Partida Rol por web

Toda esa demostración del poderío del recién llegado y la secretaria rubia* evocaron en Laylah ciertos recuerdos amargos que optó dejar de lado cuando soltó una leve risilla por el chiste  del "rehén" que dijeron esos dos. Debía admitir que fue un buen comentario, aunque sospechaba que Daniela tendría más sorpresas si la provocaban, situación que le gustaría ver y a la vez no, pues cuando comentaron que ya podían entrar por esa puerta, la ojiazul se emocionó y tomó paso rápido para seguir el paso.

-Andando-dijo más para sí misma en susurro que para otros que la escucharan. Su mente divagaba en las posibilidades de lo que sucediera de ahora en adelante. El grupo era variopinto, y su curiosidad crecía a cada segundo.

Al final, aquel hombre pareció resolver la situación, afortunadamente con algo de ácido humor en lugar de una bronca de tres pares de cojones como había quien parecía querer buscarse. Un discurso serio era lo último que necesitaba para aumentar aún más el tedio de haber estado esperando allí plantado. Claro que no parecía que las veladas -o más bien no tanto- amenazas fueran a lograr obrar el milagro de que ciertas personas se comportasen con un mínimo de normalidad. La tal Daniela incluso tuvo el descaro de culpar a la organización de no tenernos vigilados, de poner en peligro la seguridad del complejo, llegó a hablar de toma de rehenes, y hasta se escudó en que nadie había ordenado específicamente que debíamos comportarnos.

Joder, seguro que sería capaz de ponerse a mear allí en medio sólo porque no ponía en ninguna parte que estuviera prohibido...

El sueño de todo mentalista, estar rodeado de locos...

Al menos, parecía que nos poníamos en marcha, con suerte dirección a una debida explicación de lo que debíamos esperar... y hacer. Ya tenía capullos en mi vida normal, no me había alistado en el cuerpo de Archimagos para seguir haciendo lo mismo. Con esa esperanza, ajusté los puños de mi camisa a los de la americana, y seguí a aquel tipo a donde nos condujera.

Sentido del humor. Un cometa dijo una vez que el sentido del humor es la máxima expresión de inteligencia. A mi me pareció la forma más perezosa posible de demostrar superioridad, pero igualmente una cualidad útil. Así que después del "me gustaría ver como lo intentas", puse forma de pistola con mis dedos, cerré un ojo, y apunté a la tal Beck. Primero al entrecejo de la mujer, poco a poco la trayectoria imaginaria de mi proyectil hipotético bajó hasta sus manos. Las observé bien. 

En fin, parece que nos quedaremos con las ganas. Bajé mi mano-pistola, abrí los dos ojos. Das órdenes contradictorias, Ocho. 

Antes de seguir al presunto jefe, mostré una última mirada a la tal Beck. En algún momento, debía hablar con ella. No todos los días se amenaza a una recepcionista con más de 500 tacos encima.

Mientras camino a cierta distancia (al menos tres o cuatro pasos) detrás de la Chica con el Pelo de Fuego, exhalo de forma tenue, casi como un bostezo  y que a la vista parecería que tengo sueño o cansancio,el aburrimiento que denotaba era como el de un espectador que se aburre de una obra de teatro a medio camino.Mis sentidos dejaban de estar totalmente alerta, al fin y al cabo solo caminábamos siguiendo al tipo castaño.

 Saqué mi mano derecha del bolsillo y la posé sobre mi maleta de aspecto viejo y roído pero que aún tolera el paso de los años, entonces la metí en el compartimiento externo que era cerrado por un velcro y saqué una libreta de cuero café oscuro que era cerrada por un broche latón, y empecé a escribir mientras caminaba, tratando de ir lento para no chocar con la chica o las paredes, e incluso dar un tropezón y hacer caer a todos. 

Es curioso como una simple pertenencia pueda tener tanto significado para alguien, esa libreta de aspecto sencillo junto a ese bolso de cuero negro con piezas café que se colgaba de lado con  aspecto de universitario de los 70's no eran la excepción.

Pensando y escribiendo:

Inquietudes a resolver:

-¿Qué permitió a Beck tener su edad sin aparentarla? ¿Será alguna poción o hechizo, o es que aún hay muchas cosas que desconozco sobre la longevidad de los magos? Espero poder preguntarle luego.

-¿Qué pruebas nos pondrán a resolver para ser Archimagos? ¿Serán de lógica, trabajo en equipo o enfrentamiento a lo espartano?

-¿Conseguiré entrar? ¿Tendremos que enfrentar algo o a alguien? Espero que no pase la última.

Tareas a realizar durante las dos semanas siguientes: 

• Buscar en la biblioteca:

1.  Investigar más sobre el Grimorio de Abramelín y sobre el Elixir de la Vida de Flamel ¿Qué libros podré empezar a consultar?
2.  ¿?

Escucho como los demás caminan tras de nosotros pero apenas les presto atención. Me concentro en mis escrituras y en los movimientos del tipo castaño que nos guía.

Todos los allí presentes siguen a aquel hombre que aún no se había identificado.

Tras cruzar aquel umbral llegáis a un pasillo de un par de metros de ancho y unos diez de largo. El cual, en ambas paredes, tiene diferentes puertas. Algunas de madera y otras de metal. 

Tal vez lo que más os llame la atención es la sala del fondo. Ya que se trata de una gran estancia abierta y diáfana. En ella podéis ver varias mesas, con sus ordenadores y varias personas en ellas trabajando. Algunos centrados en los ordenadores, otros haciendo llamadas y otros hablando entre ellos. Sí que veis como algunos os miran y sonríen.

Siguiendo al hombre veis como se mete por una de las puertas de madera y esta da a una sala que parece de conferencias: varias líneas de sillas delante de una gran pantalla.

Al entrar veis que, en una esquina, hay una mujer esperando. Tiene cara de pocos amigos y, levitando sobre su hombro, podéis ver una pequeña cabeza de piedra, de no más de quince centímetros de altura.

-Ya era hora -dice la mujer mirando al hombre-. Estaba empezando a aburrirme.

El hombre la sonríe.

-No ha sido para tanto -comenta colocándose delante de la mesa que hay delante de la pizarra-. Por favor -prosigue dirigiéndose a vosotros-, ir tomando asiento.

Al fijarte en las manos de la recepcionista, la tal Beck, ves que tiene unas manos estupendas, sin arrugas y con una manicura de color amarillo chillón que llaman la atención.

Parecen normales y corrientes.

La leche! Allí había más gente trabajando de la que me hubiera esperado!

Lo cierto es que, por alguna razón, me esperaba que todo se pareciera mas a Hogwarts que a James Bond pero.. qué más daba si dentro de poco podría dar rienda suelta a mis poderes!

Aquel tipo, cuyo nombre no nos constaba, o al menos a mí, nos situó frente a una pantalla custodiada por una tipa que podría definir como ruda... y, en cierto modo, intrigante.

La mañana iba transcurriendo y, a estas alturas, no había aprendido mas que, al menos un tercio de mis compañeros, eran gente rara.. y eso por resultar educado.

Tomo asiento mientras intento concentrarme en nuestra nueva interlocutora.

Laylah sonreía maravillada ante la ironía que algunos humanos considerasen a la magia como algo antiguo y al mirar las dos tecnologías unificadas le evocaba cierto gustillo que sólo expresaba con sus labios curveados. Además, correspondía los saludos corteses de quienes laboraban ahí y al entrar en aquella sala y mirar la cabeza flotante, le miró con gran curiosidad mientras buscaba un lugar en medio del acomodo de las sillas, una posición que le permitiese ver bien y estar atenta por si lo requería.

¿Qué clase de pruebas les pondrían? Estaba bastante emocionada.

-Buen día-saludó a la mujer antes de sentarse y esperar. No sabía si ella respondería, pero no por eso debía olvidar los modales. Se miró a sí misma como un disco rayado repitiendo solo esa frase y sonrió para sí misma. 

Era una oficina. Punto. Moderna, de acuerdo, grande e importante, perfecto. Pero no otra cosa. No es que le extrañara, es lo que correspondía, pero en el fondo quizá le habría impresionado más una señal de poder mágico de algún tipo, o una tecnología distinta, vanguardista, sí, pero desconocida. 

Saludó y sonrió a su vez a los que dirigieron su gesto hacia ellos al pasar. 

Y fue cuando se topó de cara, distraída como estaba mirando la disposición de puertas y sillas, de la sala estructuralmente hablando, cuando se topó con la mujer de la piedra/cara fue cuando se sintió realmente en el lugar en el que debía estar. El comentario de la posible edad de la recepcionista no la había conmovido demasiado, pero ahora, sí. Una manifestación real, como las que abundaban en la Universidad, de lo mágico. La curiosidad hizo que se entretuviera en ella, en lo que manifestaba, en los detalles.

"Ya era hora" dijo la mujer. Ya era hora, pensó ella misma. 

Y, en silencio, tomó asiento tan bien colocada en relación a la pantalla y a la mujer como le fue posible sin apartar a ninguno de sus compañeros.

Puse mis sentidos al servicio de mi curiosidad, mi desconfianza, y mi asco. El olfato me revelaba esfuerzo humano en el aire, pero la vista me decía que tanta grandilocuencia escondía, simplemente, una oficina. No es que tuviera nada en contra de todas las personas que allí trabajaban, pero de ninguna manera había hecho tantos exámenes y me había peleado con tanta gente para acabar jugando al solitario del windows en los ratos muertos. e pregunté si es que la diferencia entre madera y metal era un tema de materiales anacrónicos por falta de presupuesto, o denotaba algo más. ¿Seguridad? ¿Simbología? Saqué todas las preguntas por los agujeros de la nariz, en una exhalación malhumorada. Era inútil preguntárselo en aquel momento.

Aguanté la mirada a los que sonreían, sin más. 

La mujer en la sala de conferencias parecía tener otras cosas más importantes a hacer que darnos la bienvenida. Cosa comprensible, puesto que todo el numerito por el que estábamos pasando era perfectamente prescindible. Habría sido mucho más fácil que en primer lugar la carta dijera "hay que darle una paliza a tal, y traerlo a tal lugar, te pagarán tal cantidad". Pero bueno, arrastré un poco la silla para acomodarme bien, y me espatarré en ella. Y, por supuesto, respondí a lo de "estaba empezando a aburrirme": Yo también. Clavé tanto mis pupilas en las de la presunta jefa, que me vi en las suyas. Podía parecer que no tenía sentido del humor, per ¿quien va por ahí con una cabeza de piedra voladora sin sentido del humor?

La presencia de toda aquella gente trabajando allí me hizo sonreír de medio lado. Aquello era otro punto más -o menos- para el peliblanco, y su capacidad para "no escuchar nada" y determinar que "no había nadie en el edificio". Sin duda, estaba rodeado de cracks.

No dejaban de ser una simples oficinas, algo realmente aburrido para tratarse de nuestro mundo mágico oculto, pero tampoco es que el hecho de ser magos nos hiciera muy diferentes al resto de los mortales. La mayoría de nosotros teníamos trabajos aburridos, sin emoción alguna. Eso era, precisamente, lo que mi padre deseaba para mí. O más bien, lo que esperaba de mí. Se iba a llevar un buen chasco cuando se enterase del nuevo rumbo que iba a tomar mi carrera laboral, y no me apenaba por ello. Ya me había causado bastante lástima comprender lo que pasaba por su puta cabeza.

Al acceder a aquella sala de conferencias, me llamó la atención la cara de mala leche que tenía la señora que nos esperaba. Sí, la cabeza de piedra que flotaba sobre su hombro también, para qué negarlo. Avancé con aire indiferente hasta la primera fila y tomé asiento delante de ella, observándola. Primero a aquella cabeza de piedra, y luego a la mujer, preguntándome si finalmente alguien nos estaba a punto de explicar lo que hacíamos allí. ¿Nos lo explicaría ella? Podía ser buena señal, no parecía de los que se iban por las ramas. Si ella nos daba "la charla", seguramente sería escueta.

¿Tal vez podría ir adelantando algo...?

Al pasar el umbral y entrar en la sala, me vi obligado a abandonar mi escritura por la cantidad de luz que había, guardando la libreta con el bolígrafo que tenía una pluma grabada en el extremo.Entonces me dispuse a recorrer con la vista toda la habitación, ordenadores y personas por doquier, ¿Cómo no las había sentido? Había sacado conclusiones apresuradas, haciendo que en el fondo sintiera una gran pena. El salón era más grande de lo que suponía, aunque bueno, estando encerrado en un taller del tamaño de un garaje mediano, o viajando constantemente a sitios extraños, es difícil hacer suposiciones correctas sobre sitios urbanos.

Para ser parte del mundo de la magia se camuflan demasiado bien entre los que no la usan, aunado a que el hecho que la magia, la ciencia y la tecnología están mezcladas de una forma casi sinfónica, donde se necesitan entre sí, coexistiendo todo en el mismo nivel de relevancia. Aunque mi expresión fría no había cambiado, en ese momento no pude retener el asombro, que se dio a conocer con los ojos como platos y las cejas enarcadas. 

Al pasar la puerta de madera y entrar en el umbral, mi expresión había desaparecido, para ser reemplazada por ojos fríos y enarcadas cejas, dando una mirada curiosa a la mujer con la cabeza de piedra flotando sobre su hombro. Ella mostraba un rostro de pocos amigos, como si el hecho de recibir reclutas fuera de las tareas que no son de su agrado. Avancé hasta una de las sillas, en la cuarta fila y tomé asiento cerca del pasillo central, quitándome la capucha de la cabeza, lo cual hizo saltar mi nevado y alborotado cabello que parecía haber peleado con el peine varias horas antes. 

Intenté sostener aunque fuera unos segundos la mirada a la mujer o a la cabeza de piedra, pero no tuve éxito, algo en sus ojos me intimidaba, como si su vista estuviera haciendo de juez,jurado,fiscal y verdugo al mismo tiempo, me puso algo nervioso, así que para calmar mis nervios, volví a sacar mi libreta y seguir en mis apuntes, pero esta vez con el oído atento para cuando empezara a hablar, guardar mis pertenencias y prestar atención a la charla o presentación que tendríamos.

Mientras vais llegando, algunos de vosotros deciden sentarse para estar más cómodos. 

Pero, en un momento dado, escucháis un sonido como de apertura.

Al instante aparecen una serie de sellos sobre uno de los chicos. En concreto aparecen en sus muñecas, tobillos y cuello, haciendo que el chico no se pueda mover nada en absoluto.

Por suerte, dichos sellos no parecían causar dolor ni nada así, solo inmovilizaban.

Los dos desconocidos miran al muchacho y la mujer sonríe.

-Y eso es lo que pasa cuando se intenta hacer magia aquí tras pasar la primera sala.

Comenta la mujer manteniendo aquella sonrisa de superioridad.

-Al menos si no tienes una de estas.

Gira un poco la cintura para dejar a la vista otra de aquellas placas de 8 puntas.

-Para que aprendas la lección -dice el hombre mirando al muchacho atrapado por los sellos-, te dejaremos ahí un rato.

Él se acomoda sobre la mesa mientras la mujer se coloca a su lado.

-Por favor, ir tomando asiento -prosigue esperando a que lo hagáis-. En primer lugar yo soy el gente Rodríguez y ella es mi compañera, la agente García, y nos gustaría daros la bienvenida oficialmente al cuerpo de archimagos -espera unos segundos antes de proseguir-. Seguro que tendréis muchas preguntas, pero las dejaremos para un poco más tarde.

Tras decir aquello coge su placa y la levanta para que la podáis ver mejor.

-Esta placa es el distintivo que nos acredita como archimagos. Entre otras cosas -prosigue mirando al chico sellado-, nos permite usar magia en algunos sitios sellados mágicamente, como este. A parte de en las bases de archimagos, otros lugares sellados pueden ser la biblioteca mágica o el ministerio de magia. Esto se hace así por si atacan dichos emplazamientos, podamos repeler al enemigo sin vernos limitados. Por eso su compañero se ha visto sellado cuando ha intentado usar su magia.

La vuelve a colocar en su sitio antes de seguir.

-A parte de esto nos proporciona de ver la magia de forma más clara que a otros hechiceros, así como otro tipo de rastros... Sobrenaturales. Aunque, por supuesto, lo más importante de esta placa es que os hace ser parte de los archimagos: dedicados a proteger al mundo mágico... De lo que sea.

Mira a su compañera un segundo antes de proseguir.

-Precisamente por esto esperamos que estén a la altura de las expectativas y que se... Comporten.

Cuando dice la última palabra mira a cada uno de los presentes, tomandose el tiempo necesario para hacerlo.

-Tras esta presentación, se les dividirá en dos grupos. Mi compañera estará al mando de uno y yo del otro. Les asignaremos diferentes encargos.

Mira un momento al joven sellado y, antes de proseguir, pasa uno de sus dedos por encima de su placa.

Al hacerlo, los sellos desaparecen.

-¿Alguna pregunta por el momento?

Pensando: 

¿Dos grupos? ¿Encargos? ¿Será alguna clase de prueba? 

Apenas había empezado a hablar, guardé mis posesiones y presté atención con los ojos cerrados(a veces no logro ver directo a los ojos) y escuchaba atento todo lo que nos decía el agente Rodríguez que nos hablaba de forma clara y concisa,dándonos la bienvenida, pero algo no me encajaba en todo esto, así que me vi a la necesidad de hablar.

Al abrir los ojos, puse una mirada fría y enarco una ceja por lo que le sucedió al otro chico por usar su magia aunque no me inmuto por ello. Entonces levanto la mano pero no los miro a los ojos, si no que desvío la mirada a un punto muerto en medio de ellos, y expreso en un tono calmado y directo:

-Agradeciendo la bienvenida y disculpando la interrupción, tengo una pregunta nada más: Si se nos va a dividir en dos grupos y vosotros seréis los líderes, cabe suponer que aún estamos bajo pruebas, ¿Estos encargos son vuestra forma de determinar si somos dignos de pertenecer al cuerpo de Archimagos o existe algún otro motivo por el cual se nos asignen encargos bajo estos parámetros?-bajo la mano sin deja de mirar el punto muerto.

Mi pequeño jueguecito no había tenido el resultado esperado. Me había sucedido muchas veces que la exploración se encontrase una barrera defensiva a su paso, pero jamás había encontrado algo como aquello. Apenas me dio tiempo alzar la mirada y vislumbrar los sellos que aparecieron obre mí, antes de que me inmovilizasen completamente, dejando apenas que moviera mis ojos lo justo para ser testigo de la arrogante expresión de satisfacción de aquella mujer. Por supuesto, imaginé que era la misma que la del hombre que nos había acompañado, dado el tono de su voz al afirmar que me dejarían de aquella guisa durante un rato, mientras los demás "disfrutaban" de una presentación que realmente mereciera tal nombre.

Debo reconocer que la impotencia de no poder moverme me resultó frustrante y aterradora, aunque al mismo tiempo resultaba fascinante. Con mi cuerpo totalmente inerte, inmóvil como una pétrea figura, recordé que existía algún mentalista en el mundo, se decía, que vivía de aquella manera, postrado en una cama y viviendo a través del contacto con las mentes de los demás. Eso, al menos, había oído. La diferencia, obviamente, radicaba en que yo no sólo estaba inmóvil, sino que también estaba privado del uso de mis poderes.

Tan sólo cuando el agente Rodríguez terminó aquella breve exposición, me vi liberado de los grilletes místicos. Al sentir la libertad en mis manos, alcé una de ellas, observando la muñeca por delante y por detrás con curiosidad, antes de ajustarme los puños de la camisa mientras los demás comenzaban a preguntar. Sacudí mi cabeza hacia un lado, agitando mi flequillo, y alcé la mano esperando a que alguno de los dos agentes me diera el permiso para hablar.

Antes de nada, permítame una pequeña corrección. -Indiqué a la agente García- Esto es lo que pasa cuando existen normas pero no se informa de ellas. -Puntualicé, uniendo mis manos sobre la mesa entrelazando los dedos- Y por supuesto eso no ha sido ningún error, sino que ustedes esperaban que alguien hiciera algo para poder así ejemplificar las consecuencias, burlándose del desconocimiento que ustedes mismos han provocado. -No, no necesitaba leer sus mentes para saber aquello. Había leído suficiente mierda en este mundo como para saber bastante bien cómo funcionaban ciertas cosas- Y eso me lleva a mi primera pregunta: ¿Vamos a tener que soportar más "novatadas" como ésta? Porque, en la línea de lo que comenta mi compañero, no se nos han entregado placas de esas aún. ¿Hay intención de entregárnoslas, o somos miembros a prueba? Y si lo somos, ¿hasta cuándo?

Cuando escuché la explicación de los dos agentes y supe que ningún peligro real nos amenazaba a la vista de los símbolos - sellos que habían aparecido, una sonrisa burlona acudió a mis labios.

De verdad aquel tipo pensaba que podía entrar en la escuela de archimagos y leer la mente de nuestros tutores? Era eso lo que eran aquellos dos? Tutores?

- Sí buenas - interrumpo cuando creo que ha llegado mi turno.- Aquí Bernardo Cubero. Yo tengo una duda. Qué son exactamente ustedes para nosotros? Nuestros profesores? Tutores? Compañeros?

Y ya que estamos, puestos a preguntar. Verán, yo querría estar en el grupo de la pelirroja, perdón.. quería decir de la francesa y de la morena ojiazul. Creo que nos compenetraríamos muy bien. Además, así podría practicar mi francés.... quién sabe si lo necesitaré en el futuro.

Y lo más lejos posible de la amargada! Pienso evitando, por supuesto decirlo en alto, en clara referencia a la última recién llegada. Joder, que tía tan rara! Preferiría trabajar con mi propio padre antes que con ella!