Partida Rol por web

Se serenó Artal un poco con los balbuceos del moro, aunque no dejaba de mostrar suspicacia por su posible implicación en todo el embrollo...

- ¿Le habéis registrado a conciencia?, ¿es eso todo lo que llevaba? -dijo mientras se aproximaba a sus compañeros sin dejar de vigilar al moro- Debemos apresurarnos, salgamos de aquí antes de que tengamos que responder a preguntas incómodas. Ya veremos luego qué hacemos con lo que quiera que halláis encontrado en el cadáver.

Al escuchar todos los comentarios de sus amigos, sale el primero por la puerta mirando a un lado y a otro para ver que no hubieran "moros en la costa" y así poder salir raudos de aquel lugar.

No debían pensar a donde ir, sino alejarse cuanto pudieran de allí y una vez lejos de la zona conflictiva trazar el plan, pero actuaría siempre acorde al comportamiento de sus compañeros.

- Aparte de estos manuscritos sólo lleva algunos dineros y las armas, no he encontrado nada más entre sus ropas.

Artal tenía razón, debían marchar de allí antes de que el moro alertara a la guardia y los prendieran como causantes de todas aquellas muertes. Agarrando con fuerza los papeles, se encaminó tras Godesteo no sin antes echar una mirada desconfiada al dueño de aquella casa.

- Luego te lo explicamos Fadrique, pero ahora pongámonos a salvo. Espero que ése no nos delate y eche al traste nuestros esfuerzos. -Dijo señalando al moro.

Mientras hablabais un pequeño grupo de sirvientes llegó y se apresuró en limpiar el lugar. Cogieron el cuerpo de los hombres y los llevaron a otra habitación y uno de ellos se quedó con vosotros. Hqiqiy'yun Nur os ofreció sus servicios y hospitalidad.

-Por favor, mi casa is su casa. Mi medico curará sus heridas-miró los cuerpos de los hombres de negro- Si ustedes están en peligro pueden quedarse aquí esta noche-se ofreció con amabilidad.

Alvar miró asombrado la diligencia de aquellos hombres, en cuestión de minutos habían retirado los cadáveres y limpiado el lugar. Se volvió hacia sus compañeros indeciso ante la invitación del moro.

- ¿Podremos fiarnos? Creo que sería mejor que nos fuéramos de aquí cuanto primero mejor. ¿Qué os parece?

Alvar miró a la puerta, al moro y finalmente a sus compañeros. Se detuvo en Alvar, y lo que llevaba en las manos tras recogerlo del cadaver del que se suponía era Polo.

¿A qué clase de juego está Dios sometiéndonos que ahora nos pone a un infiel como aliado?

- Creo que es el altísimo el que nos ayuda, aunque de extrañas maneras, poniendo en nuestro camino aliados inimaginables...

¿Fiarnos de éste? -susurré a mis compañeros muy bajito-. ¿Qué diría el Alquimista? ¿Qué haría en estos casos? En mi opinión creo que debemos largarnos de aquí... de la casa de este moro y de la posada donde estamos hospedados. Debemos encontrar un sitio más seguro. Este hombre -señalé de reojo sin que el tal Hqiqiy se diera cuenta- puede delatarnos, llamar a las autoridadaes y hacer que nos prendan por unas monedas. Me niego en rotundo a estar aquí... y me pienso lo de seguir en esa posada... Además...

Fadrique se quedó pensativo, miró a Perra, y respiró hondo.

Cuando subí a las habitaciones con Perra y vosotros ya os habíais ido, el posadero ya nos miró desconfiado. Nos puso alguna restricción, y personalmente creo que nos miraba con mala cara. Para mi que esa historia de que escoltamos a esta "chica" no se la ha tragado... Y en cuanto se corra la voz de un ataque como éste, puede que sospeche de nosotros y también nos delate... Lo mejor será... ir a recoger vuestras cosas y largarnos, escondernos, aunque sea en los arrabales...

Sin duda que le arrancaría la vida a este tipo -pensaba yo mirando al moro-, no es bueno que haya testigos de la aniquilación de miembros de la Vera Lvcis...

Apoyaba por completo a Fadrique.La idea que tenía en mente era esa, volver a la posada, recoger sus objetos personales y partir a lugar seguro para debatir más tranquilamente.La idea de quedarse en aquel lugar y más perteneciéndole a aquel maldito infiel, le llenaba de inseguridad y asco.

Sin duda sería lo más razonable dejar cuantos menos rastros posibles y desaparecer de la escena como desapareció la sangre de aquellos tipos en cuestión de segundos.

-Fadrique tiene razón, no os lo penseis más amigos mios y desaparezcamos cuanto antes- advirtió por su parte sin dejar de vigilar las calles que daban a aquella casa.

Con un asentimiento enérgico, Artal saludó al moro mientras le dedicaba unas palabras de agradecimiento.

- Os agradecemos el ofrecimiento, pero debemos apresurarnos...

Acto seguido, y con toda precaución, se dirigió hacia la calle con sus compañeros, cuidando mucho de mirar antes que la calle estuviera tranquila para no caer en ninguna emboscada.

Pero vosotros luchar contra guerreros de negro-dijo sorprendido- vosotros esconderos. Ahora de noche, salir es peligroso. Además, ¿vosotros quienes sois?-preguntó dándose cuenta de que habías cogido el rollo del cadáver pero no sabía si teníais relación con él. Igualmente la pregunta la hizo sin ninguna clase de animosidad hacia vosotros pues acabábais de ayudarle y probablemente salvarle la vida.

Alvar no las tenía todas consigo, su instinto le decía que tenían que salir de allí cuanto antes e incluso, como bien había dicho Fadrique, abandonar también la posada donde se habían alojado.

- Sigo sin fiarme de él, no sé a qué viene tanta insistencia en que nos quedemos. Deberíamos marcharnos ahora que podemos y rezar para que éste no nos delate. -Señaló al moro con un gesto de cabeza.-  Tanto lo que porta Artal como lo que acabamos de encontrar no debe caer en manos indeseables y mucho menos infieles.

Y encima se atreve a preguntarnos quiénes somos... -dije en bajito de nuevo-. Si nos vamos, puede que nos delate. Si les decimos quiénes somos o qué hacemos aquí, nos delatará con más presteza y nos atraparán antes... Yo incluso pensaría en callar su boca para siempre, por la seguirdad de la misión... nose vosotros...

- Yo estoy de acuerdo contigo Fadrique, lo mejor sería largarnos de aquí antes de que alguien nos delate y acabemos cargando con culpas que no son nuestras. -Alvar se rascó pensativo la barbilla donde una incipiente barba mal cuidada empezaba a asomar.- Pero antes debemos volver a la posada a recoger nuestras cosas y eso igual nos hace perder un tiempo precioso. Buscar un sitio seguro donde trazar nuevos planes y decidir qué vamos a hacer, ya sé que las brujas dijeron que llegado el momento lo sabríamos, pero por ahora estoy en blanco.

Se acercó a la puerta dispuesto a marcharse de allí.

- Decidáis quedaros o marchar, tenemos nuestras armas en la posada y hay que ir a por ellas. ¿Venís?

Artal se impacientaba en la calle, y vuelve a asomar la cabeza al interior con exabruptos saliendo por su boca:

- ¿Pero qué cojones hacéis todavía ahí dentro?, ¡puede aparecer la milicia en cualquier momento!

Acto seguido volvió a la calle y se mantuvo vigilante desde un lugar prudencialmente separado de la casa, esperando que sus amigos le siguieran pronto...

Artal tenía razón. En cualquier momento podrían lanzarse contra nosotros alguna milicia local. Acto seguido fui directo a la salida, y a punto estuve de darle muerte a ese árabe que bien se había quedado con nuestras caras.

Será lo mejor -dije-, ¡venga, vámonos!

Cuando se percata de que sus amigos ya se ponen en marcha avanza alejándose de la casa en dirección a la posada donde supuestamente estarían las pertenencias de todos.

-Me tranquiliza más estar alejado de allí.No me agradaría estar en un húmedo y sucio calabozo- añadía mientras "escapaba" de la supuesta milicia que se podría presentar en cualquier momento.

Una vez todos de acuerdo, se dirigió a la puerta siguiendo a sus compañeros y, al llegar a ella, se giró hacia el moro y sin decir nada le dedicó una leve inclinación de cabeza. Después, salió por fin al exterior.

- Será mejor que no nos demoremos.

Salisteis corriendo calle abajo dejando allí a Polo y al moro con sus sirvientes. Teníais lo que buscábais y no necesitábais meteros en ningún lío con el merino de la ciudad. Nur, al que llamo así para ahorrar tiempo, os llamó una vez pero no hizo nada por deteneros. Al cabo de unos minutos, tras callejear un poco llegasteis de nuevo a la calle de la posada. Teníais los libros en vuestro poder pero ¿y ahora que? Se suponía que cuando vierais a Polo sabríais que hacer. Pero Polo había muerto o no tardaría en estarlo y no teníais idea de que hacer con aquellos libros.

Llegaron por fin a los alrededores de la posada donde tenían que entrar a recoger sus pertenencias, pero tampoco podían estar seguros de que fuera del todo seguro.

- Será mejor que no entremos todos, dos de nosotros recogeremos las cosas y los otros dos que se queden con los libros vigilando el lugar. Después podemos alejarnos de aquí... quizás en una posada a las afueras o cualquier otro lugar donde no levantemos sospechas y no estemos a la vista de miradas indiscretas nos vendría bien. Tenemos que decidir qué vamos a hacer con esto, si intentamos nosotros algo o buscamos otro tipo de ayuda.

Yo entraré con alguien -repuse-. He tratado al menos un poco con el tabernero,y más o menos se acuerda de mi; y cuantas menos diferentes caras vea mejor... Creo que Perra debe quedarse fuera, pues el dueño no la ha visto con buenos ojos..., seremos rápidos. ¿de acuerdo? Venga.

Y me dispuse a entrar con quien fuera.