Partida Rol por web

-Pues no perdamos más tiempo--apremia la mujer de los bosques al grupo--Es hora de proseguir el viaje.

- Si no vamos a matarlo, no tiene sentido arrastrarlo con nosotros - murmuró Baern no muy convencido de dejar al orco a sus espaldas - Ni tampoco perder tiempo en atarlo -

- Ya está desarmado y no creo que que esas heridas pueda hacer demasiado - añadió antes de montar en la recuperada "Centella" y prepararse a partir nuevamente - De cualquier manera vámonos de aquí antes de que algunos de sus amigos decidan hacernos compañía -

Sabrala se dividía entre la piedad de no matar a sangre fría, y el odio que le producía aquella bestia asesina.

- Marchémonos pues. Que se las apañe como pueda.

Asiento ante la decisión final

wungabnago pawakanda, ajue, buayeh luehav digo girándome mientras señalo las montañas hwango ingnywe hanatg sh aht pwent, rascakakatu digo levantando un dedo y pasándomelo por la garganta antes de girarme y seguir al resto.

Dejando atrás al maltrecho orco, emprendéis de nuevo la ruta hacia Kelten.

En las subsiguientes dos jornadas, no ha habido ningún sobresalto reseñable y ahora os encontráis a unas 50 millas de vuestro destino.

De repente, oís el crujido de las ramas al romperse a vuestra derecha. Os miráis unos a otros, comprobando que no habéis provocado vosotros mismos ese ruido y enseguida os ponéis alerta.

Acariciando el cuello de Suka para calmar a la loba y que ésta no se lance en solitario a investigar la procedencia del sonido, Ingrid se mantiene alerta mientras aguarda a que los exploradores hagan su trabajo.

Con la práctica que había conseguido en los últimos días, Baern tiró de las riendas de su yegua y consiguió que la misma se detuviese en el lugar.

- Habéis oído? - preguntó en voz baja a sus compañeros mientras desenfundaba la espada bastarda cuyo pomo asomaba por sobre su hombro - Parece que tenemos compañía - añadió mientras "Centella" caracoleaba bajo sus piernas y el barría la espesura con sus ojos - esperemos que no sean más orcos - añadió mientras meneaba la cabeza.

Helden escucha el ruido y recuerda el último enfrentamiento.

Haced un círculo y que los magos se queden en el centro. Ingrid si puedes transformarte en águila para ver que nos espera más allá.

Ingrid asiente solícita a la orden del líder de los bárbaros de la escarcha. Después de indicar a Suka que proteja al mago semielfo, la mujer de los bosques deja los ojos en blanco y acto seguido transforma su delicada figura en la imponente águila de las nieves que se elevará para otear mejor los alrededores.

Conforme Ingrid alza el vuelo convertida en una majestuosa águila, un hombre vestido con ropa verde y holgada salta de entre los arbustos. Grita aterrorizado, balbuceando sin sentido, y luego huye hacia el sur, en dirección a las Montañas Griff.

No lleva armas visibles, pero tiene una pequeña bolsa con varios tubos que sobresalen de su solapa mal cerrada.

Seguidlo. Nos puede ser útil en nuestra búsqueda. Ingrid nos vigila el camino.

Tras sus palabras empieza la marcha.

Ante las palabras de Helden, Baern vuelve a enfundar su espada bastarda y hace girar su montura, antes de espolearla con decisión - Voy - exclama mientras tensa el cuerpo y deja que "Centella" se lance a galopar tras los pasos del desconocido.

- Detente, no te vamos a hacer daño - le indica, mientras agacha el cuerpo, afloja las riendas y deja que su corcel se lance a la carrera

Mientras Ingrid logra una estupenda panorámica de la escena, Baern sigue las indicaciones de Helden con presteza y alcanza al hombre que finalmente trastabilla y cae al suelo tembloroso.

El hombre se encoge, cubriéndose la cara y el cuello con los brazos, agitándolos salvajemente.

¡No! ¡No! ¡No me hagáis daño! 

Grita desconsolado.

Baern se mantiene sobre Centella, haciendo girar a su montura alrededor del caído, y dispuesto a volver a capturarlo si decide intentar huir nuevamente.

Mientras espera que sus compañeros se acerquen para interrogarlo lo amenaza - Ni siquiera lo intentes nuevamente. La próxima vez mi yegua te pasará por encima -

- Y no acerques la mano a ese morral - insiste al notar los tubos - No si no quieres perderla -

Controlado el asunto, el águila de las nieves desciende de nuevo sobre el grupo de bárbaros de la escarcha.

Contrariado por la manera de actuar de ese humano loco, sigo al resto esperando obtener respuestas.

Cuando llegue junto a él, allá en el suelo, niego con la cabeza viendo cómo agitaba las manos desesperado. Parecía que hoy todos querías vivir un poco más, o que todos pensaban que éramos los ángeles vengadores que veníamos a por sus almas.

Helden avanza con el grupo hacia Baern para tratar de averiguar que le pasó al hombre atemorizado.
 

- Tranquilízate, no somos malvados, ni saqueadores, ni bandidos, y mucho menos orcos. Mi nombre es Sabrala y recolecto historias para cantarlas, nada tienes que temer de nosotros siempre que no seas tú quien provoque el daño. Pareces aterrado, cuéntanos qué sucede...

Al oír las agradables palabras de Sabrala, el hombre se destensa un poco. Aún así, aún podéis ver en sus ojos el terror y la desconfianza.

Mi... Mi nombre es Delzun... Soy... era un batidor de Ratik.

El hombre se atropella al hablar. Parece dispuesto a contestar a vuestras preguntas pero también veis que tiene unas irrefrenables ganas de seguir su huída.