Partida Rol por web

Las furgonetas formaban un convoy de tres vehículos. Eran de la marca ford, blancas, y estaban muy nuevas. En el lateral lucían unos vinilos de la empresa concesionaria, Preston Fiestas.

Los chavales se apartaban con desgana, y mal que bien, formaron un pasillo para dejarles pasar hasta la altura donde comenzaba el botellódromo propiamente dicho. En esa esquina estaba previsto que montaran las mesas, y ya había algo preparado, ocupando espacio, para impedir que los chavales colonizaran dicho espacio. Un hombre calvo y con aspecto de tío duro bajó del primer vehículo junto a una mujer atlética y de mirada inquisitiva.

El hombre bajó de un salto de la furgoneta y cerró la puerta con un gesto. Les buscó con la mirada e inmediatamente después les ofreció la mano.

-Buenas noches, agentes. Soy Wilfredo, de Preston Fiestas.

Estrechaba la mano como un tío con dos cojones, apretando un poco.

-A ver si pueden ayudarnos a mantener despejada el área de trabajo mientras terminamos de instalar los grifos y todo eso. Si son ustedes tan amables, por supuesto.

Sonrió, amable. Cuando quería podía ser encantadora. Pero no la pilles de malas o te arrancará el corazón y dirás "Ka-li-maaaa".

-Pues ahí voy, tirando. Ahora hago vestuario histórico para series y sesiones de fotos. Me acuerdo de que también pasabas mucho por el friky-friky.

Su novio miraba la escena como aguardando, con cierta prisa. Ella sacó una tarjeta.

-Si quieres que te haga una sesioncilla oriental mándame un correo o búscame por el Facebook, que es lo que más uso.

Miró a su calvo con apunte de sonrisa.

-Anda, no te entretengo que éste tiene hambre. ¡Ciaociao!

Y se metieron en la shawarmería.

Entraron un par de consumidores más, un tío calvo y alto y una tía bajita y regordeta con un pañuelo raro en la cabeza. Se los quedaron mirando un momento y viceversa. La típica mirada de circunstancias. El turco parecía conocerlos.

-Ah vesino, mucho tiempo vosotro sin venir.

Le dió la mano al tío.

-¿Mismo de siempre?

Sonrió y se acercó a la barra. Ellos iban a consumirle al turco incluso en temporada baja, cuando los estudiantes se iban a su tierra.

-Si, lo mismo.

Alzó el dedo como recordando.

-Dos completo, uno con picante, otro sin picante. Y patata grande.

Ella sonrió, encantadora.

-Correcto -añadió.

Y se sentaron a esperar.

El americano era americano e informático. O sea, con la tecnología encima todo el día. Se puso a ver videos chorras de internet mientras comían.

-Bueno, man. Tell me about Carmen. TELL ME EVERYTHING.

Se apresuró a hacer pis, no fuera que alguien le viera mas de lo que quería enseñar en ese momento, aunque lo cierto es que tampoco era que se fijaran mucho ninguna de las dos, ya casi todos estaban mas o menos como ellas. Mientras volvían, conversando a gritos y riendo por tonterías, Lupita se daba cuenta que se lo podría pasar muy bien.

En esas estaba cuando se topó con un hombre, uno de verdad y se tuvo que sujetar sintiendo que allí no había nada des aprovechable, de hecho, para ser honestos, Lupita se aferró bastante más fuerte de lo necesario.

-Bailar y beber nada mas?

Preguntó ella con una sonrisilla sin soltarlo a ver si se le iba. Echó un vistazo a su amigo y luego volvió a los hermosos ojos claros de aquel que por lo menos no hablaba como la francesa.

-Está bien pero Carmen está conmigo, no la dejaremos sola.

Evidentemente era un hombrón, digno de llamarse macho y de que ella lo llamara de mil maneras.

-Me llamo Lupita, ¿y tú? No pretenderás que te llame mi amor toda la noche...

Ella le guiñó un ojo y se preguntó de dónde sería, sonaba a sueco, suizo, alemán, bah, le daba lo mismo, el vato estaba forrísimo y eso era lo único que podía pensar en ese momento. Bueno eso y en apañarlo hasta dejarle los labios hinchados, pero bueno, por algún lado se empezaba.

Ahora SI QUE SI. Fueron el centro de atención, el centro de la fiesta. Se grabaron videos de ellas bailando, de aquella coregrafía improvisada, magistralmente cacofónica. Cada chica tenía un atractivo. La atrevida sueca, la dulce niña y la francesa que estaba hecha de fuego. A muchos tíos se les puso la polla como si fuera una roca granítica, viéndoles el culo en movimiento. Hubo momentos en que a Chantal se le subía la falta y le veían todo el totamen enmarcado en sus graciosas braguillas de encaje. La temperatura subía.

Y como cabía esperarse, los tíos buenos aparecieron casi enseguida, apartando a los moscones como los pros que eran. Una verdadera jauría de machos alfa atraídos por las hembras alfa.

Y bailaron con ellas como si no hubiera un mañana.

Repartió unas promos a un grupo de chavales, ahora si. Pero algo sucedió. Algo al márgen de la voluntad del anillo. Alguien había aparcado su moto un par de calles más arriba, y bajaba con su aura de pro, con su pisada firme al caminar. Allí estaba él, su niño, su héroe crepuscular, con la katana ensangrentada tras el duelo bajo los almendros en flor.

Su sonrisa de marfil en su cara redondilla y ligeramente rechoncha, su chaquetilla tipo bomber y la camiseta friki debajo. Fue verlo y se animó. Y viceversa. Allí estaba ella, con aquel conjuntillo adorable de lolita. Dios, le ponía como una puta moto, como un tren de mercancías descarrilao.

-Ey -dijo, antes de acercarse más.

Entonces la cogió de la cintura y la acercó a él. Hasta que tocó pechamen contra tetacas. Y le dió un beso de los que prometían una noche intensa.

Sus palabras le resultaron interesantes, prometedoras. Aquella chica tenía una forma de moverse, de hablar que... por Thor. Como le ponía, joder. Sonrió con su dentadura perfecta y el vaso de blue tropic todavía en la mano.

-Me llamo Bjorn. Éste es mi amigo Dortias. Nosotros bailar con vosotras encantados.

Sacaron las bolsas que llevaban de bebida. Eran cosas muy sencillas, un ron Brugal y una botella de Coca cola por la mitad, y el Blue Tropic para mezclarlo con vodka Absolut. Tragos de hombres de pelo en pecho como ellos.

-¿Lupita ser de España? -dijo, mientras le servía la bebida que le había pedido.

La amiga se acercó al noruego amigo, pensando que como siempre pasa con los del norte, era más cortado que las mangas de un chaleco.

-Yo me llamo Carmen, niño. Encantá de conocéte. Tienes unos ojos muy bonicos.

Para la "gente de los nortes", el espacio personal era casi una cosa sagrada, que se violaba en pocas ocasiones. Pero Dortias era sobón, y por eso en su país no encajaba. Le gustaba mucho la forma de ser de los españoles, particularmente de los andaluces.

Cuando recibió los dos besos de Carmen sintió sus grandes tetas aplastarse contra su pecho un momento. Lo suficiente para saber que desde aquel momento su objetivo era ella. Una andaluza de las que te bailan un zapateo flamenco y se ponen encima en la cama, follándote como locas. Puro fuego. Le sonrió, agradable, encantador. Se miraron, ella se azoró.

-Yo encantado de conocerte, Carmen -su español era mejor- ¿Te gusta bailar?

La conversación con el turco se interrumpió con la llegada de una pareja que parecía que venía a por su ración de kebab. Alex los conocía.

- Buenas noches - entono, con educación. El contentillo del todo en uno, que lo ponen social a uno.

Después echo un ojo al video que miraba Will en internet, me rio otro poco, y viene la cuestión del millón. CARMEN. Ay Carmen.

- Buah tiio. Una dioshha del copón. - miro un poco a los lados, como si se me fuera oler que acabo de follar con una puta, o como si esta gen supiera quien es Carmen. Paranoia- Y bueno…She lo comí…Ya shabesh a que me refiero...the pussy, man- bajo mucho más la voz- Y le gushtó a lot…And She gave me her phone number.. .Pero esh como un shecreto o algo así…Para mí que eshe antro there are cameras or something…Porque me dejó su número deshtrangis en losh pantaloneshh. Pero shhh - ya ves tú como si él fuera a decir nada. Pero por si volvía por allí y se le escapaba con la chispa al dueño. ¿Las putas no pueden hacer esas cosas? No se, era un puto novato. Mejor prevenir.

Ella sonrió. Aquello era el rabigusti clásico. Hacerte la azorada y digna, pero de puertas padentro. Madre de mía de puertas padentro lo que iba a hacer al desteñío ese. Se iba a enterar de lo que era una mujer de allí. El alcohol le había dado cierto valor, y ahora sentía superioridad cultural frente al guiri. Orgullo patrio. Ganas de demostrar que venía de una larga estirpe de mujeronas del sur.

-Pues no soy muy de bailá normalmente, híjo. Pero contigo viá a hacé una escepción, por que tu lo vales.

Se pusieron a bailar como putos pros. Hubo roce, hubo tensión sexual. Las miradas, los pasos de baile. No podía remediarlo, le gustaban un poco gordas. Le ponían los culazos y las tetazas. Y Carmen tenía mucho de eso.

-¡Ole, ole y ole!

Le miró como flipando. Como sin podérselo creer. Puta o no, tenía el teléfono de una tía en su cartera, para quedar con ella y follar. Había hecho de su Borja un hombre. Bueno, y de él también, que coño.

-¡Fucking... UNBELIEVABLE MAN!

Se llevó las manos a la cara y al pelo, con los ojos como platos. Luego se puso de nuevo el sombrero solo para levantarse y quitárselo con una reverencia estilo histórico.

-Yo señhor, me destoco -dijo con acento macarrónico.

El shawarmero terminó de preparar la comanda a la pareja y les despidió. Luego echó producto de limpieza sobre la parrilla de acero y pasó un trapo, a pesar de que estaba caliente como el puto infierno. Les escuchó y de espaldas como estaba, sonrió. Comprendió que hablaban de CARMEN, bien conocida en el barrio. Mujer que cuidaba a hombres como él, que estaban lejos de sus esposas y con necesidad de descargar el contenido de la huevada.

"Ojos no, Carmencica, dile algo màs atrevido."

Pensò pero no dijo nada, la verdad es que la mexicana estaba ocupadilla, no es que fuera mala pero por lo menos le habìa conseguido un chico para bailar a su amiga. Entonces podìa poner total atenciòn en Bjorn y el muchachito se lo merecìa.

-No, yo estoy de intercambio. Soy mexicana... ¿Conoces? ¿Tù de dònde eres?

No es que le importara mucho si conocìa su lugar de nacimiento pero estaba bien para conversa. Vio lo que llevaban de beber y se preguntò cuànto podrìan ellas mezclar los tipos de bebidas, eso podrìa ser la locura. Entonces buscò un sitio muy cerca de èl y siguiò bailoteando mientras le daba el trago.

-¿Hace mucho que estàs por aquì, Bjorn?

Y entonces volviò a acercarse a èl para ponerle al baile, que lo demàs era tiempo perdido.