Partida Rol por web

Tras atravesar la primera sala con el elemental defendiéndola, llegáis de nuevo a otra sala claramente rocosa, la cual a primera vista no destaca por nada especial, excepto la gran cantidad de estalactitas que salen de su techo, amenazantes, las cuales parece claramente que vayan a caer sobre vosotros en el momento que os trevais a pasar.

En cambio no se ve ningún enemigo ni parece que haya otros vigilandola y sobre todo, no se levanta ningún otro elemental de la tierra.

Lo primero que os fijais es que lo que parece la puerta de la salida, está justo en frente de vosotros, lo cual hace que sea fácilmente superado, pero a vuestra derecha, hay un alto risco.

Al mirar a el, veis como de nuevo el color dorado de un cofre reluce en la cima, esperando ser encontrado por algún héroe capaz de escalar el risco.

Al menos la primera sala ya la había pasado, lo sentía mucho por Sitsamae pero la acababa de conocer así que no es que le tuviese apego o algo parecido, creo que al menos mantuve su honor al ser enterrada. Dejé aquella sala mientras llegaba a una nueva llena de estalactitas de gran tamaño y que no parecían demasiado estables pero mientras miraba hacia arriba vi como en un risco de gran altura relucía lo que parecía ser un cofre dorado, este me daba un poco de más temor dado que estaba sola. 

Miré alrededor pero no parecía haber demasiado que ver, aunque extrañamente la salida de la sala estaba muy cercana, quizás una sala pequeña o solo una sala de paso, en cualquier caso era extraño peor había un cofre del tesoro esperando así que tocaba remangarse

El risco parecía mucho más fácil de escalar de lo que parecía inicialmente. Kalisa empiezo con buen pie, gracias a sus ágiles movimientos, pero la parte final es mucho más empinada y requiere de una gran fuerza física. En ese instante una de las piernas de Kalista falla  en ejercer la suficiente fuerza en llegar al siguiente risco y cae rozando por toda la pared, dejando el tesoro fuera de su alcance.

Con el tesoro allí, no lo queda otra opción de seguir avanzado.

La siguiente sala, contrastaba el ambiente con el de las dos anteriores. Te quedaba claro que esta sala era un remanso de paz y tranquilidad, que te eliminaba todo el nerviosismo del combate con el elemental y la caída del tesoro.

La sala era bastante grande, más que las otras dos, y en el centro veías claramente un lago de agua cristalina. Al acercarte podías ver claramente tu reflejo inalterado con una perfección inaudita.

Al beber de ese agua, sentías como tus fuerzas iban retornando, era un agua completamente pura, mucho mejor que la que salía de las montañas y llegaba a las ciudades y tabernas donde se solía beber.

Alrededor de ti, unas pequeñas luces verdes daban vueltas a tu alrededor, cerrando las pequeñas heridas de la caída e incluso reparando tu ropa, fundiéndose en tu piel al rozarla y viendo como la carne se cierra.

Y por ultimo, al final de la sala veías claramente una nueva puerta, pero esta era mucho más grande que las anteriores. Medía más de tres metros, aun que tenía un ancho poco más de lo normal, por ahí debería pasar un humanoide más alto que un hombre seguro. La puerta estaba tallada en madera, con dibujos de los cuatro elementos, y en el centro, una figura humana con un halo a su alrededor.

Justo encima de ésta ves una talla en la piedra, la cual está bastante erosionada ya, pero claramente puedes leer: Sala del Altar. Allí es donde según dicen los mitos, el Dios de la Naturaleza recibía las ofrendas de los sacerdotes.

Mierda, fue la única cosa que cruzó mi cabeza cuando caí de aquel risco, fui rozando toda la pared haciéndome algunas heridas por el cuerpo además de dejar inaccesible el cofre -maldita sea un cofre menos-, la verdad es que me gustaban los tesoros y haber tenido este tan cerca y perderlo por mi culpa me hacía enfadarme con migo misma.

No quedaba otra que continuar a la siguiente sala y dejar el cofre atrás con algo de pena para mí, cuando llegué a la siguiente sala noté como era más agradable y pacífica que las otras dos anteriores aunque no tenía cofre del tesoro, miré por la sala de gran tamaño y vi un lago de un agua limpia como no había visto nunca ¿quizás nadie la había visto hasta ahora?. 

Cuando me acerqué a mirar pude confirmar aún más la belleza del lago, probé un poco de ese agua y la verdad es que era única, sentía como si mi fuerza volviese. Poco después al comenzar a andar ligeramente fui atacada por unas luces verdes, aunque realmente me dí cuenta después de que era casi lo contrario me estaba ayudando a hacer que mis heridas sanasen y mis ropas fuesen arregladas, -¿Que demonios es este lugar?-

Al final de la sala había una gran puerta tallada, parecía ser que la leyenda del Altar y el Dios de la naturaleza estaba aquí, no se porqué en ese momento sentí un escalofrío recorrerme la espalda, quizás emoción, quizás miedo pero lo mejor era que tocaba avanzar, nadie podía saber la de tesoros que aguardaban ante mí y por desgracia o suerte todos para mí sola.

Finalmente llegas a lo que considerarías la última sala, la cual es completamente diferente a las demás, ya que parece parte de un edifico y no de la cueva, sin embargo el suelo es completamente irregular y te cuesta bastante poder caminar por el.

A tu alrededor, en lo primero que te fijas, es en una gran cantidad de huesos desperdigados por todos lados, la mayoría rotos, y otros que ya parecen haberse descompuesto incluso por el paso de cientos de años. Pero a un lado, ves algunos con algún resto de ropa y armaduras, que parecen recientes, quizá algún año, esos que fueron antes que tu y nunca regresaron.

En el centro de la sala se alza un altar con un trono tras el, en el cual encuentras a lo que podría decirse un Lich sentado en el trono, observándote sin moverse. Tras apenas unos pasos, ves como la criatura se levanta y te mira directamente con sus ojos, totalmente penetrantes inspirando un miedo terrible, como si no fuese un simple no-muerto, sino algo mucho más superior.

Oh, por fin ha llegado alguien, pensaba que tras destrozar a esos desgraciados. Miro hacia los cadáveres recientes. Nadie se atrevería a venir, jajajaja. Dime mortal, ya estás lista para morir?

Parece que llegué a una especie de final de la mazmorra, era extraña no parecía una cueva como las demás era como una casa o algo parecido pero sin duda algo había allí que era diferente, incluso el suelo parecía estar destrozado dado que era completamente irregular.

Para mi desgracia aquello parecía un cementerio -menuda suerte la mía- solo podía ver muerte por todos lados de diversas maneras y formas, incluso algunos parecían demasiado recientes reí un poco internamente para intentar calmarme  pero no creo que funcionase demasiado o al menos no tras ver lo que se encontraba en el centro de la sala, un Lich se levantó para mirarme directamente a los ojos haciéndome temblar, aquel ser sin duda no era uno normal.

Tuve que respirar profundamente varias veces para calmarme y centrarme, -No hace falta que te preocupes por mí, simplemente tomaré algunas cosas de oro que haya por el suelo y me iré así que puedes volver a sentarte-

Oh, veo que eres graciosa, jajajaja, quizá tu cuerpo inerte me sirva más para otra época. Mira detrás tuya, es la salida, márchate o muere, aquí no hay oro para nadie, solo la muerte.

había intentado optar por el plan C, que consiste en convencer al señor Lich pero si no se puede zun ataque XD

[continuación]

Dicho eso inspiré profundamente antes de mirar de nuevo al lich, -supongo que tampoco debería de ser tan mala persona como para no darte diversión, parece que te has aburrido bastante aquí- señalé un poco al resto de cadáveres que allí había, después saqué mi florete y me puse en una posición de ataque, -parece que tendremos un duelo- me lancé al ataque contra el lich con la intención de herirlo si podía.