Partida Rol por web

La mujer debía ser joven, pero su rostro mostraba un envejecimiento prematuro debido a las duras condiciones de la vida en Coscarla y las preocupaciones personales. Asustada por su entrada, y seguramente también por las extrañas y espeluznantes pintas de Leonid y Vantes, alzó la pistola para apuntarles con ella — ¿Qu-Quiénes son ustedes?

Tras el debate sobre la teoría de Graham y las posibles implicaciones de aquello si es que era cierto, el grupo se adentró en el edificio en busca de un lugar apropiado en el que establecer su guarida, teniendo que ascender a pie por las maltrechas escaleras piso a piso, teniendo que dedicar su buen tiempo a ir inspeccionándolos para ver si habría suerte. No vieron a nadie en ningún momento, pero indicios aquí y allí revelaban que seguía viviendo gente en el bloque, solo que nadie se atrevía a dejarse ver.

Graham y sobre todo Naya, debido a su familiaridad con el entorno, fueron los que iban diciendo si un lugar parecía apropiado o no. La mayoría de habitáculos estaban cerrados o bloqueados, y a los que pudieron acceder eran poco más que una cámara sencilla de ocho por ocho metros, con un baño y una única ventana abovedada, un patrón sacado de las PCE que se repetía hasta la saciedad en las superpobladas ciudades colmena del Imperio. No iban a encontrar nada mucho mejor que aquello en un edificio residencial, pero tras su exploración, lograron dar con cuatro posibles guaridas.

La primera estaba en el primer piso, en la cara que daba al sur. Una de las paredes internas se había derrumbado y ahora conectaba dos habitáculos, con lo que el espacio disponible era algo mayor. Desde allí podían verse las calles de más al sur y el Refugio para los Desamparados del Condominio Tantalus, pero poco más.

La segunda estaba en el tercer piso, prácticamente en el centro del edificio, en una zona despoblada del mismo. No tenía visibilidad del exterior, pero sería difícil llegar hasta él y no tendrían que preocuparse por vecinos indiscretos.

La tercera, en el cuarto piso, daba a la cara norte, y desde la ventana podía verse la totalidad de la plaza, así como la comisaría, la salida arterial de la División y parte de la estación del sistema tránsito. Seguramente por su proximidad con la plaza y el mercado, aquella cara del edificio era también en la que más movimiento de habitantes había, por escaso que fuera.

Finalmente, la cuarta opción estaba en el sexto piso, en la cara este, desde la que podían observar el mercado y la pequeña replaza en la que estaba situado el único bar de la zona, la 3º Unión de Trabajadores de Tantalus. El espacio no era demasiado grande y siendo ocho personas en total se verían algo apretados, pero parecía ser una zona también desierta en su mayoría.

Leonid entró el primero, observando el lugar junto con el resto, que fueron entrando tras él. El lugar era lo esperado, el mismo se había alojado en sitios como ese, incluso peores, sin embargo, no estaban solos, y no tardó en darse cuenta, otra vez, el miedo, como un alarido o un grito que le entraba de lleno, atenazando sus sienes. Se giró veloz, extendiendo su brazo izquierdo. Conjuró uno de sus dones, buscando arrebatarle la pistola láser - no llevo bien estas cosas - dijo con un tono seco y cargado de intención.

Luego de verificar cada uno de los posibles escondites, Katherine empezó a sopesar todos en su mente. —El mejor para tener una vista es el de la cara norte, seguido por el de la cara este, pero no son los mejores para esconder tanta gente. — Razonó a los demás. —Hay dos opciones, podemos resignarnos a que vamos a hacer un poco más notorios y agarrar alguno de esos lugares cómodos para vigilancia, o podemos separar el grupo y que uno o dos de nosotros se queden en el lugar de vigilancia mientras los demás toman uno de los apartamentos más discretos. — Telum tenía razón, los habitantes de Coscarla no eran sus enemigos, claramente no había tanto problema con ellos en ser indiscretos, pero sí era cierto que si su verdadero enemigo tenía algún oído entre la gente normal podría enterarse con más facilidad del grupo si eran indiscretos.

Leonid alzó una mano, y la pistola que empuñaba Lili salió disparada de su mano, sin poder aferrarse a ella debido a la sorpresa. El arma quedó flotando en el aire, a medio camino entre el grupo y la mujer, que trató de retroceder a pesar de que le era físicamente imposible al estar ya prácticamente contra la pared, observando a los recién llegados con el miedo reflejado en el rostro.

¿Quién eres? - preguntó en tono amenazador - venimos buscando al señor Arbest, Sául Arbest - dejó que el nombre resonara en su mente, sin quitarle el ojo, además, de estar atento a la mochila que llevaba - ha contraído una importante deuda, y venimos a cobrarla ¿dónde está? - quiso saber, asumiendo que si estaba ahí, sabría de él. Leonid había optado por hacerse el tonto, sabía que era su hermana, pero quiso presionarla para ver qué intenciones tenía; por lo demás, esperó o confió que los demás le siguieran el juego y se centraran en la coartada que tenían. 

El tecnosacerdote miro a Beatrix y asintió, comprendía perfectamente lo que esta le había sugerido hacer. Pero en este momento debían tomar muestras de la ocupante del apartamento, esa era su prioridad.

000110-En cuanto acabemos aquí, trataré de dar con alguna conexión del sistema de seguridad. Quizás tengamos suerte/porcentaje exitoso y encontremos una sala de vigilancia a la que conectarnos para recopilar sus grabaciones. En el caso de que todavía sea funcional/ este activa.-000001

Vantes-013 estaba detrás de Mort y Beatrix cuando vio el arma con el que la mujer les estaba apuntando quedar suspendida en el aire, como por arte de magia. Entendió entonces qué tipo de sujeto era Leonid, comprendió con quien estaba colaborando.

Su cerebro alterado por implantes mecánicos y cibernéticos comenzó a almacenar una cantidad ingente de cuestiones y preguntas con las que quería abordar el tema, las catalogo por orden de relevancia y las guardo en un archivo específico para aquel espécimen. Los moduladores de sensaciones y su cogirador de paranoia estaban dando picos alarmantes tras el encontronazo con aquella habilidad anteriormente imperceptible, sus impulsos le sugerían recopilar muestras de aquel individuo, pero todo quedo en saco roto cuando se ordenó a sí mismo un poco de compostura y ordeno bloquear su deseo más primario con una dosis de correcciones neuronales y toda una serie de cambios de porcentaje en sus receptores internos y la química de su cerebro semi-humano.

001000-Fascinante, un huérfano de las Arcas Negras.-010000

Dijo para sí mismo en voz baja antes de agarrar la pistola que yacía en mitad de la habitación como si la gravedad y la física de aquel entorno no existieran para esta. Se la guardo en el cinto para analizarla más tarde, quería saber si aquel don impregnaba la materia cuando se hacía efectivo, tenía muchísima curiosidad.

001001-Hola, soy Vantes-013. Soy un adepto del Mechanicus/tecnosacerdote, en especial del Adeptus Biologis/médicos y biólogos. Y mis conocimientos de medicina son amplios/extensos, permítame que le haga un reconocimiento médico/no se resista por favor.-011000

Sacó del interior de su túnica su diagnosticador y se lo mostró a la mujer para tratar de calmarla explicándole el procedimiento, paso entonces a graduar su tono de voz mediante unas rápidas modificaciones para insuflar cierto tono tranquilizador al voco-emisor de su rostro.

001000-No tiene muy buen aspecto, necesita un reconocimiento médico/asegurarse de estar sana. Por favor, no complique las cosas/no se resista. Solo queremos ayudar/asistirla para que mejore su condición.-000001

Comenzó entonces a activar el aparato para que estuviese listo para el examen, miro atentamente a aquella mujer con su ojo lechoso de iris grisáceo y percibió lo aterrorizada que estaba. Así que se planteó sedarla en el caso más extremo y si esta no consentía que se realizara el escaneo.

La exploracion del edificio dio sus frutos. Acabamos deteniendonos para comentar como hacerlo ahora. Katherine fue la primera en tomar la palabra, escuchandola no pude mas que asentir levemente. 

Tenemos un motivo para estar aqui. – Dejando claro que la cohartada del interrogador seguia en pie y no veia porque iba a ser rota en momento alguno, simplemente por no querer “sociabilizar”. – Aun asi creo que lo mejor seria asegurar una posicion y rotar posiciones de vigilancia en los dos habitaculos superiores. Evitaria el del primer piso. – Suspire pesadamente. – Demasiado expuesto para mi gusto. 

Mire a nuestro alrededor por unos largos segundos. – Unas cuerdas en el hueco del ascesor, bien escondidas podrian darnos una salida rapida en caso de necesidad. Buscaria aun asi otras rutas de escape por si acaso y fortificaria sutilmente el habitaculo del centro… por si acaso. 

Me acerque a uno de los ventanales que daba al exterior, mirando pero sin dejarme ver. – Somos extraños… y este lugar esta muriendose, venimos a cobrar deudas… no nos van a recibir bien… sobretodo si consideran que es “su” pasta. 

Habia mas formas, pero la mejor era esa.. y a nadie le gustaba un cobrador, aunque aceptase si lo veia suficientemente armado. 

Ya tenía la señal de Graham para adentrarse en el edificio pero parecia que antes había que apagar algunos fuegos. La teniente parecia algo nerviosa así que posó una mano con suavidad en su espalda - Nosotros sabemos como movernos por aquí - le dijo en tono apacible. Luego miró de soslayo a los hombres, que estaban en medio de una conversación. Parecia que el tal Telum tenía algunas dudas.

- ¿Te has fijao en la plaza? - le preguntó mientras iba entrando en el edificio al percatarse de que sus ojos estaban sobre ella. Si el hombre miraba un poco vería los dos agentes hacer "la ronda" cada poco, y también se percataria del gran vacio de gente a su alrededor.

- Como dice mi compañero eso significa acojone normalmente... la pasma lo tiene fácil para trincarte y hacerte desaparecer, llevarte con el chapuzas que te cose cosas... - su voz no bajo de tono mucho pero si cambió de graves, modulando para utilizar un tono monocorde, de los que no llaman la atención. Aún así no quería explicar de más una teoria, pues despues de todo era solo un pensamiento.

Dando por concluido aquello siguieron avanzando, deteniendose en cada planta para buscar la mejor opción. Todo se resumió en cuatro opciones válidas. Esperó a ver por cual se decantaban para comprobar los apartamentos que lo flanquearan. Poner un poco la oreja contra la pared ayudaba a escuchar al otro lado y saber más o menos que esperar.

- Puedo buscar esas cuerdas - dijo en respuesta a la acertada sugerencia de Graham - Fijo que al menos alguien se dejó las de tender la ropa en alguno de estos chuchitriles -

Katherine miró primero a Graham y después a la otra joven, Naya, y asintió lentamente. Todavía no podía sacarse de la cabeza el pensamiento de que si quería sobrevivir en territorio hostil no la tenían que ver. —Este tipo de... inserción no me es familiar. — Admitió con un poco de vergüenza cuando le recordaron que tenían coartadas que les daban un motivo para pasearse por ahí.

Luego de eso pasaron al tema de la vía de escape. —O podemos conseguir cuerdas en el mercado. Comprar cosas debe llamar menos la atención que robarlas. — O eso suponía. Además, no es que les faltase el dinero como para ir robando las cosas que necesitaban a las pobres almas que vivían en estos lares.

Levanto mi ceja casi como un reflejo cuando el Arbitrador responde, habla con seguridad aunque se lo escucha igual de hundido en sospechas que no comparto. Por un instante Graham y Katherine parecen estar unidos por más temores que convicciones, me pregunto si imaginan siquiera lo que es el horror. No saben lo que es tener miedo. Podemos ayudarlos a que aprendan. Pronto, muy pronto. Sacudo mi cabeza para acallar los ecos que logran escurrirse.

La Teniente piensa con rapidez y pragmatismo una vez mas, la observo fugazmente con un dejo de admiración. El Arbitrador le da forma las ideas que comenzaban a formarse en mi cabeza, aunque agrega otra que no podría haber surgido nunca de mí. He de mostrarme sorprendido, estoy seguro, cuando escucho que las dos apoyan el asunto de la cuerda. Puede incluso que mi boca se haya abierto silenciosamente, sin saber qué decir. 

Igual de perplejo trato de interpretar las palabras de la joven colorida, no reconozco su idioma, claramente tiene una base de bajo gótico pero está mezclado con algo rústico que me es ajeno, discorde en algún punto, me pregunto si será de origen xeno. Sin cerrar del todo la boca asiento hacia ella, no porque comprenda lo que quiso decirme, es más bien un intento de mostrarme agradecido desde la absoluta incomunicación.

Luego asiento hacia Graham - Estoy de acuerdo, aunque sumaría el primer piso para la vigilancia de la cara sur -  ese habitáculo aumenta nuestras posibilidades de éxito sin subir en demasía los riesgos, al menos de un modo teórico. Tengo algunas inquietudes, muchas más que certezas, pero me contengo de expresarlas tras las advertencias del hombre experimentado - Señor, lamento no ser de utilidad en el asunto de las cuerdas - en realidad agradezco no poder ser parte de eso, pero si lamento no ser útil en ningún otro asunto más de momento - Sin embargo me gustaría conversar en privado con ustedes en el tercer piso antes de que nos dispersemos o retornemos al punto de encuentro - mis ojos esquivos recorren las paredes sin detenerse en nadie. 

Beatrix se encontró de bruces con el arma encañonándola y no tuvo tiempo de reaccionar antes de que lo imposible ocurriera: sin que se oyera ningún disparo, el arma escapó de las manos de su dueña y se detuvo frente a Leonid. El descubrimiento de su condición le dejó un mal sabor de boca a Beatrix, pero lo apartó en una esquina de su cabeza e hizo lo que mejor se le daba, que era evaluar la situación. Inmediatamente se arrepintió, pues el tecnosacerdote empezó a hablar, sin muchos miramientos para con la coartada del grupo. 

—Quieto ahí, doc. Somos reguladores, no misioneros. 

Aunque hablaba a Vantes, a quien en realidad se dirigía Beatrix era a la carroñera. El tono de voz de la arbitradora enfatizaba ciertas palabras, tratando de dejar huella en la psique de la muchacha, de imprimir en su mente un recuerdo que se impusiera al que ya se estaba formando en su cabeza. Sus socios, desde luego, no se lo estaban poniendo fácil. Después, Beatrix llevó la mano al interior de su gabardina y rápidamente mostró su falso cognomen a la mujer, con la soltura que solamente alguien acostumbrado a abusar de la autoridad que le confería su identificación oficial (como un arbitrador) podría tener. 

—Alianza Coblast —añadió, con una sonrisa que parecía muy fuera de lugar. Después miró a Leonid—. Es Lili Arbest*. Ahora que nos conocemos todos, te agradecería que nos contaras qué estás haciendo aquí. 

Katherine asintió. —Entonces usaremos las habitaciones del cuarto y sexto piso. — Resumió para ya acabar de cerrar la idea. Eran las que daban a la cara norte y al este, de donde se podía tener mejor vigilancia de lo que sucedía en las calles. Eran las mejores en su opinión también.

Luego de eso miró a Telum alzando las cejas, un poco sorprendida. — ¿En el tercer piso? — Repitió preguntándose por qué tan específicamente ese, pero la verdad era que no tenía nada contra ello en sí. —Bueno, creo que terminamos aquí, lo siguiente es ir y conseguir esas cuerdas, así que podemos ir yendo ahí. — Lo invitó la teniente.

A medida que hablaban, la asustada mirada de Lili fue cambiado de uno a uno. El aspecto de Vantes era de lo más espeluznante para alguien que jamás había visto de cerca siquiera a un iniciado en el Sacerdocio de Marte, pero quien realmente la había aterrado era Leonid. Todo el mundo en el Imperio desarrollaba un sano miedo a aquellos con capacidades psíquicas, como las que estaba demostrando el enmascarado de forma evidente mientras hacía volar la pistola láser hacia su propia mano. La silenciosa mujer de negro tenía un aire de peligrosidad que tampoco invitaba a que se relajara, pero la del pelo corto, en contraposición a sus compañeros, adotó una actitud más conciliadora.

El cognomen y la mención a una organización que un habitante de la Colmena Inferior podía entender parecieron calmar un poco a la mujer, aunque esta seguía mostrándose bastante recelosa de los "cobradores" — Saúl Arbest es mi hermano... aunque eso ya parecen saberlo. Este es su habitáculo. Me he estado ocultando en él, sabía... sabía que él no volvería... y yo no pienso correr su mismo destino — dijo, con cierto tono desafiante a pesar de todo, sin apartar la vista del diagnosticador con el que Vantes amenazaba con examinarla.

Habiéndose decidido tras un corto debate por los dos pisos más elevados debido a su mayor campo de vigilancia a pesar de su mayor separación, el grupo volvió a descender por las escaleras para salir del bloque por la misma puerta por la que habian entrado, dispuestos a preparar la posición escogida ante cualquier posible eventualidad. El mercado era su mejor opción para conseguir suministros, pero dado el estado de Coscarla, tampoco debían esperar demasiado, ni en cantidad ni en calidad.

Ocupando la zona de la plaza situada más lejos de la comisaría, se encontraba una desharrapada extensión de tenderetes, casetas ambulantes, cocinas al aire libre y puestos de venta de montones de chatarra que suponía en estos momentos la zona de comercio abierta de Coscarla Sur. Alrededor de una cuarentena de habitantes del distrito, junto con reclamadores, escoria y un puñado de engreídos matones de bandas se encontraban allí congregados para hacer negocios. Los bienes a la venta no eran más que cosas como menaje familiar mal reparado, ropas llenas de parches, o raciones de comida suplementadas por alimañas cocinadas apenas comestibles. No parecía que pudieran obtener nada más útil que lo que ya llevaban encima, aunque no sería mal sitio para obtener información.

Leonid le dedicó una larga mirada a Bellatrix, él sabía que era su hermana, solo quiso tantear el terreno, pero la arbitradora había pisado aquella idea. Negó con la cabeza y permitió que Vantes recogiera la pistola, le daba lo mismo, no era de su interés, solo quería evitar un tiroteo absurdo si la mujer se llegó a sentir amenazada. Deámbulo por aquel cuchitril, tratando de ver si pillaba alguna pista oculta mientras escuchaba a la hermana. 

Con cierta teatralidad, como si fuera un actor Kabuki de la lejana Terra, Leonid giró la cabeza, ladeándola en el proceso justo cuando la mujer terminaba de hablar - ¿Qué destino? - quiso saber.

Sin atreverse a moverse un centímetro de donde estaba, Lili siguió a Leonid con la mirada mientras este se paseaba por el escaso espacio del habitáculo — Creo que está muerto, pero no puedo saberlo. Pero le haya pasado lo que le haya pasado, sé que ahora viene a por mí — dijo con toda certeza — Ni siquiera me enteré de que había desaparecido hasta días después. Conseguí un contrato en una zona superior de la colmena, y cuando llegaba de vuelta estaba demasiado cansada como para que me importase. Para ser honesta, Saúl llevaba tiempo bebiendo demasiado, ahogando sus penas, y cuando no, pasaba el resto del tiempo durmiendo la mona. Para cuando me di cuenta de que había desaparecido, hacía días que lo había hecho — los ojos de la mujer reflejan una auténtica desesperación en su interior — Busqué en todas partes. Llegué a buscarle incluso en la Unión de Trabajadores, aunque el lugar hace que se me ponga la piel de gallina. Cuando pregunté, todo el mundo se me quedó mirando con ojos muertos, y entonces lo supe, ¡lo supe! Había pasado algo terrible.

Katherine y los demás se dirigieron al mercado a hacer la compra de las cuerdas. Calculaba que para un edificio de 4 pisos necesitarían alrededor de 12 metros de cuerda y se quedaría un poquito larga. El problema en realidad era encontrar cuerda que pueda aguantar a una persona, o peor a varias al mismo tiempo. Unas cuerdas de tender la ropa como había sugerido Naya no servirían.

Así es que empezó a ir por entre los puestos viendo dónde podía comprar algo que cumpla las condiciones y de paso buscó con la vista a Leonid para ver si seguía por ahí, a ver si había tenido algún percance o algo. Nunca estaba de más mantener los ojos abiertos por otros miembros del grupo, y él se había ido sólo.

No intentó la teniente hacer demasiadas preguntas o inquirir demasiado al respecto de su misión porque se suponía que Leonid ya había pasado por ahí y ella seguía en su mente pensando que lo mejor era no llamar demasiado la atención.

Beatrix optó por callarse la muerte de Saul. Aunque era cierto que Lili Arbest sabía aún menos que ellos, tenía que reconocer que había sacado a la luz unos pocos hilos de los que tirar. Sospechaba que su hermano no era de los que bebían en soledad, por lo que sus compañeros de borrachera, si es que los había, podían ser otra fuente de información. 

—¿Dónde dices que ahogaba sus penas? Y la Unión... ¿por qué te da mala espina? —le preguntó en un tono entre lo áspero y lo afable, en tierra de nadie, en el que solamente destacaba una curiosidad genuina. Hizo un gesto a los demás para que echaran un vistazo al habitáculo, que terminó en una mano abierta tendida hacia la Lili—. Anda, déjame ver tus credenciales. 

Falta el primer piso que acabo de sugerir, es lo primero que pienso ante las palabras de la Teniente cerrando el tema. La observo sorprendido por la velocidad para desestimar mi aporte - Si, el tercero... - respondo en voz baja, ahora con más cautela de la que antes haya mostrado. Escucho las risas en mi mente, acusadoras y estridentes, mientras trato de darle sentido a lo que ocurre. Mi asombro llega a su límite cuando la cuerda prevalece sobre mi pedido de diálogo. Suspiro profundamente y niego en un evidente gesto de resignación, pero los sigo sin protestar ni oponer resistencia.

Coscarla me parece un sitio repugnante, mi vista esquiva el sombrío paisaje y se centra en dónde piso, eso me ayuda a darle vueltas al asunto de la cuerda sin lograr aún comprender porqué es tan vital para el resto de los inquisidores. Me resulta inverosímil que vayamos rumbo al sitio que había elegido Leonid, es que acaso la impulsividad de ese insensato termina siendo acertada a tal punto que el presunto pensamiento que mi equipo aparenta tener nos lleva al mismo lugar?

El mercado me resulta triste, no sólo por las baratijas de mala calidad ni por el decadente gentío que se acumula, sino porque la actividad comercial es una completa pérdida de tiempo, algo infructuoso e innecesario. Algún día el Imperio alcanzará su perfección y el Emperador proveerá de todo a cada habitante, aunque no creo que viva para ver ese anhelo hecho realidad.

Mientras el resto busca la cuerda, me centro en las voces y los carteles, no busco productos sino trabajo. No para mi, pero eso no lo saben en este hormiguero. Sin duda es un buen lugar para buscar algún indicio de dónde va a parar alguien desesperado, no han de faltar ofertas de trabajo aunque en un sitio tan miserable puede que un empleo sea un sueño inalcanzable. Dudo que el primer intento me lleve a la respuesta que espero obtener, aún así esto me resulta más interesante que recorrer los puestos.