Partida Rol por web

El día después...

Esa noche, Kenneth tuvo un extraño sueño.

¿Por qué no habla? ¿Por qué no dice nada?
Sin apenas volver la cabeza, miro de reojo a mi acompañante, que se sienta en el asiento del copiloto.
Recuerdo hace unas horas, antes del anochecer, cuando lo vi caminando por la carretera, haciendo autostop y me decidí a parar. Iba a ser un alivio para mí, compartir este largo viaje por carretera con alguien durante un tramo, alguien que me distrajese y que alejase el aburrimiento.
El chico parecía majo y tenía una sonrisa amigable. Hemos hablado durante horas, casi como si fueramos viejos amigos. ¿Por qué, entonces, el silencio? No se trata de que se haya dormido, estoy seguro.
Vuelvo a fijar mi atención en la carretera, iluminada por los faros de mi coche. Tras anochecer, la conversación fue muriendo... hasta ahora. La radio sólo sintoniza una cadena llamada KMTH que no para de emitir canciones deprimentes de los setenta.

Vuelvo mi vista hacia mi acompañante, su rostro está ahora envuelto en sombras. Es muy extraño, pero ya no recuerdo sus rasgos, y por alguna razón tengo miedo de hablarle. Hace frío, pero estoy sudando. Tengo que decir algo... ¿por qué no puedo decir algo?

Entonces, los faros iluminan un cartel al lado de la carretera: HELLMOUTH 1 MILLA. Había pensado hacer todo mi trayecto de tirón, sin parar durante la noche, todavía tengo el depósito lo bastante lleno, pero decido cambiar los planes de inmediato. Pararé en ese pueblucho y alquilaré una habitación para al día siguiente salir a primera hora. Cualquier cosa para librarme de este tipo.

Me vuelvo hacia él y sólo veo sombras. Voy a hacer un esfuerzo para hablarle, pero entonces caigo en la cuenta de que me he olvidado de su nombre ¿cómo puede ser? Estoy seguro de que me lo ha dicho antes. Aun así, comienzo a hablar, pero mi voz suena ahogada por el miedo ¿por qué? Le digo que voy a parar en el próximo pueblo. Le explico que tengo sueño y voy a pasar la noche allí.

Silencio. Él no responde. Ni una palabra. Está en vuelto en sombras, pero entonces veo en su mano un reflejo de metal. Mi boca se seca, mi mente no es capaz de entender nada mientras un dolor agudo recorre mi costado cuando la hoja del arma me apuñala. Pierdo el control del volante, el coche gira sobre sí mismo sin control y de pronto pega un gran bote. Apenas alcanzo a entender que estamos dando vueltas de campana. Mi cabeza golpea algo con mucha fuerza. Todo se desvanece.

Al despertar a la mañana siguiente, Kenneth se levantó cansado, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

Esa noche, Tim tuvo un extraño sueño.

¡Frank! ¡Es hora de acostarse!

Oigo la voz de mi madre, llamándome para que entre en casa y me meta en la cama. Se por experiencia que es mejor no enfadarla cuando utiliza ese tono de voz, así que me levanto del porche de la tienda, bostezo y me guardo la Gameboy en el bolsillo de atrás del vaquero.

Me dispongo a darme la vuelta y subir las escaleras para entrar en el edificio que es mi casa cuando un viento frío salido de no se sabe donde me hace estremecer, y hace que eche un vistazo a la calle.
Por un momento no me lo creo y entrecierro los ojos para ver mejor (no tengo aquí mis gafas), pero inmediatamente me doy cuenta de que es cierto. Viene alguien.

Caminando por la calle de tierra, apenas iluminada por las tres farolas que hay, una figura oscura se mueve, directamente hacia mí, hacia donde estoy.
¿Alguien a estas horas? ¿Aquí? Espera, no es que sea una figura vestida de oscuro, es que se trata de una figura oscura. La luz de las farolas parece no iluminar su largo abrigo negro. Su rostro permanece en sombras.
Entonces veo algo más: su mano derecha está teñida de rojo. Sangre. Sostiene en esa mano ensangrentada un puñal de hoja ancha, que, este sí, refleja la luz incandescente.

El extraño no hace ruido mientras camina hacia mí, pasando por los depósitos de la gasolinera que hay frente a la tienda. Intento moverme, pero no puedo. Intento gritar, pero en mi garganta muere cualquier sonido. El terror me paraliza cuando llega ante mí. Sigo sin ser capaz de verle el rostro, oculto por las sombras.

Entonces me agarra con su mano del hombro y me atrae hacia sí, hacia su puñal. Una y otra vez.
Ahora sí que empiezo a gritar. Pero a medida que la vida se me escapa a borbotones el grito se hace más y más débil hasta que muere.

Al despertar a la mañana siguiente, Tim se levantó cansado, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

Esa noche, Richard tuvo un extraño sueño.

Me llega la voz de mi mujer, diciéndome que salga a por Frank, que ya es hora de acostarse, así que paso de la casa a la tienda, donde fuera, sentado en las escaleras del porche, estará como siempre jugando con su videojuego. Vuelvo a arrepentirme de habérselo comprado, pero insistió tanto en ello que...

Entonces oigo los gritos de mi hijo. Aullidos más bien. Por un momento me quedo paralizado, después con un miedo atroz corro hacia la puerta de entrada. A través de la puerta acristalada, iluminados por las luces del porche, hay dos figuras. Mi chaval junto a un tipo vestido de negro. Sólo puedo ver entonces como Frank cae pesadamente al suelo encharcado de sangre, y el puñal y la mano ensangrentada del desconocido, que se vuelve hacia mi, apoyando su mano en el cristal de la entrada y dejando en ella una huella ensangrentada.

Se que estoy gritando, pero no se que, las lágrimas me arden en los ojos y se derraman por mis mejillas. Busco por la tienda cualquier cosa que me pueda servir de arma y encuentro una especie de barra metálica. Una mano me hace volverme, y estoy a punto de golpear a mi hija Julie, que me grita llorando qué ocurre. Le grito que se esconda dentro de la casa, que avise a su madre y a su hermano para que hagan lo mismo.

Un súbito dolor en la espalda me hace arquearme gritando hacia atrás. Caigo después de rrodillas hacia delante. Apenas soy consciente de que el extraño ha entrado en la tienda y me ha atacado, grito a Julie que escape mientras un brazo me coge de l pelo y me echa hacia atrás mientras siento una hoja clavándoseme en el costado.
Caigo al suelo, desangrándome, sólo capaz de ver cómo el extraño me deja atrás, entrando de la tienda a la casa.

No puedo permitirlo. Pienso mientras me arrastro entre horribles dolores hacia la entrada de mi casa, poco a poco, incapaz de ponerme en pie. El sabor de la sangre me llega a la boca, pero es mucho peor el sabor de la bilis al oir los gritos de Julie desde la cocina y los ruidos de la lucha que se está produciendo.

Tras de mi dejo un rastro de sangre cada vez más ancho. Las fuerzas me abandonan con rapidez. Pierdo la consciencia antes de llegar a cruzar el umbral de la puerta.

Al despertar a la mañana siguiente, Richard se levantó cansado, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

Esa noche, Rebecca tuvo un extraño sueño.

Acurrucada en una esquina del sótano, abrazas con fuerza a tu hijo Buck mientras los golpes en la trampilla del techo te hacen estremecer.
¿Por qué nosotros? ¿Qué hemos hecho para merecer algo así?
Pides a Dios que te de valor, que te de fuerzas. Pero nadie te contesta. Sólo los golpes, implacables, que van astillando poco a poco la trampilla del sótano.

Tratas de no pensar en que tu marido Reggie y tus otros dos niños, Frank y Julie han muerto, tratas de controlar tus lastimeros sollozos, abrazas con fuerza a tu hijo pequeño, mientras lo golpes hacen que la bombilla que ilumina el sótano se balancee llenando la habitación de sombras que se mueven de un lado a otro.

Gritas cuando la trampilla cede y se abre con un crujido violento. En lo alto de las escaleras de mano una figura comienza a descender, envuelta en un abrigo negro. Las luces vienen y van, pero las sombras permanencen en el rostro del desconocido.
Sin ningún ruido, llega al final de las escaleras y avanza hasta el centro del estrecho sótano. Una vez allí alza el brazo y con una mano teñida de sangre tira de la cadenita del interruptor de la bombilla.

La luz se apaga. Gritas y abrazas con fuerza a Buck.

Eres una buena madre. Resistes más de treinta puñaladas protegiendo a tu hijo antes de morir.

Al despertar a la mañana siguiente, Rebecca se levantó cansada, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

Esa noche, Kevin tuvo un extraño sueño.

¡Atención! ¡Este es un mensaje radiado de emergencia a cualquiera que esté sintonizando la emisora de la KMTH! ¡Necesito ayuda! Me llamo Chuck Parker y vivo en la ciudad de Hellmouth, Arizona, junto a la carretera 87. ¡Estamos siendo atacados! Alguien ha entrado en la casa de los Thompson y creo que ha matado a toda la familia! ¡Yo estoy atrincherado en mi casa! ¡He tratado de pedir ayuda, pero el teléfono no da linea! Repito, necesito ayuda, por fa....

Una explosión sacude las ventanas del edificio de la KMTH, haciendo que te detengas, temblando. Algunos de los cristales de las ventanas se rompen con un crujido por la onda expansiva.
Das unos pasos hasta una ventana y miras afuera. Fuego y llamas por doquier. La casa que era el hogar de los Thompson y el único comercio del pueblo está ardiendo después de que una terible explosión levante una nube incandescente hacia el cielo.

Comprendes que sólo puede tratarse de una cosa, los depositos de la gasolinera han reventado y han convertido la casa de enfrente en un infierno. ¡Mierda! El incendio puede propagarse, tienes que salir de auí. Coges el bate de beisbol y bajas las escaleras hasta la puerta trasera de tu casa. Ayudado de una linterna alumbras el camino y miras antes de salir. En el patio trasero está tu camioneta y no pierdes un segundo en montarte en ella y ponerla en marcha. El motor arranca con un tosido e inmediatamente aceleras, saliendo por la calle principal, donde el fuego consume la casa de los Thompson. Miras sin poder creer lo que ven tus ojos cuando de repente un estrépito rompe el cristal de la ventanilla y un brazo como una tenaza se engancha al volante ¡Joder! Alguien se ha subido a tu camioneta, no ves nada, los cristales te han cortado la cara, pero quien sea da un brusco giro al volante, lanzándoos a ambos y al coche directamente contra la casa en llamas.
El choque sacude todo tu cuerpo y te hace golpear la cabeza contra el parabrisas. Todo se vuelve confuso, el dolor intenso en el pecho y la cabeza es sustituido por un calor abrasador, tratas de seguir respirando pero los pulomones se te llenan de fuego en lugar de aire.
Te da tiempo a gritar una vez más antes de morir abrasado.

Al despertar a la mañana siguiente, Kevin se levantó cansado, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

Esa noche, Uli tuvo un extraño sueño.

Pisas a fondo el acelerador, haciendo que tu camioneta gane velocidad por la carretera de piedras que separa tu rancho de Hellmouth.
Por una vez en tu vida das gracias a Dios por tu insomnio, que te permitió estar despierto cuando viste esa explosión que tenía lugar en el pueblo. Sabes que necesitarán la ayuda del viejo Mike, así que cogiste tu escopeta, unos cartuchos y saliste disparado hacia allí, tan rápido como tus viejos huesos te permitieron.

¿Pero qué coño? Detienes en seco tu automovil en cuanto los focos iluminan a alguien de pie enmitad de la carretera. Una figura oscura, con el rostro envuelto en sombras. Sostiene algo en la mano derecha. Mierda. Un puñal empapado en sangre que refleja la luz de los focos.

¿Quién coño eres? Grito, pero él no me responde. ¡Suelta esa arma o te juro que te mato!

No se mueve, no hace nada, no dice nada. Dudo sobre lo que hacer a continuación cuando de pronto se lanza a correr hacia mi furgoneta y casi instintívamente piso el acelerador, haciendo que el coche se embale levantando polvo y piedras y embista al desconocido, que pasa por encima del techo.

Unos metros después freno, con el corazón a cien por hora y jadeando por la impresión ¿Qué coño ha pasado?
Salgo del coche renqueando, mientras miro la carretera, en busca del loco y de su cadáver. Sin embargo no lo veo, no lo encuentro. Maldita sea, he sentido el impacto. He debido de reventar a ese desgraciado.

Con un fatal presentimiento me vuelvo hacia el coche, a continuar mi camino. Él está justo enfrente de mi. Traza un arco con el puñal. Noto como una linea fría desgarra mi garganta, para ser sustituida por el calor y la humedad de la sangre.
Caigo de rodillas, ahogándome en mi propia sangre, incapaz de respirar. Los viejos pulmones me fallan mientras me derrumbo sobre un costado. Veo sus botas oscuras acercarse a mi.
Luego no veo nada más.

Al despertar a la mañana siguiente, Uli se levantó cansado, como si no hubiera descansado, pero incapaz de recordar la pesadilla que había tenido.

¿Trabajo? ¿Colegio?
Estamos hablando de Rancho Mirago. Un lugar situado en el fin del mundo donde sólo vivis vosotros.
Por supuesto ninguno de vosotros tiene ningún trabajo, ni Tim va al colegio (quizás tu le das clases a tu bola).
En Rancho Mirago no hay nada más que desierto. El lugar más cercano es Hellmouth, donde viven menos personas que en el parking de caravanas y que está un poco más civilizado porque hay una tienda-gasolinera.

Kevin se despierta con los fuertes rayos de sol que entran por la ventana de la carabana Buaaaggghh!. Bosteza un par de veces. Ufff, no se si fue por la movida de ayer noche pero me e levantado echo polvo, como si no hubiese descansado nada, ufff. A regañadientes Kevin se levanta y comienza a vestirse poco a poco, como si tuviera todo el cuerpo dolorido, al acabar de mudarse se acerca a la puerta donde duerme su hermano, la abre y lo ve aun durmiendo, aprobecha para poner la cafetera al fuego y buscar algo para el desalluno mientras Ken sigue descansando. Se sienta en una silla aun bostezando incapaz de mantenerse en pie y con los ojos medio cerrados hasta que el cafe este listo.

abro los ojos, el sol ya está fuera, alto, iluminándonos, torturándonos con su brillante presencia. un día más. me quedo un instante en la cama, mirando al techo, algo ronda por mi cabeza pero no consigo averiguar qué es, imagino que se debe a la noche movidita que hemos tenido. me acuerdo de chispita, de su inquietud. me levanto de la cama, tim aun duerme, procuro no hacer ruido al levantarme y salir de la habitación. cierro la puerta tras de mi, desperezándome voy hasta la pequeña cocina, si es que así se le puede llamar. me apetece un café, o dos, pero necesito ver como está chispita. luego me tomaré ese café, si algo tenemos aquí es tiempo de sobras. el aire seco del desierto golpea mi cara y calienta mis pulmones. bajo los escalones y voy hacia el remolque donde uli y kenneth encerraron el perro por la noche. chispita? hola chico, qué tal?

Rebecca tiene unos cuantos ahorrillos, y se esconde en este sitio para evitar que sus acreederos den con ella y la dejen sin blanca. El gasto de vivir en Rancho MIrago es muy pequeño, por lo que puede quedarse aquí lo que quiera, aunque planea trasladarse con su hijo proximamente a la costa oeste para empezar una nueva vida.
Puede que estudie por correo, que se trata de sacar algún titulillo de algo, preparándose para el mercado laboral.

El sol entra por la ventana despertandome casi en cuanto aparece. La noche ha sido agotadora y no he logrado conciliar el sueño. Durante unos minutos permanezco en la cama intentando olvidar que el dia ya ha comenzado. Tras unos minutos recuerdo lo acontecido anoche y no puedo evitar levantarme para ver si todo está bien. Tras ponerme un pantalon vaquero y una camiseta salgo fuera de la caravana. Desde la misma puerta veo a Kevin sentado en una silla al lado de su caravana. -Buenos diaaasghhh digo mientras no puedo evitar un amplio bostezo. Después me encamino hacia el remolque en el que encerramos a Chispita y veo como Rebecca está justo al lado del mismo

Vuelvo a entrar en la carabana tras el silvido de la cafetera. Oye Kerr, despierta de una vez dormilon!!. Cojo la cafetera y la saco a una pequeña mesa al lado de la silla donde estaba sentado antes, me siento y me sirvo un cage doble a ver si me espacilo un poco. Chicos, cuando solteis a Chispita venid que hay cafe recien echo. Se baja su sombrero baquero para protegerse de los rallos de sol.

El equipo de sonido se activó con exactitud a las 9 AM. y las notas de People Are Strange de The Doors inundaron el remolque, despertando a Uli de un sueño inquieto. El anciano se levantó algo cansando y con una inusual sensación de desasosiego; lo que no le impidió cantar la letra de la canción al unísono con Jim Morrison y tocar la guitarra de aire durante el solo de Robby Krieger, mientras se lavaba la cara y los dientes. Hizo algunas muecas y poses frente al espejo del pequeño baño. Pensó que no se conservaba tan mal después de todo. Era un como los Stones, aún podía rockear. Después de ducharse se preparó un jugo de naranja y unos huevos con tocino. Él era el único médico en kilómetros a la redonda, así que nadie podía regañarlo por aquella dieta poco recomendable para alguien de su edad. Peores cosas se había metido y todavía estaba allí, vivito y coleando. Descalzo, vestido con una camiseta blanca sin mangas y unos raídos pantalones de jogging, salió al exterior con una colchoneta bajo el brazo y la extendió sobre la arena, enfrente del remolque. Se sentó en ella en posición de loto y comenzó con sus ejercicios matinales de yoga. Una saludable tradición que había conservado de su vida en las comunas. Un poco de yoga y de meditación Zen, le ayudaría a librarse de esa extraña inquietud que sentía. Claro que un poco de yerba también podría ayudar, pero aquella mañana Uli planeaba ir a buscar algunos abarrotes a Hellmouth y era mejor estar bien despejado para conducir.

Vio pasar a Rebecca, camino al trailer de los Parry y eso le hizo acordarse del asunto del perro. El pequeño Tim seguramente había pasado la noche preocupado por él. Era hora de reunir a los amigos. Uli decidió continuar más tade con sus ejercicios y se encaminó hacia el remolque. Rebecca y Richard ya estaban allí.

—Buenos días, Becca, Rick —los saludó—. ¿Cómo está el cachorro hoy?

Timmy se despierta cansado. Hoy no ha dormido bien. Estaba preocupado por Chispita.

Oye la puerta de su hogar abrirse y cerrarse a los pocos segundos.

Se levanta de un salto y se acerca a la ventana por la que ve a su mama andando hacia el remolque. Sabe que a el no le dejarian ir solo, asi que a toda la velocidad que le dan sus dormidos pies, se calza unas zapatillas de felpa marrones con un desgastado escudo medieval en la parte superior y sale del remolque para ver a su perro.

Cuando llega alli su madre esta acariciando a Chispita.

-Esta bien ya, mama?

El ruido de la cafetera silbando te despierta tanto como el olor del café recién hecho. Abres los ojos con dificultad, deslumbrado por la luz que entra por la ventana. Kevin ya está preparando las tazas.
Aunque tu hermano puede ser un desastre en ocasiones, hay que reconocer que hace un café de puta madre, que siempre logra levantarte el ánimo... pero hoy algo parece diferente, es algo que notas en el aire...
Es como aquella vez en Guadalajara cuando a la salida del banco casi os acribillan esos polis mejicanos. Ya sabías desde esa mañana que meterte allí no era buena idea, pero seguisteis adelante y eso casi os cuesta la vida.

En fin, puede que no sea nada. No tiene sentido preocuparse aquí, en el lugar más apartado del mundo. ¿Qué podría pasar?

Esa mañana las notas del tema de los Doors parecion llenar extrañamente todo el parking de caravanas. Tras la agitada noche, sus habitantes se despertaron un poco más tarde de lo habitual. El sol de la mañana estaba ya alto y no soplaba viento. Todavía no hacía calor, pero no tardaría en subir la temperatura.

Kevin, que ya se había puesto su sombrero, se afanó en preparar una cafetera para todos. El joven se enorgullecía de lo bien que le salía el café y para él cualquier ocasión de prepararlo era buena.
Mientras tanto, Rebecca, con su hijo detrás fueron directos a la caravana donde habían dejado a Chispita la pasada noche. Un somnoliento Richard y un mucho más despierto Uli se unieron a la joven mujer frente a la puerta.

Rebecca echó un vistazo al interior de la vieja caravana. Su hijo también lo intentaba, pero por muy alto que saltara no conseguía ver nada, se notaba que el chico estaba preocupado por su mascota. En el interior no se oía ningún ruido. Aunque estaba oscuro Rebecca pudo ver al perro acurrucado en una esquina, echado durmiendo ya que su respiración subía y bajaba tranquilamente. Al parecer a Chispita la pastilla que Uli le había dado esa pasada noche todavía le hacía efecto. Rebecca sacó de un bolsillo la llave del candado que abría la puerta, dudando de si abrirla o no.