Partida Rol por web

Una vez más, te percatas de que Susan está simulando todo el trabajo de ordenador, incluida la supuesta búsqueda sobre Lewis.

Mientras, tu smartphone vibra indicando que la búsqueda sobre Daniel ha concluido. Le echas un vistazo y el informe confirma su posición dentro del FBI. Su historial de servicio como criminólogo es impecable. 

Tal y como sospechabas por tu búsqueda inicial, no es un hombre con una vida social destacable. Posiblemente se trate de otro caso de agente del FBI que vive por y para su trabajo.

Sin embargo hay algo que te llama la atención, Daniel parece ser un aficionado al ocultismo y a las teorías de la conspiración. Siempre bajo un pseudónimo, suele participar en foros de dicha temática, pero parece particularmente activo en uno llamado "Foro Área 31".

Tu lectura se ve interrumpida por la llegada del desconocido, pero no parece que haya mucho más de interés en el informe.

La recepcionista es una chica en la veintena, rubia, ojos marrones, de facciones delicadas y tez pálida. Lleva el pelo suelto pero impecablemente alisado y adornado con una diadema. En su traje chaqueta azul oscuro luce un identificador que pone "Susan". Habla con una sonrisa y al hacerlo muestra una dentadura perfecta entre sus labios discretamente pintados.

Junto a ti están los dos hombres a los que estaba atendiendo antes de tu llegada. Uno es un hombre alto, delgado, de pelo castaño y ojos oscuros que viste de traje y que por sus ojeras y su barba incipiente claramente no ha descansado bien esta noche. El otro es un tipo de edad media, estatura media y pelo oscuro, sin unos rasgos especialmente llamativos, viste de traje, lleva una mochila al hombro y está consultando su smartphone.

- Bienvenido a Chicago agente Murray. - responde Susan con una acogedora sonrisa - Si me permite su credencial para que pueda procesarla le podré dar las indicaciones que necesita. -

Si, como no. Dije mientras metía las manos en todos los bolsillos de la americana. Buscando con el tacto donde estarían las credenciales, a pesar de haberlos usado hace escasos momentos. Aquí lo tienes. Dije mientras le sacaba las tarjetas. Por un momento pensé que acabaría donde envían a la gente que intenta robar secretos de estado.

La secretaria como era de esperar, acepto las credenciales de buena gana y mientras las comprobaba. No podía empezar a golpear el gigante escritorio con la yema de los dedos, intentando no molestar a los hombres de al lado, saludándoles con los ojos arqueando las cejas y apartando la mirada rápidamente para evitar momentos incómodos.

- Gracias. - dice Susan al recibir las credenciales y se dispone a procesarlas consultando el ordenador. No tarda demasiado y al finalizar el proceso le devuelve el documento a John diciendo:

- Todo correcto agente Murray. Jim Lewis se reunirá con usted en el piso tres dos. - John nota como la mujer hace una pausa deliberada entre los dos dígitos del piso - Puede coger el ascensor número seis junto a los agentes White y Tyler si lo desea, ellos también están citados a la reunión. - añade abarcando con las manos a los dos hombres que están con John en el mostrador. 

- ¿Puedo serles de ayuda en algo más? - pregunta finalmente mientras su mirada va de uno a otro. Juraríais que su sonrisa ahora tiene un cierto matiz de "sonrisa divertida" como si se hubiera contado a si misma algún tipo de broma privada.

La recepcionista hace su trabajo y me devuelve las credenciales, así que como era de esperar, me los meto en el bolsillo mas vacio que tenga para luego no acordarme. La miro extrañada cuando me intenta liar con los otros desconocidos. ¿A qué venía eso? Si están hablando ahí será por algún motivo ¿No? ¿Sabrá lo que significa respetar la intimidad de los demás? Todavía sigo mirando a la recepcionista de manera atónita cuando le contesto con un. Em… No.  

Y me voy de ahí lo antes posible para evitar el bochorno. Al parecer los ascensores del FBI tiene el gran botón de cerrar puertas, lo cual solo significaba que tenía que pulsar un botón, buscar una puerta y atravesarla para poder saber porque todo el mundo actúa de manera tan extraña por aquí.

Confusa, Susan observa cómo John se marcha como una exhalación hacia los ascensores. Por primera vez, Daniel y Kyle le ven fruncir el ceño mientras lo sigue con la mirada. Luego suspira, se encoge de hombros y vuelve su atención de nuevo hacia los dos hombres que quedan en el mostrador, mostrando de nuevo su sonrisa de recepcionista.

Cuando Steve lo mira Kyle alza las cejas un segundo, le sonríe y luego le guiña un ojo -Será un placer.  Expresso, no de Starbucks.  ¿Te encuentro aquí en la recepción?  ¿A qué hora?-  Mientras espera la respuesta y Susan atiende al nuevo mira su teléfono.  -No, muchas gracias Susan.  No me extraña que seamos una potencia mundial- dice mirando a Daniel -Esta chica a verificado todos nuestros datos sin siquiera ingresar un caracter en la computadora- comenta mientras con su cabeza señala a Susan.  Se encoge de hombros -Seguro que tiene toda la información almacenada en su memoria.  Piso tres, stop, dos.- Comienza a avanzar hacia el ascensor mirando nuevamente su teléfono, cuando pasa cerca de Steve agrega.  -Nos vemos luego, ve pensando donde te gustaría tomar el café- vuelve a guiñarle el ojo y sonreírle.

Mientras viajaba hacia la oficina de Lewis, Kyle ingresó al foro Área 31, generó un usuario y comenzó a buscar las intervenciones de Daniel.  Haría primero una lectura de los títulos de aquellos posts y luego, elegiría alguno para profundizar un poco más.  Buscaría si tenía contacto con algún otro usuario en particular en intentaría averiguar algo más sobre aquel gusto tan particular.  A Kyle le interesaba también aquello del ocultismo, había realizado algunas lecturas de Allan Kardeck sobre espiritismo y también había leído entre otros a Helena von Hahn o Madame Blavatsky cómo se la conoció masivamente.  Su Isis sin velo le había parecido una obra sublime, pero nunca había ahondado mucho más en aquellos campos, así que investigar aquel gusto de Daniel no sólo era una cuestión profesional, sino que también incluía cierto deleite personal.

La recepcionista no tenía acceso a esa información, solo instrucciones para la reunión. Daniel White asintió con lentitud. El tipo de asentimiento que aparentemente significa desapasionada conformidad, pero en su interior estaba frunciendo el ceño.
-Ya veo, gracias -observó.

Justo a tiempo para ver aparecer a otro hombre en el mostrador, moreno, de pelo revuelto y a todas luces con prisas. Tantas que Daniel no tuvo tiempo de decir nada mientras el hombre (agente John Murray, según salió de sus propios labios) preguntaba por Jim Lewis y decidía marcharse él solo. El aparente desconcierto de sus gestos, de su respuesta, cuando la recepcionista le ofreció ir con ellos no dejó de ser peculiar.

Daniel estuvo a punto de alzar una ceja mientras Tyler seguía coqueteando con la rubia.

-No, eso es todo -le dijo por su parte a la recepcionista. Parecía que las respuestas iban a estar en el miso tres-dos. Daniel aguardó hasta que Tyler terminó de echarle el lazo a Steve también, sin interrumpirle, para decir-. Parece que llevamos todos el mismo camino.
La conversación ligera no era su punto fuerte, mientras enfilaba hacia el ascensor. No podía evitar preguntarse cuántos estaban convocados a la reunión y qué probabilidad había que todos se hubiesen cruzado en la recepción.
Lo que sí parecía era que nadie era de Chicago.

Al llegar a los ascensores pulsó el botón para llamarlo. Siempre le habían incomodado pero era mejor que subir andando.

Cruzas la recepción y llegas a los ascensores. Te encuentras el número 6 abierto y vacío. Hay gente esperando delante de los restantes ascensores a que llegue uno para llevarlos a sus destinos. Por el aspecto todos son oficinistas y administrativos.

Entras en el ascensor. Se trata de una cabina forrada con paneles de metal en la que podrían caber 10 personas cómodamente.  El suelo está hecho del mismo mármol que pavimenta la recepción, el hilo musical toca una tranquila pieza de música clásica que apenas puedes oír por culpa del ruido que llega de la recepción. El pequeño espacio está bien iluminado por una luz cálida.

Cierras las puertas rápidamente y te dispones a pulsar el botón del piso que te indicó Susan cuando te das cuenta de que, aparte de los botones de emergencia, stop y abrir y cerrar puertas; el panel del ascensor solo tiene botones hasta el piso 20.

Steve le había devuelto el guiño a Kyle y había respondido: - Sí, aquí mismo. ¿Le parece bien a la una? Si le parece podemos tomar un almuerzo tardío en un asiático frente al Instituto de Arte.- y el hombre había vuelto a su tarea de atender con suma paciencia a una señora que, muy indignada, aseguraba que el FBI le había estado espiando.

Susan responde al comentario de Kyle sobre cómo había procesado su información con un asentimiento y una sonrisa de satisfacción - Exacto agente Tyler, piso tres stop dos. -

- Que tengan un buen día. - se despide finalmente cuando los dos hombres parecen haber terminado sus asuntos en el mostrador y se marchan hacia los ascensores.

Steve le devuelve el guiño a Kyle cuando este se despide de él y luego retoma su conversación con un anciano que no entiende por qué el FBI no puede resolver también problemas relacionados con la Seguridad Social.

Kyle y Daniel cruzan la otra mitad de la recepción hacia los ascensores mientras surgen algunos tímidos intentos de conversación entre ellos. Ven como John, que les lleva una buena ventaja, entra directamente en el número 6, que se encuentra abierto y vacío en ese momento. Las puertas se cierran tras él pero, de acuerdo al indicador de piso del ascensor, la cabina no se ha movido cuando ellos llegan frente a las puertas.

Hay gente esperando delante de los restantes ascensores a que llegue uno para llevarlos a sus destinos. Por el aspecto todos son oficinistas y administrativos.

Daniel pulsa el botón de llamada.

Genial. Por suerte, la incompetencia de la joven secretaria me procuro una excusa para llegar tarde. Ahora solo tenía que ir a lo más alto del edificio, y colarme a la azotea. Como manda la ley no escrita del FBI, seguro que alguien había dejado unas sillas para poder fumarse un cigarro tranquilo. Espero que no haya tanto viento en la Ciudad del Viento. Pensaba mientras escuchaba la ridícula cancioncita del ascensor.

El piso de la última planta no se diferenciaba del resto de la sede del FBI, igual de frío y con el gusto de un asesino en serie calculador y maniático. No tuve que dar suficientes vueltas para descubrir la puerta blanca y oculta, y cuando no había nadie mirando, la cruce para dirigirme hacia lo más arriba del edificio.

Cuando vuelven a mirar el indicador de piso del ascensor, ven que este ya ha arrancado. Llega hasta el piso 20, se detiene allí y luego inicia su bajada de vuelta a la recepción. Las puertas se abren y Daniel y Kyle entran en él.

El ascensor es una cabina forrada con paneles de metal en la que podrían caber 10 personas cómodamente.  El suelo está hecho del mismo mármol que pavimenta la recepción, el hilo musical toca una tranquila pieza de música clásica que apenas se escucha por culpa del ruido que llega de la recepción. El pequeño espacio está bien iluminado por una luz cálida.

En el panel del ascensor, aparte de los botones de emergencia, stop y abrir y cerrar puertas; hay botones para pisos del 0 al 20.

El ascensor llega al último piso del edificio, el piso 20. Cuando se abren las puertas ves lo que parece una planta de oficinas. El lugar está lleno de cubículos donde montones de oficinistas y administrativos se encargan de mantener la considerable burocracia del FBI en funcionamiento. El lugar es, a pesar de lo atestado, un lugar agradable para trabajar.

Sales del ascensor y, ante la curiosa mirada de varias personas que transportan varias carpetas de documentos, empiezas a inspeccionar el lugar en busca de alguna puerta oculta. Finalmente encuentras algo que podría ser lo que buscas, pero cuando la abres te encuentras con que es un armario de limpieza.

Finalmente, gracias a las indicaciones de algunos de los trabajadores, encuentras una puerta de servicio que lleva a la azotea. La cruzas a pesar del cartel que dice "Solo personal autorizado" y sales al exterior. La azotea es plana y consiste en un suelo de baldosas de cemento. Aquí y allá se pueden ver equipos de ventilación, salidas de humos, antenas y todo tipo de equipamiento dedicado a la aclimatación del edificio. Un muro bajo que llega a la cintura recorre el borde la azotea para evitar caídas. No ves ninguna silla por ningún lado.

El cielo sigue igual de encapotado que hace 10 minutos. Sopla un viento helado.

La cola en el ascensor tenía un regusto familiar, igual que la gente atravesando los pasillos ajetreada, con papeleo. Murray, el otro hombre que al parecer debía reunirse con Jim Lewis, se coló en el anterior y tanto Tyler como él se quedaron esperando el siguiente ascensor. Eventualmente las puertas de uno de ellos se abren y pasa dentro. Y entonces algo falla. -Así que piso tres-dos, ¿eh? -musita, casi como si un viejo amigo le hubiese colado una trola en el día de los inocentes y acabase de pillarla. Frunce solo una pizca el ceño: solo había veinte pisos y, bien mirado, el edificio desde afuera era alto pero no un rascacielos como otros de la ciudad-. Todo apunta a que vamos a tener una verdadera reunión secreta. ¿Cuál crees que es la posibilidad de que pulsando los dos nos lleve a una planta secreta? El misterio de Jim Lewis había vuelto, después de que la recepcionista le hubiese quitado toda la gracia con su tranquilidad. Bien mirado la chica les había indicado el piso con total afabilidad, varias veces inclusive. Se planteó si el tercer agente habría tenido más suerte. Miró a Tyler y pulsó el piso 3 para empezar. A fin de cuentas esas habían sido las instrucciones: piso tres (pausa) dos. ¿No había sido Tyler el que había mencionado la pausa como stop? Sin duda tenían un botón de stop

Kyle iba ocupado, jugando con su teléfono móvil mientras dialogaba escuetamente con Daniel, no había mucho que decir, en realidad su atención estaba centrada en el aparato que llevaba en la mano.  Siempre sonriente y en apariencia divertido agendó mentalmente el encuentro con Steve.  Y vió actuar a Daniel.

-Discúlpame, pero no creo que sea así- le dijo.  Presionó el botón para abrir la puerta, supuso que eso reiniciaría la secuencia, no se le ocurría otra forma de hacerlo, y entonces presionó una sucesión de tres botones.  Piso 3, botón stop, piso dos.  Luego esperó

Cuando Kyle termina de pulsar la secuencia de botones las puertas del ascensor se cierran y la cabina empieza a moverse hacia abajo. Le echan un vistazo al indicador del piso, pero este está en blanco. Aunque el viaje no dura más que unos segundos, no son capaces de precisar cuántos niveles bajo el suelo se han desplazado, 2 ó 3 si es un ascensor normal, 20 si el ascensor es como los que uno puede encontrar en los rascacielos del centro.

Sea como sea, finalmente llegan a su destino, las puertas se abren.