Partida Rol por web

Quint cortó a la posadera.

-Si alguien se lo cuenta a Émil no dejaremos que se salga con la suya otra vez. No nos hemos rendido, Miriam. ¡Esto no quedará así!

Antes de irse dirección a la herrería, el chico dijo una frase de despedida.

-No nos estás ayudando solo a nosotros. Te estás ayudando a tí misma, y a toda la isla.

Faliar se encontraba cerca de la aldea, escribiendo en tu diario, cuando de pronto un sonido de pisadas empezó a sentirse en la lejanía. Por el lugar donde habían dormido. 

De manera distraida, Faliar levantó la vista para encontrar la figura de 3 hombres que oteaban la zona. Investigando los restos del improvisado campamento, así como las cenizas de la tumba de Liana estaban tres soldados ataviados con unas ropas muy parecidas a las que Émil portaba, pero casi se podría asegurar que el capitán de la guardia no estaba entre ellos. Puede que hubiera mandado a sus secuaces a ver qué era ese humo extraño que salía de dentro del bosque mientras él se quedaba con su bella dama.

Pero, de todas formas allí estaban, observando qué era todo aquello, y Faliar, desde lejos los observó, sin que los soldados se dieran cuenta de su presencia.

Quint se dispuso a caminar hacia la herrería, cuando se dió cuenta de que su compañero estaba escribiendo en un libro, a lo lejos. Era capaz de encontrarlo porque sabía donde estaba, pues sus ropajes verdes lo camuflaban con el ambiente. 

Faliar estaba mirando de manera inquisitiva el lugar donde habían dormido... o al menos en esa dirección.

Xerine tomó aire. Bueno, había llegado el momento de arriesgarse

Mi única intención, señor Marqués, es apartarme de toda esta locura, de la horrible cadena de sucesos que me ha rodeado desde que se estrelló ese maldito artefacto volador. Emil me ha ofrecido seguridad, me ha ofrecido protección... Y lo que es más importante: Amabilidad

Tomo aire. Lo mejor sería explicar su situación, más a fondo. Quizás consiguiera que el Marqués sintiera una repentina empatía hacia ella... Aunque, por otra parte, lo dudaba bastante. Habría respondido con un simple "Esa no es pregunta para una dama", pero intuía que el Marqués no era alguien muy aficionado a las bromas. Y, en aquel momento, no parecía estar muy dado a andarse con rodeos

¿Sabe que soy música, no? Pues bien, verá, estoy casi segura de que mi actual mecenas, Albuin Lefleur, ha fallecido en el accidente al que yo, por razones casi milagrosas, sobreviví. Por tanto, poco me espera en Chaville, de donde vengo, ya que, sin este para mantenerme, no tengo un claro sustento de vida, al menos no hasta que consiga otro mecenas... Lo cuál puede llegar a resultar largo, tedioso... Y, a la larga, perjudicial. No, volver a Chaville no está entre mis prioridades ahora, aunque lo aceptaría de buen gusto si resultara ser la mejor opción

Ya había preparado el terreno. Así, el Marqués sentiría cierta empatía con ella. Siempre estaba bien empezar un monólogo como el que tenía pensado soltar con algún detalle de la propia vida. Esto, normalmente, ablandaba al oyente lo justo para que las palabras que seguían a esta pequeña "introducción" tuvieran el efecto deseado. Además, se cuidó bastante de no mencionar a Guêpe, o cualquier otro detalle que la relacionara con ella, así como el hecho de que, en realidad, sí deseaba volver. Deseaba volver a jugar en casa, deseaba sentirse segura, y pisar sobre terreno firme. Pero en aquellos momentos estaba jugando al "ratón y al gato", y cualquier atisbo de Ghost Note podría llegar a suponer su fin

Emil, en cambio, ha demostrado ser un verdadero galán, y también que se preocupa por mí, a pesar de que hace poco más de un día que le conozco. Y pienso para mí misma: ¿Por qué no? ¿Por qué no iba a darle una oportunidad, por qué no iba a permitirle cortejarme, y, en última instancia, mantener un romance, o una amistad, con él? Nada me ata a esos brutos que me acompañaron ayer a esta mansión, y, sin embargo, me siento más unida a esta aldea, y a sus gentes, que a muchos de los lugares en los que he pasado más tiempo... ¡Y todo tras un par de días! ¿Por qué no iba a quedarme?, pensé...

Dejó la frase en el aire, e hizo como que su voz se quebraba. Fingir debilidad estaba entre sus mejores especialidades. Si Guido no se ablandaba con eso, es que ya la había calado hondo... En cuyo caso, sus opciones se reducían drásticamente

Luego, claro, esos degenerados comenzaron a arruinarlo todo, y yo perdí mis esperanzas. Pues, después de su comportamiento... ¿Como aceptar en la isla a esa extraña que venía con ellos? Sin embargo, Emil confió en mí, a pesar de que yo, en su lugar, quizás no habría sido tan benévola. ¿Qué intenciones tengo con él? No, señor Marqués, no tengo ningún plan en mente, ni nada parecido. Simplemente le debo gratitud, al igual que también se la debo a usted, que tan bien nos ha tratado a pesar del comportamiento disoluto de los otros

Simuló serenarse, y luego clavó sus ojos en el vaso de leche, aún sin tocar

Ahora, si no es mucha indiscreción... ¿Me permite una pregunta?

Se quedó en silencio durante unos segundos, y luego miró al Marqués. Como un jugador de ajedrez que intenta retomar el control de la partida, como un deportista de lucha libre que intenta cambiar su postura y someter a su adversario. Dejó que pasaran unos segundos, y luego, suponiendo que la respuesta iba a ser afirmativa, volvió a hablar, y cada una de sus palabras quedó escrita en el aire con suma pulcritud y delicadeza, como si saboreara cada sílaba antes de pronunciarla

¿Cuales son sus intenciones... Hacia mí?

Aaron comenzó a desesperarse... ¿de donde saldria ese goteo? y ahora que lo pensaba ¿de donde venia la luz? Aaron comenzó a buscar el origen de ambas cosas. Estaba desesperado, se volveria loco si no lo estaba ya... si lograse salir de allí, le costaria mucho volver a estar en un lugar cerrado con tan poco espacio...

La angustia de estar allí le provocaba dificultades respiratorias, pero tras relajarse un poco como puedo, pues al fin y al cabo... parecia tener todo el tiempo del mundo o por lo menos hasta que muriese, continuó buscando el origen del agua y de la luz...

Aaron entornó la vista tratando de ver algo sobre aquel círculo de luz que estaba sobre su cabeza. Seguía escuchando el constante goteo...

cloc cloc cloc...

Nada, no parecía haber nada importante salvo... sí, eso era... ¿Un candado? En una parte del círculo de luz, parecía colgar un candado... solo que estaba a unos dos metros y medio del suelo, y sellaba la salida de aquel lugar.

-Si... si... muy bien. Muy bonita tu historia Xerine. Pero no es eso lo que he preguntado, me has desvelado mucho más de lo que pedía, y es una información que voy a agradecer, por supuesto.

Guido esbozó una sonrisa, al parecer Xerine había hablado mucho más de lo que él esperaba. Puede que buscara algo... puede que no. La verdad es que sus palabras sonaban sinceras, y parecía tener miedo. Pero lo que buscaba el marqués era otra cosa:

-Pero me gustaría saber cuál es tu relación con él. Creo que me entendiste mal, ¿tienes intención de entablar una relación seria, o más bien solo un polvo de una noche? El que no me hayas entendido me ha hecho que me exprese vulgarmente.

El marqués miró al techo. Esperando la nueva respuesta de Xerine.

-Más tarde te diré la que creo que es tu función aquí.

Xerine se esforzó en que el acto de fruncir el ceño, y mirar hacia otro lado, pareciera convincente. Por dentro, sonreía: Se había esperado esa reacción

No sé que clase de persona cree que soy, Guido. Pero no creo que esa sea forma de hablarle a una dama, da igual su posición o situación

Volvió a girarse hacia el Marqués, y esta vez sostuvo su mirada

Como he dicho antes, hace apenas poco más de un día que conozco a Emil. Si nuestra relación acaba de una manera u otra, eso lo decidirá el tiempo... Y su comportamiento. Espero que eso responda a su pregunta

A pesar de que en aquellos momentos se encontraba en una posición algo frágil, se permitió el lujo de hacerse la ofendida

¿Desea hacerme alguna otra pregunta atrevida, o eso es todo?

- Mierda...

Faliar guardó su diario y observó a los soldados; tres contra uno, si le pillaban no podría hacer gran cosa. Parecía que los soldados no le habían visto aún, así que optó por agacharse y seguir donde estaba, observándolos con cuidado de no llamar la atención.

Guido miró de hito en hito a Xerine. No le habían gustado esas últimas palabras, ¿pretendía intimidarle? ¿Qué se había creído esa mujer? Se levantó de la mesa limpiándose la boca con una servilleta, y se colocó detrás de la mujer, poniendo sus manos en los hombros de Xerine.

-Me da igual lo que crea, señorita. Quería saber si tenía intención de entablar un romance con el capitán de mi guardia, y eso es lo que he hecho. Ne da igual que crea que no son formas. No estamos en su querida Gabriel, que, aunque no quiera volver allí, aún parece guardar sus costumbres.

Guido empezó a apretar con sus manos haciendo que los dedos huesudos se empezaran a clavar.

-Y ya que preguntabas por mis planes respecto a ti, el único que tengo pensado es que no se te ocurra acercarte a Émil de nuevo. Es mi mejor hombre, un soldado dedicado que no debe malgastar el tiempo en romances inoportunos. Puedo perdonarlo cuando es un día sin más, con una muchacha del pueblo. Pero no con... usted. 

Los dedos del marqués empezaban a hacer daño en los hombros de Xerine.

-Así que, escúchame bien, preciosa. Le vas a decir que no quieres nada con él, y que todo era una mentira. Te vas a alejar de él. ¿Me has entendido? Quizá puedas empezar una bonita vida en el pueblo, o servirme de cortesana, pero no vas a ser la querida de mi mejor soldado.

El hombre soltó la presa, y miró a la chica a los ojos.

-Y espero que Émil se crea el teatrillo, o seré yo mismo el que me ocupe de que no podáis estar juntos.

Una vez aflojó la presa sobre ella, se levantó, mirando al Marqués con expresión atónita. Por dentro, su cabeza parecía una tormenta: No se había esperado es reacción por parte de Guido. Parecía que aquel hombre era mucho más explícito de lo que había previsto... Y también, mucho más arrogante. Ahora, su contrincante la había situado en una posición de jaque

Por suerte, aún no era jaque mate

No sé si esto es una broma. ¿Insinúa que debo mentir a Emil solo para que este siga "siéndole útil"? Bien, eso puedo entenderlo, aunque no lo comparta. Pero... ¿Como se le ocurre que deba decírselo? Y no me diga que eso es problema mío: Si rechazo a Emil de una forma directa y brusca, este se enfadará. Y, por lo poco que he visto, es una persona bastante pasional. ¿En que lugar me deja eso a mí?

Esa respuesta, por suerte, sí se la esperaba. Simplemente, era un paso más de su "teatrillo", como bien lo había llamado el Marqués. Se apartó un par de pasos, alejándose de aquellos dedos afilados

Ojalá todo saliera como tenía previsto

Guido miró a Xerine impresionado. La verdad es que esperaba algo más de reticencia por su parte, pero, al contrario de lo esperado se preocupaba más por cómo iba a realizarlo que por el hecho en sí de alejarse de Émil. Quizá fuera todo mejor de lo que esperaba.

-No insinúo. Creo que he sido bastante explícito. Esperaba que lo entendiera a la primera y así parece que ha sido. En cuanto a cómo debe decirlo... invéntese algo. Me da igual cómo lo haga pero no quiero que Émil sepa que hemos tenido esta conversación. ¿Entendido?

Caminas por el pueblo mientras no hay demasiada gente hasta llegar a la herrería. Allí Marcus se encuentra martilleando una espada que permanece al rojo vivo, mientras otros hierros se calientan en la forja. Cuando llegas, parece no escucharte y continúa a lo suyo.

Claramente, los soldados no se percatan de la presencia de Faliar en la zona, y empiezan a investigar los restos del campamento. Según parece, no son muy meticulosos pero descubren un lugar extrañamente marcado. La tumba de Dieter. Una espada bastarda clavada en el suelo es suficiente reclamo como para que sea encontrada.

Faliar permaneció quieto; habían encontrado la tumba de D, y parecían tener la intención de hacer algo con ella. Casi instintivamente, aferró el mango de su hacha con fuerza, pero no se movió del sitio. No creía que, en sus condiciones, fuese capaz de presentar combate a tres soldados. Seguramente no fueran como Emil, y en aquel pueblo no parecía que hubiesen muchos problemas como para que los soldados se mantuviesen entrenados y en forma, pero él todavía estaba débil del esfuerzo del último día.

Quint entró en la herrería para evitar ser visto desde la calle. Una vez dentro esperó unos instantes, paseándose cerca de Marcus, a ver si este le hacía caso. Al ver la que no recibía atención finalmente el chico alzó la voz.

-¿Otra espada? ¿Acaso no sabes hacer otra cosa?

-No me molestes chaval. Estoy haciendo el encargo del marqués. Tiene prioridad extrema. Palabras de Émil.

Marcus sonaba a medio camino entre apesadumbrado, y enfadado. Tenía que hacer ese trabajo y al parecer el trabajo que le encargó Quint estaba relegado al segundo plano.

Los soldados parecieron acampar allí, tratando de esconderse, aunque con escaso éxito a tus ojos, esperando a los supuestos moradores. Puede que solo se estuvieran un rato, o puede que más tiempo, pero al menos por ahora no se dirigían a la aldea.

Quint se cruzó de brazos malhumorado. Émil. Ya aparecía hasta en la sopa.

-Siempre la misma canción. ¿Qué pretende Émil con tantas espadas? ¡Pero si ni siquiera sabe matar a una persona!

El chico se acercó a la parte de trabajos terminados para ver si había algo que le pudiera interesar. Y de paso, a buscar su encargo.

-Necesito armas. ¿Terminaste las que te encargué? ¿Y tienes alguna otra cosa a parte de esas espadas cortas que haces como churros?