Partida Rol por web

Pareciera como si los nervios en la tripa de los caballeros hicieran tambien soltar a la sus lenguas, pues a diferencia de otros más reflexivos y concentrados, estos dos caballeros preferian acortar la espera con charla.

No obstante el momento de justar estaba ya alli.

La justa

Sir Caletus Magnanimus versus Sir Congall O´ reilly

daño par: lanza NO rota

daño par: lanza NO rota

Sir caletus impacta en Sir Congall. Le hace 22 de daño, supera su tamaño asi que hay que comprobar el resultado de la tirada de cabalgar. El exito evita que se caia, que es lo que se busca.

el daño /2 por ser armas embotadas, 11 de daño, la armadura absorbe 10, y no pone el escudo al fallar la tirada, asi  q eu se lleva  1 punto de daño.

daño impar: lanza rota

daño impar: lanza rota

Sir  Congal le acierta pero su daño y la pericia del jinete hacen que no caiga del caballo.

daño par: lanza NO rota

daño impar: lanza rota, y van 2

Sir congall, recibe otro golpe, y rompe su lanza. 28/2 14. recibe 4 puntos de daño.

al recibir 28 de daño, ha estado cerca de caerse del caballo sin derecho a tirada, al superar el impacto, casi, su doble de tamaño. Tamaño 15.

30 de daño, le hubiese tumbado.

daño par: lanza NO rota 
 

daño impar: lanza rota y 3

¡¡¡GANADOR!!!

Le acertó( ambos lo hicieron pero saco 9 y el otro 7), dañandole más que el tamaño, y no supo su rival mantenerse equilibrado sobre la montura. El rival cae, Sir Caletus Magnanimus gana.

Sir Burcan versus Sir Breunís

 Sir Loren Leblanc versus Sir Mayeus

-No dudéis, Sir Loren, que aunque no podamos verlas, ellas seguro que no se pierden detalle. ¿De qué hablarían si no con las otras mujeres y humillarían a los hombres que las pretendieran?.-

Pronto la justa comenzó y ambos caballeros poco más hablaron entre sí, salvo de los lances que Sir Caletus y Sir Congall se despachaban entre sí, sus buenas habilidades de monta y haceres con la lanza.

Poco después su nombre resonó por la explanada seguido de su adversario y también el de Sir Loren. Como era de esperar, al habere apuntado juntos les tocaba juntos. Despidió a su compañero y le deseó la mayor de las suertes.

-Es la hora de la verdad.- Se dijo a sí mismo Sir Breunís. Este se arrodilló, se santiguó como buen romano cristiano y montó en su caballo. Aspiró hondo recogiendo el yelmo que le tendía su hermano y ajustó la correa a su mentón.

-Demonios del infierno...¿Dónde?- La maldición salió de su boca con la voz apagada por el yelmo. Ni siquiera subido al caballo veía a las damas de la cena de ayer por las que preguntaba Sir Loren. Recogió el escudo y se lo ajustó en el brazo izquierdo.

Espoleó a su montura suavemente para que iniciara camino hacia la arena. A través de la rendija de su yelmo podía ver a su contrincante prepararse al otro lado de la valla. Su corazón le latía desaforado. En verdad iba más deprisa que un corcel a galope. Era su primera justa con tanto público y no precisamente amigo. Se detuvo delante del vallado, recogió la lanza que le tendía su hermano y giró levemente su montura para encarar al palco principal donde bajó la lanza en señal de saludo y respeto al Conde antes de volverla a subir y colocarse en posición.

-Espero que sepa apreciar el detalle aunque su estima por mi persona no sea grande.- Cuando el heraldo dió la señal, Sir Breunís hincó profundamente las espuelas elevando una plegaria a Dios por su triunfo.

Me sorprendo oír mi nombre tan pronto en los enfrenamientos, justo después del de mi compañero. 

- Suerte en la contienda y que sea justo el enfrentamiento. 

Rápidamente me dirijo a mi escudero, que me tiene preparado ya el caballo. Me coloco el casco, esperando a que lo revisara, y con su ayuda me subo al caballo. Me coloco lo más cómodo posible, anclo mis pies con fuerza y pruebo el equilibrio. Cuando estoy contento, cojo la lanza que me sostiene casi en el aire mi pobre escudero. Me giro hacia el público y hago un saludo de forma exagerada, extendiendo mi mano abierta de un lado a otro de la grada. Posteriormente, saludo al Conde en señal de respecto. 

Cojo las riendas de mi caballo y me acerco a mi lado de la justa. Observo mi rival a lo lejos. No puedo ver su cara, pero se que está tan emocionado como yo. Adrenalina. Me encantaba el sabor que deja en mi boca. Sonrío y a la señal, golpeo a mi caballo en el costado, coloco la lanza en posición y salgo al galope para derrotar a mi contrincante. 

Ambos caballeros se cruzan ellos, que no sus lanzas, en el campo de justa. Las lanzas chocan solas ajenas al cuerpo de los caballeros, y la de Sir Burcan parte.

Sir Burcan 1 lanza rota