Partida Rol por web

-Hacía mucho tiempo que no veíamos llover. Esa tormenta que siempre amenazaba nunca caía... vivíamos gracias al agua que sacábamos de los pozos... supongo que se filtraría por algún sitio... aunque no lo sé. Han sido unos años difíciles. Sobre todo para las cosechas.

Pero... por fín... llueve.

Xerine frunció el ceño

Imposible. La flora y fauna regional es típica de una zona templada y húmeda. Si no hubiera llovido desde hace años, esto sería un páramo cuasidesértico

Aaron suspiró. Genial, ahora todo iba acorde con su estado de ánimo.

-Perdonadme-El chico salió hacia el patio sin mirar todavía a sus compañeros. Quizás pudieran adivinar que era lo que pasaba por su cabeza, quizás intentaran ponerse en su lugar, quizás intentaran entenderle, aunque no lo esperaba.

En cualquiera de los casos, podían intuir que necesitaba unos momentos para sí mismo, solo.

Una vez llegó al patio giró a la derecha, dirigiéndose a la sala del cuadro. Observó sin mucho ánimo cómo había quedado todo después de que ellos resolvieran el acertijo...sin necesitar su ayuda siquiera.

Cerrando la puerta con suavidad tras de si dejó caer la cabeza sobre la misma y sollozó un par de veces. Todo iba de mal en peor, aquella maldita isla se estaba comiendo su vitalidad, le estaba dejando muerto por dentro. Las cosas se habían torcido más de lo que debían y él no había sido el más perjudicado. Dos personas...había matado a dos personas...

¿Que diría su padre cuando le viera aparecer sin un ojo y con aquel desgaste físico? ¿Cómo reaccionaría su hermana?

Un sollozo mal reprimido dejó caer una lágrima sobre la mejilla del chico. Al menos compensaría al pueblo, mataría a Cavalcanti y después...ni el sabía que vendría después.

Tambaleándose se dirigió al cuadro y cayó de rodillas. Casi parecía que estaba adorando a algún tipo de ser que habitara entre aquellas paredes, y su intención no distaba mucho de esa idea. Apoyando las manos en el suelo se concentró durante un segundo y llamó a la suma sacerdotisa. Necesitaba preguntarle algo y, en última instancia, sellar el pacto con ella.

Tal y como decía Faliar, necesitaba controlar sus poderes y aquel era el primer paso.

Faliar contempla la lluvia unos segundos

- Esta isla parecía estar congelada en el tiempo. Quizás la lluvia signifique el Marqués ha decidido mover ficha. Sin duda, sabrá donde hemos estado y con quien hemos hablado

Luego se gira al grupo

- ¿Que vamos a hacer? ¿Nos lanzamos de cabeza contra el Marqués? ¿O tratamos de infiltrarnos? Sea como sea, lo más probable es que sus guardias nos conozcan, y que antes de enfrentarnos a él, tengamos que enfrentarlos a ellos y a Emil

-Entonces no perdamos más el tiempo. ¡Vayámonoss a la mansión lo más rápido posible antes de que la isla se vaya a pique!

La lluvia empapaba los huesos de los caminantes. Su andar era rápido, pues el tiempo era inclemente además de la situación. Tenían que acabar cuanto antes con aquel ser, tenían que liberar la isla de su influencia, y tenian que sobrevivir en el proceso. Cavalcanti había movido ficha, la isla había cambiado. Su presencia y poder eran ahora evidentes para el marqués, que una vez intentó llevarse bien con ellos. Ahora no podía permitirlo, el día acabaría con la muerte de uno de los bandos. Y por supuesto, ninguno de los dos quería ser el elegido.

Era un grupo dispar. Una chica joven lideraba la marcha, ajena a todos los peligros que había sufrido la isla hasta hace poco, pero que guardaba un sentimiento muy poderoso hacia una de las últimas víctimas del marqués. Tras ella, caminaba un mago poderoso, capaz de causar destrucción y mal con sus hechizos, tratando de reformarse. Justo detrás de él una chica demasiado pequeña para estar embarcada en esa empresa, avanzaba con expresión decidida. Inmediátamente después un chico malherido, cubierto con una piel de lobo avanzaba con cuidado. Sus pies estaban desnudos y la humedad no era una buena amiga. Por último, y casi a la par dos enemigos. La música inquietante, desconfiada y misteriosa, y el cazabrujas intransigente.

Pero estaban unidos por un único objetivo.

Sobrevivir.

Al cabo de unas dos horas, vislumbraron la mansión del marqués tras los huecos dejados por los árboles. Su destino estaba muy cerca.

Sacudiéndose el cuerpo, y acercándose a Faliar para que le diera calor, Catherine miró a los demás. Ya habían llegado.

-Ya estamos aquí. Qué hacemos ahora. ¿Entramos directamente por la puerta?

Sus ropas ondeaban a causa del viento, y salpicaban al impactar contra la lluvia que seguía cayendo del cielo. Como si la propia isla llorara previendo lo que iba a suceder. Una batalla que decidiría su destino.

Quint se apartó el chorreante flequillo que se le pegaba a la cara y no le dejaba ver.

-Galael nos estará esperando. Dudo que haya dejado la puerta sin vigilancia. Ahora bien, no creo que tenga oscuros suficientes para vigilar todas y cada una de las habitaciones de la mansión, y seguro que hay alguna ventana accesible desde el suelo.

Tres ventanas aparecen a cada lado de la puerta, lo suficientemente grandes como para que una persona pasara por ellas. Pero están cerradas, y para entrar habría que romperlas.

De pronto, una figura humana empezó a serpentear desde la mano de Aaron, convirtiéndose en un pequeño bufón con un saltador. Al parecer Aaron estaba pensando en sus cosas mientras esto ocurría. Empezó a saltar entre todos, diciendo tonterías en un tono muy agudo.

-¿Donde vais?¿Qué vais a hacer?¿Puedo ayudar? No voy a hacerlo... pero...¿Es importante? ¿Habrá pollo? Me gusta el pollo. Aunque no pueda comer. ¿Quién es esa? Dijo mirando a la niña pequeña. ¿Al final te has aliado con la chica esa tan repipi? Yo pensaba que no te caía bien. Ya sabes... por lo que hizo aquella vez en el zeppelin.

El grupo esperaba aún a 50 metros de la mansión. Dilucidando cómo actuar, mientras la extraña criatura bailaba en torno a ellos.

Aaron permaneció en silencio durante el trayecto. Sólo se limitó a toser un par de veces, apretar la piel del lobo contra su cuerpo desnudo y separarse un momento del grupo para sacudir bajo un árbol la misma, intentando quitar el exceso de agua que le empezaba a calar hasta los huesos y amenazaba con hacerle enfermar.

Cuando llegaron hasta la mansión del marqués cerró los ojos e inspiró profundamente, como si quisiera convencerse a si mismo de que iba a hacer aquello e iba a hacerlo bien. Fue entonces cuando el loco comenzó a saltar entre ellos y a gritar tanto que podría poner en peligro el plan. Sin saber muy bien lo que hacía y agarrándole del brazo como si fuera un niño que se hubiera portado mal le llevó unos diez metros hacia atrás y miró al grupo con su único ojo sano, dando a entender que él se encargaba de todo.

-Loco, escucha-Aaron se esforzó por sonreír, aunque su estado emocional le incitaba a hacer todo lo contrario-Vamos a colarnos en casa de un hombre que...bueno, quiere nuestras cabezas en una vitrina, así que tenemos que estar muy callados.

-Ella-Dijo refiriéndose a Nahia-Nos va a ayudar a hacerlo, y Xerine me ha ayudado también mucho así que si, me he aliado con ella-Le sonrió con dulzura. Apreciaba el gesto del loco, pero que saliera justo en ése momento...

-¿Cómo lo vamos a hacer?-Le susurró al grupo todavía separado de ellos y junto al loco.

Empezaba a esperarse cualquier cosa de esa gente un anillo se había convertido en un hombre que no para de parlotear:

-Emmm..¿Quién es ese?

Dijo dirigiendo se a Aaron, con cara aún de desconcierto.

-Es un poco complicado de explicar. Digamos que me ayuda a utilizar mis poderes, como a ti tu flauta.

¡Ayudo! Elimino, modifico, creo, invoco, invoca, invocamos.. traemos al mundo a mis amigos. Pero...

¡Todo es divertido!

De pronto se cambió de traje con una pequeña explosión, y se convirtió en un hombre con bigote y gabardina, que conducía una bicicleta con la rueda delantera descomunalmente grande, y la trasera minúscula. Era como un monociclo... pero con una pequeña rueda detrás.

Aaron soltó una pequeña carcajada. Lo cierto es que la jovialidad de aquel arcano se pegaba con mucha facilidad, incluso en un momento como aquel.

-Ya ves, ahora entiendes por que se llama el loco, pero es muy útil y cariñoso-Volvió a dedicarle una sonrisa, ésta vez más sincera que la anterior. ¿Que habría hecho sin él?

Aaron había recolocado su piel de lobo, de tal manera que cubría su cabeza y caía tras los hombros, con la apariencia de una monja. Pero era obvio que ocultaba algo, pues de sus hombros venían grandes cantidades de magia. Energía muy poderosa que parecía haber traído al mundo hace poco.

No había dicho nada. Quizá no quisiera que lo supieran pero era inequívoco. Despedía demasiado poder.

 ¿Qué será? Parece que aquí los discursos son sólo eso.

Sí, confianza...claro.. 

Apenas conocía al joven y quizás tendría sus motivos para no decirselo a nadie, pero en esos momentos sólo le incitaba a pensar que lo ocultaba por motivos egoístas. No iba a mencionar nada , de momento, sobre el tema. Con una sonrisa fingida bastaría.

Nahia esbozó una sonrisa.

- Sí, lo cierto es que es un ser muy peculiar. Aunque con lo vistoso que es deberíamos confiar en que no arme mucho jaleo cuando estemos dentro.