Partida Rol por web

Bueno, no te preocupes, chaval -le dijo acariciándole rápido la cabeza, los pelos, para tratar de consolarle un poco-. Si volvemos andando ya sabríamos cómo hacer una trampa para alimañas para poder cenar por el camino... ¿O no recuerdas nada de lo de hoy? -traté de hacer la gracia al verlo algo decaído-. Cuando volvamos le diré a Joe, el jefe del hotel donde trabajo, que nos deje dar una vuelta en ese cochazo que lleva, como compensación a ésto... bueno... -entonces miré a su hermano, pues en realidad no tenía licencia para llevar el coche de otra persona por la ciudad, lo cual podría traducirse como un robo. Además era mentira: Joe llevaba un apestoso coche marrón oscuro cuyo tubo de escape me la tenía jurada-, una vuelta por el aparcamiento, je je -le dije-.

Aunque el crío tiene un oído formidable, hay demasiado caos, confusión, gritos, claxones, voces, golpes... como para escuchar algo de manera clara.

En el maletero están el ordenador portátil de Sue, tu arma, una linterna y un botiquín.

Por fin el atasco parece haberse estabilizado. Ya no hay más accidentes por detrás, pero la escena es un auténtico caos. Decenas de personas fuera de los vehículos, caminando entre ellos intetando ir hacia delante para ver qué demonios ha pasado. Resulta curioso que no se escucha sirena alguna, por lo que parece probable que el accidente acabe de ocurrir. Todos veis claramente cómo un humo negro viene de la parte delantera, podéis olerlo también: plástico quemado y gasolina.

Por el momento no cunde el pánico y la gente parece que más está por la labor de ayudar que por salir corriendo, es buena señal, desde luego.

-Si, si -asiento a la pregunta de Sue, con la voz agotada. Y vuelvo a asentir a su propuesta. No hay ninguna necesidad de que nos den otro golpe más. Pero tenemos que asegurarnos de que no hay mas daños.

Ya con mi arma y la linterna en la cartuchera reglamentaria abrochada a la cintura, con el botiquin en una mano y el portatil de Sue en la otra, me acerco a Ian.

-Gracias tio -le digo en voz baja, y añado en voz alta mirando a Bobby- O eso, o nos llevará a casa un coche patrulla. ¡Estaremos alli para cenar!

Le alargo el portatil a Sue y le doy el botiquín a Ian.

-Tengo que asegurarme de que no hay mas accidentes. He de señalizar la carretera para que los vehículos vayan parando. ¿Podeis ayudarme? Después nos iremos inmediatamente al arcén.

Si Sue e Ian no tienen inconveniente, reviso el maletero de nuevo, buscando triangulos de señalización.

-Necesitaríamos más triangulos para señalizar -les digo al bajar de nuevo el maletero.

Cogido de la mano de Ian, Bobby se calma un poco. Aunque no entiende muy bien para qué sirven, ver a su hermano sacando los triángulos del maletero y asumiendo el control de la situación le hace pensar que todo va a salir bien.

Walt siempre ha cuidado de él como si fuese más un padre que un hermano mayor desde que sus padres se separaron y la madre de ambos se marchase con aquél guionista de películas de terror de Hollywood. Mamá tiene que marcharse, le había dicho solamente Walt en su momento, con mucho tacto. Bobby no lo entendía, pero confiaba en que estuviera pronto de vuelta.

- ¡Bieeeen, coche patrulla! -su rostro se ilumina-. ¿Podemos poner la sirena? ¡Porfa, porfa, pongamos la sirena! -empieza a incordiar, añadiendo una capa más de estrés a sus acompañantes y tirando de la mano de Ian mientras da unos saltitos-. Niiiiiiii, noooooooo, niiiiiiiiiiiiii, noooooooooo...

Bobby está haciendo ese sonido un rato, taladrante, incordiante, desquiciante.

Tranqui chaval, primero hay que saber qué ocurre -le dije a Bobby-. Walter, ¿Porqué no preguntamos a los ostros conductores? Tal vez con algunos pares más podamos ir señalizando con suficiencia. ¿Voy preguntando por ahí? -le dije-.

Sue coge su maletín del portátil que le ofrece Walter y también el resto de sus cosas del maletero. Entonces ve que Bobby se está poniendo un poco alterado y va con Ian para ayudarle

-Oye Bobby, ¿Me ayudas a comprobar que la cámara no está rota? Venga, hay que hacer unas fotos y ver cómo quedan, a ver, pon cara de modelo.- dice buscando distraer al niño para que Ian y Walter puedan señalizar y preguntar.

Vocalizo "gracias" mirando a Sue, y centro mi atención en Ian.

-Muy bien. Muchas gracias tío. Lo único que hay que recordar es mantener la calma. Hay que transmitir tranquilidad para evitar un caos. Y si alguien no quiere dar los triángulos, pasamos de el y al siguiente. Al menos 10 triángulos cada uno, si puede ser.

​​​​​​

Empiezo a preguntar a los conductores por sus triángulos o instrumentos de señalización de suelo, manteniendo un ojo en la dirección por la que vienen los coches.

Durante unos minutos, Walter e Ian van coche por coche preguntando por los triángulos, muy pocos coches los llevan, pues en principio no son obligatorios en Michigan. Consiguen unos pocos y los van colocando, mientras Sue distrae a Bobby como buenamente puede.

La gente poco a poco se va calmando. Algunos utilizan los móviles para dar parte del accidente y la gente se resigna a estar algunas horas allí metidas, en pleno embotellamiento.

En realidad los triángulos no son muy necesarios, pues el atasco llega ya hasta donde llega la vista, tanto por delante como por detrás. Sigue sin haber señales de policía, ambulancia o algo similar.

A Bobby le gusta Sue, se lo pasa bien con ella. Le hace caso y se aleja un poco para posar para la foto. Separa las piernas, se pone recto como un palo y hace un gran esfuerzo para poner la sonrisa más forzada posible de ese modo que sólo los niños saben hacer. Sabe que cuanto más fuerte sonría, más feliz y bonita saldrá la foto. Nada más lejos de la realidad.

Tras un fin de semana de intensas emociones, el pequeño está cansado. No está acostumbrado a tanto trote y además está fuera de su horario. Su vestimenta caqui de boy scout se ve algo arrugada y desgarbada. El nudo del pañuelo del cuello está medio deshecho y torcido hacia la derecha, su sombrero se ha quedado olvidado a los pies del asiento trasero del coche y uno de sus calcetines está más subido que el otro. En la banda cruzada de su pecho luce las únicas medallas que ha conseguido: todas ellas por asistencia a eventos. Nada de logros, nada de hazañas. A Bobby no se le da nada especialmente bien.

Detrás de ese pobre cuadro de niño de sonrisa forzada, un atasco monumental y un choque en cadena, gente alterada y un cielo cada vez más negro que, sin duda, no va a perdonar una fuerte lluvia. La imagen captada por el obturador de la cámara de la periodista es, sin duda, poética.

Me alejé un poco del Toyota azul, tratando de ganarme la confianza de los coductores y conductoras que aguardaban en sus coches o bien junto a ellos. El "¿Tiene usted unos triángulos de señalización?" o el "¿podría usted prestárnoslos"? fue la tónica durante un buen rato. No creí que hubiera tanta retención tras un rato tratando de acaparar las señales triangulares, pero ahora me daba cuenta de la magnitud. ¿Dónde diantres está la policía o las ambulancias? Miré al cielo, y ni siquiera había un helicóptero del cuerpo o de las noticias que sobrevolara el inmenso río de vehículos. 

Perdone -le dije a una mujer de unos treinta años que estaba aguardando en un sedán granate-. ¿Han dicho algo en la radio o en la noticias sobre el atasco? Parece que esto va para largo... ¡Ah! ¿y tiene usted unos triángulos de señalización? -la mujer me miró con cara de pocos amigos por llamarla de usted-.

Con la futil tarea a medio camino, voy a buscar a Sue y a Ian.

-Es interminable. No entiendo donde demonios se han metido.

»¿Os importa si llamo a la central de nuevo, a ver que demonios pasa?

-Muy bien así...ahora pon cara de malo malísimo... Uy qué miedo... Toma campeón, mira las fotos a ver cómo han quedado- dice Sue al ver que su novio vuelve con cara de estar frustrado. Le deja la cámara al niño, no es la primera vez que deja que mire las fotos, el niño sabe cómo usarla, al menos lo básico para ver el contenido de la tarjeta de memoria. Lo único que vería si le daba por curiosear serían fotos del lago y de la acampada que habían pasado el fin de semana porque ella solía vaciar la tarjeta después de cada trabajo para no quedarse sin memoria. Así estaría entretenido un rato.

-¿Aun no sabemos nada? Qué extraño, llama otra vez a la central, yo llamaré al periódico, con un poco de suerte tendré que escribir dos artículos esta noche...- dice pensativa mientras teclea el número de la redacción.

-Nada. Mi telefono quedo destrozado- intervengo rapidamente, mientras llama, y le enseño uno de los fragmentos de mi telefono. Que he guardado por si luego pudiese recuperar la tarjeta de memoria y evitar perder algo de contenido.

Dejo que Sue haga su llamada.

Llamas al periódico pero nadie sabe nada. No han recibido ninguna llamada ni les ha comunicado la policía nada. Piensas que quizás sea buena cosa el tomar unas cuantas notas, ya que lo estás viviendo en primera persona. Quizás si te adelantases, supieses el verdadero motivo del atasco. Supones que es un accidente pero desconoces el cómo, cuántos coches, si ha habido víctimas, etc.

La mujer niega con la cabeza -en la radio no han dicho nada. ¿No ve que no ha venido ni la ambulancia? -dice de mala gana. Es lógico que la gente esté irascible, va a empezar a llover, domingo por la tarde, la gente quiere volver a casa... Es verdaderamente extraño que llevéis ya casi media hora y la ambulancia no haya aparecido. Es que ni siquiera se escuchan las sirenas a lo lejos.

La gente sigue a lo suyo, llamando por teléfono, protestando, caminando hacia delante entre los coches para ver qué pasa, otros se suben a los capós a ver qué demonios origina el enorme bloqueo. Algunos llaman a voces a los de delante a ver si pueden enterarse de algo. Pero de la autoridad ni rastro.

¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!

¡UNA ENORME EXPLOSIÓN LO SACUDE TODO!

Algo delante vuestra ha explotado, la onda expansiva os tira a todos al suelo, os golpeáis con el asfalto, el coche, los que tenéis cerca. Caéis despatarrados. Cuando os levantáis, el escenario es... indescriptible:

Las lunas de los coches se han roto, las alarmas de muchos coches suenan casi a coro, lo cual os alteraría los nervios, si no estuviéseis medio en shock. Vuestro coche y los de alrededor, se han movido, los coches de más adelante están aún más desplazados. Más adelante aún hay coches cubiertos de hollín, el humo negro ahora lo cubre todo y veis a lo lejos arder muchos vehículos y un gran camión cisterna. A menos de cien metros veis gente que ha caído, pero no se levanta...

El aire caliente que sigue a la onda expansiva empieza a inundarlo todo.

-...ooby! ¡Bobby! -grito, cuando vuelvo a tener voz, buscandole para cogerle de la mano y sacarlo de aqui, tal y como propuso Sue.

Si consigo agarrar a Bobby, o si veo que esta dirigiendose hacia fuera de la carretera de forma segura, busco a Sue y a Ian.

Ya, ya, pero esque es muy raro, ¿no cree? Aquí pasa algo, aquí pasa algo muy gordo -decía, sin dejar de importunar a la mujer, pensando en que el gobierno hacía otra de las suyas-. Vaya tardec... ¡¡¡BBOOOMMM!!! Llevaba algunos triángulos en la mano, y todos se desparramaron cuando caía al suelo golpeado por la onda expansiva. Aún en el suelo, miré hacia la gran bola de luz... ¡¡LA OST**!! -dije para mía-. Estaba claro que algo había estallado. Ni el impacto más tremendo en el Monster Jam (ese gran videojuego de conducción agresiva al que mi amigo Rubens y yo estábamos tan enganchados) haría despedir esa deflagración. Tenía la cabeza abierta por una brecha, y sangraba. Me levanté y corrí hacia mis compañeros. 

¡Chicos! ¿Estáis bien? -ya no llevaba los triángulos en las manos-. La gente está muy nerviosa. Walter, haz algo: llama a los swat, los seal, los... los "lo quesea", tu eres polícía. ¡Sabes de ésto! Ni en la mejor tarde de enseñanza Scout me habían inculcado qué hacer en una situación como ésta...

Instantes antes de la explosión, Bobby está jugando a ser fotógrafo con la cámara de Sue, haciendo malos encuadres a los coches allí parados. Fotos borrosas, con mala iluminación, incluso. Piensa que tal vez alguna pueda servirle a Sue para aparecer en el periódico y ver B. BRANDON impreso en los pies de foto de los periódicos de todo el condado de Ingham.

Cuando se produce el petardazo, Bobby pega un bote tremendo y la cámara resbala de sus manos, cayendo al suelo y produciendo un horrible chasquido. Seguro que cuando salga de esta, Sue se va a enfadar con él. Y él no quiere que Sue se enfade, porque cuando Sue se enfada con Walt, Walt está triste. Y él no quiere que Walt esté triste, ni ponerse él triste, ni que Sue esté triste. Bobby sólo quiere que todos sean amigos.

Cae de culo al suelo, los oídos le pitan, su hermano le llama.

- Walt... -logra únicamente articular mientras los ojos se le humedecen y su boca se torna en un puchero.

¡La cámara!, recuerda en un momento de lucidez. Echa mano de ella, se sorbe los mocos, intenta sobreponerse y gatea hasta Walter. En la partida pantalla de la cámara puede verse una foto borrosa boca abajo, trágica y desoladora que un niño de siete años no debería de llegar a estar nunca en posición de tomar.