Partida Rol por web

Rodeados por la guarnición de la estación, que les considera héroes, el pequeño grupo de americanos vuelve con el camión y el jeep al centro de St. Vith. La población necesita sobre todo esperanza, con lo que la historia de resistencia en la estación corre rápidamente por todo el pueblo, que renueva con algo más de ilusión las tareas de fortificación.

La citación para informar al oficial al mando llega al grupo cuando aún son el foco de atención y se encuentran encima de una nube de optimismo.

Al llegar a la oficina de mayor se puede comprobar que la ola de optimismo no ha llegado hasta aquí. El oficial tiene mala cara, unas ojeras fuertemente marcadas y la botella de whisky esta prácticamente vacía sobre la mesa. A pesar de todo consigue esbozar una sonrisa al preguntaros.

- Caballeros, informen de la misión. Ha llegado a mis oídos que ha sido un autentico éxito.

Fatty estaba contentísimo, ahora podrían repartir la munición y la ropa de abrigo, pero sobretodo había recuperado sus existencias de comida, sin robar demasiado a sus compañeros. Ahora tendrían que informar sobre la misión.

Pero de eso se encargaría el oficial al mando. Bueno, el sargento, que no era un oficial sino un suboficial. Daba igual, siempre se comía los marrones. Por eso cobraba unos pocos dólares más al mes. 

Debería dejar que el sargento informase, pero a Hank le atormentaba lo que vió en la estación. Así que titubeando, dió un paso al frente y se atrevió a pedir la palabra.

-Pido permiso para hablar Mayor Stevens.

Al ver que el Mayor no se oponía, Hank prosiguió:

-Justo antes de que atacaran, nos dispararon con fuego de artillería para allanar el ataque posterior. Los obuses estallaron pero luego ocurrió algo que, que, que... Se pasó la manga por la frente, como si quisiera borrar la visión. Y se dirigió a sus compañeros- Vosotros lo visteis también. No estoy loco.

-Uno de esos obuses explotó y al hacerlo aparecieron 4 figuras de fuego, como 4 hogueras. Pero, por Dios tiene que creerme, estaban vivas, nos miraban, se acercaban a nosotros y proyectaban chorros de fuego hacia nosotros. 

Hizo una nueva pausa al darse cuenta de lo cerca que habían estado de morir todos.

-De no ser porque el Sargento les roció con el agua del depósito, nos habrían abrasado por la espalda mientras los alemanes entraban con sus tanques por la otra punta de la estación.

Miró la botella de whisky, pero estaba vacía. Luego dió un paso atrás.

-Uno de esos obuses explotó y al hacerlo aparecieron 4 figuras de fuego, como 4 hogueras. Pero, por Dios tiene que creerme, estaban vivas, nos miraban, se acercaban a nosotros y proyectaban chorros de fuego hacia nosotros.

Hayden asiente imperceptiblemente con la cabeza, pues no quiere que nadie le pida detalles al respecto, pero él también estaba allí y también lo vio.

No sé si estaban vivas en el sentido de la vida dada por Dios, pero vaya si se movían y nos miraban, desafiantes.

~~Uno de esos obuses explotó y al hacerlo aparecieron 4 figuras de fuego

El sargento no pudo evitar un escalofrio al recordarlo.

El soldado McMannis, aunque todavia impresionado por la batalla, dice la verdad, señor. - aclaró Miller - El enemigo dispone de un nuevo arma incendiaria que de alguna forma es capaz de detectar soldados enemigos. Muy peligrosa. Es posible que lo usen contra el pueblo, señor. Nos enfrentamos a ese nuevo proyectil despues de interceptar el tren y llevarlo sano y salvo a la estacion, mientras los alemanes atacaban con fuego de artilleria. El sargento Davies hubiese podido darle mas detalles sobre ese nuevo arma ya que estuvo defendiendo su puesto ante repetido fuego enemigo durante varios dias, y no era la primera vez que se enfrentaba a el. Desgraciadamente, el sargento murió en el ataque terrestre inmediatamente posterior al bombardeo, efectuado por un peloton panzer. -  Miller dejo un par de segundos para que el Mayor asimilase lo desigual de la batalla y la gesta lograda. - Salvó varias vidas gracias a su sacrificio desinteresado y considero que deberia ser nominado para una medalla postuma. Finalmente, conseguimos repeler a los alemanes y salvar la carga.

Estos chicos - dijo señalando a su escuadrilla - tambien merecen varias por su valor, pero lo detallaré en el informe pertinente, señor. No quiero hacerle perder más tiempo, con un ataque aleman inminente y teniendo que planear la defensa. - miró a sus hombres, cansados pero listos otra vez para el combate. Se volvio hacia el mayor - Supongo que nos ha llamado porque necesita algo, señor. No tiene más que decirlo.

Carl había pasado gran parte de la batalla medio pa'llá, como decía el jefe de su estación, siguiendo las órdenes como un autómata; seguramente un efecto del shock producido por el ataque y posteriores quemaduras sufridas.

Apenas recordaba nada más allá de conducir, primero el camión y después el jeep. Sonreía al recordar la cara de esos malditos nazis al ver el morro metálico del vehículo lanzarse contra ellos a toda velocidad.

Asintió ante las palabras de Hank y del Sargento y solamente mostró los apósitos que Alberto le había puesto para curarle cuando Miller llegó a esa parte de la historia.

El mayor no muestra ninguna sorpresa ante el relato de los soldados, ya sea por el cansancio extremo o porque la historia no es novedad, se limita a asentir sin hacer ningún gesto.

- Les he llamado para que informen sargento. A falta de oficial tendrá usted que hacer un informe escrito. Allí puede poner las recomendaciones que estime oportuno. Y por favor que quede claro quien fue herido en el cumplimiento del deber. - contesta en tono bajo.

Coge un fajo de papeles y os hace un gesto para que os acerquéis.

- Os hemos transferido a todos a un grupo especial. Aquí están las ordenes de traslado. - dice señalando los papeles - Oficialmente ya no pertenecéis al 104th, pasado-mañana os presentaré a vuestro nuevo oficial al mando. Hasta entonces responderéis directamente ante mi. No debéis comentar nada sobre vuestro destino a nadie ya que es considerado secreto. - se puede notar un deje de amargura en la voz, como si no estuviera muy contento con el traslado.

- Descansad lo que queda de día, os lo merecéis. - dice con una sonrisa algo forzada - Mañana presentaros en el sector 1 para ayudar en las tareas de fortificación (*). Pasado, a primera hora, os espero aquí para presentaros a vuestro nuevo oficial.

Jaja, un informe escrito, les escribirá la Biblia... jaja. 

Pensó Fatty, mientras meditaba en que hacer estos días. 

Un interludio entre el combate y más combate, dudo que ese equipo especial sea algo sencillo. 

El Mayor les habia llamado no para informar, si no para decirles que les asignaban a otro grupo. Tambien parecia ignorar que Miller, al igual que muchos otros sargentos, habia escrito decenas de esos informes desde Normandia y sabia perfectamente que escribir. Pero bueno, Stevens estaba cansado y tenia una defensa numantina que preparar, asi que lo dejo pasar. Tampoco era quien para cuestionar a un superior, de todas formas.

Si, señor! Lo hare hoy mismo. Que tipo de grupo especial, señor? - A Miller no le gustaba nada como sonaba eso. Les mandaban a casa? Sin ni siquiera haber llegado a Alemania?

El sargento se pasó los dos dias con sus hombres, mejorando los refuerzos del pueblo, escribiendo el informe de forma meticulosa y desdeñando el aura de heroe que le rodeaba. "Preguntale a Jackson quien es el heroe", decia cuando la tropa se ponia muy pesada, preguntando por la tactica que expulso a un enemigo acorazado varias veces superior, "Davies le saco de bajo la chatarra, perdiendo la vida. Yo solo gane un poco de tiempo".

Tannenbaum no se siente especialmente victorioso. Pero ha sobrevivido y eso es lo importante.

Cualquier cosa es mejor que estar en primera línea con la que está cayendo... Aunque pueden haber cosas peores que los alemanes ahí fuera. Decide que de momento seguirá en esa unidad especial.

Si, señor! Lo hare hoy mismo. Que tipo de grupo especial, señor?

- Un grupo especial sargento. - contesta el mayor cogiendo ostensiblemente otro fajo de papeles y un boli y poniendo toda su atención en ellos.

Después de que Alberto le realice la cura de rigor, Hank se da una vuelta por la ciudad con la esperanza de encontrar a alguna chica que haya oído de su heroicidad y esté lo bastante impresionada como para pasar por alto la desfiguración de la parte izquierda de su rostro. Pero pronto se da cuenta que es una esperanza del todo ingenua, St Vith ha sido evacuada de civiles y las únicas chicas que quedan están tan famélicas y llenas de piojos que a Hank se le quitan las ganas de acostarse con ellas.

No le queda otra que reunirse con los demás a disfrutar de la ración extra que les ha hecho ganar su actuación en la batalla de la estación. Esas raciones extras incluyen un par de tragos de whisky a la que le añaden agua en abundancia para que les dure el tiempo de jugar un par de manos de poker en la que pierde todos sus cigarrillos.

Ya de madrugada, ojeroso y sin que le quede nada que apostar, abandona la mesa de poker. Jim "el dedos", el soldado que le ha desplumado, no le deja ir de vacío y le enciende uno que Hank fuma camino del barracón que se le ha asignado, mientras ve, a la luz del amanecer, un panorama de ruinas salpicado de columnas distantes de humo de los incendios aún no apagados provocados por los combates del día anterior.

Tras dormir unas pocas horas, se asea, y se dirige al sector 1 sin poder sacar de su mente la imagen de esos demonios devolviéndole la mirada con sus ojos fuego y acercándose a él como queriendo llevarle al infierno.

John Sullivan había empezado a recuperar el peso perdido. Se lo merecía, había arriesgado su pellejo para traer esas provisiones. Y a pesar que latas de judías y galletas duras no eran el alimento más maravilloso del mundo, le durarían hasta que pudieran conseguir mayores envíos de golosinas, chocolate, frutos secos, queso y otras delicias. 

Aunque por Francia encontraba que en cada lado hacían un queso diferente y todos estaban buenos y...

—Fatty ¡No paras de comer! ¡No puedes parar ni un momento! —rió uno de los soldados de la cantina improvisada. Un tipo pequeño y miserable llamado Ryan que siempre estaba atrás para no morir. 

—Si hubieras pasado la depresión como yo, sin casi nada que llevarse a la boca durante días... ¡Ahora también no pararías de comer! ¡Hay que aprovechar el momento!

—¡Já!, pero si comes tanto, ninguna mujer te querrá nunca —argumentó Ryan satisfecho de sus palabras, sus burlas eran menores que las de otras veces probablemente porque el resto de soldados sabían que Fatty les había traído comida, abrigo y balas. El pequeño miserable se llenó la boca judías. John le miró con algo de desprecio. Ryan comía porque John había cargado con esa comida bajo el fuego de la artillería nazi.

—En casa me espera Mary —dijo Fatty— las mujeres de verdad prefieren hombres de gran tamaño. —Mira, me mandó una carta con una foto...

—Me dice que si no muero, se casará conmigo cuando vuelva. Así que no debo morir —Aquello era totalmente lógico. John no deseaba ningún mal a Mary y si no volvía, podría buscar otro hombre que la hiciera feliz. A él le había hecho feliz la carta, casi tanto como el resto de fotos que le había mandado. Eran de tartas. Mary era aprendiz de pastelera y trabajaba en un restaurante donde también daban hamburguesas y perritos calientes. 

—¡Ohhhhhh! nuestro amigo Fatty se ha enamorado... ¡Y no es de un bollo! —rió Ryan tratando de coger la foto, pero Fatty la apartó de su sucia mano. Ryan terminó de comer y alejándose haciendo gestos obscenos.

—Eres el único que le aguanta —dijo el cocinero rellenando el plato de John— ¿Por qué no le das una hostia?

—Porque la comida del calabozo es una mierda —sentenció filosófico Fatty. 

Interludio

Carl descansaba en sobre un camastro en la tienda que hacía las veces de hospital mientras notaba como el efecto de la morfina empezaba a surtir efecto.

El resto de su compañía había ido a celebrar la victoria, si es que a no salir muertos de aquella estación se podía considerar tal cosa, pero a él le tocaba pasar por la enfermería para que le mirasen la quemadura.

La cara de la enfermera le dijo que le iba a tocar al hospital de campaña y, una vez allí, el médico se apresuro a indicar que le inyectasen morfina para poder sacarle los trozos de uniforme que se habían derretido en la herida.

En ese momento en que su cuerpo empezaba a flotar en una nube de opiáceos empezó a acordarse de sus primeros día como bombero, cuando aún no había visto los horrores que puede causar el fuego, cuando la gallardía de la juventud aún no había empezado a evaporarse y se creía invencible.

¡No eres invencible!  le había gritado su tío mientras le agarraba del brazo con fuerza. Carl aún lo recordaba mientras una lágrima se escapaba por la comisura del ojo.

Tenía el hacha levantada, la cara llena de hollín y el cuerpo dispuesto a seguir revisando aquel piso por si quedaba alguien atrapado pero le orderon salir de allí antes de que el edificio se viniera abajo, casi tuvieron que sacarle a rastras.

Estaba muerta por el humo... no hubieras podido hacer nada... frases similares le dijeron mientras, una vez apagado el incendio, vio cómo sacaban un cuerpo calcinado que no debía alcanzar los cinco años. Supusieron que era una niña por la madre que gritaba buscando a su pequeña.

Entró en el duermevela de la morfina recordando aquel cuerpo calcinado que había plagado sus sueños con cientos de Y si... y volvió a acompañar sus pensamientos mientras el doctor limpiaba su quemadura y le vendaba.

Despertó al amanecer, con una sensación parecida a la resaca, pero se vistió y arrastró sus pasos hacia la tienda de su compañía, dispuesto a ayudar en todo lo posible en las tareas de fortificación.

Interludio

Se habia hecho el silencio en la habitación. Fatty y Alberto conocian al sargento lo suficiente como para no hacerle preguntas personales. McMannis no y la pregunta flotó en la habitacion, huerfana

Que que hago aqui? - Miller se quedó parado a medio repartir, mirando fijamente a McMannis durante unos segundo que parecieron eternos - No recuerdo demasiado a mi padre - respondió finalmente el sargento. Terminó de repartir y sirvió mas scotch. - Le mataron los alemanes al final de la Gran Guerra. Yo tenia 4 años. - la tropa se acercó imperceptiblemente. Era la primera vez en 6 meses que el sargento hablaba de si mismo y no pensaban perderselo - Le recuerdo jugando conmigo en el portal de casa. Ordeñando una vaca... Son recuerdos vagos. Recuerdo perfectamente el dia que se fue al frente, sin embargo. Mi madre lloraba sin entender porque tenia que marchar a una guerra en Europa de donde habian huido. "Este pais nos ha dado un futuro." respondió mi padre señalandome "Si dejamos que alemania conquiste Europa, acaso no atacaran America en unos años? Quieres ver a Willy en la guerra?"

El sargento dio un sorbo en silencio. Nadie habia tocado las cartas, boca abajo sobre la mesa.

La noticia de su muerte llegó 4 meses despues. Mi madre no fue capaz de asimilar la noticia y tuvo un aborto, asi que los alemanes tambien mataron a mi hermana pequeña. Mi madre no llegó a ver el final de la guerra y yo acabé en un hospicio. Por eso odio a los alemanes, McMannis. Mataron a mi familia. - dio una calada al cigarro - Por eso los rumores sobre Falaise en las que mi grupo no cogió prisioneros son ciertos.  Esta guerra es peor que la anterior. Todos visteis esa nueva arma. Que van a montar la proxima vez, si les dejamos? Y quien va a pararles? Los europeos? Los bolcheviques? No, tendran que venir mis hijos y los tuyos a luchar y a morir por America y por la libertad del mundo. Quieres que tus hijos tengan que soportar esta mierda? Yo no. Por eso lucho. Y por eso no voy a irme de aqui hasta ver que esos hijos de puta hincan la rodilla y no vuelven a intentar levantarse, aunque tenga que matar a todos y cada uno de estos malnacidos en el intento.

El sargento cogió las cartas y las miró

Envido (*) -dijo, dando la conversacion por terminada.