Partida Rol por web

Lancel se encontraba apuntando para disparar cuando una fuerte sacudida le hizo perder el blanco. ¿¡Mierda que pasó!? Se preguntó tratando de reincorporarse para buscar nuevamente a su objetivo, pero la nave no dejaba de moverse de forma brusca. Unos segundos después el grito de Pedraforca se hizo escuchar, la nave caería y ya sólo les quedaba esperar a sobrevivir al impacto. 

¡No puedo morir antes de mi primera misión! Se dijo a si mismo mientras se desplazaba con dificultad por la nave hasta llegar a su asiento, donde se abrochó el cinturón. -Pónganse en posición de impacto, manos sujetando la nunca y el cuerpo en posición fetal. Así tendrán más oportunidades de sobrevivir. Les dijo a sus compañeros aparentando mantenerse calmado. 

La lanzadera va descendiendo sin control a pesar de los esfuerzos de Pedraforca que lucha con los mandos como si le fuera la vida en ello...realmente va la vida de toda la escuadra.

De pronto las nubes se abren y muestran una zona despejada; en el centro de la misma veis una pequeña ciudad y desde varios puntos de su perímetro surgen haces rojos hacia las alturas.

El cabo intenta aprovechar la poca energía que resta a los motores para dar un impulso final hacia la ciudad sabiendo que es su única oportunidad. La lanzadera sufre un tirón cuando lo motores reaccionan y a continuación se apagan definitivamente. La nave se acerca a su objetivo pero la velocidad de entrada sumada a la gravedad del planeta y el impulso final son altas, llegarán hasta la ciudad pero la colisión es inevitable.

Los segundos pasan y los soldados se preparan para el impacto. Mientras caen pueden ver torres con grandes ventanales, varias plataformas de aterrizaje, torretas de defensa y......¡CRASH!

El Sheriff está distraído engrasando su arma, y confía ciegamente en la pericia a los mandos de Pedraforca, por lo que no ajusta convenientemente su arnés. Grave error. La nave se precipita violentamente contra una ciudad voladora que surge de entre las nubes, a la vez que el sheriff rebota como una bola de pinball por el interior de la lanzadera, haciéndose pupitarrrr

En el último instante ni se de donde logro desviar algo de energía a los sistemas de emergencia que evitan que impactemos como un proyectil estallando en miles de fragmentos pero de todas maneras el impacto es brutal y dudo que podamos volver a emplear la lanzadera.

Cuando acabo de zarandearme sujeto con los arneses de seguridad me giro hacía mis compañeros para ver como están. – ¿Han aguantado vuestros arneses? Pongamos rápidamente la armadura inteligencia dijo que la atmósfera era toxica. Aunque si se dejaron las defensas antiaéreas lo mismo es aire absolutamente sin contaminación.

Nada mas acabo de hablar me pongo la armadura y las armas en sus fijaciones.

Akira intentó moverse hacia el panel para volverlo a intentar, pero ya era muy tarde. Los disparos atronaban en todas direcciones, muy cerca de la nave, y era imposible que Pedraforca pudiera esquivarlos todos. Finalmente, uno impactó de lleno, y los sistemas comenzaron a apagarse a una velocidad alarmante, mientras caían a plomo sobre una ciudad flotante que había aparecido en las nubes.

Poco pudieron ver de las calles antes de estrellarse como un avión kamikaze contra -irónicamente- una de las pistas de aterrizaje. Akira sabía que no le iba a dar tiempo a volver a su asiento, así que aseguró el cabrestante con el que se había atado a las agarraderas de la nave y se aferró con todas sus fuerzas mientras se colocaba en la posición sugerida por Lancel. 

Por fortuna, pareció que Pedraforca conseguía amortiguar un poco el choque, y Akira pudo resistir el golpe sin demasiados problemas, aunque probablemente le saldría algún moratón. Por desgracia Sheriff no tuvo tanta suerte y salió volando como un muñeco de trapo, impactando con fuerza contra las paredes. Mierda, espero que no se haya matado.

Una vez detenidos Akira contestó a Pedraforca. 

-Yo estoy bien-dijo mientras se desataba y entraba rápidamente en su armadura. Las pantallas se desplegaron ante ella en el interior del casco mientras ejecutaban la comprobación de los sistemas. Tras pocos segundos, todos se iluminaron en color verde y el sistema de soporte vital mostró que la armadura estaba sellada y presurizada con aire respirable. 

Rápidamente cogió las armas de sus estantes en las paredes de la destrozada nave. 

-¿Hay alguien que no pueda caminar?-preguntó.

-Mmf... joder. 

Piñeiro escupió un chorro de sangre con tres o cuatro dientes rotos. Labios partidos, nariz rota... se llevó la mano al la sien dolorida y encontró más sangre. Se había dado de morros contra el respaldo del piloto y su rostro normalmente juvenil ahora parecía sacado de una caja de repuestos de segunda mano. 

"Menos mal que voy hasta las cejas de medicación: esto tiene que haber dolido" pensó estoicamente limpiándose como podía con su manga ensangrentada.

Menudo debut con su nueva escuadra.

Intentó disimular su estado empezando a ponerse la armadura dejando un rastro de sangre (lo primero que se puso fue el casco y se bajó el visor). Por suerte, estaba muy familiarizado con el sistema inyector de drogas  (su armadura tenía uno específico del Pelotón de Chiflados con más sustancias que la tabla periódica) y se administró una fuerte dosis de analgésicos. 

-Venga, coño... -dijo con voz pastosa-... ¡que no tenemos todo el día!

Lancel pensó estar listo para el impacto ya que se encontraba en la posición recomendada para situaciones así. Todo estará bien, pensó tratando de calmarse. Nada más alejado de la realidad. Cuando la nave chocó el cinturón de Evans se desprendió debido a un falla técnica y el nuevo recluta salió volando hacía la pared que tenía enfrente. -LA PUU... No alcanzó a terminar la frase y se estampó cual zancudo. 

Cuando todo el movimiento finalmente terminó Lanza se encontraba tendido en el suelo con la cabeza ensangrentada, moretones por todo el cuerpo y el orgullo lastimado. 

Al ver que Piñeiro, que también estaba bastante lastimado los animó para seguir, Evans sacó fuerzas de su interior e hizo lo mismo. ¡Esto recién empieza, enseñémosles quien manda!

Sin tiempo casi para evaluar los heridos se sienten disparos y gritos de combate.

La ristra de munición hiper-perforante conectó con un click el AK-4700 de Piñeiro con su armadura. Una columna de datos corrió por su visor. La luz roja del suministro de drogas de combate brillaba con luz amarilla; la luz de las otras, las tranquilizantes, era roja y parpadeaba. 

Tragó saliva y sangre a partes iguales. 

-¡Estoy listo, joder! ¡Ya pueden venir! 

Antes de salir no tengo tan claro que la lanzadera no podamos volver a utilizarla y intento probar a reiniciar la nave después de sacarme los guantes de la armadura.

Si logro volverla a activar le activaré los sistemas de seguridad por si alguien intentara subir sin introducir el código correcto, nuestro numero de identificación.

¡Salgan cobardes, aquí los espero! grita amenazante Lancel mientras gira con su arma en mano buscando a los enemigos. Quería comenzar de la mejor manera con su nuevo equipo, la herida de seguro era un tropezón pero su fuerte estaba en la batalla, ahí se ganaría el respeto de sus nuevos compañeros. 

¡¿Sargento, cabo, las órdenes?!- Preguntó expectante llamando la atención de Pedraforca que todavía se encontraba dentro de la lanzadera. 

El vistazo que echó Akira al resto de la tripulación no fue nada halagüeño. Piñeiro y Lancel parecían haber aterrizado realmente mal, y la sangre del primero manchaba el suelo abundantemente. Espero que no le dé un ataque o algo por el dolor, pensó Akira. 

Por lo menos ambos parecían poder andar y se encontraban listos. Y menos mal, porque antes de poder siquiera evaluar la situación el sonido de los disparos, los gritos y el combate atronaron en sus oídos y la pantalla se pobló de alarmas. Las descartó rápidamente. No necesitaba que nadie le advirtiera lo que aquellos sonidos significaban. Se aseguró la empuñadura de la espada sobre el hombro y cogió con ambas manos el rifle de energía, aún recubierto de raspones y arañazos de los dinosaurios de Goya. En realidad, casi los echaba de menos. Eran duros, pero por lo menos no te derribaban del cielo con láseres ni organizaban la defensa. Cerró los ojos un segundo y observó cómo todo desaparecía de su mente, engullido por una tranquilidad blanca y acerada. Sus brazos se relajaron, y, cuando abrió los ojos un momento después, de ellos había desaparecido todo pensamiento ajeno al combate. 

Se dirigió a Pedraforca, mientras buscaba con la mirada al sargento.

-¡Deja eso, vamos! La nave está perdida, si te quedas te matarán. Sargento, ¿se encuentra bien?

El Sargento Sheriff se incorporó poco a poco muy desorientado tras el choque. En el visor de su armadura veía letras borrosas que le informaban de algo, que seguramente era importante. Oyó voces que gritaban de forma nerviosa, y por último una voz femenina le preguntó si estaba bien...."¿mamá, eres tú?"

Sacudió la cabeza tratando de aclararse y comprendió dónde se encontraba. De mierda hasta el cuello, como siempre.

Cogió sus armas, y se preparó para el inminente combate. "Escuadra, vamos a salir con cuidado, tratando de buscar cobertura. No me fió de que la lanzadera no explote. Sean cautos. Nos están esperando"

Siguiendo las instrucciones de Sheriff salís con cuidado de la lanzadera intentando aprovechar sus restos para cubriros pero los alienígenas os están esperando.

Unos seres de aspecto humanoide pero de rasgos exagerados se parapetan en los edificios aledaños a la plataforma de aterrizaje sobre la que habéis impactado. Van desnudos excepto por una especie de brazal lleno de luces y botones.

Manipulan sus brazales y los utilizan a modo de arma de rayos que llenan la zona de rayos y energía crepitante.