Partida Rol por web

- Mi Señor

Me despedí como era debido. Aquel Señor y las costumbres de esta tierra me estaban sorprendiendo y no de manera muy grata. En la mía Francia se hace de otra manera, hay otro protocolo, otro sentimiento caballeresco, otro singular sentido de la vida. Pero tenía que acostumbrarme a este tipo de bajezas. Sin mirar al Señor comer su, por otro lado, sabroso pollo, acompañé a Sir Cadwallon y la sirvienta a mis aposentos. Necesitaba descansar, el viaje a caballo le había destrozado la espalda y tenía las piernas cansadas y maltrechas.

Sir Cadwallon se acercó a Sir Loren mientras ambos iban hacia sus aposentos. - Sir Loren, - dijo, con voz baja para evitar que la sirvienta les oyera - ¿no os parece extraña la actitud de nuestro anfitrión? Parecía no recordar habernos convocado... Creo que haríamos bien en ser prudentes.

Miro suspicaz a Sir Cadwallon.

- Pensé que su actitud era normal en esta zona, tan barbara como me habían comentado. Pero cierto es que sería buena idea el ser prudentes, pues si él no nos ha avisado, quizás el que nos ha mandado aquí quería quitarnos de en medio. - Intento recordar quién nos dio la orden de venir aquí poniendo gestos con mi cara. - Sir Elad, apuesto a que fue Sir Elad, aunque no estoy seguro. Demasiadas personas he conocido en los últimos meses y poco he tratado con ellas para recordarlas bien. Además, seguro que era de vital importancia y rápida en su afrontamiento. - Sigo haciendo gestos con la cara. - Pero parece ser que no es pronta ni rápida la importancia del tema a tratar. 

La sirvienta os conduce hasta los que seran vuestros aposentos, una de las torres de la guardia. ( segun el mapa la que esta a la izquierda).

Esperabais un alojamiento algo más selecto para ser invitados y llamados por el señor, tal vez en la torre del homenaje, o aun en el salón. No obstante el fuego esta encendido, y la estancia, la de la planta baja, esta limpia y preparada. La torre, tiene dos pisos por encima vuestro y una azotea. Todo parece indicar que sois los unicos huespedes de esta torre.

Como hay sitio de sobra, podeis elegir entre que los escuderos duerman aqui, con vosotros, o lo hagan en las cuadras, vigilando de paso a las monturas.

En el momento que la sirvienta nos deja a solas, aprovechando que nuestros escuderos no estaban presentes, observo el lugar con detenimiento.

- Parece cómodo y acogedor, pero he de confesar, que no era lo que esperaba. ¿Demasiados Caballeros en el castillo? ¿Te has fijado en los que hemos encontrado a nuestro paso? ¿De donde son? - Me rasco la barbilla mientras observo la escalera que sube a la segunda planta. - ¿Miramos lo que hay en la segunda planta?

Sin esperar respuesta, comienzo a subir los escalones.

- Por cierto, tendremos que avisar a nuestros escuderos de que traigan nuestro baúl y lo dejen en esta habitación. 

Dando la orden de que duerman aca los escuderos, sir Loren decide explorar la solitaria zona. a mitad de las escaleras, espera a sir Cadwallon por si se anima a explorar con él.

Lo que han visto de la estrecha torre pero alta, es que ha sido limpiada recientemente, y que no esta dotada de excesivos elementos, más bien ninguno, que rompa la sobriedad.

Sir Cadwallon comienza a subir las escaleras siguiendo a Sir Loren. La situación le resulta algo extraña y no le importa averiguar más. Además... nadie les ha dicho que deban estar recluidos en sus cámaras, así que no pasa nada por explorar el lugar.

Era hora de que los dos caballeros explorasen lo que iba a ser su morada. Asi lo hicieron. Subieron por la desierta torre, vacia de objetos y de personas.Ellos residian en la planta baja. Ni en la primera planta ni tampoco en la segunda hallaron nada de interes salvo polvo, y vacio. Subieron  a la azotea de la torre, y tras sentir el aire en sus rostros, descendieron, sin ver ni encontrar nada de especial mención.

Aun tuvieron que pasar algunas hora de tedio y aburrimiento en la torre antes de que la noche se echará encima, y la sirvienta les trajera algo de cena. Cena sobria y correcta, bien regada de abundante vino.

Después de volver a nuestro punto de partida. Estudio la situación. Me disgustaba que mi escudero estuviera en mi misma habitación, así que me decidí hablar ese tema con mi compañero.

- ¿Que le parece, Sir Cadwallon, si nuestros escuderos ocupasen alguna parte de la torre donde nos encontramos? Está desierta y así tendríamos más espacio para nosotros y los tendríamos cerca.

Pensando en que ocupar el resto del tiempo, me acuerdo de aquél juego de apuestas que dejé en Francia a mi partida. Una pena, pues podría pasar el rato con Sir Cadwallon con alguna partida. 

- Me parece bien, - dijo Sir Cadwallon. - ellos podrían dormir en el primer piso. Así estarán cerca si tenemos que llamarles.

Cadwallon parecía algo molesto. No le había gustado el recibimiento que les habían dado en el castillo y se sentía de nuevo enjaulado. 

- Pardiez que el trato recibido no ha sido muy bueno. Quizá lo más sensato es dormir pronto y ver qué nos depara el día. Personalmente me despertaré tan pronto amanezca y me daré un paseo por el castillo. Esta inactividad va a acabar conmigo...

- Como desees. 

Con ayuda de mi escudero, me quito la armadura y me dejo caer en un lecho. Era hora de descansar y pensar en el viaje y lo que nos depara esta nueva aventura. Mañana será otro día.

Sin echar en falta la reunión prometida por el oficial castellano del castillo de Du Plain, nuestros caballeros ajenos a la polémica, prefieren dormir. No contemplan la opción de pasear por fuera de la torre ni de charlar con gente ajena. No es de extrañar, puesto que el duro dia tras la cabalgata, hace prudente el reposo. Ya habrá tiempo de charlar con quien fuere menester.

La noche avanza y los caballeros duermen en la planta baja. Encima de ellos, los escuderos tambien duermen.

De repente sucede algo extraño. Ambos caballeros se despiertan bruscamente en mitad de la noche. Se han sobresaltado tras escuchar un tremendo golpe en un piso superior. No se han hablado ambos caballeros, pero ambos se han sobresaltado a la vez, y ambos se miran con la extrañeza y el susto tras el suceso.

- ¿Qué ha sido eso? - dice Sir Cadwallon, extrañado. - ¿Vos también lo habéis oído? - Al ver a su compañero despierto, Cadwallon decide que algo debe haber sucedido y, sin esperar respuesta por parte de Sir Loren, coge su espada, la desenvaina y comienza a avanzar con prudencia hacia el piso superior.

Me levanto sobresaltado. El ruido venía de arriba, de la torre. Lo primero que pienso es que los escuderos han tenido algún problema. Pero veo a mi compañero Sir Cadwallon prefiere ir a investigar. Niego con la cabeza mientras me sacudo el sueño. me encojo de hombros y decido seguirlo.

- Si, lo he oído. Pero serán los escuderos. Se habrán caído.

Recojo mi espada y aún con el sentimiento de estar desnudo por no llevar armadura, continúo detrás de él.

- Vamos.

Del fuego de la chimenea, ambos caballeros prenden una antorcha, y suben hasta el piso superior, a ver que se traen entre manos esos revoltosos escuderos.

Quedaronse extrañados nuestros dos caballeros, al comprobar que los dos escuderos dormian placidos, ajenos a golpes. O estaban embrujados con sueño, o no habian oido nada del ensordecedor golpe, como de armadura metálica repleta de piedras y lanzada desde lo alto, que los dos caballeros habian escuchado. Tambien pudiera ser, que los hechizados fueran los dos caballeros.

No quisieron despertar a los escuderos, y optaron por seguir la busqueda piso arriba. Nada habia alla tampoco, ni objetos, ni cacharreria.

No cambio la cosa en cuanto a las novedades, hasta que se decidieron a enfilar la altura superior del castillo, la azotea de la torre, lugar en el que se oteaba bastante terreno fuera del castillo, y lo suficiente en el castillo. Una vez alli, y tras asomarse, al exterior por todos los lados, ambos repararon en una blanca figura que se hallaba ante ellos. Llevaba los ropajes de cama( camisón), de una dama, y los cabellos rubios le ondeaban al viento.Estaba de espaldas y los ignoraba. Al parecer en esa zona soplaba un viento que en el lado opuesto de la torre, el más próximo a la puerta que daba acceso a la azotea, no se daba,no soplaba.

Y alli estaban plantados nuestros dos caballeros con cara de extrañeza, y contemplando la esbelta figura de espaldas de una rubia dama.

Los cabellos de la nuca de Cadwallon se erizaron al contemplar a la extraña mujer. - Por mi fe que esto me parece muy extraño. Más parece una aparición sobrenatural que otra cosa... - susurró, agarrando más fuerte su espada, aunque presentía que no sería de mucha utilidad...

De repente, le vinieron a la mente todas las viejas historias que le contaron de niño, sobre espectros, fantasmas y duendes malignos. Y lamentó no haber prestado algo más de atención, por si acaso alguna idea sobre cómo actuar le hubiera ayudado ahora.

Entonces le vino a la mente la idea de que quizá la mujer hubiera empujado a un vigía por el borde de la azotea, pero no supo si asomarse a mirar o quedarse quieto.

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La figura femenina avanza unos pasos hacia vosotros. Detras de ella una niebla espesa y oscura se ha echado. Camina unos pasos pero se para a mitad del camino.

Lo que parecia una tierna y  bella dama, ha mutado hacia un espectro oscuro y amenazante. Se agita y a un palmo de vuestra cara os pega un aullido.

acto seguido la figura desaparece, y con ella la niebla y el frio.

tiradme  por valiente

La figura femenina avanza unos pasos hacia vosotros. Detras de ella una niebla espesa y oscura se ha echado. Camina unos pasos pero se para a mitad del camino. Comienza  a hacer frio.