Partida Rol por web

Marcellette llevaba rato contemplando con consternación el vestido que reposaba sobre su cama. No se podía decir que ella tuviera un gran sentido de la moda pero aquello... Aquello... Era horrendo. Bueno, no horrendo horrendo... Pero si horrendo para alguien de su edad. Era cómo... Cómo un traje de princesa que sólo se veía en fiestas de disfraces infantiles. ¿Cómo había conseguido Gregory un vestido cómo aquel que encima fuera de su talla? Ese era el verdadero misterio. Aunque usando su nueva herramienta Marcellette había descubierto que no había muchos lugares que lo vendieran y que sin duda no había tenido demasiado éxito en ventas. 

¿Pero cómo iba a decirle que no a Gregory? Se había ilusionado tanto cuando se lo había probado... Lo que había resultado un tanto espeluznante durante unos segundos, pero era de agradecer ver a Gregory sonreír... Marcellette se sentía incapaz denegarle aquel favor por mucho que en su interior ya se había comenzando a arrepentir desde el principio.

Y allí estaba, a sólo horas de que Gregory la fuera a recoger, valorando sus posibilidades. Ponérselo o no ponérselo... Buscar una escusa para no hacerlo... ¡Iba a reunirse con la alta nobleza! No podía hacerlo con aquellas pintas, ¿Verdad? 

Marce caminaba de un lado a otro de su habitación sin quitar ojo del vestido.

De vez en cuando lo levantaba por un lado y lo miraba, esperando que desde esa perspectiva no doliera a la vista mirarlo. Pero ni con esas.

En un momento de extrema estupidez, Marcellette decide probárselo de nuevo.

"Quizá no me lo he visto bien puesto. Siempre me sienta bien casi todo lo que me ponga. Seguro que no es tan horrible."

Un error. No, no le sentaba bien. Eso no podía sentarle bien a nadie. No quería llevar eso puesto. Pero era el vestido o ir en su ropa de pobre. No tenía muchas opciones.

"Lo siento Greg. Pero este vestido podría ser sin mucha dificultad la razón de la fuga de Matrika."

En fin. Que sea lo que dios quiera. Tampoco era nadie conocida, no le prestarían mucha atención. O quizá...

"Sí, sin duda. Este vestido es una prueba. Una prueba que me ha impuesto el mundo para demostrar que sé llevar ropa, bonita u horrible como esta obra de satanás. Voy a ir a la fiesta con este baile, y voy a dejar boquiabierta a la gente. Dirán: ¿Quién es esa chica tan guapa con ese vestido tan feo?"

...

Ni motivarse a sí misma podría. Pero era tarde para hacer nada diferente. Daría lo mejor de sí misma y rezaría por no hacer demasiado el ridículo.

Marcellette entonces respira hondo y se quita el vestido, y lo deja a un lado para que no se arrugue ni se manche.

Marcellette estaba replanteandose las decisiones en su vida cuando de pronto recibe un mensaje. Algo nerviosa, coge el móvil pero ve que era de Julia. Si, Thadeus no había respondido a su mensaje aún... ¿Sería un hombre muy ocupado? ¿O quizás ella había malinterpretado las señales? Fuera cómo fuera, poco a poco iba perdiendo la esperanza para su cita del sábado. Quizás al final incluso le pusiera una escusa para no ir. 

"¿Cómo va todo, princesa? ¿Lista para el gran evento?"

Ponía en el mensaje de Julia, tras lo que incluía un emoticono de una carita sacando la lengua. Lo de princesa estaba directamente relacionado con que Marcellette había cometido el error de comentarle lo del vestido a Julia, ahora ella había aprovechado esto para hacer bromas al respecto siempre que tenía ocasión. 

Para toda respuesta, Marcellette pone un emoticono de una cara enfadada. Tras eso, se queda con el móvil en la mano, pero al final comienza a escribir.

"Todo lo lista que puedo estar. La princesa está demasiado ocupada pensando como sobrevivir a este día. Procura no reírte demasiado cuando me veas en la fiesta, podrían llevarse mala imagen de ti~"

Tras escribir eso, se da por satisfecha y manda el mensaje.

Julia no tarda demasiado en responder.

"Quizás si me enseñaras una foto con el vestido puesto podría acostumbrarme a verte con él. <3" 

"¡Ajá! No caeré otra vez, señorita. La última vez querías poner mi foto en una web de citas. Te dejaré con las ganas."

Marce envía ese mensaje, y antes de que Julia responda, envía otro.

"¿Y tú cómo estás? ¿Nerviosa?"

Esta vez Julia tarda un poco más en responder. 

"Te mentiría si no te dijera que estoy un poco nerviosa, es mi primera vez cómo vigilante y encima para un evento cómo este... Pero no creo que vaya a salir mal, así que estoy tranquila. Al fin y al cabo, los robots y las cámaras de vigilancia se van a encargar de gran parte del trabajo." 

"Te toca vigilar que los robots no se vuelvan locos y exterminen a todos los asistentes a la fiesta, como en aquél libro del que te hablé :)

Todo saldrá perfectamente, y tu acabarás en el punto de mira... ¡de los recursos humanos de la guardia de Cele!"

Marce nunca había deseado tanto que algo le saliera bien a otra persona como le deseaba a Julia que le saliera bien ese día. En algunos momentos pensaba que era "Su día", el "Día de Marcellette". Pero poco después decidió que no. Se lo pasaría bien en la fiesta pero... era el día de Julia. El día que haría que todo su esfuerzo diera frutos. Marcellette se reservaba su propio día para cuando descubriera algunas ruinas antiguas.

Julia vuelve a responder rápido. 

"Ojalá tuviera tú optimismo, pero en primer lugar tendré que ver cómo tolero estar rodeado de las personas más repelentes de Cele... Me tendré que pegar a ti para poder despotricar con alguien de lo que vea." 

A Marcellette le cae muy bien Julia. Siempre la ha tenido en alta estima y confía mucho en sus posibilidades. Pero Julia no tiene el optimismo de Marce ni por asomo. En estos casos, Marce no puede evitar sonreír con cariño, como si tuviera a la misma Julia delante.

"Bueno, podríamos despotricar juntas, sí. Necesitamos un código para este caso. Tienes que acercarte y decirme: '¿Todo en orden, mi señora?' "

Y entonces Marce le graba un audio a Julia diciendo "¿Todo en orden mi señora?" con una cómica voz grave que no pega a Marce para nada.

Julia tarda un poco en responder. Pone un emoticono de risa y añade después. 

"No se si eso es lo más apropiado..." 

Y automaticamente después añade otro archivo de audio. Marcellette lo pone en marcha para escuchar: 

"¿Todo en orden, mi princesa?" - Con un tono teatralmente cortés. 

Marcellette suelta una risita tonta, divertida por la situación, y escribe de nuevo a Julia.

"Me parece bien. Pero solo aumentará las posibilidades de que te rías al decírmelo con este vestido."

"No se si habré perdido la capacidad de reír ya para entonces. Has puesto tan verde ese vestido que siento que me va a explotar un pulmón tan pronto cómo te vea." - Envía Julia al rato.

Marce comienza a pensar que Julia estaría ocupada con algo... y que seguramente le estaría quitando el tiempo. Esa noche se verían en la fiesta. Mejor que ahora cada una se tomara un tiempo por su cuenta.

"¡No es para tanto! O quizá sí. OwO."

Tras ese mensaje, manda otro.

"Julia, me voy despidiendo ya, que aún tengo que arreglarme el pelo. Nos vemos esta noche, ¿vale? ¡Muchos besos!"

"Si, a mi también me conviene irme. Quieren que llegue temprano para darme una serie de instrucciones. Nos vemos ahí." 

Manda Julia cómo último mensaje y deja de nuevo a Marcellette a solas con su vestido. Ese diabólico vestido. Estirado en la cama sólo le faltaban ojos para mirarla con regocijo, deseoso de arruinar su velada. ¿Pero que sería peor? ¿"Mira esa chica, tiene un gusto horrible por la moda." o "Mira a esa chica, ¿Que pinta aquí con esa ropa barata?"?

Frustrada en sus pensamientos la pilla por sorpresa sentir cómo alguien pica a la puerta. Y más sorprendida esta cuando ese alguien resulta ser su padre. ¡Claro! Ese día era fiesta en la ciudad. Aunque los transportes públicos habían ofrecido un servicio mínimo por la mañana ahora era su normal que su padre llegara a casa. 

- Hola bollito. - Dice con dulzura, entonces mira el vestido en la cama y frunce el ceño. No, a él tampoco le gustaba. ¡A nadie le gustaba! - ¿Te estás preparando para marcharte? - Añade con curiosidad. 

A su padre lo había sorprendido la noticia de que Gregory hubiera invitado a Marcellette a la fiesta. De hecho, en primer lugar le había dicho que si había sido el misterioso Thadeus no tenía porque poner una escusa, pero Marcellette había asegurado que era Gregory, cosa que no había disminuido la sorpresa de Johann. Pero una vez asimilado, lo había emocionado tanto cómo ella y siempre que hablaba de ello se refería al evento cómo "el gran evento" y le decía que se lo iba a pasar genial y que se merecía poder ir. Aunque también bromeaba diciendo que tuviera cuidado de no robarle el corazón a algún noble adinerado. Eso sí, a diferencia de Julia, no hacía bromas respecto al vestido. 

Quizá su padre no hacía bromas respecto al vestido, pero Marce sí las hacía. Cuando su padre llega guarda el móvil.

Mira al vestido, mira a su padre y dice:

- Bueno, me estoy mentalizando.

Y pone una sonrisa de oreja a oreja hacia su padre. Pese al vestido, estaba feliz. Muy feliz. E iba a compartirlo con su padre.

- Hoy le romperé el corazón a algún joven noble, ¡pero del susto!

Johann se ríe con cierta incomodidad, volviendo a mirar el vestido. Entonces vuelve a mirar a Marcellette. 

- Mientras eso los mantenga alejados de mi bollito, por mi puedes llenar los hospitales de Cele. Claro que va a ser complicado que está carita asuste a nadie. - Le aprieta el moflete a Marcellette con cariño. - ¡Si te he visto asustarte incluso de una mosca! 

¡Sólo fue una vez! Y era muy pequeña... ¡Y la mosca era enorme! ¡Titánica! 

- ¡Esa mosca me habría arrancado la cabeza de un mordisco si no hubieras estado ahí, papá! - dice Marce con los ojos cerrados mientras su padre le pellizca.

Cuando al fin termina de agarrarle el moflete queda callada unos segundos, pensando.

"Entiendo lo que quieres decir, papá, pero no viviré aquí eternamente. Pero con mi facilidad para hablar con la gente no creo que sea pronto."

Finalmente, Marce opta por devolverle el pellizco a su padre. Sus mofletes eran mucho menos blanditos y tenía algo de barba, pero daba igual.

- Gracias papi.

Johann le da un beso en la frente y se toma la libertad de sentarse en una silla. Ahora que no había trabajado todo el día se veía que no estaba tan destrozado cómo siempre, que era de agradecer. 

- En todo caso, ¿Cuáles son tus planes para la fiesta? - Dice con curiosidad. A cualquiera podría resultarle extraño que preguntara eso a esas alturas pero lo cierto es que apenas tenían tiempo para hablar, y menos entre semana.