDA POR EL RESTO DEL MUNDO COMPAÑEROS!! Acabemos con estos ingleses, escuchad bien a vuestro teniente y esta noche disfrutaremos de alcohol, mujeres y de como empieza a crecer vuestra fama

Hernán, vos conmigo, veremos de qué manera podemos tomar ventaja estratégica de la situación con el viento tan desfavorable que tenemos, a menos que consideréis oportuno servir en algún otro lugar

"Así lo haré, mi capitán. Iré con vos y dispondremos todo cuanto al combate" -Respondo al capitán, pensando que más me vale estar con el alto mando sano y salvo que con el resto de la tripulación-

Mirándole fijamente, espero órdenes.

Con rostro severo, el capitán se gira y, seguido del guardamarina, avanza hasta la barandilla de la toldilla e increpa a la tripulación de este modo: Vamos, holgazanes! Vamos a mover este gigante! Izad las anclas de proa! Que gire ese cabrestante! Arriba la cangreja, el velacho y todos los foques! Vamos a pasar el viento por la popa! Que no quede ningún hombre rezagado! Timonel! Todo a estribor, no dejéis que las corrientes os amedrenten! Quiero toda la batería de babor cargada excepto la primera batería! Adelante! Como si os flagelara el mismísimo Satan..."

En ese momento, la tranquilidad del ambiente se trunca y otra bala de cañón seguida de otras tres se oyen en la proa. Dos de las tres, rasgando la verga de la cebadera, caen directo al agua, pero una barre la cubierta por la proa. Como fulminados por un rayo, dos hombres caen muertos y otros tantos, con astillas clavadas por todo el cuerpo, se retuercen del dolor. Al mirar a la derecha, veis dos goletas inglesas que se aproan a vosotros y se esfuerzan por presentaros sus cubiertas. 

"Aguantad, valientes! -sigue el capitán- Tenemos que girar esta fortaleza velada cuanto antes posible. De nada sirve hacerles frente por estribor si vamos a trocar el frente de batalla "

Maldita sea, tenemos que devolver el fuego lo antes posible, ignóralos.

¡Malditos haraganes! ¡Moveros y devolver el fuego! ¡A quieres que ese bote os humille llevándoos al cielo antes de tiempo! ¡Apunten rápido!

Miro al grumete que mande antes bajar a buscar al resto.

Tu grumete ocúpate de los heridos rápido. ¡Todavía no estáis listos para disparar!

A tu orden, el grumete corre con dos mozuelos más a por los heridos. Uno de ellos lleva un saco lleno de arena, que comienza a esparcir por la cubierta para que los marineros no tropiecen con los pies descalzos al pisar la sangre. A éstos se les unen un cirujano con su delantal y sus gafas redondas que sale del combés y un viejo marino que acostumbra a ayudar al cocinero.

No os podéis imaginar el caos que reina en los puentes del Trinidad... hombres arriba y abajo, ocupados en cargar cañones, girar velas o tirar de cabos, otros con ríos de sangre repletos de astillas, arrastrándose por el suelo...  Pero mientras todos se ocupan de algo, sudando por el trabajo o gritando órdenes, podéis ver a un hombre flacucho, encorvado,  con los largos cabellos enmarañados que se confunden con una prominente barba gris. Anda descalzo y se viste con una raída camisa de lino, que lleva por fuera del pantalón corto de lana. Va caminando por la cubierta a pequeños trompicones, riéndose como un condenado y bailando de tanto en tanto.

Dudáis de quién diantres es, pues en todo el tiempo que lleváis a bordo no le habéis visto ni oído hablar de él, pero es evidente que que no está muy bien de la azotea... En el sube y baja de la cubierta, algunos de los hombres le miran con estupor, y al hacerlo, sus rostros se vuelven pálidos como la nieve... 

La extraña figura camina hacia la proa y se queda en el nacimiento del bauprés, gritando, riendo y saltando.

Al momento, otra andanada barre la cubierta, esta vez por la amura de babor, pero el tiro va bajo y sólo dos de las balas llegan a azotar las planchas del Trinidad. 

La cosa esta yendo mal y encima quien es ese loco. Otra andanada azota la cubierta. Venga moveros rápido o acabaremos en el fondo del mar. Y os hacéis llamar lobos de mar, seguro que esos ingleses se están riendo de nosotros ahora.

Sigo viendo como ese loco sigue haciendo el lunático en la proa, mierda tengo que mandar a alguien que se ocupe de él, está desmotivando a la gente. Tú, refiriéndome a Gonzalo, ya que te has quedado aquí saca a ese hombre que ha perdido el juicio de cubierta y llévalo a las celdas para que no moleste mientras estamos en esta situación.