Partida Rol por web

Calvacanti había caído... pero Faliar no se había dado cuenta. El maldito lobo aquel estaba jugando con él, se reía de él. Fue a golpearlo, y el lobo se esfumó... para aparecer de nuevo a su espalda. Pero no se dejó despistar por el repentino movimiento del animal; girando a toda velocidad sobre si mismo, interpuso su escudo entre él y la dentellada del lobo. El lobo mordió a un lado y a otro del escudo, sin alcanzar a Faliar, y dejando su lomo desprotegido. Faliar solo tuvo que golpear al lobo en el hocico con su escudo. El lobo emitió un tenue chillido y se echó hacia atrás... justo antes de que el hacha de Faliar cayese sobre su lomo. El arma, envuelta en ese resplandor verde, hendió el grueso pelaje de la bestia, y prendió fuego. Un fuego verde y nauseabundo, que más que crepitar, aullaba. Se extinguió a los pocos segundos, no sin antes dejar un horrible olor a pelo quemado en la habitación y al lobo seriamente herido.

Xerine se giró para ver como Faliar intentaba arreglárselas solo contra el lobo. Soltando una maldición por lo bajo, se apresuró a echarle una mano, consciente de que le habían dejado a su suerte

Xerine se fue a abalanzar contra el lobo, pero la gran cantidad de sangre derramada por el suelo hizo que resbalara de un modo muy cómico y cayera contra el suelo, perdiendo sus dagas en el proceso, que salieron rodando hasta el borde de la habitación. Todo su cuerpo, cara y extremidades se mancharon de la vitae del marqués, mientras escuchaba el rodar de sus preciosas armas.

Nahia también se quedó mirando, esperando a que los guerreros acabaran con el lobo. Catherine también miraba, pues no quería emplear más energía por ahora.

Quint se abalanzó sobre el lobo dándose la vuelta después de matar al marqués, y con una finta que Markeleis no esperaba le acuchilló el abdomen. La herida no era profunda, pero sí dolorosa. El perro retrocedió, pero entonces llegó otro ataque de la daga, que ese solo le causó una herida superficial. Pero, el hacha de Faliar estaba sedienta, y le había distraído al lobo. 

El lobo estaba acobardado. Un depredador enorme, asustado y lloroso a los pies del que, al final, había resultado ser su última "presa". No había podido disfrutar de darle una buena paliza al marqués, así que aquella bestia pagaría por ello. Si, descargaría su frustración sobre esa criatura. Le daría mil hachazos hasta reducirla a una pulpa sanguinolenta. Se comería su corazón, y quemaría el resto. Una sonrisa maníaca se dibujó en su rostro. Levantó el hacha y....

- ¡Papa!

Una imagen. Una niña. Jugaba con un cachorro negro. Él estaba jugando con ambos, se divertían, reían. Una casa, una pequeña granja, una hermosa hija y una bella esposa... Todo lo que un hombre podía desear para ser feliz. Su sonrisa maníaca se tornó en una sonrisa de felicidad, y dejó de ser consciente de lo que le rodeaba.

Entre tanto, en el mundo real, Faliar se había quedado quieto, sonriendo como un imbécil. Había detenido su ataque. El lobo, viendo que aquel temible depredador se había detenido y parecía distraído, volvió a gruñir y enseñó los dientes. Se dispuso a abalanzarse sobre Faliar.

Faliar seguía observando a la niña jugar con el cachorro. Pero algo estaba cambiando. Una nube negra empezó a cubrirlo todo, y la niña dejó de jugar con el perrito. Todo se nubló y el sol se ocultó. Faliar adquirió una expresión de preocupación; algo malo estaba pasando

- ¿Que le pasa, papá? No se mueve...

Faliar se acercó. El cachorrito estaba muerto. Destripado y quemado. La niña lloraba

- ¿A donde vas, papá?

- Yo... no me voy...

- ¡No te marches!

Faliar intentó alcanzar a la niña, pero de repente un muro de fuego surgió entre ambos. Fuego verde y aullante. El muro lo rodeó todo; quemó los campos, la casa... todo. Solo podía ver la distorsionada figura de la niña a través de la cortina de fuego, y sus gritos llamándolo. Faliar se quedó con la mano extendida... y dos lágrimas cayeron de sus ojos.

El lobo se abalanzó sobre Faliar; su expresión había cambiado. Ahora parecía llorar. Se escuchó un trueno en el exterior, y el warlock recuperó la consciencia. Justo a tiempo para ver como las fauces del lobo se abalanzaban sobre su cara. Gritó del susto, e instintivamente golpeó aquella criatura con su escudo.

¡CRACK!

Un golpe seco. Un fuerte crujido

El cuerpo del lobo se golpeó contra la pared de su derecha y cayó inerte al suelo.

Le había partido el cuello del golpe.

Y allí estaba Faliar, medio ido todavía, y con lágrimas en los ojos.

Xerine se incorporó, frenética, solo para contemplar como Faliar acababa con el lobo. Suspirando, se relajó: Ya había pasado el peligro

Se acabó

Se acercó a sus dagas, y las recogió, satisfecha

Lo hemos hecho. Se acabó esta pesadilla

Hace tres años

***

Medianoche

La luna, en cuarto menguante, ilumina con parpadeos una explanada salpicada de hierbajos y matorrales, totalmente seca y desangelada. A lo lejos se distinguen luces de ciudad, luciérnagas furtivas que destellan con sus guiños desparejados desde la lejanía, a la espera de... ¿Qué? Un viajero cansado que sonría ante la promesa de cama, pan y agua. Un noble altivo que se bambolea al son del traqueteo de su carruaje, ansioso por retornar al hogar. Chaville espera, y, a lo lejos, las parcelas como esta se alzan silenciosas como eternos puestos fronterizos que florecen bajo la sombra del gigante. Pero, de todas las parcelas que hay, esta sería, sin duda, la más destartalada, la más desesperanzadora y poco atractiva. Ya no crecían legumbres, ni verduras, bajo sus campos arados de tierra y sudor. Ya no cantaban los pájaros, ya no florecían los árboles, como si la zona fuera un oscuro pozo cubierto bajo el manto de la desgracia. Anacrónico y demente, observaba los terrenos circundantes, a cada cuál más fructífero y atrayente, con una mueca que rozaba la delgada línea que separa la burla y la envidia más profunda

La razón no era algo simple, desde luego. Según los rumores y leyendas de la zona, el dueño de dicho terreno, un ex-soldado ahora dedicado al comercio, había sido maldecido hacía ya unos años por una extraña mujer a la que nadie parecía recordar. A partir de ahí, todo había caído en picado. Las haciendas del burgués habían desaparecido entre las brumas de la pobreza y el infortunio, sus tierras habían perecido, sus pozos se habían secado. Mientras los vecinos prosperaban por buenas cosechas, el desafortunado protagonista de este cuento de viejas observaba, atónito, como sus riquezas disminuían, como sus propiedades se evaporaban y como sus amigos le daban la espalda, hasta que ya solo quedó polvo en la palma de su mano. Pero poco le importaban a Xerine estas historias. Ella estaba allí por una simple razón, y esta razón era la misma que tantas otras veces

Matar

Guêpe había decidido encargarla una misión algo... Innovadora. No por el objetivo, que exceptuando detalles no era más que otro pez gordo al que destripar, si no más bien por las condiciones del contrato: En esta ocasión, debía cooperar con un compañero. De primeras se negó, pero nadie le dice que no a Guêpe, y más teniendo en cuenta que la asesina era su único medio de subsistencia, si no quería volver a las calles. Su compañero no tenía nombre; al igual que Xerine, usaba un seudónimo. Probablemente era otro de los alumnos de Guêpe, o quizás de alguna compañera de esta. Era indiferente su procedencia. Aunque el nombre era, como poco, intrigante: Soie. Seda. Un apodo que podía significar muchas cosas

El plan era sencillo. A decir verdad, era casi insultante de lo fácil que resultaba. Acostumbrada a retorcidas maniobras y juegos malabares para asesinar a sus víctimas, reducirse a aquello era un poco denigrante. Él se encargaría de llamar y distraer al objetivo con alguna charla inocua y carente de sentido, mientras ella se infiltraba en el dormitorio y dejaba un "regalito" entre las sábanas. Un regalito con ocho patas, muchos ojos, y una dosis de veneno en sus mandíbulas más que suficiente como para tumbar a cualquier hombre adulto. Un ser peculiar, desde luego, capaz de quitar una vida en apenas unas horas, pero suficientemente discreto como para achacar la muerte a un paro cardíaco. No dejaba rastro alguno de su presencia. Como un fantasma. En parte, Xerine admiraba a esa araña

El último grano de arena cayó, fugaz, hacia la parte inferior del reloj de cristal. Xerine asintió

Había llegado la hora

El artrópodo correteaba dentro del tarro de cristal, luchando fútilmente por escapar. Xerine echó un último vistazo, acercándose el tarro a la cara para poder contemplarlo de cerca. Al verla tan cerca, la mortal criatura arañó el tarro, furiosa, mientras intentaba alcanzarla con sus pinzas y mandíbulas. Un bicho agresivo donde los hubiera. Mejor: Así estaría segura de que, efectivamente, la víctima recibiría la mordedura. Cuanto más territorial era el recipiente, más posibilidad había de que atacara a cualquier intruso que se acercara demasiado

Recorrió la distancia que la separaba de la casa en apenas unos segundos, sin emitir casi ningún sonido. Doblando la esquina, en la puerta de la casa, ya se oían voces: Soie había comenzado con su baile de máscaras. Ahora era su turno. Enganchándose del primer asidero que vio, impulsó su cuerpo hacia arriba, mientras sentía como el suelo comenzaba a desaparecer bajo sus pies. Una mano, luego otra, luego el pie. Mantén tres puntos de apoyo para tener el cuerpo bien sujeto, olvídate del sigilo, céntrate en la subida. Ghost Note respiraba al compás, dejando que su cuerpo se relajara y tensara según le convenía. No controlaba cada movimiento al milímetro, pero poco importaba: En esos momentos, la habitación ya debería de estar vacía

Efectivamente. El lugar lanzaba destellos de sombras vacuas y juguetonas, revoloteando por el aire como pájaros amorfos y retorcidos. Inspiró hondo, y dejó que sus pies se posaran sobre el frío suelo, descolgándose casi simultáneamente la jarra de cristal que iba colgada de su cinturón. A la luz de la luna que se colaba por la ventana, la araña resultaba especialmente atrayente, rozando lo hipnótico. Se permitió a sí misma un par de segundos antes de acercarse a la cama, agarrar el tapón, y disponerse a gir...

Pasos

No. No podía ser. Se quedó bloqueada, el tiempo suficiente como para que quien quiera que estuviera ahí fuera llegara hasta la puerta. El pomo giró, y Ghost Note tomó el control de Xerine. Actuando de forma refleja, corrió hacia la ventana, y se dejó caer. Se agarró poco después de pasar el saliente de la ventana, antes de que su cuerpo cogiera demasiada inercia

Por los pelos

Cristales rotos

Mierda

Demasiado ruido. Cada vez más nerviosa, decidió descolgarse del todo. El golpe no fue demasiado brusco, pero algo le cortó el pie. Apretando los dientes, ignoró el dolor y corrió hacia un arbusto cercano. Se escondió justo a tiempo

Silencio. Luego, una voz

Que extraño...

Acto seguido, la ventana se cerró. Xerine respiró, tranquila, y se giró para observar el panorama. El tarro había caído al suelo cuando saltó por la ventana, y se había hecho añicos. Por suerte, la oscuridad de la noche había ocultado los fragmentos de cristal entre las sombras, de modo que desde la primera planta era difícil avistarlos. De la araña, por desgracia, no había ni rastro

La asesina se apresuró a sacar un botecillo de cristal, del tamaño de un dedo meñique, repleto de una pringosa sustancia negruzca. Extendió una tela grisácea en el suelo, de la que surgían dos trozos de cuerda, y acto seguido derramó el contenido de la ampolla sobre esta. Luego esperó, algo más tranquila. Había ensayado esa parte varias veces antes de aquella noche, y no dudaba que fuera a salir bien. Se suponía que debía montar la trampa cuando la víctima ya hubiera sido mordida, para atraer de nuevo a la araña. Esta no tardó en aparecer, guiada por las feromonas que impregnaban el aire, y se situó, confusa y alterada, sobre el paño grisáceo. Xerine tiró de las cuerdas, y este se cerró en una bolsa casi hermética, atrapando al artrópodo dentro. La música asintió, satisfecha. Un problema menos

Lo siguiente que hizo fue dirigirse al punto de encuentro. Allí, Soie la esperaba, con mirada preocupada. El chico no tendría más de dieciocho o diecinueve años, aunque eso ya implicaba que la sacaba dos años a ella, como poco. Sin embargo, la miraba como si la asesina fuera un gigante, y él un simple ratoncito. Puede que hubiera sentido lástima por él, incluso, si no hubiera estado tan enfadada

¿Qué ha sido eso? Preguntó, con un tono seco y cortante

El chico se apresuró a levantar las manos, en gesto conciliador

No pude hacer nada. Dijo que no esperaba visitas, y me dejó hablando con el mayordomo. No sabía que tenía un mayordomo. Es un tipo muy pobre... ¿Cómo se lo permite?

Xerine bufó

Silencio. Has chafado el plan. Voy a entrar ahí dentro

Soie la miró, atónito

¿¡Qué!? ¡Ese tipo sabe luchar, Ghost Note! Y dicen que era bueno, en su tiempo... No eres rival para él

La mirada de Xerine le hizo enmudecer

No voy a luchar contra él. Voy a matarle mientras duerme

Y se habría puesto manos a la obra, si la mano del chico no la hubiera retenido posándose en su hombro

No puedes. Si sueltas a la araña de nuevo, no podrás volver a recogerla más tarde. Tiene mucha fuerza como para asfixiarle, y degollarle sería demasiado descarado

Xerine apartó la mano con un manotazo

No me toques. Y sí, pienso degollarle. No voy a volver con las manos vacías. Sabrán que ha sido un asesinato, sí, pero es mejor eso que no matarlo

Volvió a girarse, pero, de nuevo, el chico la interrumpió poniéndose a su altura

Entonces te acompaño

Xerine sintió ganas de acuchillarlo

No

Sí. Soy más sigiloso que tú, y si despierta seremos dos contra uno. Es lo más sensato

Xerine se dispuso a decir algo, pero luego cerró la boca. Al final asintió

De acuerdo. Pero no vuelvas a fastidiarla

Entraron por la planta inferior. Haber escalado hasta la ventana del dormitorio de nuevo habría sido bastante imprudente por su parte, ya que tendrían que abrirla desde fuera, y hacerlo sin hacer ruido era virtualmente imposible. Por otra parte, no les costó apenas forzar la cerradura de una de las ventanas inferiores, que cedió con un chirrido algo irritante, pero no demasiado ruidoso. Estaban dentro

Como dos volutas de humo, danzaron entrecruzándose por las habitaciones de la casa hasta llegar a la puerta que daba al dormitorio de su víctima. Una vez allí, se deslizaron más sigilosamente todavía dentro de la habitación, y rodearon la cama. Xerine se acercó a los bultos, sacó sus dagas... Y vio que eran un montón de almohadas

Mala suerte, chicos Una figura apareció de entre las sombras, enarbolando una espada corta en su mano derecha Pero la jarra de cristal hizo mucho ruido. Y tengo muchos enemigos como para confiarme

Xerine miró a su compañero

Ahora o nunca

Soie asintió. Luego se lanzó a por el burgués, que ya trazaba un arco con su arma, dispuesto a dar el primer golpe

Xerine, en cambio, salió corriendo

***

De pronto, el suelo empezó a vibrar, haciendo que todas las esferas metálicas cayeran al suelo, y empezaran a rodar por la habitación. El aire estaba cambiando, la luz estaba cambiando. El propio mundo estaba cambiando.

No...

...aquello no había acabado todavía...

Xerine recordó

El chico ha sobrevivido

Bien por él

No te alegres. Está furioso porque le utilizaras como distracción a la hora de escapar. Puede que te hayas ganado un buen enemigo

Fue él el que insistió en acompañarme

No es tan fácil, niña. Si no llega a tener tanta suerte, ahora estaría Soie estaría muerto, y vuestro objetivo estaría alertado. Si esto ha salido bien ha sido gracias a la estupidez de Soie, a su valentía, y a su aparente facilidad para salir de situaciones difíciles

...

Esta misión no era un capricho, Ghost. Esta misión estaba pensada para ponerte a prueba. Podría haberme encargado yo misma de matar a ese señor si no hubiera querido ver como te desenvolvías trabajando con otros. Hasta ahora, siempre has actuado sola. Tienes que empezar a cambiar esa mentalidad

Yo trabajo sola

Yo también lo prefiero. Pero no siempre podrás trabajar sola. Te verás forzada a cooperar con otros, a confiar en ellos, incluso a arriesgar tu vida por ellos. Habrá misiones en las que dependerás del éxito de tus compañeros

No necesito a nadie

No, ahora no. Pero llegará el momento en el que te verás forzada a cooperar. Te será difícil, pero no te quedará otra opción. Y no podrás pensar solo en ti misma

No... No creo que pueda confiar en incompetentes como Soie

Entonces caerás con todo el equipo. La manada se mantiene fuerte. El lobo solitario cae al llegar el invierno...

... ¿Y cuando tendré que volver a hacerlo?

¿Cuándo? No, no, la pregunta no es cuándo, ni dónde. Da igual cómo te llegue, porque te llegará. La pregunta es, Ghost Note... ¿Estarás preparada entonces?

Xerine frunció los labios, mientras recogía sus dagas. Entonces, el suelo comenzó a vibrar

Rápidamente volvió a tensar los músculos, preparada para lo peor

Por un momento, Faliar estuvo por echarse en brazos de Catherine, buscando de nuevo su luz, pero el súbito temblor hizo que recuperase rápidamente la compostura. Se secó las lágrimas, y volvió a colocarse en posición de combate

- Ya decía yo que parecía demasiado fácil...

-¡Necios!

La voz de la pesadilla tronó por toda la oscura estancia. Helando los corazones de los allí presentes. Era algo demasiado tenebroso para no sentir miedo.

-¡No creáis que habéis vencido!¡Sufrid el infierno que vosotros mismos habéis desencadenado!

Ambas magas luminosas empezaron a entonar la música que les protegería durante el combate. Escudos luminosos surgieron ante cada una de ellas. Pero esta vez no cubrían a todo el grupo, se reducían a cubrirse ellas. Al fin y al cabo, este combate no sería igual que defenderse de los cuervos, cuando todos permanecían apiñados. Lo normal es que se movieran, y un escudo en grupo no sería efectivo.

A Nahia le cubrieron un par de alas luminosas, y Catherne se cubrió de cadenas de luz. Las dos estaban protegidas por el poder de ese elemento, pero de manera, visualmente diferente. Y, lo extraño para Xerine, fue que por primera vez, pudo contemplar esos conjuros. Hasta ahora no había visto nada del despliegue de medios que un conjuro tenía.

Xerine dio un paso atrás, aterrada. Ante sí, un horror fuera de toda comprensión, lejos de toda lógica o sentido, se erguía, majestuoso, como un dios renacido de una era ya olvidada. Galael se mostraba en todo su esplendor, y ella no era más que una mosca a su alrededor. ¿Dónde estaba Guido? ¿Qué había sucedido con ese patético noble de baja cuna caído en desgracia? ¡Qué ingenua había sido! No, ella nunca había tenido posibilidades de vencerlo. Ese enemigo superaba a cualquier otro que hubiera visto hasta la fecha

Y ahora... ¿Qué? ¿Cómo luchar contra el mismísimo mal encarnado? ¿Cómo vencer a una criatura cuya sola concepción va más allá de sueños y pesadillas? ¿Cómo sobrevivir a un encuentro tan desproporcionado, tan absurdo e injusto? La mosca no puede vencer a la araña. La mosca se limita a caer en sus redes y esperar que la muerte la llegue cuanto antes

Cerró los ojos, desesperada

¿Cuándo? No, no, la pregunta no es cuándo, ni dónde. Da igual cómo te llegue, porque te llegará. La pregunta es... ¿Estarás preparada entonces?

Abrió los ojos, decidida

No, no vencerían a ese enemigo de forma individual. Había llegado la hora de cambiar la dinámica, de establecer un nuevo punto de referencia. Por encima de su aprendizaje, por encima de sus creencias y de sus prejuicios, por encima de la luz y la oscuridad, del bien y el mal, del orden y del caos. Había llegado el momento. Xerine dejó atrás la desconfianza, y se lanzó a por Galael, confiando, quizás por primera vez en su vida, en sus compañeros de batalla

Ya que si no sabían luchar juntos... Morirían solos

Aaron continuó investigando la mansión. Entrando con cuidado en cada una de las habitaciones tratando de encontrar algo de utilidad. Sabía que esa era la mejor manera de no ser un estorbo. En batalla símplemente hubiera sido carnaza, que si bien podría hasta ser bienvenida, pues sería otro blanco de ataques, contando con la obvia compasión de sus compañeros, sería un incordio.

Así que investigó. Se pasó todo el piso superior abriendo habitaciones hasta que bajó al piso inferior. Allí, en la primera puerta a la que entró, un lugar un poco escondido, encontró algo. Volvía a ser una habitación, pero tenía algo especial. Allí reconoció la ropa del capitán de la guardia. Empezó a buscar por el lugar, y encontró una nota dejada por el marqués, súmamente interesante.

Aaron leyó atentamente las instrucciones del Flauros, y cuando hubo acabalo las leyó dos veces más para asegurarse de que las había entendido. Era curioso cuanto menos descubrir que el aparato tenía más poder del que a priori parecía, y más aún saber que no tenía una sola posición, sino tres.

Al convocador se le iluminaron los ojos. Con ello podrían parar al marqués, había una posición para sellar, lo había leído, y Cavalcanti no daría información falsa a su mejor perro.

Atendiendo a la carta, era posible que Émil tuviera el Flauros en su poder, mínima, si, pero posibilidad al fin y al cabo. Todo lo deprisa que su cuerpo le permitía corrió hacia el maltrecho cuerpo del ex capitán de la guardia y le registró buscando el dichoso objeto. Con él en su poder podría ayudar al grupo y ser algo más que un incordio.

Quint comenzó el combate lanzándose contra el bicho. No le daba miedo, ya había tratado con lo sobrenatural antes. Si bien algo tan grande y feo tendría que causar alguna impresión en él, se podría decir que le causó más gracia que otra cosa. Ya habían derrotado a su forma humana, y aunque nada les decía que esta fuera tan débil, tenían que vencerla.

Así que, sin dudarlo empuñó su par de dagas y embistió a Galael, cortando todo lo que veía. La primera daga se encontró con la armadura de ¿Quitina? de aquel ser. No había hecho más que un rasguño, que ni siquiera era doloroso. El segundo y tercer ataque, por contra causaron bastante daño en el monstruo... 

si hubiera sido un humano.

A pesar de que la daga se hundió, desgarró y cortó, Galael seguía sin inmutarse. Aquel ser era realmente resistente.

-¡No vamos a permitirnos una derrota!

Catherine gritaba, mientras estaba envuelta en cadenas de magia, tratando de evitar cualquier acción del monstruo. Su corazón estaba lleno de valor. A pesar de que a cualquier persona normal, la sola visión de Galael le hubiera hecho pedir la muerte antes de seguir en ese lugar, Catherine había superado ese miedo. Ahora, en su corazón solo había determinación, pasión por salvar la aldea. Si había que derrotar a otro monstruo como él cuando la batalla acabara, podría hacerlo.

-Nuestra propia vida depende de ello. ¡La vida de la isla depende de ello!

Aaron subió de nuevo las escaleras, hasta llegar al cuerpo de Émil. Seguía allí, quieto, en un silencio sepulcral. Al entrar en la habitación, algo le llamó la atención. Ya no había luz en el segundo piso de la torre del jardín. O alguien había destrozado los candiles del lugar, o ya no estaban allí.

Émil, sin embargo no tenía nada en sus bolsillos. Y menos el Flaruos.

Aaron volvió a pensar la posibilidad de coger la espada. Al menos podría colgársela a la cintura, usando el cinturón de Émil para ajustar la piel de lobo. Y mantener el estoque en el cinto.