Partida Rol por web

-Aprendí alguna cosa que otra durante mi estadía aquí en El Cairo, pero...-

El doctor se detuvo por su cuenta. Miró a Ambrose con una sonrisa de comprensión, aunque le hizo ver un poco torpe.
-Creo que en la cocina hay suficiente bebida como para embriagar a unos cuantos oficiales- comentó, como si no hubiera caído redondo hacía unos segundos. -Caminemos, no es prudente que nos vean susurrando en una esquina-

Entre la multitud de comensales, Domenico parecía uno más. Toda duda había desaparecido de sus gestos y palabras, como si la poca atención que le prestaban en general ayudara a su fachada. De hecho, para un novato de la infiltración como él resultaba crucial. -No me atrevo a hablar demasiado del tema, pero estaba buscando a nuestro otro... favorito. Sospechaba que estaría cerca del anfitrión y su ilustre invitado, pero me lleve una gran decepción. Incluso me da la sensación de que...- Espió a su Hermano de reojo. -No importa. Busquemos unas copas-

Disculpas, cariño- le dijo a su esposa ficticia con una sonrisa. Me temo que esta noche tengo la cabeza en otro sitio. Han sido tantos a los que debemos dar la noticia que ya mezclo a quien se lo he contado, y a quien no.

Dandole la mano y llevandosela a los labios, dijo. Herr Albrecht, le presento a mi prometida, Ethel Goeth, que dentro de unos meses será mi querida esposa.

Friedrich sonríe; una sonrisa que se os antoja siniestra

- Vaya, enhorabuena. El Tercer Reich necesita más matrimonios jóvenes que den futuros vástagos para nuestra hegemonía. Siempre es un placer recibir una noticia así.

Friedrich sonrió a su vez. Aunque intentó que la sonrisa no se viese muy tensa. Gracias- respondió. Procedió a seguirle el juego, hasta saber como dirigir el tema hasta el tema que quería. Estamos muy felices, y no dudamos de traer hijos fuertes y valientes a la gloriosa Alemania.

Solo espero que no tengan que demostrar su valor en combate, porque eso significará que nuestra amada patria habra alcanzado ya el lugar que le corresponde en el mundo-añadió Ethel sonriendo mientras se llevaba su mano libre al vientre en lo que intentaba parecer un gesto maternal -¿Cree usted que alcanzaremos ese lugar pronto? Desde luego y, aunque estoy segura de nuestra victoria, nos vendría bien llegar a ella rapidamente-añadió tratando de desviar el tema hacia la guerra pero tratando de aparentar cierta preocupación femenina y fingiendo ser la preocupada prometida que no quería que su futuro esposo fuese a la guerra

Los enemigos de Alemania son numerosos. Unos se encuentran escondidos en las entrañas de nuestro país, y otros se enfrentan a nosotros de frente. Aunque todos son peligrosos a su manera, no dudo de que serán derrotados por los verdaderos alemanes. Lo que lamento es que nuestros hijos tengan que defender Alemania de dichos enemigos, envidiosos de nuestro papel predominante en el mundo. Ahora mismo las potencias seguidoras de la enferma democracia se agazapan en los rincones, ya sea en Europa o en el desierto, tratando de pararnos. Pero seguro que aquí Rommel consigue expulsarlos. Al fin y al cabo, cuenta con los mejores hombres de la gran Alemania

Ambrose asiente y busca unas copas, las cuales, tras encontrarlas, se las acerca a su compadre

- Aqui tienes, prepara algo rico, que yo lo reparto 

No sabía si el aire de sosiego de Ambrose era parte de su fachada, pero el doctor se obligó a relajarse. Un camarero indiferente no daba tan buen resultado como un camarero sudoroso al borde de sus nervios. Aprovechó una botella de champagne en hielo para enfriarse la frente, y luego procedió a servir. Tomó otras botellas, sin fijarse demasiado en su contenido. Podría haber llenado algunas copas de lavandina, si se hubiera encontrado en otra situación.

Se hizo con una bandeja de aperitivos y miró a su compañero con seriedad. Allí estaba esa expresión, tranquilidad más allá de la duda. Piazza no podía ver la suya, pero estaba seguro de que no proyectaba tanta seguridad. Sin más, cruzó el patio hacia la fiesta.

Ambrose, consciente de la torpeza a la hora de hacerse pasar por camarero de su hermano le hizo un gesto. Nunca, en ningún cóctel iban dos camareros juntos por el mismo sector de la fiesta. Cada uno por un lado, luego nos encontramos en el fondo y regresamos por el lado contrario al que vinimos. Así es como se atiende a los invitados. Sin más, con su elegancia y porte natural continuó avanzando. 

Ethel sonrió tratando de parecer encantadora. Sabía que era practicamente imposible que les hablasen  del objetivo real de Rommel, pero tampoco podían hacer uso de sus habilidades. Pero quizas si lograse averiguar algo con lo que poder presionarlo en un futuro..y sería mejor sacarselo en ese preciso instante ya que podía hacerlo con ua sutil conversación.

El discurso patriótico de Friedrich no parece impresionar mucho a Albrecht, pero sus gestos, tics, su ceño fruncido... Hay algo que no se termina de creer en todo eso. Sabéis que Albrecht ha sido destinado a El Cairo y alejado del campo de batalla por su presunta incompetencia como oficial; parece que su patriotismo está resentido por eso, y que quizás, por el precio adecuado (como por ejemplo, amnistía) podría dejar fluir información confidencial.

Domenico consigue hacer un buen coctel, que pronto entusiasma a todos los presentes. Fácil de beber, y capaz de provocar una borrachera considerable en los presentes. Ahora será más fácil sonsacarles información.

Otto, convenientemente camuflado tras unas gafas y un postizo, examina a los presentes en busca de comportamientos extraños. Dos camareros y dos de los invitados le han llamado la atención, y no los pierde de vista.