Algo te pita dentro de los oídos. Las palabras de Xerine no han sido del todo sinceras en alguno de sus puntos, aunque no sabrías decir el qué.
Cuando queráis terminar la conversación, avisáis y llegáis a la mansión del marqués. No va a pasar nada extraño durante el viaje.
Instantes más tarde, cuando el sonido del carro parece que sueña muy a lo lejos. Miriam sale del almacén. Parece que no le agrada mucho la presencia de Émil en su posada, pero no puede hacer nada para evitarlo. Viendo que sólo esta Dienter en el recinto, se dirige a él.
-¿Se ha ido ya, cariño? Digamos que no me gusta mucho ese hombre... ¿se nota?
Por mí, y si Liana no tiene nada más que añadir, terminamos cuando responda ella... No me importa dar por supuesto que el resto del viaje hablamos de cosas intrascendentes (o directamente, que no hablamos de nada)
Mi finísimo olfato detecta que Xerine no está siendo del todo sincera, puede que haya cosas que se guarde, pero no voy a ser yo quien le obligue a sacarlas.
-Pues la verdad es que sólo me crié en Varja. Llegué allí de niña. Mis padres eran artistas itinerantes. Se dedicaban a tocar instrumentos por los pueblos para ganarse el sustento. Poco después de nacer yo, me dejaron al cuidado de mi tío por causa de mi aspecto, pues temían que les espantase a los espectadores. Es duro, pero en el fondo se que lo hacían por mi bien. Además, mi tío me envió a Varja para que aprendiese el idioma y la música de aquella zona tan exótica, así que, gracias a él, soy capaz de cantar en dos idiomas y conozco dos culturas. Allí aprendí además otras cosas, como el maquillaje que llevas ahora mismo. Mi maestro solía decir que era voluble como el viento y cambiante como el agua, pero que, si era capaz de dominar las fuerzas de mi interior, nada me pararía.
A mi regreso, supe que mis padres habían muerto y me enteré de la construcción de la aeronave. Pensé que debía ganarme mi sustento, así que pedía mi tío mi herencia y me dediqué a continuar con el trabajo de mis padres recorriendo las aldeas hasta la ciudad de donde partía. No se muy bien cómo me dio por subir... supongo que deseaba alejarme del mundo.
Después de media hora larga de viaje, el carruaje llegó a su destino. Una preciosa mansión apareció cuando el bosque se había acabado. Al filo del acantilado, se erigían dos plantas de preciosa piedra negra, y un tejado construido con tejas rojas. Las ventanas que daban a vuestra posición, don en cada altura, a cada lado de la puerta, eran de madera. Una verja cubría la parte exterior del caserón. Seguramente, más por ostentar que para limitar los terrenos, al fin y al cabo parecía que nadie vivía cerca de él. El terreno entre la verja y la propia casa eran amplios jardines florales. Más de una fuente dejaba caer su hilo de agua en estanques, donde algunos pececillos nadaban inocentes. Parece que el marqués tenía buen gusto.
Cuando el carruaje se detuvo frente a la verja, un par de soldados abrió la puerta, provocando un sonoro crujido de metal. El carruaje reanudó la marcha, hasta llegar frente al edificio. Una vez allí, se detuvo finalmente, y Émil bajó de él.
Abriendo la puerta, y con una pequeña reverencia, se dirigió a las damas allí presentes.
-Ya hemos llegado, espero que el viaje no se les haya hecho largo, señoritas. Ahora, mientras llegan sus compañeros, podrán terminar de arreglarse, o pasear por los jardines.
Iba a abrir una escena nueva para la comida con Cavalvanti... pero mejor arrastramos esta. ^^
Sonrío melancólicamente a Miriam.
-Aun que no se porque no le agrada, mientras este yo, no tiene porque preocuparse. Aun que si gusta, puede contarme sobre ello...
-¿Otro más que quiere saber lo que opino sobre Émil? En fin, supongo que es normal... viendo mi reaccion.
Pues bien, se lo contaré, pero por favor, no se lo diga a nadie.
Ese hombre, oculta su verdadera personalidad bajo bonitas palabras, y actos llenos de galantería. Nada más lejos de la realidad, él es el peor de los miembros de la guardia de Cavalcanti. Incluso antes de ponerse al servicio del marqués, ya era una persona desequilibrada y cruél. ¡Qué pena que maneje el arte de la oratoria, y que su cuerpo sea tan atrayente! Hechiza a incautas con ese juego.
De hecho, y si me permites mi humilde opinión, creo que está endemoniado.
Tras esto, paró unos instantes para meditar.
-Pero no le digas a nadie que he dicho esto.
Xerine asintió, y luego miró a Liana, esperando su opinión. En realidad, no le importaría dedicar un poco más de tiempo para prepararse para la comida. Quizás unos retoques en el pelo, o pintarse las uñas. El maquillaje era, desde luego, perfecto, así que respecto a eso no se iba a quejar. Pero al final decidió que lo mejor sería esperar hasta media hora antes de la comida, y así no se desluciría el trabajo realizado por pasear en el jardín
¿Te parece si nos damos una vuelta?
Sonrió a Emil
Y el caballero podría guiarnos, si no es mucha molestia, claro
Pestañeó deliberadamente, y el efecto que produjo el maquillaje en este simple gesto podría haber tumbado al más insensible de los hombres
Liana, eso de que tu finisimo olfato te dice que Xerine oculta cosas... Te aseguro que, con la puntuación de Xerine en persuasión, o tienes muy desarrollada la habilidad de Advertir, o ni lo intuyes. Lleva toda su vida haciéndolo, y cuando no quiere que se le note... No se le nota ;)
Ahora, si tu pj tiene mucho en esa habilidad (más de 50 mínimo), o algún medio no ordinario para darse cuenta, entonces ya me callo XD
Master, por mí, podemos suponer que durante el tiempo que pasan aquí, se dedican a pasear por los jardines y a ver los alrededores de la mansión, así como los interiores, ya sea acompañadas por Emil Zolt, o solas. Conversaciones superfluas, ya sabes
Siempre que a Liana le parezca bien, claro. Por aligerar, más que nada
Cita:
Calla ^^, si lo ha dicho es por algo, créeme ;)
Sonrío dulce y comprensiblemente a Miriam
-No se preocupe, su secreto es mi secreto... aunque... -desvío imperceptiblemente mi mirada volviendola menlacolica- aunque... si fuese por salvar a alguien... ¿me permitiría contar parte de el?. No, no la mencionare, pero...
Tenía ganas de poner que soy tan bueno guardando secretos que ni dios ni el diablo podrían, pero siento que sería extraño
Faliar sonríe
- No me hacen falta dagas, pero gracias. Conque haya un cuchillo en la cena me sirve. Bueno, yo también estaré en mi habitación hasta que el carro venga a por nosotros. Si queréis algo ya sabéis donde estoy.
AAaaaaam... Vale, entonces me callo ;)
¡Dejad de hacer tiradas ocultas a mis espaldas, malditos! ¬¬
-Con tal de que nadie pueda intuir que he sido yo la que lo he dicho, haz lo que quieras. No sería bueno para el negocio si Émil se entera de que digo estas cosas... pero es que el chico me pone enferma.
Se notaba la sinceridad de la posadera. Y el miedo que tenía la pobre mujer a que el jefe de la guardia hiciera algo con su posada. Parece que tenía cierto poder en la isla.
Y el post desaparecío entre un montón de pestañas... y luego reapareció. Ha sido mágico. ^^ XD
-No se preocupe, seré prudente. pero si me pudiera decir mas... yo... yo estoy preocupado por la señorita Xerine...
Quint asintió a la respuesta de Faliar y se separó del grupo. Cruzó la plaza a paso rápido y abrió con cuidado la puerta de la posada.
Tras curzar el umbral de la puerta contempló la sala común dode ya había estado y buscó con la mirada a la posadera.
-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? ¡Quiero alquilar una habitación!
Cita:
Por mi parte genial, así aligeramos un poco
Cita:
De verdad, no fué a propósito T_T ;)
La puerta de la posada se abre de nuevo, y por el umbral aparece un chico rubio chillando:
-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? ¡Quiero alquilar una habitación! Dice el chico.
En la posada se encuentran Miriam y Dieter, hablando tranquilamente. La mujer es la posadera de "El pequeño Castillo" posada a la que acabas de entrar, es una bella mujer de cabellos castaños, no muy alta y en estado de buenaesperanza. Cuando entras gritando, la mujer te mira y contesta:
-Baja un poco el volumen chico, se un poco más educado. Sí, tengo habitaciones. ¿Me permite su nombre?
Observo a los recién llegados y regreso a mis meditaciones.
Tirada: 1d100(+100)
Motivo: Advertir
Resultado: 11(+100)=111
A mi quien me recibió fue una rubia
Quint se acerca hasta la posadera y se disculpa por sus gritos.
-¡Ups! No quería molestar, lo siento por los gritos. Me puedes llamar Quint. Entonces... ¿Puedo alquilar una habitación para un par de días?
Luego de preguntar, Quint cae en que también D se encuentra en la posada.
-¡Hola D! Te has perdido una imagen de postal preciosa... ¡Seguro que con tus ojos habrías visto miles de detalles que nosotros no habremos sido capaces de apreciar! Qué lástima que no vinieras...