Partida Rol por web

¿Vera? – Se escuchó una tonalidad de confusión y sorpresa al otro lado junto a movimiento, como si estuviera caminando.- No… No esperaba tu llamada. ¿Va todo bien?

El señor Di Mambro no quería que nos involucraran con la escena y, al escuchar ruido, decidimos dispersarnos.- Terminó de explicar los detalles, dejando claro que no había sido idea suya. Conocía lo suficiente a Greg como para saber que era un hombre impecable que intentaba cumplir siempre con las órdenes.- Fue Tatiana quién le disparó. Puso en aviso a los líderes al saber que estaba preguntando por la joyería, pero no podían relacionarla, no teniendo en cuenta que es la tapadera aquí.- Escuchó la orden susurrada de nuevo echando otro vistazo a la puerta del baño, la cual seguía cerrada sin escucharse nada en su interior. Si algo había que concederle a la niña es que era silenciosa y no incordiaba.- Iré yo mismo a esconder el cuerpo después de enterrar la pistola. Está detrás del recinto anexo al edificio, nadie va a esa zona excepto los trabajadores y ahora mismo todos están trabajando. Además, la única entrada es la delantera.- Asintió una última vez, pero en esta ocasión para confirmar que debía darse prisa si querían dormir tranquilo esa noche. Había que aprovechar la tormenta.- Llámeme si necesita algo.

Poco después se marchó por el pasillo a paso discreto pero acelerado, teniendo cuidado de no resbalar por el suelo helado y perdiéndose por una esquina.

Theresa se quedó sola en la habitación, o relativamente si tenía en cuenta la presencia en el baño de Emma.

Ahora tenía un problema entre manos que técnicamente se había solucionado: Un cuerpo, una placa con el nombre de “Dorian Claus” y una pistola ponían en peligro todo lo que había construido, ya fuera la ubicación de la joya o datos sobre la propia secta. Lo único que tenía claro es que habían preguntado por la joyería, su lugar de trabajo y refugio, donde todo empezó.

Ahora quedaba darle malas noticias al Sr. Noir mientras la tormenta silbaba con fuerza en el exterior.

Canturreando al saber que esas navidades podría abrir la botella de champán más cara para celebrar el éxito que estaba teniendo el motel, eso sin contar el pago extra que iban a hacer algunos residentes por diversos motivos, contestó uno por uno las dudas que iban surgiendo con respecto a las suite, ampliando su sonrisa al saber que iban a coger las habitaciones más caras.

De las que están libres ¿cuál es la mejor? ¿Cuál me recomienda? ¿La Nero? ¿La Rosa?

Todas las suite están equipadas con los mejores lujos y…- Miró una notita que tenía bajo la mesa, una especie de chuleta de examen que leía sin reparo de que se dieran cuenta de que estaba leyendo.- y comodidades en la que podrá descansar con un módico precio y blablá, todo esto ya lo he dicho.- Pasó la página, leyendo esta vez internamente antes de asentir.- Cierto, tienen jacuzzi, minibar y alguna mierda más que los turistas adoran.- Dejó el papel con una sonrisa, pensando que había realizado la venta del siglo.- Nero está decorada como de antiguo con estatuas y demás, ¿ha visto la película de Ben-Hur? Pues así.- Se refería a la película en blanco y negro de 1925, una obra que había pasado por alto.- La Pink Moon suite tiene elementos romanticones y todas esas pijadas que les gustan a las mujeres.- Miró a Melissa.- Sin ofender.

Por último la King suite, del gran Elvis Presley, un dormitorio señorial.- Parecía que era su favorita, al menos por sus palabras de respeto con respecto a las otras lo daba a entender.

Si tiene alguna clase de sistema de comunicaciones preparado para emergencias estaría interesado en usarlo: por dinero no se preocupe.

Todas son iguales con respecto a tranquilidad y comodidad, la única diferencia es que “Nero” está en el piso de arriba.- Dedicó una mirada cómplice a Marc, aunque poco le importara si fuera correspondida.- Además, entre usted y yo, los jacuzzi de esas habitaciones tienen unos chorritos que dan mucho gustito a… ya me entiende.- Soltó una carcajada ante su propia broma, pero al ver venir a Lars como un loco su risa se cortó por completo.

Sólo veía sangre manchando su mesa, un chico con pintas de matón queriendo saltar a través de la recepción y gritando a todo volumen. Se puso nervioso en un principio por las prisas, pero luego hiló en su cabeza los sucesos que él pensaba que habían pasado y, por la propia confusión, cogió la escopeta que tenía tras el mostrador y que el propio Lars había visto anteriormente, apuntándole directamente a él.

¡Aléjate de aquí y cálmate, que el chico del accidente está bien! – Claramente no le había gustado que viniera con tanta urgencia saltando la mesa, creyendo que era algún truco para robarle toda la recaudación de esa noche. Eso sí, le sorprendía ver tanta sangre para una simple herida en la cabeza, refiriéndose claramente a que pensaba en Andrea, el chico que había estampado su coche minutos antes contra el cartel.- Es un exagerado ese crío, se fue andando tranquilamente por su propio pie y fueron a curarle, ni siquiera quería que le acompañaran.- Señaló con la escopeta uno de los sillones más próximos.- Ahora aléjate de mi mostrador si no quieres que te dispare a ti.

Mientras hablaba la puerta que conducía a un pasillo anexo se abrió, dando paso a otro de los integrantes de la banda que había pasado por ahí distraído, tarareando una canción.

Marco salió de su habitación en apacible calma, tarareando una canción, mientras se dirigía al aparcamiento para recoger sus cosas. Pero para ello tenía que hacer un camino dictado, primero un pasillo tranquilo y luego la recepción que… no tenía nada de tranquila.

La escena era bastante siniestra. Por un lado habían dos personas mostrando clara confusión al lado del dueño del hotel, cargados de maletas que habían dejado a un lado.

Luego estaba su amigo de conciertos Lars, quien tenía un poco de sangre en sus manos y camisa, yendo sin abrigo en esos momentos, intentando saltar por el mostrador con el rostro sumido en el pánico y la urgencia mientras que el dueño le apuntaba con una escopeta, manteniéndole a distancia.

Muchas veces se ha escuchado la frase de “éramos pocos y parió la abuela” y, en esta ocasión, no sería distinto.

Justo después de que entrara Marco a la escena, la puerta que conducía a los pasillos volvía a abrirse para dar paso a un reverendo ataviado con un traje negro y un alzacuello blanco. En ese momento respiraba con dificultad mientras se agarraba a la puerta para tomar el aire debido a la carrera que se había pegado. Estaba ya mayor para esos trotes.

Por favor, necesito ayuda en mi habitación, la suite Rose. Mi compañera ha tenido un accidente y se ha hecho daño en el tobillo.- Se percató, tarde, de que ellos tenían sus propios problemas, sobre todo al ver la escopeta apuntando a Lars, manteniéndose en silencio sin saber qué hacer o qué había pasado.

─ Panda de cabrones superficiales, ahí os desangréis vosotros, hijos de la gran puta.─ No puedo creer lo que oigo y lo que veo, ¡hay un hombre desangrándose y ni siquiera se inmutan! Esta falta de humanidad me parece realmente vomitiva y me dan verdaderas ganas de darles a todos una paliza, pero no es el momento. ─ Este idiota se cree que hablo del crio estirado... ya se tiene que ser tonto...─

Ignoro todo lo demás: la escopeta apuntándome, incluso ni me doy cuenta que Marco está ahí, la adrenalina hace que vea la escena como dentro de un tunel que va desapareciendo poco a poco ni siquiera sé cuando he saltado detrás del mosrtador aunque el peligro de que reciba un disparo está ahí me dirijo a Calvin intentando hacerle entrar en razón.

─ ¿Como que el chaval del accidente? No me refiero a él, ahí atrás donde se hospedan los empleados, hay un hombre con una gran herida en el abdomen y sangra muchisimo, ya me ves, y tan solo he intentado taponar la herida brevemente! Baja el arma y llama a emergencias, y siento haberme colado aquí detrás, no debí hacerlo... Por favor, llama o déjame llamar a mi. ─ Mi voz pretende ser calmada y racional aunque realmente estoy de los nervios y conforme voy hablando serenamente me voy dando cuenta de que éste capullo me está apuntando con una escopeta, probablemente esté hasta descargada, pero....

La situación se vuelve tan surreal por momentos que le da ganas de vomitar.

Incluso hay un arma de fuego por en medio, por el amor de Dios, ¿¡a qué clase de antro subhumano había venido a parar!? La mirada cómplice del vendedor se perdió ante la cara de palo agrio serio del economista, pero después de aquel momento todo se convirtió en un maremágnum de idas, venidas y disparates.

-Deme la King Suite, gracias.

Hizo hincapié en el "gracias", tratando de que aquello terminase lo más rápido posible y poder desentenderse de todo de una vez. No es que no estuviera claro para todos los presentes. Las palabras del jipi no acababan de tranquilizarle... recordaba que le había dejado tirado para ir a ver no se qué con su colega... podían ser alguna clase de criminal o algo así. O alguien haber escondido a alguno de los accidentados. Después de ver al personal que tenían en aquel chamizo estaba dispuesto a creérselo todo.

Decidió llamar a la razón como el hombre de respeto y dinero (que muchas veces las dos cosas eran una) que era.

-¿Quiere hacer el favor de llamar a urgencias de una vez, caballero? Ya lo resolverán ellos todos cuando llegue -el tono del hombre no era un tono razonable, era un tono de hechos consumados. Como si el que la llamada fuese a hacerse fuese algo que se hubiese hecho ya de tan decidido que estaba- Si hay alguien que sepa algo de primeros auxilios en el hotel, que salga y compruebe que pasa con este hombre.

...y un tercero en discordia, observó el señor Levesque. Aunque ya venían a ser siete. Sin embargo, su alzacuellos le hizo no desdeñarlo de forma inmediata pese a la situación, porque el empresario era un hombre muy mayor ya, y con la edad y la conservaduría vienen aparejados cada vez más un respeto por las sagradas instituciones, si no por las virtudes que predican.

-No hay mucho en lo que pueda ayudar, jovencita -dijo Felony, disimulando su voz de camionero en presencia de la chica. Pese al daño de su tobillo, la mujerona intentaba no externalizar el dolor que sentía. Una diva era ante todo una diva-. A menos que sea experta en recolocar tobillos, en cuyo caso su ayuda sería más que agradecida.

Como la muchacha de había presentado, Felony no iba a ser menos, aunque permaneció sentada en la cama como lo haría una reina o una gran señora.

-Yo soy Felony, musa del cine ochentero -se presentó, con orgullo, con el ego más inflado que un pavo real-. ¿Has visto la película Alien: El Octavo Pasajero, muchacha? -Felony se disponía a narrarle a Catherine cómo había estado a punto de protagonizar aquella película y cómo el papel principal le había sido arrebatado por su mejor amiga, pero justo en entonces escuchó al reverendo indicar que no había línea y abandonar a toda prisa la habitación. Sufrió de inmediato un arrebato de ira-. ¡Maldita sea! ¿Pero qué mierda de motel es este?

Pero ante todo, Felony sabía que debía guardar las formas, como haría toda una dama, por lo que dirigió a Catherine una sonrisa en absoluto perturbadora.

-¿A qué te dedicas, Catherine? -inquirió, intrigada.

Al parecer, el grito era simplemente por una torcedura, pues tanto el reverendo como la señora dijeron cosas distintas a lo que realmente ese grito parecía indicar.

Desde la puerta mostré un poco de confusión pues no entendía nada - Pues lo siento, no se mucho de medicina. ¿Igual hielo le viene bien? Aunque fuera hay mucho - reí en un pequño intento de chiste - Lo siento, era una broma. Hace mucho frio fuera. - Al oir entonces como el reverendo ayudaba a la dama y luego la dama se presentaba bajo el nombre de Felony, me dispuse a disculparme - Lo siento reverendo saqué conclusiones precipitadas pero... - no pude siquiera terminar la frase, antes de que dijera aquel improperio.

Tras verle salir hacia recepción un tanto sorprendida me fijé más en Felony - ¿Eh? A nada en particular. Mi hermano y yo nos hospedamos aquí porque volvemos de la universidad a ver a nuestra madre enferma. Pero nos sorprendió tanto frio - Adelanté un paso al interior antes de preguntar - ¿Le importa que entre? Igual no puedo ayudarla pero le puedo hacer compañía... Aunque es raro... En mi habitación si funcionaba el telefono, aunque fue una llamada que recibimos... Una llamada un tanto extraña.

Agité la cabeza y para cambiar de tema volví a uno anterior - Perdón si antes me sobrepasé pero el grito me asustó y creí que había un violador. Por cierto, no he visto esa pelicula pero... Entonces es usted actriz. ¿Ha trabajado en alguna pelicula? Es genial conocer a una famosa. - Y por supuesto una ilusión poder halagar a una, pero había que aprovechar la oportunidad.

-Claro, pasa -Felony permitió que la joven irrumpiese en la habitación.

No obstante, aquella mujerona era desconfiada y paraonoica. Aunque no creía que Catherine fuera a hacerle nada, a lo largo de su tempestuosa vida había lidiado con todo tipo de hombres y mujeres peligrosos, por lo que rápidamente agarró el bolso que había depositado en la mesita. Lo que en un primer momento podía haber pasado por agarrar el bolso para que no se lo robasen, la diva lo camufló como un mero intento de acicalarse. Abrió el bolso, sacó un pequeño espejo y procedió a pintarse aún más los labios.

-¿Una llamada un tanto extraña? -inquirió Felony, confusa-. ¿A qué te refieres? -Teniendo en cuenta que el motel se hallaba ahora lleno de "hippies melenudos", niños drogadictos, bebés llorones y encargados armados con escopetas, tenía curiosidad por saber qué llamada había recibido aquella joven-. Sí, soy actriz. He trabajado en infinidad de películas como Blade Runner, Conan el Bárbaro y los Cazafantasmas, aunque por desgracia una mano negra truncó mi prometedor futuro...

-Muchas gracias señorita. - dije pues entrando y acomodandome un poco resguardandome del crudo frio exterior. Aunque su reacción fue extraña al principio, el hecho de que se retocara el maquillaje me hizo sonreir - Si quiere otra opinión femenina, considero que estaba inmaculado su maquillaje. Pero nunca se está lo suficientemente bella ¿No? - finalmente me encogí de hombros. Me acaricié entonces los brazos para terminar de entrar en calor

Ante su pregunta miré hacia otro lado pues me sentía un poco extraña al hablar sobre ello, pero que no tuviera ella señal... me daba todavía mala espina - Si bueno... Parecía como si me hubiera metido en una pelicula de terror al coger el telefono. Sonó un mensaje muy... siniestro, y luego colgaron. - esta vez me acaricié solo uno de los brazos, pero al contrario, que era para coger calor, esta vez era de intranquilidad e incluso miedo.

Negué con la cabeza a modo de cambiar de conversación, pues ella ya estaba hablando de su estrellato. - Guau, sin duda tiene que ser muy buena actriz, aunque ese tipo de peliculas es de las que ve mi hermano, por desgracia. Siento no haberla reconocido por ello. - No obstante, si que había algo que mencionó que me hizo sentirme un tanto curiosa - ¿Mano negra? Se refiere... ¿Hay gente que quiere verla fuera de la gran industria del cine? Ha sonado a eso, perdone si me equivoco. - dije sorprendida, pues nunca llegué a pensar que hubiera gente así en el mundo del arte, aunque también mi arte era muy distinto al suyo.

Cada vez se arrepentía más de no haber intentado continuar el viaje, en especial después de la fauna que parecía haber recalado en aquel motel que parecía el antro de los horrores. A cada segundo que pasaba más esperpéntica le parecía la situación que estaba viviendo, con el dueño del lugar que ni siquiera sabía decir de memoria las bondades de su local y encima con una escopeta entre las manos, un crío cubierto de sangre que gritaba desesperado para que alguien fuera ayudar a otro alguien, un melenudo que no se sabía de dónde había salido, un viejo ricachón con pinta de ser un mafioso y, para rematar aquel escenario sacado de una película de serie Z, aparecía un cura hablando de otro herido... o mejor dicho, de una herida, ¿acaso el cura había ido al motel a divertirse con alguna de sus feligresas?

Definitivamente esperpéntico.

Melissa se apartó ligeramente de la trayectoria del rifle, del chaval cubierto de sangre y, por supuesto, del melenudo que tarareaba no fuera a pegarle algún piojo que seguramente habitaría en aquella maraña de pelo. Oyó cómo el mafioso pedía, aparte de la suite, calma a todo el mundo y no pudo más que darle la razón a lo que decía.

—Sí por favor, llame de una vez a emergencias y que ellos solucionen el problema —dijo, deseando salir de allí cuanto antes—. Ah, y me quedo con la Pink Moon —en esos momentos lo mismo le daba una que otra con tal de tener un lugar decente donde dormir y poder dejar sus cosas—. Por cierto, tendrán bar en este... motel ¿verdad? —Ni le preocupaba que los presentes opinara de ella que no tenía corazón, sobre todo cuando se hablaba de gente herida y desangrándose, pero Melissa ya dio por solucionado el problema si es que por fin se decidían llamar a emergencias ya que ella poco podía hacer al respecto. Además, cosas peores habían dicho de ella.

Su mente estaba en otra parte, en una melodía que no podía situar y una sensación siniestra que quedó firmemente grabada en su ser. Por “suerte” al llegar a la recepción su mente se vio abrumada con nueva y variada información. Primero su colega estaba cubierto de sangre y con poca ropa, siendo apuntado por el dueño del hotel, había dos más que francamente pasaron a segundo plano y luego, coronando la escena, el cura apareció bufando como un toro viejo porque su “compañera” se torció el pie.

-Debí quedarme en mi habitación- pensó acercándose al tipo armado alzando sus manos pidiendo calma, justo como lo estaba haciendo el tipo con cara de mafioso o dueño de discográficas-. ¡Deje de andar apuntando a la gente Joder! Si alguien muere en su hotel sería terrible para su negocio- no era la mejor excusa, pero el tipo era bastante simple y gastar saliva en algo más elaborado era perder el tiempo. Miró a Lars, quien parecía estar francamente conmocionado por lo que había vivido-. Vamos, te doy una mano con el tipo… Dios espero que no esté muerto.

¡Eso sería terrible para el grupo! Solo esperaba que Lars no estuviera involucrado en aquello. Sería desastroso si hubiera asesinado a alguien… Aunque a algunos fans les gustaban ese tipo de cosas, sería como Kiss pisoteando pollitos pero aún más rudos.

-El bar esta por ahí- dijo señalándole a la mujer entrada en años el camino que había recorrido segundos antes él mismo-. ¿Podría preguntar si alguno sabe primeros auxilios de camino? Solo vamos a poder apretar la herida y esperar que no sangre más.

Sus conocimientos de medicina eran nulos, solo tenía lo que veía en las películas y francamente poner pólvora sobre una herida y luego prenderle fuego no funcionaria.

-¡Claro que hay gente que quiso verme fuera de la industria del cine! -exclamó Felony, exaltada, como si fuera algo que resultase evidente por el aparente talento de la mujerona-. ¿Has visto Alien: El Octavo Pasajero, muchacha? -Los ojos de la diva se mostraron desorbitados durante un instante-. La Susie... ¡Fue ella! ¡Ella fue la que impidió que siguiera haciendo películas! ¡No puede ser casualidad que estuviera también en Los Cazafantasmas! ¡Por su culpa me dejó Bill Murray! Habría sido un gran esposo... Siempre fregaba los platos de mi apartamento...

Como cabría esperar por parte de un personaje tan estrambótico, sólo fue consciente del resto de lo que le había dicho Catherine una vez que terminó de divagar acerca de esa supuesta carrera actoral que poseía.

-¿Un mensaje muy siniestro, como de película de terror? -inquirió, extrañada. Lo primero que pensó es que a lo mejor se trataba de una llamada confundida de alguien de origen alemán. Los alemanes eran unos hombres muy intensos hablando y Felony sabía por experiencia que a veces daba la sensación de que estaban enfadados incluso cuando te daban los buenos días. Por eso a Felony le encantaban los germánicoss-. A lo mejor era un mensaje para los melenudos esos. ¿Qué decían? La Tía Fel está curada de todo espanto...

 Theresa tragó saliva, ofuscada por las noticias. Agradecía que Tatiana tuviese la sangre fría para hacer semejante cosa como matar a un curioso (que, en aquella situación, para Theresa era necesario); pero hubiese preferido que fuera su confiable Greg el que llevara a cabo todo el proceso. Después de todo, los trabajos de Greg son pristinos. Nunca le habían descubierto nada, una marca de excelencia que pocos guardaespaldas tenían.

 Al irse Greg, Theresa se dispone a llamar al Sr. Noir. Tenía que darle las malas noticias. El Sr. Noir era un hombre bastante simpático, por lo que esperaba que no le afectase tanto escuchar el retraso. Sin embargo, era bastante excéntrico respecto al diamante.

 Mientras marcaba el número del magnate, sin embargo, Theresa golpeó la puerta del baño para chequear que Emma estuviese bien allí adentro. Era una chica inusualmente silenciosa (o tal vez no era tan inusual dada la situación), y ya había estado allí dentro durante un buen tiempo. No le gustaba hacer eso con la niña, a pesar de que Joseph no tuviese problema con ello.

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- Tesoro... ¿estás ahí? ¿Todo bien? Solo un poco más...

-¡Hey, Ursula! ¿Q-qué tal? -Respondió después de unos segundos de silencio. Por lo visto, Ursula no estaba ahí sin hacer nada esperando la llamada de Vera. Qué idiota.

-¿Te... pillo ocupada? S-sí, va todo bien. Bueno, dentro de lo que cabe, ja, ja, ya ves el frío que hace. Nada, que venía de la residencia de mi madre y me ha pillado un temporal de nieve. He tenido que parar, y bueno, estoy en un motel para pasar la noche, porque la carretera está imposible. Nada, sólo llamaba por... charlar, no sé... -Apartó la cara del teléfono y arrugó el gesto exageradamente, como arrepentida por haber dicho eso último. O por no saber qué decir, no estaba claro. Después volvió a colocarse el teléfono en una posición normal para seguir hablando. -Pero si estás ocupada, hablamos en otro momento, no es nada urgente, ja, ja.

Me encaminé al centro de la habitación en la plena confianza de que aquel chico me seguiría.

Un ruido de fondo constante y molesto acompañaba sin cesar el ambiente. Me dirigí a la pared que hacía las veces contigua de otro compartimento, y la golpeé.

- Baja ese maldito trasto!!! Qué te hace falta para darte cuenta de que no funciona? - grité mientras acompañaba mi voz con severos mamporros sobre el papel de pared.

Busqué con la vista un lugar en el que acomodarme. Había un sillón orejero, que más bien parecía de otra época, cerca de una mesita auxiliar. Me senté. 

- Luca, dijiste?, verdad? Pues verás Luca, si te fijas un poco, verás un buen hematoma que sangra intermitentemente en mi frente. El mismo hematoma que me hace parecer un semáforo...

El chico se acercó y abrió un pequeño botiquín. Me sorprendió encontrar dentro una pequeña estampa religiosa.

- Y...dime Luca...cómo has acabado tú en este antro?

Era sin duda lujoso, ¿Cuanto dinero tendría ese tipo como para pagarse una noche en un lugar así? Estaba sereno o al menos eso parecía pues no se inmutaba ni por los ruidos de la pared ni por la televisión en ruido blanco... La realidad era que por dentro tenía ganas de mandarlo todo a la mierda pero le habían mandado hacer eso, si no obedecía se quedaban sin habitación por lo que simplemente respiró profundamente mientras abría el botiquin y ponía cara amarga en cuanto veía la estampita. -Con tanto flequillo no lo había visto. Decía eso pero el en cuanto a pelo por la frente no se quedaba corto. Marchó con todo hacia el sillón orejero donde se había sentado el otro. - Ni que jesús fuera una cura para nada... Murmuró mientras sacaba una gasa y agua oxigenada. -Tsk... No hay lo más importante. Si le hubieran dicho que era un hematoma no habría ido con las manos vacías, eso seguro. -Oye, no tardaré. Quizá fuera un irrespetuoso pero ni se enteraba de ello así que se metió en el baño y sacó una toalla de las más pequeñas, saliendo por la puerta principal al exterior sin cerrarla, tampoco tardaría más que unos segundos en romper varios carámbanos de hielo de la barandilla para meterlos en el centro de dicha toalla y enroscarla. Una vez hizo eso se metió, cerró la puerta y se lo puso encima de lo dañado. - Primero hay que bajar esa pelota hinchada que tienes por golpe. Le colocó el envuelto sobre el hematoma y le indicó que se lo sostuviera."¿Que tan fuerte se ha podido golpear como para que tenga una herida en el golpe?" Esperó pacientemente en silencio unos 5  o 10 minutos en los que el hielo ya era prácticamente inexistente, Luca era silencioso y no parecía importarle mucho la conversación pero si se la daban respondería.* - Ya vale, Al menos con esto se te habrá aliviado un poco y bajado... Echó agua oxigenada sobre la gasa que sacó de su bolsita hermética y empezó a limpiarle la sangre de la herida que le supuraba, llegado a este punto en cuanto estuvo limpia le colocó una de esas tiritas inmensas que cubriera toda la zona. 

- Pues ya estaría, supongo. "Tampoco es que sea médico pero tendría que valer" Miró entonces la toalla. - Haz el favor de ponerte hielo en la zona cada 30 minutos y eso hará que el hematoma baje rápido... Aunque intenta no empapar la tirita del todo. Guardó el agua oxigenada y cerró el botiquin no sin antes dejarle sobre la mesa tres tiritas de las grandes para que se las colocara del mismo modo. - Ya está. ¿Hay algo más? 

El joven Pretty jamás en su vida había estado en una situación tan peliaguda. Aunque lento, el flujo de sangre que emanaba de la herida de Dorian era incesante, y era muy difícil contener la hemorragia a la vez que se desplazaban y tenía que cargar con el tipo. El hombre le había marcado una dirección a seguir y un posible contacto que les ayudaría, una tal Ánimo, pero realmente se sorprendió que aquel hombre fuese un agente del FBI. ¿Estaría mintiendo o era real? Fuese como fuese, no podía dejarle morir allí... 

- Te creo, te creo. No retires tu mano de la herida  haz presión... - fue todo lo que pudo decir, al ver que se esforzaba por demostrarle que era un federal - Ya estamos llegando, ¿Akiko has dicho? - preguntó mientras necesitó varios empujones fuertes para abrir aquella compuerta azul - Vale, estamos a refugio, algo es algo. ¿Cuál es la puer...? 

Pero en ese momento Dorian se desvaneció perdiendo la consciencia, y Matt necesitó acomodarlo como buenamente pudo en el suelo. La pérdida de sangre estaba siendo excesiva, y necesitó de todo su ingenio y conocimientos para mantenerlo vivo. Recordó haber leído en algún sitio que dependiendo de cómo era el flujo sanguíneo y su coloración, podía deberse a una rotura arterial, venosa o capilar. En el caso de Dorian, la sangre era de coloración oscura y el flujo no era pulsàtil, si no más bien lento pero continuo, por lo que debía ser una rotura venosa. La presión fuerte y constante era el mejor remedio en esos casos, y eso es lo que hizo ya sin distraerse, después de observar con detenimiento la herida*.

- ¿¡Hay alguien ahí!? ¿¡Pueden ayudarme!? - gritó reiteradas veces para ver si de alguna de las compuertas cercanas de aquel oscuro pasillo le echaban una mano. ¡Por favor! ¡Necesito ayuda! ¡Este hombre está gravemente herido! 

De momento lo estaba manteniendo con vida, cada cierto tiempo comprobaba las constantes vitales del sujeto, pero no sabía cuánto más lograría mantenerse así.