Partida Rol por web

Con una enorme sonrisa en el rostro, Ethel hablaba con las mujeres y novías de los generales nazis, entablando conversación con el tema de su "inminente boda" y desviandose despues a lo ocupados que estaban los hombres últimamente. Habilmente, la asesina llevó la conversación hacia los temas que a ella la interesaban. Los rumores sobre el Schultz y el Coronel Albrecht y las razones por als cuales los hombres trabajaban tanto ultimamente. La mujer prefirió dejar los hombres a Friedrich ya que tendrían la lengua más suelta con el sí no iba acompañado.

Friedrich comenzó a hablar con los hombres, comenzando a opinar sobre el estado de la guerra en Europa, y también sobre las victoriosas campañas de Rommel, aunque muestra su preocupación por el avance de los franceses y los ingleses. Aunque afirma no ser demasiado entendido en las tácticas y los avances enemigos, por lo que pregunta por su anfitrión con la esperanza de que participe en las conversaciones y les aclare algunos puntos, pero todos alegan que no saben donde está.

Ambrose notaba cierto tipo de tensión entre los empleados que tenían que atender a los invitados. Algo les pasaba, aunque no sabía muy bien de qué se trataba. Intentando escabullirse un poco, pues ya le empezaba a doler el brazo de tenerlo rígido con la bandeja de los cócteles, encontró a un par de camareros en un pequeño armario fumando. Al principio pusieron un poco cara de susto porque pensaban que alguien importante les había pillado desatendiendo a los invitados, pero al ver que era uno de los suyos sonrieron con cierta complicidad. Ambrose se saca uno de su pitillera y les pregunta en un tono afable y cordial que si tenían fuego. 

Piazza vagaba por la cocina, agobiado por el flujo constante de camareros, cocineros y hasta un oficial curioso -o cuidadoso- de lo que acontecía en la cocina. Alguien lo abordó a los gritos, vociferando órdenes, y acabó lavando las bandejas para los aperitivos. A su lado, un muchacho más joven que él le miraba divertido mientras lavaba copas. 
-Que pesado, ¿eh?- le comentó, en un árabe cuya tonalidad lo delataba como egipcio.

El doctor sonrió. Las palabras le salieron inconscientemente, pero unos minutos después se encontraba conversando como si conociera al joven desde hacía años. Aparentando ser un tipo más curioso de lo que le convenía, Domenico comenzó a colar preguntas sobre los anfitriones de la fiesta, prestando especial cuidado de las expresiones del muchacho al mencionar al agente templario.

Se había separado del muchacho y se encontraba esquivando invitados nuevamente, aunque esta vez con una bandeja repleta de copas de sidra y champagne. Era impermeable a la música y el estruendo general. Sus oídos se encontraban susceptibles a las palabras susurradas, aquello que los oficiales y sus acompañantes no deseaban que fuera escuchado en sus bocas.

Mientras charlaba animadamente con las demás mujeres de la fiesta, Ethel prestaba atención a todo lo que ocurría a su alrededor sin dejar por ello de escuhar lo que se rumoreaba a su alrededor. Cada comentario sobre los investigados se grababa en la mente de la mujer mientras con una sonrisa respondía a las pregunas sobre la boda y continuaba sonsacando información a las victimas de su locuacidad

Ambrose, viendo lo poco locuaces que eran sus nuevos compañeros salió a ver que se cocía entre la alta alcurnia de la alemania de la época.

Cosas que habéis averiguado:

- Fiodor Albrecht ha sido destinado a El Cairo como medida disciplinaria. Rommel no lo quería entre sus oficiales en mitad de la batalla, y por eso lo ha enviado a donde no moleste. No es necesario decir que Albrecht no se lo ha tomado nada bien.

- Fiodor gusta de hacerse esperar; probablemente prepara alguna entrada espectacular. Es parte de su naturaleza pomposa e insufrible.

- Fiodor tiene un invitado de honor; al parecer es un militar con aliados en las colonias españolas de África, que está ayudando de forma encubierta al ejército nazi en la zona (la postura oficial de España en la guerra es neutral, dado que acaban de salir ellos mismos de una guerra civil y el país está en ruinas)

Esto solo lo habéis averiguado vosotros:

- Entre los empleados hay cierto nerviosismo; se cree que hay un renombrado miembro de la Gestapo infiltrado entre los invitados, y que está buscando a un espía. Nadie sabe quien es el supuesto espía (si es que hay uno), pero los empleados temen que las sospechas puedan recaer sobre cualquiera de ellos.

- Se rumorea que Rommel no está en Egipto para combatir a los ingleses, sino que sigue órdenes directas de Hitler, de naturaleza más secreta. Combatir a los ingleses es necesario para llevar a cabo esas órdenes, pero es secundario.

Y esto solo lo sabes tu:

- Has escuchado en una conversación apartada que Rommel está buscando algo que se llama "la auténtica Piedra Rosseta". Fiodor está destacado en El Cairo para averiguar todo lo que pueda acerca de este artefacto; la reprimenda disciplinaria es solo la excusa "oficial".

Pasa media hora y Fiodor no hace acto de presencia, pero los invitados están tranquilos mientras haya comida y bebida. 

De repente, se empieza a escuchar un estruendo proveniente del exterior del jardín. Algo se aproxima a la puerta principal... y por el ruido del motor y las orugas, parece un tanque. 

La orquesta deja de tocar, las puertas enrejadas que separan el jardín del exterior se abren, y un enorme tanque Tiger hace acto de presencia en el jardín. Un sistema de megafonía se pone en marcha y empieza a sonar "La carga de las valkyrias", de Wagner

Unos invitados permanecen tranquilos, otros hacen gestos de hastío, y unos pocos parecen inquietarse. Los empleados permanecen tranquilos y haciendo diligentemente su trabajo, como si ya se lo esperasen.

El tanque se detiene frente a la fuente, y se abre la escotilla. Fiodor sale del interior vestido con su uniforme de oficial de las SS, y tras él salen otras dos personas. Una de ellas viste un uniforme militar marrón muy condecorado (no es alemán, salta a la vista, y por la bandera rojigualda que lleva bordada en el pecho, está claro que es español) y lleva un bonete en la cabeza; más bien bajito y ligeramente rechoncho, con calvicie incipiente y un bigotillo algo más amplio que el del Führer. La otra persona es un muchacho joven y espigado, de pelo negro estrictamente corto y vestido con un uniforme similar al del otro tipo, pero bastante menos ostentoso. Los tres permanece de pie sobre el tanque, dando una estampa bastante imponente.

La música cesa, y Fiodor levanta el brazo derecho.

- ¡Sieg heil, camaradas!

Los invitados responden al saludo con otro sonoro "sieg heil", y aplauden a Fiodor por su entrada, algunos sinceramente sorprendidos, la mayoría simplemente por cortesía. Hay más de uno que lo hace de forma irónica. Cuando los aplausos cesan, Fiodor prosigue.

- Espero que estén disfrutando de la fiesta. Permitanme presentarles a mi invitado de honor, un aliado de Alemania que, a pesar de la desastrosa situación en su país, nos ha estado prestando ayuda de vital importancia en nuestra operación en África: el General Francisco Franco, jefe del Estado español.

El joven espigado se acerca al tipo bajito y parece decirle algo al tiempo que Fiodor habla; debe tratarse de su traductor personal.

El Generalísimo espera a que su acompañante termine de traducirle lo que ha dicho Fiodor, y asiente sonriente. Se adelanta un paso sobre la torreta del tanque, acompañado de su traductor, y se dirige a los invitados en español, al tiempo que el joven traduce al alemán todo lo que dice.

- Buenas noches, camaradas alemanes. Es todo un honor ser el invitado de Alemania en esta maravillosa fiesta. A pesar de la situación en mi país, y que mi postura oficial de cara a las decadentes democracias europeas sea la de neutralidad, yo siempre he sido un aliado de Alemania y el nacionalsocialismo; enemigo de la corrupción y la decadencia que ahoga Europa, y defensor los valores tradicionales que una vez hicieron grande a este continente y sus habitantes. Alemania me ayudó a derrotar al bolchevismo que amenazaba con corromper mi amado país, y yo soy un hombre de palabra, y devolveré con creces esa ayuda. ¡Por una Europa unificada y grande!

La gente aplaude el discurso del invitado de honor

Fiodor aplaude el discurso de su invitado con una sonrisa, y se dirige al público

- Bien, hechas las presentaciones, no queda nada más que decir. ¡Ahora, disfruten de la fiesta!

Fiodor, Franco y el ayudante se bajan del tanque y se mezclan con los invitados, mientras la orquesta reanuda su interpretación

Tras recabar la información necesaria, Ethel se despidió del grupo con el que había estado charlando y se acerco a Friedich. Con un cariñoso gesto que parecía un beso bajo la oreja susurró lo más quedamente que pudo a su hermano

-Rommel y Fiodor no estan de maniobras. Buscan un artefacto llamado "la auténtica Piedra Rosseta".

Los oídos le picaban de tanto atender a las palabras que nadie se atreve a pronunciar abiertamente, o al menos sin un mínimo de cautela. Lo primero que se le cruzó por la mente es localizar a Ambrose, con quien podría compartir algunas palabras sin sufrir sospechas. Dejó unos platos con aperitivos sobre una larga mesa cercana a una pared decorada por estandartes nacionalsocialistas, y no pudo evitar sentirse abrumado ante la intimidante insignia. Tanto poder en las manos de un hombre.

El desconcierto general interrumpió sus elucubraciones, y con razón. Se mantuvo silencioso durante toda la procesión. No tenía duda de quién sería el oficial que tan felizmente emergería del tanque, pero la segundo figura le heló la sangre. Fueron segundos en los que la sonrisa sardónica en su rostro se desvaneció. Tragó saliva y sonrió de nuevo. La presencia de Franco podía interpretarse, por un Asesino más intrépido, como una oportunidad única. Para Domenico significaba soldados más nerviosos y templarios más suspicaces.

Sin apresurarse, para no incitar la desconfianza, el doctor se dirigió a la cocina en busca de una bandeja de bebidas o bocadillos. Internándose entre los invitados nuevamente, buscó la oportunidad de acercarse a Albrecht y su ilustre invitado tanto como la prudencia le dictó. Sabía que no obtendría nada de la pareja a menos que les escuchase hablar en privado, pero no era lo que buscaba. Alguien debía estar vigilándolos de cerca, escondido en el gentío al igual que él. Piazza buscaba el rostro de Rommel entre la multitud.

Friedrich torció el gesto en cuanto oyó las palabras de Ethel, pero enseguida volvió a mostrar una sonrisa más falsa que la propaganda nazi.

¿La auténtica Piedra Rosetta?- le susurró a su vez. No sé qué será, pero si la buscan con tanto ahínco no debe ser algo bueno.

Miró a su alrededor, examinando a Fiodor. Quizá deberíamos ir a hablar con el anfitrión, para ver si le sonsacamos algo de información.

Le tendió una mano muy cariñosamente y le preguntó: ¿vamos?