Partida Rol por web

Puedes ver como el Gestapo se escabuye entre la gente, y luego desaparece por una puerta hacia el interior de la mansión

Fiodor sonríe confiado

- Ya sabrán que Himmler es... un tanto excéntrico. Cree en mitos de la Atlántida, la lanza que mató a Cristo, y todas esas cosas, y ha convencido también al Führer de su existencia. Está convencido de que aquí en Egipto podemos encontrar un artefacto que nos permitiría aplastar toda oposición y acabar con la guerra de un plumazo. Le llaman "la auténtica piedra Rosseta".

¿La auténtica piedra Rosetta?- dijo Fredrich, extrañado. Después, rió alegremente y dijo: vaya, no me imaginaba que sería así. Confiaba en un arma de verdad, y no algo salido de la mitología. 

Tras las carcajadas de Friedrich se escondía otro propósito: hacer que Fiodor se relajase pensando que Ethel y él se lo tomaban a broma, para que no creyese que tenían verdadero interés en ese artefacto.

¿Y por qué iba a confiar nuestro Führer en ese artefacto si cuenta con el ejército mas poderoso del mundo? ¿Qué poderes sobrenaturales se le achacan a la piedra Rosetta?

- Bien, si lo tengo lejos no puede hacerme daño. 

Ambrose iba algo más relajado desde que el gestapo se había ido del salón principal. Ahora podía seguir su labor de emborrachar a los altos oficiales nazis para ver que se contaban. Y sobre todo, sus mujeres. 

- Según tengo entendido, esa piedra no es un fin, sino un medio. Es una especie de código para descifrar algo. El propósito de que el Führer esté interesado en ese artefacto es sencillo: según Himmler, la piedra nos permitiría usar un artefacto con el que podríamos doblegar a nuestros enemigos. Siendo honestos, la guerra nos está saliendo muy cara. ¿Han estado en Berlín ultimamente? Hay restricciones, racionamientos... Incluso la comida enlatada está prohibida, porque el metal de las latas debe destinarse al frente. No dudo de la buena voluntad de sacrificio de los berlineses, pero esa situación se está volviendo insostenible. Imaginense que podemos conquistar a nuestros enemigos no con la fuerza de las armas, sino mediante la dominación directa de sus mentes y corazones. Obligándoles a amarnos o a temernos según nos convenga, y haciendo que la escoria de la Tierra se aniquile voluntariamente. Eso, es auténtico poder.

Fiodor, sumergido en pleno estupor alcohólico, ha empezado a soltar una incontinente cantidad de verborrea, hablando por los codos; parece que la manipulación mental por un lado, y los talentos químicos por otro han hecho el trabajo. Sin embargo, justo cuando ya empezaba a a exaltarse, algo le interrumpe. El vaso que sostenía le estalla en las manos, y retrocede aturdido unos pasos. Se lleva la mano al pecho, y descubre una herida de bala. Acto seguido, cae muerto al suelo. La gente tarda en darse cuenta de lo sucedido, y empiezan a escucharse gritos en el salón.

Instintivamente, la mujer trató de localizar al tirador para, segundos despues lanzar una mirada a su hermano. ¿Debían echar por tierra su coartada? La respuesta, para la asesina era clara. No. No debían por lo que tras apretar a modo de señal el brazo de su acompañante y señalar con la mirada donde se encontraba el asesino, se unió a los gritos de las demás mujeres. No convenía que llamase la atención mostrando calma y frialdad...

Friedrich se sumó al estupor general al notar el disparo y escuchar los gritos de las mujeres. Cogió a su hermana por el brazo y la agarró para apartarla. Buscaba un rincón apartado, por si el tirador intentaba tomarla con ellos. Necesitaban un sitio seguro. 

Sin embargo, no dejó de mirar a su alrededor mientras se movía entre la multitud. Quien efectuase el disparo debía seguir por allí, y necesitaba saber qué interés tenía en ejecutar a Fiodor.

Ambrose tira la bandeja sin miramiento ninguno y sale corriendo hacia los departamentos del servicio entre griterios varios y empujones para salvar la vida...tal y como haría cualquier camarero que no ha sido otra cosa en su vida que camarero. Cuando ya se encuentra en las dependencias del servicio de la casa busca al ama de llaves o al mayordomo

- ¿Que demonios ha ocurrido?

Justo encima de vosotros, desde el segudo piso, podéis ver como alguien se escabuye; va vestido de paisano, sin uniforme, y a pesar de que lleva gafas y su nariz parece distinta, su aspecto os recuerda al oficial de la Gestapo, Otto Schuzle

Es Schuzle-murmuró cuando el tirón de Friedrich la tiró al suelo. Ahi estaban en la fiesta sus dos objetivos. Uno muerto y otro huyendo...y sin poder perseguirlo si no querían destapar su coartada a no ser...-En estas situaciones la gente suele huir... -murmuró de forma casi inaudible la mujer, haciendo una clara sugerencia a como podían seguirlo... aunque no estaba muy convencida de ello. Además, tenían que avisar a sus otros dos hermanos.

Una de las cocineras está visiblemente alterada, a punto de desmayarse por la historia

- ¡Alguien ha asesinado a herr Albrecht! ¡Lo han matado!

La fiesta se ha convertido en un verdadero caos. Mientras que unos cuantos oficiales armados han sacado sus armas y buscan al asesino entre la multitud, mujeres, servicio y civiles se apresuran por salir cuanto antes de la mansión. No os resulta difícil confundiros entre la gente, y en un momento estáis todos fuera.

Ambrose fue a buscar a Domenico por la cosa de que quedaría un poco feo que un camarero como él que había estado dando vueltas por todo el comedor y se había dejado bastante ver fuese directamente a buscar a un oficial alemán como era su hermano. Pero aún con todo los buscó con la mirada. Luego se dedicó a observar al resto de oficiales alemanes a ver si hay alguien organizando algo, o al menos, no en un estado como estaba aquella gente. Que tuviera las ideas claras, el servicio de la casa estaba como un gallinero. 

Aprovechando la confusión creada y que todos,oficiales, mujeres, camareros...estaban al borde del pánico, Ethel  se acercó a Ambrose y le cogió del brazo. Fingiendo que le estaba pidiendo ayuda susurró quedamente una frase.

Ha sido Schuzle-para añadir en voz cada vez más alta- Por dios...¡llamen a la policía!